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[RP]¡Mamá, Papá, que me voy con las Monjas!

Sylvana_brisaveloz


Tranquila - añadió el señor Espinosa, luego de detenerla, y Silvana cejó en su empeño con la puerta. Manteniendo la vista por debajo de la de él, y evaluando disimuladamente el nivel de suciedad del recién llegado, tomó la decisión de no dejarlo pisar la estancia porque arruinaría las alfombras persas, e informó a Miku:

- Su Excelencia la Duquesa no se encuentra en estos momentos, ha salido de viaje a Osma hace unos días - se detuvo, recordando los planes de su jefa y añadió - debería llegar pronto.

Se mantuvo quieta en el lugar, ya que si amagaba salir podía ofender al señor Espinosa, pero si se movía hacia dentro el otro podía sentirse invitado y no quería que el rastro de ¿barro? que había dejado a su paso se extendiera más allá del camino de entrada.
Brynne


Mientras tanto, dama y niña continuaban su charla en la calle que llevavaba del Caos a Santillana, sentadas en el banco bajo la sombra de un árbol.

- No hay duda, Marta, no hay duda. Miraba mi armario y me pareció ver un ser divino que me miraba de arriba a abajo, de abajo a arriba.... hasta se detuvo a mirar la parte de mi cuerpo que impedía que mis vestidos se cerraran, y entendió mi dilema, y me habló. Bueno asi como hablan ellos ya sabeis, que no mueven la boca pero lo sientes en tu cabeza. Casi que menos mal porque con el alboroto de plumas y armónicas que llevan igual no se les escucha... Y lo supe, supe que le enviaba el altísismo para decirme que me entregara a él en alma... y cuerpo

Al ver la incredulidad reflejada en el rostro de Marta, de pronto recordó algo:

- ¡Marta! ¡Que creo que le he visto en la Colegiata a ese señor! ¡Si creo que tiene estatua y todo y en un pedestal! ¿Quereis que os lo muestre?

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Cyliam


La pelirroja se impacientaba en el sillon, Wallada seguia corriendo como loca, llevando y trayendo los caprichos de la señora.

Cyliam ya no estaba enfadada, el vino habia calmado su rabia y alegrado su corazon, se la escapaban risotadas cada cierto rato y la mora queria huir a toda prisa al ver a la pelirroja en tal estado.
Un suspiro salio de los labios de la joven que se acomodo aun mas en el sillon, medio espatarrada y sentada casi de lado con las piernas estiradas y los brazos callendo por los reposabrazos.

- Jez, Bola, Pelota, Jack, Agdilli, Jeta, Margarita... Asi se tiro un buen rato hasta que se vio rodeada de un gran numero de ardillas. Jez como siempre a la cabeza ya se habia posicionado sobre el regazo de la pelirroja y emitia chilliditos a las demas ardillas que se miraban las unas a las otras. - Teneis que ir a buscar a Brynne y si veis que alguna monja se acerca a ella no dudeis en atacar. Dijo riendose, recordando a la Marduquesa y su temor por las ardillas asesinas de los cuentos de la pelirroja.

Wallada observaba desde la puerta del salon la escena con cierto asombro, sabia que las ardillas obedecian a la pelirroja como si de perros se tratasen, pero aquello rozaba la ficcion, las ardillas conversaban en chillidos entre ellas y Jez a la cabeza mandaba a las demas ardillas y a la pelirroja no la sorprendia lo mas minimo, ella seguia tirada en el sillon como un trapillo abandonado, suspirando por todo lo sucedido.

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Marta296


Y lo que al principio era incredulidad se tornó alarma. Un "ser divino" se había colado en el armario de la niña. Y acompañado de un coro de angelotes, nada menos.

Si, claro. Si, si, te escucho.

Marta iba asintiendo a lo que iba contando mientras con disimulo le pasaba la mano por la frente. Alucinaciones... cantos y armónicas... sedas y satenes... A ver si era fiebre lo que tenía...

- ¡Marta! ¡Que creo que le he visto en la Colegiata a ese señor! ¡Si creo que tiene estatua y todo y en un pedestal! ¿Quereis que os lo muestre?

¡Al fin! ¡Algo con sentido!

Ea, pues vayámonos. Y me señalas al señor ese que se ha colado en tu cuarto.

