[rp] A la vieja usanza

- ¡Perra estirada rosa! ¡Lengua de culebra! - le espetó de sopetón en una conversación con los vecinos.

La gitana miserable campaba a sus anchas por el pueblo. Pensaba que por tener un oficio había entrado a formar parte de la sociedad respetable. Habría que enseñarle dónde estaba su lugar; si no era por las buenas, sería por las malas.

En principio pensó en contratar un par de mozos que le dieran una lección... pero algo se revolvió dentro de ella. Y decidió hacerlo ella misma. Tras escucharla, la rabia se apoderó de ella y le soltó un bofetón.

La gitana se revolvió y se iba a lanzar sobre ella, pero Brynne la paró.

- ¿Tan valiente eres? Muy bien, no ofrezcamos una pelea de comadres de patio, pordiosera, aunque no seas más que eso. Te espero en dos días



Se dió la vuelta con toda la dignidad que pudo. Se verían las caras en la liza, y si el altísimo la acompañaba, pondría en su lugar a la miserable en buena lid

- Y ponme esa mazorca también -dijo Cirera al campesino-. ¿Qué le debo señor?

De pronto el bullicio habitual de la plaza del mercado se quedó en silencio, sólo se escuchaban unas voces, que mejor habría sido no oír:

- ¡Perra estirada rosa! ¡Lengua de culebra!

Sólo hacía tres días que había llegado a Valladolid y ya le parecía un pueblo dejado de la mano de Dios, sin moral ni decoro ni ná, sólo perversión. Esto no hacía más que reafirmar sus impresiones, aunque ya no se sentía tan escandalizada por las costumbres pecaminosas de los pucelanos como en días atrás.

Cirera pagó las compras y se dirigió hacia las voces; se acercó rápidamente al corrillo que se había formado alrededor de las dos damas, con no pocos codazos consiguió acercarse al centro donde se encontraba la acción. Parecían discutir y estaban a punto de liarse a manporrazos!

“Estas cosas en Puig no pasaban...” pensaba entre asustada y emocionada.

- Señoras... Señoras! Cálmense, por favor, vamos a hablar -no servía de nada intentar disuadir esa pelea, era imposible que la oyeran entre tanto griterío-. Pero, ¿qué es lo que ha pasado? ¿por qué? -preguntó Cirera a los presentes- ¿alguien me lo puede explicar?

- No hay naíta que explicar, Señora

Le respondió a aquella dama recién llegada haciéndose hueco entre los que la rodeaban para encarar mejor a la de Veneto.

- Que ya estoy cansá de los desplantes de la farsante esta, que tiene menos modales que los bajos de mi falda, olé yo.

Miraba enrabietada a todo lo que se meneaba, y desafiante sin esquivar la mirada de la Niña Rosa, que altiva como si también por sus venas corriera sangre gitana le vociferó:




Aún no ha nacido quien pueda infundarme temor! Y escupiendo al suelo, añadió

- ¡Mardisión gitanah pa ti!


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La arabesca comentaba a la de compostela las nuevas noticias, como si no tuviera ella ya bastante con el deslenguado de Lazaro.

- ¿Que mi princesa va a pelearse como una barrio bajera en la liza? Esta niña no tiene perdon de dios, mira que la he dicho que los problemas deben solucionarse como damas, ¿para que puñetas estan los lodazales? asi es como se solucionan las diferencias en mi pueblo y no en un vulgar liza.

La pelirroja no daba credito a lo que la arabe estaba contando, con lo bien que estaba ella regando sus plantitas.

- Recuedame que enseñe a mi hija como se solucionan los problemas en esta casa, ademas de alpargatas, nosotras hacemos tragar barro para arreglar las cosas. Ahora vete y vigilame a la niña antes de que se enzarce con la gitana como si de una gata callejera se tratara.

La pelirroja intento volver a sus quehaceres, pero ya ni era capaz de recordar que geranios habia regado y cuales no, asi que se metio de vuelta en casa a comerse unos cuantos bollos que la calmaran.

Ruy observaba la escena, y no podía parar de reír. Se veía venir, se veía venir - pensaba- yo no me pierdo esto. Observó que también miraban la escena, parte de los visitantes y los flamantes nuevos habitantes de Pucela, entre sorprendidos y asustados. Pudo distinguir entre ellos al Señor de la Guinness, Don Caasi, y al joven prometido de la niña Rosa, que tenía una expresión extraña en el rostro mirando a su prometida comportarse como...como una pucelana. Se acercó a ellos, pues conocía sus aficiones.

- Señores Caasi y Lazaro...se les ve muy juntos desde que juegan a las cartas....Interesante evento el que se nos va a ofrecer en Valladolid, en este fin de semana...¿Apuestan? - Y miró los rostros de los dos caballeros, sonriendo.

