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[RP] El Reino del Caos Absoluto

Cyliam


Pero desde abajo la ardilla como estaba acostumbrandose a llamarse no queria perder la batalla, y aun cazada ella luchaba atrapando a Miku con sus piernas que rodeaban sus caderas, pero no era lo unico que atrapaba, pues sus labios atrapaban los de el en un frenesi de pasion.

Y el astro rey cada vez mas miron, calentaba mas la habitacion, y los dos cuerpos desnudos tambien. Las sabanas se deslizaban como si fueran brisa por los amantes, la pelirroja sonreia ya exhausta, tomaba bocanadas de aire para intentar recuperarse pero hasta el aire la ahogaba, habia perdido la batalla y las perladas gotas de sudor resbalaban por su frente haciendola cosquillas.

Gruño agotada y sonrio a la vez, soltandose de aquellos grilletes acariciando los dedos de el, acaricio el cabello del rubio enredandose en el mientras le atraia para besarle con ternura. No habia palabras para expresar lo que sentia en ese momento ni lo que sentia estando con el y por el, los besos y las miradas lo decian todo. Le abrazo como invitandole a quedarse sobre ella sin moverse, habia sido una batalla salvaje, y a la vez tierna.

- Cielo. Dijo con un suave susurro. - Habia pensado que podiamos dar una fiesta. A decir verdad casi no la quedaban palabras ni pensamientos, aquel climax la habia dejado noqueada y le costaba hilar los debiles pensamientos con las palabras que debian salir de sus labios.

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Mikumiku


También había sido duro para Miku, que se quedó unos instantes sobre ella con cuidado de no aplastarla, devolviendo su respiración a un ritmo normal. La oyó a ella también luchar por tomar aire, y eso le llenó de satisfacción, sabiendo que había sido igual de bueno para ambos justadores. Cerró los ojos, grabando aquellas sensaciones en su mente. Vio que sobre los dos corrían gotitas de sudor, cubriendo de perlas la joya que era la pelirroja. Dibujó una sonrisa. Si no existía palabra antes, ahora menos.

Ella acercó la boquita para susurrar algo, pero el caballero no la dejó al primer intento, silenciándola de un beso. La escuchó después, echándose a su lado sobre el mullido colchón. Aunque tardó un rato en fijarse en lo que había dicho, embobado con el movimiento de aquellos labios, pronto pudo volver a ser persona.

Cyl... Deslizó dos dedos del cabello de fuego, despeinado, y lo devolvió a su sitio con una caricia. Es una idea estupenda. ¿Qué tienes pensado? ¿Puedo ayudar? Atacó a preguntas susurrantes, conforme se le iban ocurriendo. Y después una sombra le cruzó el rostro, como le había pasado en anteriores ocasiones, aunque siempre la había ignorado. La amaba, muchísimo. Pero era ella la Gran Maestre, la Archidiaconisa. ¿Lo estaba haciendo mal? ¿Debía aquello ser secreto? Se sintió culpable, estúpido, por un momento.

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Cyliam


Se vio rapidamente bombardeada a preguntas, a las que no sabia que contestar pues la idea de la fiesta habia sido cuanto menos alocada. - Pues la verdad es que no pense en nada, solo se me ocurrio. Se incorporo en la cama volviendo a colocar la almohada en su lugar, y luego se cubrio con la fina sabana mientras rodeaba las rodillas con los brazos y apoyaba la barbilla sobre ellas.

De repente se sintio estraña, como pensativa, todo parecia ir bien pero a la vez algo no le cuadraba a la pelirroja. - Oye Miku, hay veces en las que te noto pensativo y algo preocupado. Le miro de reojo sin saber muy bien que hacer. - ¿Te encuentras bien? Pregunto finalmente algo preocupada. Diablo, el huron decidio entrar en escena en ese momento y como de costumbre fue directo hacia los dedos de la joven aunque esta vez fueron los pies los que sufrieron los mordiscos, ella le agarro del pellejo y le dejo sobre sus rodillas mientras le regañaba con el dedo, pero aquel animalito era tan adorable que la pelirroja no pudo evitar darle mas mimos que reprimendas. Despues de la sesion de mimos al animal la joven volvio a recostarse en la cama, miro a Miku y apoyo su mano sobre la de el. - ¿Estas bien? Volvio a preguntar aunque esta vez no se atrevio a mirarle a la cara.