Y se levantó del banco, tomando a Bryn del brazo y guiando sus pasos a la Colegiata. Aquello ya le sonaba a broma de algún monaguillo que, según pensaba Marta, había gastado una broma a la muchacha.

Y ya le tenía lástima al pobre chico y todo. Menuda había montado.


Al pasar por la puerta de Santillana escucharon movimiento por la puerta abierta. Igual había vuelto la Marduquesa de su viaje...

Al fin llegaron al templo y entraron. Por lo menos allí no hacía calor.

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Syn




Para un sitio fresco y ventilado que había en aquella ciudad, y ¡solitario! Porque vamos, ¿no estaba Pucela llena de vikingos, paganos y adoradores de cualquier ser u objeto que no fuera ese Altísimo del que se hablaba en otras partes del Reino? Pues si, allí estaba Syn tan ricamente echándose una siesta cuando escucho unos pasos y unas voces ya conocidas.

A ver, niña, a ver si recuerdas ese que salió del armario le decía Marta a la niña

La única aristotélica conocida de la ciudad tiene que venir a despertarme cuando mas a gusto estaba.

Buenas tardes! Saludó bostezando la gitana. ¿A estas horas también se tienen ganas de rezar? Pues para mi que no hay nadie que atiende eh? Que yo llevo un buen rato y no ha venido ni Dios a ver si necesitaba algo.

Se sacudió un poco la pechera para uniformar las arrugas de la blusa y se alborotó el pelo ahuecándolo para que se notara poco que hoy no se había peinado. Tras escuchar la historia de la repentina vocación, y dirigiéndose fijamente a la niña le dijo

A ver, tú, échame el aliento un poco. ¿No será que te has hecho adicta a ciertos brebajes eh? Lo que nos faltaba ya para el duro, pensó la gitana, aristotélica, rosa, cotilla y borracha.

Y echando una sonora carcajada, palmeó en el hombro a Marta alegremente para animarla.

Verá usted que no es nada buena mujer! Unas infusiones de poleo y como nueva.

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Brynne


- ¿Me estás llamando borracha gitana descarada?

Por un momento la cólera de Brynne se despertó, subiendo la naricilla con altivez y con cara de "cómo osas dirigirte a mí en ese tono pordiosera". En los meses pasados con sus padres empezaban a contagiársele los modales de la aristocracia. De pronto, quedó petrificada.

- ¡Marta! ¡Allí! ¡Es él! - corrió hacia la estatua de San Cosme situada en una hornacina en un lateral de la nave, y se postró de rodillas ante él con arrobo absoluto, mientras la luz iluminaba su cara rodeándola de un aura mágica

(Si.. vale... en la parte superior de la nave había una ventana con una vidriera sobre la estatua de San Cosme, pero es que si lo cuento nos dejamos fuera a la mística y no le va a gustar)

Los que vieran a la niña en ese momento dirían que tenía cierto parecido con la Condestable Real, Adii, pues mientras miraba la cara barbuda de San Cosme se diría que le salían corazoncitos por los moñetes.
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Marta296


Aquello era lo que le faltaba a ella ese día, un susto. Y para eso estaba la gitana en el templo, ni más ni menos. Para darle un susto.

Syn apareció entre dos bancos para darles las buenas tardes, y de paso provocar un grito de Marta. Cuando se le pasó la impresión le relataron lo ocurrido en el dormitorio de Bryn, y por supuesto esta última no se tomó nada bien la respuesta de la gitana. Le dijo, pues, bueno, lo que le tenia que decir.

Por una extraña suerte, de pronto la niña se quedó parada, mirando.

Y otra vez a correr. Bryn se arrodilló delante de una imagen, con cara de pánfila, despues de señalarla como su "revelador".

Se acercó despacio, esperando ver a alguien más. Miró tras la estatua de San Cosme. Allí no habia nadie. Miró a Bryn que miraba al Santo con adoración.

Aquello iba a acabar con ella. Dió unos toques a la imagen de yeso con los nudillos y volvió a mirar a la niña. Y al Santo, y a la niña.


No es posible. ¡Bryn, que es de yeso! ¡Que este no ha podido ser!

Ya no sabia si cortarse las venas, dejarselas largas, o abrir la cabezota de aquella niña a ver que tenia dentro...