Caasi andaba con un ojo puesto en la partida de cartas con Lazaro y el otro en la discusión de las damas.

Vio que se dirigía a ellos Ruysandez, atisbando, para variar, una sonrisa en su rostro, ¿qué tramaría?

Señores Caasi y Lazaro...se les ve muy juntos desde que juegan a las cartas....Interesante evento el que se nos va a ofrecer en Valladolid, en este fin de semana...¿Apuestan? - dijo sin perder esa sonrisa de su faz.

Caasi miró sus cartas unos segundos, miró a Lazaro a los ojos, le sonrió y, después de tocar su horza de monedas dijo:
¡Sí! ¿Por qué no? Será divertido que por una vez mi dinero esté en manos de una mujer

Cogió un puñado de monedas, las puso encima de la mesa, las contó y, viendo que faltaban algunas, cogió nuevamente otro puñado.
Las contó hasta tener 30 escudos y espetó:
He aquí mi apuesta: 30 escudos por la gitana. Me da la impresión de que tiene muy mala leche.
Perdonad apueste contra vuestra amada, Lazaro, mas no vamos a apostar ambos por la misma, ¿verdad? - dijo mientras sonreía a ambos caballeros.

En su cultura, las apuestas, el juego en general era algo claramente Haram, Pero la Princesa hacía tiempo que no respetaba absolutamente nada de lo divino y muy poco de lo humano...., Así que se acercó al grupo de caballeros, y susurró al oído del de Sandez.

cuatro contra uno por la gitana.

Este se volvió extrañado y le dijo... ¿¿cuatro que??

Ella sonrió.. si gano te lo cuento..... y reclamaré la deuda

La pequeña miraba con cierta espectación la disputa y calculaba cuanto sacaría de ser mortalmente herida la una o la otra, una sonrisa de medio lado asomó a su cara, ansiaba ver en que quedaba todo esto. Palpó la cuerda que usaba para medir y que siempre guardaba diligentemente en el pequeño bolsillo de su vestido, nunca se sabe cuando se va a presentar la oportunidad, as que ni corta ni perezosa se fué en busca de las dos contrincantes

Anelle no echaba para nada de menos a los ingleses que la habían dejado a su suerte en casa de la Maruquesa, al contrario, ¡aquella ciudad era tan divertida que si se hubieran quedado unos días más estaba segura de que se la habrían llevado de allí escandalizados.!

-¿Asi que liza, eh? -dijo acercándose a los caballeros que había conocido en La parrilla de San Lorenzo, aquel antro de perdición pucelano. -Es un decisión difícil, dejenme que decida por quién apuesto.

La mora se puso a evaluar con detenimiento a las dos candidatas puesto que había tenido la oportunidad de conocerlas un poco en aquellos días. Ambas habían sido amables con ella, pero claro... Aquello no la ayudaría a determinar quién de las dos podía ganar.

-Syn, ¡apuesto por Syn! ¡Diez escudos, que ando escasa de efectivo! -dijo la muchacha mientras esperaba que alguien anotase su apuesta.

Después al proseguir su camino se cruzó con la niña rara y sintió un escalofrío al verla con una extraña sonrisa en los labios.

- Sean 30 por la niña rosa, entonces. Conozco bien sus habilidades.

Algunas miradas se posaron en él y temiendo que alguna alpargata voladora recorriese los cielos hacia él por el lugar menos insospechado precisó convenientemente.

... en combate.

Negaba tras la barra al enterarse de la noticia que habia corrido de boca en boca desde la plaza hasta la taberna. Aquello era de esperar. Sin embargo le sorprendía que fuera la niña de los de Compostela la que hubiese movido todo aquello. Claro, que repasando el historial de Brynne, no sabía de que se sorprendía...

Total, que ya se veian las primeras apuestas. Ruy, el signore, parecia estar en su ambiente animando a unos y otros a apostar por su favorita. Syn, la gitana salerosa, parecía contar con la simpatia de muchos...

Ella le hizo un gesto y le instó a acercarse a la barra. Abrió su bolsa, cada vez más vacia y suspiró.

Que sean 20 escudos por la niña rosa. Por eso de que es de la familia...
Ah, y discreción, veneciano, que tampoco quiero que se sepa por quien me he apostado los cuartos...

No las tenía todas consigo, y aún así había oído a la gente apostar por ella.

Le temblaban las piernas pero solo cuando nadie la miraba. Bien que había fanfarroneado en la taberna, delante de todos, cuando entró la de Espinosa y su prometido, un joven desgarbado pero con porte de príncipe azul. Entre el rosa de ella y el azul de aquél, el morado de como le quedarian los ojos a la gitana.