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Mikumiku


Se dio cuenta demasiado tarde de que se le notaba. No... no es nada... Intentó decir Miku, pero supo que no lo parecería. Hasta el hurón travieso aquél se daría cuenta. Cogió la mano y la besó tiernamente. Te quiero, Cyl, más que a nada. Pero... Cogió aire y se dispuso a confesar. Nunca había pasado por esto antes. No sé nada. La miró a los ojos. Todo cuanto hago es dejarme llevar, y me encanta. El caballero se acercó, acariciándole la mejilla. Pero hay algo que me quema por dentro, que me dice que estoy haciendo algo imperdonable. Se mordió el labio, enfadado. Era feliz, no era momento para tener dudas.

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Cyliam


Le escuchaba en silencio con la respiracion entrecortada, se habia quedado muda, mirandole fijamente. Por un momento penso que aquello era una mala pesadilla, ella misma tenia a veces sus dudas, agacho la mirada mientras las ultimas palabras del rubio retumbaban en su cabeza. ¿A caso ella tambien estaba haciendo algo mal?

- Quizas nos dejamos llevar precipitadamente. ¿Que decir, que pensar? Todo habia sido precipitado, aunque la pelirroja ya se habia fijado anteriormente en el rubio, habia pasado mucho tiempo con el en su entrenamiento en la orden. Le beso en la mejilla con ternura. - Rubio yo te quiero, y quiero que estes aqui conmigo, y te obligo a que te quedes. Le dijo en tono de regañina pero con una sonrisa. - Ya puede decir el mundo que esto es pecado, pero te quedaras conmigo te guste o no, aunque tenga que atarte y me grites conseguire que te quedes aqui. La joven parecia nerviosa, quizas algo alterada, pero como suelen decir en el amor y la guerra todo vale y ella estaba mas que dispuesta a lo que fuera. Se levanto de la cama, y le miro desde arriba, con esa mirada verde grisacea que resultaba profunda, la joven siempre habia pensado que era capaz de tener lo que queria y cuando queria, quizas por cabezoneria o por sus actitudes infantiles y tiernas, pero esa vez, la actitud de la pelirroja era mas un ataque que una chiquillada, se sentia con poder de obligarle a quedarse a su lado.

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Mikumiku


Pensó en seguida que no tendría que haber dicho nada, al ver la preocupación reflejada en aquel hermoso rostro. Aunque la verdad era que se había desahogado muchísimo poniendo aquello en palabras, y la carga se desvanecía. Ella se levantó, y lo que dijo fue tan reanimador para Miku que lo hizo reír de nuevo, feliz. Las dudas se habían ido finalmente, estaba decidido, convencido.

La siguió fuera de la cama, abrazándola, intentando compensar el haberla enfadado. Entonces me quedaré, y nos ataremos los dos juntos. La llevó hacia atrás mientras la besaba, salvaje, hasta que la encerró entre su pecho y la pared. Gracias. Fue lo único que pudo susurrar, antes de que el roce de los dos cuerpos desnudos le hiciera volver a perder la cabeza.

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Cyliam


Ella queria enfadarse, mas que por las dudas del rubio por un simple capricho, de todos es sabido que la pelirroja era una joven muy caprichosa, pero ante aquella situacion, ella atrapada, se volvia a sentir pequeña ante Miku, deslizo las manos por el cuerpo de Miku, hasta ahora no se habia percatado de que aquel joven que habia estado entrenando duramente en compostela ya no era tan niño como antes, ahora era un gran hombre, era su gran hombre, entre cerro los ojos apoyando la cabeza sobre el pecho de Miku y suspiro.

- Me has quitado un peso de encima, pense por un momento que yo no era lo que tu querias. Le abrazo con fuerza, como cuando una niña asustada por una tormenta se abraza a su peluche de la infancia. - Entonces, haremos esa fiesta y gritare a los cuatro vientos que eres mio y yo soy tuya. No queria hablar mas, solo queria sentirse bien con el rubio. aun abrazada a el comenzo a dedicarle una nueva tanda de besos y mordiscos.