Suspiró. Respiró hondo. Se recordó que no era más que una muchacha impresionable.

Se volvió a la gitana, ya que razonar con la niña iba a ser imposible en aquel estado.


Bueno Syn, ¿Y ahora que hacemos? ¿Le prendemos un par de cirios a ver si se aparece?

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Jez


El grupo de ardillas chillaba en la puerta de la casa del caos, unas decian que debian ir a la izquierda, las otras que a la derecha, otras decian que de frente y las mas pispas decian que lo mejor seria recoger alguna avellana en el bosque antes de hacer nada.

- A ver señoras, que todas aqui son ardillas salvo Jack y yo. Dirigio su minuscula patita a una ardilla grisacea que se mantenia altiva sobre sus patas traseras en una pose un tanto piratesca. - Señor Squirrel, llevese a ese grupo de ardillas a la casa de la de orejas, si esa que nos tiene miedo, que yo me llevo a las demas.

Un revuelo de chilliditos se levanto y las ardillas que tenian que ir con Jack Squirrel, corretearon a su al rededor halagandolo y es que Jez solo tenia ojos para la pelirroja, y Jack se habia convertido en el semental del grupo que traia de cabeza a las nenas.

- Lo dicho vamos a buscar a la niña, no sea que nos quedemos sin nueces y avellanas durante un mes por incompetentes. El grupo de Jack salio directito a la casa de la orejas mientras que Jez y su grupo escalaron los tejados en busca de la rubirroja.

A lo lejos, casi al llegar a la colegiata Jez pudo ver de refilon la melena de la rubirroja, con un agudo chillido aviso a las demas ardillas que le seguian desde los otros tejados y como alma que lleva el diablo, aquella docena de rodedores con Jez a la cabeza corretearon hasta la colegiata.
--Madre_burgondofora


Horrorizada. Horrorizada estaba con lo que aquellas gentes le habían hecho a la que fuera su pupila.

La Hermana Portera había abierto la puerta ante los chillidos desesperados de la niña, y la había liberado a escobazos de unas ardillas asesinas hasta ponerla a salvo, cerrado la puerta en las narices a una dama y una gitana que gritaban algo de santos y cirios, y conducido ante ella hecha un manojo de nervios rezando al Altísimo y a San Cosme.

- Tranquilízate pequeña, tranquilízate, si ya sabía yo que tú no estabas hecha para el mundo....

Habló largo y tendido con la joven, y terminó de convencerla. La toma de hñabitos era sin dudas lo mejor que podría hacer. Como ya había vivido largos años en el convento, permanecería como novicia hasta el cercano día en que cumpliera los 15 años. Ese día contraería Sagrado Matrimonio con el Altísimo como el resto de las hermanas.

- ¡Pero Madre si a mí el que me gusta es... - sopapo en la boca de la Superiora.

- ¡A tu celda Novicia Brynne! ¡Brynne! ¡Qué clase de nombre pagano es ese! ¡El día de tus votos pasarás a llamarte Sor Fuensanta como la Virgen! ¡A dormir! ¡Pronto tocarán a Maitines!
Brynne


En la tranquilidad de su celda, Brynne recordaba la escena en la Colegiata.

El grito de Marta subida al banco "¡Ratas! ¡Ratas de cola peluda! ¡Nos invaden!" la sacó de su trance místico. Vió a la gitana maleducada intentar ayudar a la dama, y al aluvión de ardillas de su madre venir hacia ella.

Le entró el pánico, y corrió y corrió hasta llegar al Convento donde había pasado gran parte de su vida.

La Madre Burgondófora la acogió con su habitual severidad, y todo quedó acordado.

Aunque el camisón de tela basta hacía que le picara toda la piel y el camastro fuera duro y pequeño como una piedra, lo que le impedía quedarse dormida por completo, al fín estaba en su lugar.

Renunciaba a los placeres mundanos que tan poco tiempo había conocido y se entregaba a la vida austera del Convento.

Desde el ventanuco de su estancia oyó de pronto ladridos. Se levantó y se asomó:

- ¡Uri! ¿Pero cómo has llegado hasta aquí? ¡Vamos vete, vete a casa!

El perro se calló, pero se sentó bajo la ventana de su ama sin hacerle caso. Dejandolo por imposible, Brynne volvió a intentar dormir. Ya robaría mañana algo para él durante el desayuno.