Había repasado mentalmente los pases de navaja que en alguna ocasión, había tenido que utilizar al amparo de la noche, para protegerse de tramperos o ladrones. Aún no tenía una espada y la lucha cuerpo a cuerpo era a lo que no quería recurrir, que bajo aquellas blusas almidonadas bien que se había fijado la zíngara en unos músculos notables, para ser tan poca cosa la niña rosa.

Silabeando, lanzó su maldición, como una letanía en el desierto


Niña rosa, con la prisa
se me ha olvidado preguntar
las armas de rifa
que puedo presentar

¿Será la espada, la daga
la cuerda o el sedal?
¿seran las manos desnudas
las que quieres utilizar?

Niña rosa, poca miga,
si no te llego a tocar
que la luna te maldiga
y te haga trocar.

Llegó apenas cinco minutos antes del combate: no habría estado bien dejarse ver con los dedos como flanes sin acertar siquiera a atarse los cordones de su camisa. Se quedó en una esquina sin mirar al gentío, reuniendo fuerzas para plantar batalla cuando la vió entrar con paso decidido y barbilla altiva y ese porte elegante, a cada cual lo suyo.

No esperó ninguna señal ni vió nada más que esa capa rosa ondulando al viento: se abalanzó como una fiera y en dos pasos le plantó cara, dándole un bofetón allí dónde más duele.

La reacción de la rubiroja no se hizo esperar, aunque sorprendida por haberse llevado aquel primer golpe antes de tiempo, le bastó inclinarse un poco sobre la gitana para devolverle el bofetón y dejarla con la misma cara de sorpresa que portaba ella segundos antes.

Se revolvió la gitana en la arena y agarrando a la de rosa por los hombros, la trastabilló con un pie para hacerla caer, aunque en el último momento cuando rozaban sus mechones el polvo de la arena, un giro inesperado de la de Espinosa consiguió hacer arquear el cuerpo de la gitana, desplomándose con todo su peso sobre el lodazal, mientras un sonido sordo recorría las gradas repletas de un público expectante y mudo.

“Esta perra tiene más fuerza que el último borracho con el que me pelee por unas monedas” pensaba la gitana mientras dolorida se zafaba como podía de cuantos puñetazos, arañazos y bofetones le iba propinando Brynne que se había situado a horcajadas encima de ella.

Le costaba respirar y le entró pánico, así que sin saber muy bien de donde, reunió todas sus fuerzas y la empujó hacia arriba, volteándose sobre ella y dándole uno, dos, tres bofetones…

"Espera, no se mueve, algo va mal…" Al percatarse de la inmovilidad de su adversaria, sus músculos se tensaron y su brazo quedó como suspendido, esperando una señal. Alguien comenzó a vitorear y Syn miró a la grada. El tiempo había sido agotado y ella era la única que estaba en pie. ¿Era la vencedora? ¿Syn Corvinus? Miró de refilón a la niña que respiraba agitada.

Al menos no me la he cargado, habrá sido un bajón de azúcar” Y alzando ambos puños al aire saludó al gentío, que aclamaban a la gitana como en los viejos circos romanos.

"Pan y circo, Syn, pan y circo". Se dijo, y se agachó alargando una mano a la niña.

¡Menudo combate! - exclamaba Caasi a Lazaro mientras le daba con el codo en su brazo - ¿Habéis visto? Pero, ¿lo habéis visto? - le seguía insistiendo mientras el joven no podía menos que asentir con la cabeza.

Caasi apostó por el ganador, Syn se llevó su más que merecido donut y él se llevó lo que se había jugado: 30 escudos.
La jugada le salió perfecta y eso era motivo de alegría.

Debería haber apostado más, si algo me decía que la gitana iba a ganar... - pensó mientras miraba como le hacían entrega del donut a la ganadora.

Fue un expectante combate, lleno de emoción y tensión. No se le podía pedir más a las luchadoras.

No supo de dónde le venían los golpes... decididamente tendría que practicar más con su padre si quería tener alguna oportunidad, o dedicarse a volver a ser una dama de las que no pelean.

Acostumbrada a reglas, un golpe en la barriga y un combate sin ley no era lo suyo, y fuera de una pelea de salón se encontraría más enemigos como la gitana.

Pero la había ganado en buena lid. Atontada, magullada y dolorida, tomó la mano que le tendía la gitana para ayudarla a levantarse. A duras penas balbució:

- Tienes mi respeto gitana, te lo has ganado. En adelante no volveré a ser altiva contigo. Y ahora si no te importa... necesito un médico - dijo antes de volver a caer al suelo en estado "moribundo"

No, morir de aquella no moriría, pero cuando se recuperara iba a necesitar muchas dosis de afeites para disimular los moratones.