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Mikumiku


Lo siento, lo siento. Se acercó hasta rozar la punta de su nariz con la de ella. No tendría que preocuparte. La haremos, y gritaremos. Hablaba pausadamente, intercalando besos y palabras por no poder hacer las dos cosas a la vez. Una mano del joven se escapó de la cintura, repasando en su caída curvas a cada cual más peligrosa. Agarró la pierna de la pelirroja, que empezaba a unirse también al abrazo y la acarició con picardía. Mordió su boquita entreabierta varias veces, y después la abrazó más, apoyando los labios en su cuello, hundiendo la nariz en aquél paraíso rojo. No necesitaba nada más, no quería nada más.

Cuando acabó aquella segunda ronda, el Sol más que entrar por la ventana calentaba ya el techo, y Miku estaba hasta cansado. Pero aun así, la fiesta había seguido por la casa entre Shh! y risitas hasta el baño, donde habían estrenado la piscina árabe aquella. Había sido increíble, y cuando terminó tuvo miedo de que aquella mañana hubiera sido parte de algún sueño. Se lo preguntó a ella, riendo. Se sentía tan bien y vivo que no podría explicarlo de ninguna manera, y aunque si podía demostrarlo, se quedaría corto.

Ya limpio y descansado el castellano se ataba las botas. Él hubiera estado todo el dia así, pero si no podía ser no podía ser. Seguro que las horas habían volado ya del reloj. Bueno, ¿Y cuando montamos la fiesta?

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Cyliam


La pelirroja estaba exhausta, era incapaz de mantener fijos los pensamientos, casi llegaba a sentirse desorientada en su propia casa, las consecutivas guerras de pasion entre los dos y el haber madrugado para preparar el desayuno del rubio ahora pasaban factura al fino cuerpo blanco de la joven que habia decidio decir basta.
Mientras Miku se vestia la joven habia vuelto al lecho tumbada boca abajo casi somnolienta.

Bueno, ¿Y cuando montamos la fiesta?
- Pues deberiamos pensar ya en las cosas. Se me ocurrio que puedo decir a Wallada que vaya a compostela a buscar marisco. Dijo la joven sin moverse de la cama. - Y podiamos sacar unos farolillos al patio para iluminarlo y hacer alli la fiesta aprobechando que aun hace calor. Una fiesta sin marisco no era una fiesta, y ahora podia sacar marisco para las fiestas gracias a su puesto en la orden, pero se sentia demasiado cansada para pensar mas cosas, quizas tras una larga siesta se la podrian ocurrir mas ideas.

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Mikumiku


Pareció por unos momentos la clase de mujer bella y delicada que daba ganas de abrazarla y protegerla, que haría derrumbarse al hombre más frío. Allí, su piel clara recortada sobre las sábanas, parecía todavía más hermosa. Miku deseó haber sido pintor, para inmortalizar aquello, pero tuvo que conformarse con devorarla con los ojos. Me parece estupendo. Dijo el castellano, mientras cogía un par de uvas que habían quedado de los restos olvidados del desayuno. Se llevó una a la boca, y, sentándose en la cama, acarició con la otra los cansados labios de la pelirroja.

Pensó el rubio que tendría que haberse controlado un poco, pues los dos habían acabado reventados, pero le había encantado. Descansa. Le susurró lo más tiernamente que la rasgada voz le dejó, dejando caer un beso sobre ella tan suave como la primera hoja que toca el suelo en otoño. Vuelvo luego, ¿Vale? Y salió de la casa como nuevo, con cuidado de no despertar a los niños.

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Cyliam


Descansa.

La pelirroja sonrio ante aquella palabra, pero en realidad eso de descansar deberia dejarlo para mas tarde, aun tenia que dar de comer a los mellizos y despertar a Mariana. Despues de escuchar como la puerta se cerraba se estiro sobre la cama un par de vecez y busco algo comodo que ponerse, camisa ancha y unos calzones desgastados. abrio la puerta de las dos habitaciones primero desperto a Mariana con besos y cosquillas, la niña no queria levantarse de la cama pero la pelirroja la cogio como a un saco de patatas y la levanto entre risas. - Mi flor es hora de levantarse y no remolonear como un gatito. La ayudo a vestirse y bajo con ella a la cocina para prepararle un almuerzo, habian pasado varias horas y casi era ya medio dia, Wallada aparecio por la puerta con algunas verduras y carne. - ¿Ya puedo quedarme en casa? La perlirroja rio y asintio, y pronto los cuencos y cazos de la cocina empezaron a sonar y moverse, Cyl dejo a la mora que preparara la comida, Mariana tambien ayudaba, ponia la mesa y recogia las sobras que Wallada habia dejado arrinconadas sobre la mesa. - Yo voy a dar de comer a los pequeños, portaros bien.