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Cyliam


La noche caia, y ni Miku ni las ardillas volvian a casa con noticias, y Wallada lloriqueaba en la cocina, porque Brynne la gustaba mucho, pero en el buen sentido de la palabra, que la ayudaba con las labores de casa, y se reia cuando la veia jugar con los pequeños rebeldes.

Lloraba desconsolada, balbuceando que la niña rosa se habia marchado para siempre, que no la queria ya. - Venga, venga, mujer ya no llores mas, que mañana mismo salimos tu y yo a buscarla y la traemos a rastras a casa. Ven te preparare una infusion para que te calmes.

Pobre Wallada, con lo buena que era ella, que aguantaba los caprichos de su señora a todas horas, que hacia todo lo que la pedian y mas y ahora parecia un perrillo abandonado llorando sobre la mesa, a moco tendido.
La pelirroja saco del bolsillo uno de los pañuelos bordados y seco las lagrimas de la mora, y la ayudo a sonarse esos moquillos que la colgaban, que no la causo desagrado porque con tanto crio a la espalda ya no podia espantarse de nada, salvo de las polillas, esos insectos eran los archienemigos mortales de la pelirroja, pero bueno esa es otra historia.

Con la infusion preparada y la botella de ron frente a las tazas, Señora y doncella tomaron un par de infusiones, o mejor dicho un par de rones infusionados y poco despues cada una subio a su alcoba a dormir.
La pelirroja se desplomo sobre la cama, se preguntaba donde estaria el rubio, seguro que habia ido a pedir socorro a la de Santillana, ya que presumia de un comodo sofa, con los gritos de la mañana, Miku habria huido a esconderse no fuera que le cayese a el tambien una bronca.

Y asi pensando en el rubio, en la mora desconsolada y ahora enchispada que ya roncaba al otro lado del pasillo, en su dulce niña rosa a la que pensaba estrangular en cuanto la viera y en Mariana que se habia escondido en su cuarto a los gritos de su madre cayo dormida profundamente hasta que pasada la media noche Mariana la desperto lloriqueando, ella tambien echaba de menos a su hermanita y Cyl que estaba mas cansada que un perro aupo a la pequeña y la acosto junto a ella, acariciandola el pelo hasta que nuevamente madre e hija cayeron dormidas.

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Urania


No fue hasta el día siguiente, a mediodía, que Silvana pudo encontrar a la de Santillana para ponerla al corriente de lo ocurrido el día anterior. Se apareció un santo, Brynne se mete a monja, don Miku la buscó por saber si sabía algo de la niña, intrusos embarrando las alfombras persas que habían (cof) robado (cof) de cuando (cof) desvalijaron (cof) el Palacio Real tras la muerte de la Reina Ximena, doña Marta y la gitana buscando el cirio más grande de todo el pueblo...

Urania no daba crédito. Salía unos días del pueblo, y de repente todos entraban en una crisis mística. Pero que ese pueblo era pagano ¡hombreyá!. Y todos los gatos estaban locos.

Se acercó rápidamente a la casa del caos, donde Cyliam y Miku seguían inconsolables. Para la ocasión, y ya que irían tres en el viaje, la Duquesa había mandado preparar (¡atención!) el carruaje. A duras penas, los padres lograron dar las señas del maldito convento donde estaban todas esas monjas a las que tanto resquemor guardaba Urania (fueran las que fueran) y allí llegaron. La hermana portera (una especie de vieja'l visillo, pero con carnet) les dijo que no podían visitar a Brynne. Los padres protestaron, Cyl amenazó con ardillas, haciendo que la monja frunciera el ceño, y don Miku ya no sabía si sacar la espada o qué.

Urania, en su voz más fría, la que sólo utilizaba cuando hablaba con un verdadero enemigo, le dijo,

- Perdone, pero yo, a quien deseo ver, es a la abadesa. A la Madre Burgondófora. Hágale saber que la Duquesa del Infantado y Marquesa de Santillana, y los Señores de Compostela, don Miku y doña Cyliam, la tía del mismísimo Obispo de Segovia y Cardenal de la Iglesia Aristotélica quieren verla. Hizo una pausa. Ahora..

La hermana portera no estaba muy segura de que aquello fuera a acabar bien, pero les cedió el paso y les condujo a través de lúgubres estancias, hasta un despacho donde estaba la madre abadesa, al frente de un escritorio al otro lado del cual tan sólo había dos sillas. Don Miku quedó en pie mientras la de Winter y Cyliam, que seguía sollozando, se sentaban. El hombre hacía todo lo posible por consolar a su esposa, y la sostenía de los hombros, mientras ella intentaba enjugar las lágrimas con su pañuelo.

- Ustedes dirán a qué se debe el motivo de su visita, repuso la abadesa, en un tono de voz que permitió a Urania saber que se encontraba frente a una mujer inflexible en el trato.

- Mi hija, mi hija Brynne..., empezó Cyliam.

- Querrá decir la novicia Brynne, señora. Ayer acudió aquí y solicitó acogerse a la orden, descontenta de lo que había visto en el mundo exterior

- ¡NO! Es nuestra hija, y vendrá con nosotros... la hemos educado, la hemos cuidado..., empezó a decir Miku.

- Sí, señores, pero nada de eso la ha convencido. Ella, por inspiración de San Cosme, según nos ha contado, ha decidido venir a nosotras y no somos nosotros quiénes para contradecir la voluntad de un santo, que sin duda, ha encontrado en esta niña un motivo para visitarla a menudo.

La de Winter rió, y la abadesa se volvió bruscamente hacia ella, endureciendo más el tono, si cabe.

- ¿Osáis mofaros de las apariciones divinas, Señora? ¿Sabe usted la de años que hace que no hay evidencias de que un santo baje hasta esta ciudad por culpa de todos ustedes paganos y herejes que...

La Duquesa la interrumpió.

- Cuánto.

- ¿Cómo dice?

- Pregunto que cuánto beneficio piensa usted sacar de tener entre sus novicias a la niña que ve a San Cosme. Ya lo ha imaginado, ¿verdad?. En sus sueños. Carruajes y carruajes llenos de gente que quieren visitar a la niña que vio al santo. Donativos. Tal vez una hostería regentada por las monjas. Producción de dulces... lo habitual. Sin duda, todo esto puede resultarle muy beneficioso, madre Burgondófora, pero yo también soy generosa. Y le pregunto que cuánto cuesta que hable usted misma con Brynne, ahora mismo, y le aconseje volver con sus padres. He visto los desperfectos en los pasillos que atravesamos antes de llegar aquí. Sin duda una inyección inmediata de dinero, en lugar de esperar a que se corra la voz de la niña milagro, le resultaría mucho más provechosa.

La madre abadesa torció el gesto. Sabía de las riquezas de la Duquesa, pero desde luego nunca llegaría a compensar los ingresos que obtendrían si aquello se convertía en un lugar de peregrinación.

- Me ofende, Señora Duquesa. Una vocación es algo que no se compra. Si la niña lo ha decidido así, aquí se quedará.

Cyliam volvió a sollozar, mientras Miku la intentaba consolar. Antes de que acabara sacando la zapatilla contra la abadesa, y aquello no se pudiera resolver, Urania se dirigió a Miku

- Creo que a tu mujer le sentaría bien algo de aire fresco. ¿Por qué no la llevas al claustro? Yo estoy segura de que la abadesa y yo llegaremos a un acuerdo.

- No sé de qué más tenemos que hablar..., empezó a decir la abadesa, mientras Cyliam se levantaba.

- Oh, sí. Por el bien de su congregación deberá escucharme, créame. Urania se dirigió entonces a Miku. Cuando Cyl se tranquilice, os espero a la salida. Estoy segura de que llevarán a Brynne a vuestro encuentro al claustro en breve. Tomaos el tiempo necesario para hablar con ella y convencerla de que lo mejor es que vuelva con vosotros..., miró de nuevo a la abadesa, aunque de eso también se encargará la madre Burgondofora, creo yo.

Cuando se cerró la puerta tras ellos, la monja se levantó de la silla, airada (¿no es la templanza una de las virtudes aristotélicas?), mientras la de Winter parecía concentrada en alisar los pliegues de su falda. En un tono de voz bastante alto, empezó a discutir

- Excelentísima Duquesa. No sé muy bien qué es lo que le ha traído aquí a reclamar a esta niña, que ni siquiera es de su religión, ni qué pretende, pero no hay nada que negociar. Brynne ha decidido por su voluntad y por inspiración divina ser religiosa. ¿En qué le incumbe esto a usted? ¿No tendrá usted intenciones de corromperla y llevarla a sus creencias paganas que sólo conducen a la desgracia y a...?