Desaparecio tras la puerta escuchando el tintineo de copas y cacharros, ella desperto a los pequeños con mimo y los llevo a su cuarto, les dio de comer a ambos y luego empezo a jugar con los dos en la cama. - Gimnasia, gimnasia. Les decia alegremente mientras les hacia mover sus pequeñas piernecitas y sus bracitos, disfrutaban tanto la madre como los pequeños de esa divertida gimnasia. Sus dos pequeños gatitos como ella decia estaban creciendo fuertes y sanos, parecia mentira que hubieran pasado a penas cuatro meses desde que sus gatitos nacieran. Cuando los pequeños se cansaron y volvieron a la rutina de dormir la joven los dejo en su cama, la cual era suficientemente grande como para que no se cayeran de ella, y de vuelta bajo a la cocina a acompañar a la mora y a Mariana que se entretenia tirando del rabo a la gata blanca que Wallada habia traido desde Aranda. - No hagas eso a la gata o te mordera. Dijo levantando a la pequeña del suelo, aunque Aruba era demasiado vaga hasta para defenderse, era una gata con complejo de liron, ni si quiera se preocupaba de cazar ratones o moscas, ella solo esperaba a que su plato estuviera lleno de comida para levantarse.

Dejando a Mariana en la mesa acompañada de un libreto y unos carboncillos para que dibujara y escribiera, si, porque la pequeña habia empezado a escribir, aunque por el momento solo sabia escribir su nombre, la pelirroja la habia enseñado a escribir correctamente todas las letras del abecedario y ahora se entretenia llenando un libreto de letras y su nombre y las dos muchachas empezaban a preparar la fiesta.


Que tochopost y no empece con los preparativos a penas

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Mikumiku


Caminaba a buen paso por la ciudad. Toc, toc, toc... Las botas resonaban en el empedrado de las calles. Pasó como un fantasma, evitando chocarse con la gente con la gracia habitual y saludando, aunque sin pararse, si veía a un conocido. Poco a poco fue abandonando aquella zona de la ciudad, alejándose del centro. Varios cruces de callejones arriba y abajo, y el rubio llegó a su antiguo hogar.

A penas era una casucha vieja, con la pintura manchada y el yeso agrietado en bastantes zonas. Dentro, la cama seguía allí tranquilamente bajo la ventana, cómoda como siempre. El rubio se dejó caer sobre ella, recordando momentos de descanso y los libros que leyó allí tumbado a la luz del candil. La vela estaba reseca y cayéndose por pedazos, como la misma casa. En realidad hacía mucho tiempo que no vivía en el polvoriento lugar. Entre su estancia en Finisterra, en el castillo de la Orde durante su entrenamiento y después el viaje a Aragón (donde había "cambiado de look") sus pies no habían pisado aquel suelo en meses. Él había madurado, se había endurecido, aunque seguía siendo el mismo chaval.

Suspirando y dejando volar la memoria, Miku desplegó el saco que había traído y lo sacudió un par de veces para que tomara forma. La misma bolsa olía a vieja, pero no se fijó. En fin. Vació algunos cajones de ropa dentro, con cuidado para que cupiese todo, y algún que otro montón de papeles atados con cordelitos. Iba a levantarse cuando golpeó algo de madera con el pie, escondido debajo de la cama, y la curiosidad lo hizo sacarlo. No era una caja de recuerdos ni un lugar para guardar el dinero, sino que era un laúd, su viejo laúd. Yo tocaba esto. Se le iluminó el rostro, y no pudo evitar rasgar las cuerdas un poco. Sonó horrible, desafinado y sucio y Miku soltó una carcajada incontrolable. Me lo llevo, fijo. Esto hay que arreglarlo.

Y acabó llevándoselo, bajo el brazo porque no le cabía en el saco. Y cargado por la calle, silbando una de sus canciones, sabía que nadie habría pensado que era un caballero. Le gustaban ambos lados de la vida, y el castellano se encontraba igual de cómodo a pie que a caballo, llevando una espada o una escoba.