- Por favor, Madre Burgondofora, siéntese. Que no es esto una conversación de mercado. La verdad, no me explico cómo Brynne ha salido tan educada si esa educación la recibió de usted. La Abadesa, con la ira en su mirada, volvió a sentarse. La de Winter prosiguió, comentando como de pasada... No sé si está usted al tanto de lo que sucede en el convento cercano, el que dirige la Madre Anunciación.

La mirada de la abadesa cambió. Sí, estaba al tanto, pensó la de Winter.

- Sí... lástima de congregación. Las novicias no duran allí apenas un año. Tras su estancia unos pocos meses, todas quieren salir, para conocer las bondades del mundo, el amor, el cariño de un hombre... Apenas las más torpes y feas llegan a alcanzar los hábitos, ¿no es cierto? Una verdadera desgracia, en pocos años el convento tendrá que desaparecer por falta de monjas.

La abadesa cruzó las manos sobre su regazo, y siguió callada.

- Y todo desde que aquel caballero rubio solicitó asilo en el convento. Porque claro, los conventos y monasterios están obligados a dar asilo a todo el que lo solicite, es una de sus reglas más sagradas. ¿Me equivoco?

La madre Burgondofora asintió.

- No, no se equivoca

Urania inclinó levemente su cuerpo hacia adelante para proseguir.

- Pues bien, ese caballero, el que solicitó asilo allí, es mi amigo. Casi mi hermano, diría yo. Mantenemos correspondencia habitual y, créame si le digo, Urania sonrió levemente, que si le aconsejo un pequeño cambio de aires, no le parecerá mal. Ya en su última carta me hablaba de que estaban empezando a traer novicias de otros conventos, pero que cada vez eran menos. ¿Querrá usted que le escriba en cuanto vuelva a Valladolid diciéndole que este convento pronto se llenará de novicias atraídas por San Cosme y las visiones de Brynne, y le hable de la tranquilidad que se respira en el claustro, y de la amabilidad de su madre abadesa.?

Ahora era temor lo que se veía en la mirada de la monja.

- En realidad, ni siquiera hace falta que le mienta. Podría decirle que este es un convento cochambroso, que apenas hay novicias atractivas y que la abadesa es una mujer sin ningún tipo de amabilidad. Pero no importa, porque estoy convencida de que si se lo pido, él solicitará asilo en su convento. En este convento. Le aseguro que lo hará.

Los puños de la religiosa se crisparon.

- Pues bien, si no quiere que yo escriba esa carta a mi vuelta a casa, dijo la de Winter poniéndose en pie y retirando la silla, para salir, si no quiere que yo escriba esa carta, va a llamar usted a Brynne, explicándole el dolor que ha causado a sus padres su marcha. Le va a hablar de todo lo que puede hacer por San Cosme y la excelsa vida religiosa que puede llevar fuera de las paredes del convento. Y la va a llevar con sus padres, y ella estará contenta de volver con ellos. Yo esperaré a la salida, en mi carruaje. No más de una hora. Y entonces, volveremos los cuatro a Valladolid, y usted podrá seguir manejando su convento en paz. Sin Brynne, sí, una lástima, porque a pesar de ser tan... como es, es una niña encantadora, y es una pérdida para su convento. Pero sin duda, usted sabrá elegir lo mejor para su congregación.

Con una mano en el picaporte de la puerta, terminó de hablar.

- Recuerde mi oferta, soy generosa. Una pequeña cantidad para arreglar las goteras de los pasillos, no le vendría mal. Es más seguro que esperar más milagros, aunque usted sabrá la confianza que tiene en su dios y en sus santos. Y, tal vez... no, tal vez no, estoy segura, de que entre Cyliam, la dama Marta y yo podemos convencer al Obispo de que traslade la imagen de San Cosme de la Colegiata de Santa María a este convento. Estoy segura de que al santo también le interesa la labor de mantener la vocación de las ya novicias, y tal vez tengan suerte y se aparezca a alguna más.

Al salir por la puerta, se despidió.

- Pase buen día, madre Burgondofora. Y que la diosa la asista en su labor.

Sola, se dirigió a la salida, sin acudir al centro del claustro donde Cyliam y Miku esperaban. La hermana portera le abrió el frontón del convento y ella subió al carruaje para resguardarse del sol de justicia que reinaba en ese día de julio.

- ¿Salimos ya?, preguntó él.

- No, esperamos. No creo que tarden, contestó la de Winter, en un tono mucho más relajado. Y masculló a continuación, o aquí va a arder Roma.

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Brynne


Bueno, no podía decirse que quitarse la toca le molestara especialmente, que hay que ver cómo picaba la tela con que la hacían. Llevaba desde los Oficios de Maitines sin parar de rascarse la cabeza.

No entendía nada. La Madre Burgondófora había ido a buscarla mientras realizaba las tareas en el jardín del Claustro:

- ¡Niña! ¡Quítate eso, recoge a tu perro y prepárate para irte! ¡Esta no es vida para tí! Tus padres y esa.. esa... Duquesa o Marquesa o lo que sea te esperan fuera. Y dile a esa.... esa.. marduquesa que rubias espero pero que sean redondas y que vengan en bolsas que tenemos mucho que reparar. Hala vete a casa que te esperan

- ¡Pero Madre! ¡Que San Cosme me dijo....! - ¡zas! ¡sopapo en la boca!

- ¡Qué San Cosme ni San Cosme! ¡Pues te vas a la Iglesia y se lo explicas! ¡Hala, a casa!

Se dirigió obediente a la celda, plegó la toca sobre el camastro, llamó a Uri por la ventana y se encaminaron ambos a la puerta. Al pasar por el claustro vió a sus padres que la esperaban.

Uri corrió a hacerle fiestas al padre de la niña..... y a la madre, bueno a la sollozante madre la miró con cara de "Ya estoy aquiiiii, he vueltoooooo"

Y la niña, allí como un poste sin saber si abrazarles o salir corriendo.

- ¿Mami?

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Cyliam


La pelirroja no sabia que hacer si dar saltos de alegria, comerse a besos a la Uri, hasta el perro la caia mejor y todo, vamos en ese momento le habria dado un beso al chucho, pero no no iba a hacerlo, que luego donde hay confianza da asco, y bueno que decir de besuquear a la Marduquesa, con lo siesa que era, capaz de cambiar de idea y hacer que la niña se quedara en el convento.

- Urania, te voy a llenar la nevera de vieiras y percebes. Y tu Brynne, vas a ir de cabeza a Galicia, castigada en una torre con libros y bordados hasta que, hasta que, bueno ya pensare algo de camino a casa para que hagas tus maletas.

Tras refunfuñar la estrujo con fuerza, tanto que la niña suplico aire, o que le estaba dando un aire, entre llantos de la pelirroja sonoros besos en las mejillas de Brynne pues era dificil entender que se decian. - Mi niña, no sabes que susto nos has dado, que digo susto, que casi me matas de un infarto, no veas tu que disgusto mas grande, no se te ocurra volver a decir esas locuras nunca mas, o te caso con el primer noble grasiento que vea para que pagues todas las consecuencias.

No dejaba de refunfuñar, reir y llorar, era un manojo de sentimientos que no podia describirse con palabras salvo con una, histerismo. - Eso si, del castigo no te salva ni San Cosme, ni San Damina, ni el mismisimo Aristoteles. Has revolucionado a media Pucela, y antes de irte a Galicia, vas a ir a la plaza a pedir perdon publicamente a todos, y cada uno.

- Ay, Urita que no se que habria hecho yo sin ti. Mañana mismo pido que te traigan cinco kilos de marisco y eso para empezar y unas cuantas botellitas de crema de orujo para que pase todo bien.

Cuando empezaban a alejarse del convento la pelirroja se paro en seco y volteo mirando a las monjas con cara de malas pulgas, que a penas duro un instante cuando sonrio de oreja a oreja, les hizo un corte de mangas y les saco la lengua burlonamente antes de vocalizar sin ser oida. - Ahora sus jodeis. Finalmente engancho del brazo a Brynne, quien sabe si con tanto sermon y castigo la niña era capaz de salir corriendo y encerrarse en el convento y ella obviamente no iba a dejar que eso sucediera.