¡Ya estoy aquí!

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Cyliam


Habia tenido que subir al desvan para sacar las cajas que guardaban todo el tema de decoracion de fiestas, aunque no eran muchas las cosas pues la pelirroja aunque era fiestera sentia mucha pereza a la hora de preparar fiestas, Wallada seguia con un ojo vigilando a Mariana y el otro preparando la comida.

Fue una caida aparatosa, el polvo acumulado en la caja hizo que la pelirroja estornudara y ella y la caja llena de farolillos de metal y vidrio calleran escaleras abajo. Se clavo las esquinas de la caja de madera y a punto estuvo de caerse de cabeza sobre uno de los faroles, Wallada habia aparecido a tiempo apartando de una patada el farol y frenando la caida de la joven.
Sentadas ambas en la escalera bajo la mirada preocupante de la pequeña, Wallada comenzo a untar unguentos y poner vendas en cada una de las heridas. - Estoy bien, no os preocupeis. Dijo tranquilamente mientras estiraba la mano hacia la niña. Wallada miraba enfadada a la pelirroja. - Si, tengo que mirar donde piso, ya lo se, pero esta vez fue culpa del polvo, no de mi torpeza.

Despues de las curas y quitar la preocupacion de su pequeña, comenzaron a recoger con cuidado los cristales rotos, al menos el metal no estaba roto ni deformado, aun podrian usar los farolillos para iluminar el patio.
Iban seleccionando los faroles, por tamaños y por formas, Mariana tambien elegia los que la gustaban, y ayudaba con una sonrisa.

¡Ya estoy aquí!

- Hola cielo, mira encontre los faroles, y ellos me encontraron a mi tambien. Dijo con las mejillas enrrojecidas mostrando las heridas. - Pero estoy bien. Tendrian que mirar como colocar los farolillos, y por su puesto buscar suficientes velas para iluminarlos, pero la comida estaba casi a punto y en lo que Wallada terminaba de limpiar la comida estaria lista del todo.

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Mikumiku


Había dejado los trastos por allí en un rincón para guardarlos después más tranquilamente. Si es que no se te puede dejar sola. Dijo sonriendo, curándole las mejillas a base de besos. Entrecruzando en una caricia sus dedos con los de la joven, se acercó para ver el patio y los farolillos de cristal. Genial. Miku se imaginaba mentalmente como quedaría, un par de mesas, unas luces colgadas de árboles, otras por allá... Esto se monta en un momento. Rió el rubio, rodeando a Cyl por la cintura. Apoyó los labios en cada uno de los cortecitos, y después la besó largamente.

Cuando se separó la miró a los ojos un rato, como para decir algo, pero un delicioso aroma le entró por la nariz en aquel instante. Qué bien huele. No era raro, todo olía maravillosamente en aquel jardín, pero aquel le despertó el apetito. Se imaginó que sería hora de comer, porque entre pitos y flautas la mañana había sido muy intensa, y sería tarde.

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Cyliam


El aroma, aquel aroma delicioso avisaba de la hora de comer, la joven cerro los ojos olfateando aquella delicia, era mas de medio dia, el tiempo habia pasado fugaz como una estrella, y la joven aun no daba credito a tal hecho, pero no le importaba, estaba contenta y solo podia pensar en el rubio y en la futura fiesta que darian.

Le tomo de la mano y entraron en la cocina, Wallada estaba ya apartando el perolo del fuego y Mariana sostenia los platos para que la mora repartiera la comida, la pelirroja sonrio y se sento a la mesa pero antes ayudo a la pequeña poniendole un pequeño babero para que no se manchara.

- Gracias Wallada por encargarte de la comida hoy. Por cierto necesito que viajes cuanto antes a Compostela, estaria bien poner un buen marisco de esas tierras en la fiesta. Miro de reojo el plato y vio aquellos enormes trozos de verdura y carne torciendo el gesto, pero decidio probar la carne, estaba rica, deliciosa, sin duda habia conseguido abrir su apetito por fin. Casi devoro el plato de no ser porque aparto esas verduras tan feas. - Esta, muy rico todo. Ah, por cierto cuando viajes a Compostela tambien tendras que traer vino, sin un buen caldo una fiesta no sera lo mismo.


Uff tarde mucho lo siento, pero ando liadilla.

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