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Padre_Prior, roleplayed by Uladh


La hermana sor Belén de Esteban corria por el pasillo con la carta en la mano. Debía llegar rapida para entregarsela a sor Burgondófora.

- Sor Andrea, sor Andrea, deje de comerse el pollo y avise a la madre abadesa. que ha llegado una carta para ella ¿mentiendes?

Sor Andrea, que le gustaba mucho el pollo y lo comía con parsimonia, dejó su plato y se limpió los dedos en un pequeño lienzo. Nadie conocia su rostro ya que cuando su madre la dejó en el convento lo dejó bien claro... no quería que nadie viera su rostro para preservarlo en su intimidad "Por ella mato...maaaa-to" dijo antes de salir, hacía ya algunos años.
La hermana sor Nazareth no daba crédito. Ver a sor Belén correr con su delgadez, que llevaba los faldones fosforitos del hábito como banderas al viento. ¡A dónde iría con tanta prisa!

Una vez llegó al refectório la madre Burgondófora se encontró a las hermanas sor Belén, sor Jenny y sor Vane que cuchicheaban entre sí. Sor Andreita, como gustaba que la llamaran, y sor Nazareth acompañaban a la abadesa.

-Una carta, madre, acaba de llegar - dijo sor Belén.

La madre Burdongófora abrió el lacre y se dispuso a leer la misiva. sus ojos cada vez más abiertos y su boca más crispada asustaron a la ya de por sí asustadizas hermanas.

Citation:
Carta del prior de Valladolid a la Reverenda Madre abadesa del convento de las Hermanas de Nuestra Señora de la Reverberación Luminiscente de la Cremallera del Sagrado Chandal en el Santo Polígono Norte.

Estimada hermana en Kristhos:
El motivo de la presente es para comunicarle mi pronta visita para poder conocer a esa joven novicia, sobre la que tanto y tan bueno he oído hablar en estos últimos días. Debemos felicitarnos por lo que podría suponer para nuestra diócesis y para su convento en particular, ya que atravesamos una importante crisis de fe, y porqué no decirlo, de escudos.
Las “hermanas poligoneras descalzas”, como cariñosa y familiarmente se os conoce, siempre habéis destacado por vuestra elevada santidad y por la inquebrantable lucha ante las adversidades, aunque como todos sabemos, el convento ahora pase por malos momentos.
Sé, por vuestras repetidas misivas, que se os cayó parte de la tapia sur del claustro y que ahora está cerrada con eso que llaman mallazo de alambre y que alguna novicia se ha quedado embelesada mirando al labriego que cuidad las tierras aledañas al convento. Debéis poner esa tela verde que se coge con alambres y tapa de la vista.

Recuerdo también con gran pesar que la campana que solía tocar llamar a Vísperas con aquel himno tan hermoso compuesto por la hermana sor Camela, que Aristóteles guarde en su seno, “Cum amorem recedit” (Cuando zarpa el amor), se rajó y ahora solo es capaz de sonar al pasodoble “Gemitibus Hispaniae” (Suspiros de España), que si bien es hermoso no responde al espíritu de la congregación.

El tener en el convento de la poligoneras descalzas a esa jovencita que ha tenido la suerte de ser llamada por la fe, y el privilegio de ver a nuestro santo patrón Cosme, es sin duda una suerte que puede traernos pingües beneficios a vosotras y por consiguiente a la diócesis. No entro a calibrar ni a sopesar la veracidad de la iluminación o si la visión responde a un exceso de garrafón, como suele ocurrir en otros casos. La situación en Valladolid es desesperada, con la propagación del Maligno en esos bárbaros norteños y en la protección que ciertos nobles, de dudoso caletre, hacen de cultos paganos y contrarios a toda fe.

No dejéis por ningún concepto que nadie se acerque a la pequeña beata. En unos dias tengo previsto hacer un recorrido por varios conventos de los cuales he recibido quejas sobre la despoblación de novicias y haré una visita al suyo para conversar con la joven en santidad.

En la espera, que Aristóteles y Kristhos os guarden y que el Palomo Santo os guie en la fe.


Reverendo Padre Prior fray Prepuciano di Scrotto.


Por un momento la abadesa pareció quedarse en éxtasíii-éxtanooó. Pidió asiento y un poco de aire. Cuando pudo, reaccionó.

-Heremannasss...tenemos un problema.




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