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[Rp] Las cosas nunca son lo que parecen, o quizás sí ...

Goswintha


- ¿Qué se supone que estáis haciendo?
Goswintha alzó la vista y sonrió a Guiomar – Acabando esta camisa.
- ¿Y quien se supone que la va a llevar? ¿Alguien con tres brazos?
La de Rocabruna miró la camisa y soltó una carcajada. Se encogió de hombros – Me despisté ... Nada que no tenga arreglo – dijo soltando un leve suspiro.
- Sabe Dios dónde tendréis la cabeza – Guiomar al miraba sentada desde su silla - ¿A caso os preocupa el encontronazo con la mujer del otro día?
- ¿Preocuparme por eso? - la pelirroja levantó una ceja – Por supuesto que no, lo que haga, diga o deje de decir Madame la Serpente, me da exactamente igual. - Arrugó la nariz – Esa mujer, con sus poses, con sus aires de grandeza … creyéndose que es mejor que el reso – Soltó una carcajada – No, la “Serpente” no me preocupa, me es más que indiferente, puede hablar y cotillear todo lo que quiera y más, las cosas uno debe tomárselas como de quien vienen.

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--Guiomar


Guiomar frunció el ceño, observaba con atención las puntadas que la de Rocabruna estaba dando a la camisa, más que coser parecía estar clavando los alfileres en alguien. Pobre camisa – pensó Guiomar.

Se acomodó nuevamente en la silla, y sin quitarle los ojos de encima a la pelirroja preguntó directmente ... – Y bien ... ¿Qué habéis hecho ahora? ¿Qué os ha hecho esa camisa para estar asesinándola? ...o mejor dicho ¿Quién os ha hecho ...? – Guiomar sabía que había dado en el clavo, la camisa resbaló nuevamente de las manos de la Condesa. La vio quedarse en silencio, barruntando alguna explicación que dar ...


Goswintha


- Ay Guiomar, voy a acabar pensando que tenéis una bola de cristal que todo lo ve – bromeó la pelirroja – Tengo la cabeza en muchos sitios ... – miró a Guiomar y con voz dulce continuó – Y hacer ... lo que se dice hacer, podríamos decir que nada.

- Claro ... nada! Ja! ... os conozco demasiado bien, pero bueno si no lo queréis contar no lo hagáis. – replicó Guiomar con un fingido enfado.

Swini bufó y dejó la camisa a un lado – Todo lo tenéis que saber, ¿cierto? Bueno, poco importa, al fin y al cabo os acabaréis enterando. – dijo encogiéndose de hombros. – Las preocupaciones son varias, pero hay algo, que ... digamos es como una espina clavada, algo que me deja mal sabor de boca.

Guiomar la observaba con atención mientras asentía con la cabeza – ¿Es por la carta que recibisteis el otro día? – La mujer levantó un dedo – Antes de que protestéis, yo no tengo la culpa de que dejéis vuestras cosas en cualquier lugar y a la vista de todos ... siempre me toca a mi recoger vuestras cosas.

La pelirroja la miró y le dedicó una sonrisa – Si, es por la carta. Me disgustó un poco, la verdad, no por el hecho en sí, sino porque ella le diera ese gusto, ese privilegio. Ah, que tonta fui al no decirle de un buen principio lo que sabía ...

- Sólo eran rumores ...

- Sí, en un principio eran rumores, mejor dicho, parecía una historia increíble – dijo Goswintha mientras reía con ganas – Pero quien lo iba a decir, Él que siempre ha querido dar ejemplo de moralidad, Él que se considera un ejemplo y modelo a seguir ... todo un caballero ... Ah! Es como una raposa ...

-¿Se lo habéis contado a ella?

-Obvio que sí, tiene derecho a saberlo ... – Swini miró a Guiomar y levantó una ceja - ¿A caso no debe saber qué está pasando? ... No suelo dar crédito a los cotilleos, y más cuando vienen de tan lejos, pero cuando gente de mi entera confianza me escribe para contarme lo que está pasando, entonces me lo empiezo a creer. Y cuando otros me escriben para confirmar lo que ya sabía, ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Mirar para otro lado? Ah no, no, no ... eso no es mi manera de ser.

Guiomar la escuchaba con atención – Bueno, ahora ya lo sabéis, pero nada podéis hacer.

- ¿Qué no? Estais segura de ello? - una sonrisa traviesa se dibujó en los labios de la de Rocabruna.

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--Guiomar


Guiomar se levantó de la silla y miró por el rabillo del ojo a la petirroja, cuando algo se le metía a esa muchacha algo en la cabeza, no había quien se lo sacará.

- Tened cuidado con lo que hacéis, no sea que luego os arrepintáis ... – murmuró la dama de compañía en un tono maternal. Se acercó hasta la de Rocabruna y poniéndole la mano en el hombro continuó – Recordad que en algún momento sentisteis un amor casi paternal por ese hombre, os acogió en su casa cuando lo pasasteis mal .. Fue un apoyo para Vos, eso debéis tenerlo presente siempre. – Acarició los cabellos de Swini.

La de Rocabruna la miró inquisitivamente, sacudió la cabeza negativamente – Sí, cierto ... me dio una casa donde vivir cuando lo pasé mal, pero, la invitación no fue suya, fue de ella. – y alzando el tono de voz la pelirroja continuó – Y sí, en algún momento, de un pasado lejano sentí un amor paternal por ese hombre ... pero eso fue hace mucho tiempo, demasiado como para recordarlo. – Y bajando el tono de voz continuó – ¿Además quien os ha dicho que YO vaya a hacer algo?

Guiomar colocó uno de sus brazos en jarras, y poniendo un dedo en la frente de Swini, musitó en tono desesperado – Bien, no queréis hacerme caso? No lo hagáis, pero luego ya vendrán los lamentos ... ya veréis como vendrán! – quitó el dedo de la frente de la joven – Sois una cabezota ... ¿lo sabíais?

Y dándose la vuelta abandonó la estancia, farfullando para si, lo cabezota que llegaba a ser esa muchacha – Que cruz! Dios quiera que ese niño no tenga el carácter tozudo de la madre, porque como así sea ... ¡Qué Dios nos asista!

-Os he oído Guiomar ...
– espetó Goswintha desde el otro lado de la estancia.

-Os dejo ... si queréis algo, mandadme llamar – Guiomar cerró la puerta dando un portazo.


Goswintha


Escuchó el portazo y negó con la cabeza.

Cambió la camisa por el cesto de las lanas, rebuscó entre ellas algunas para poder tejer unos diminutos patucos. Miró el ovillo de lana y las agujas. Estaba claro que si hoy continuaba tejiendo no iba a hacer ni un punto del derecho.

Se levantó de la silla, y dejó las cosas encima. Dirigió sus pasos hasta la ventana, estaba preocupada, no, más bien estaba disgustada, algo tendría que hacer, aunque no sabía muy bien el que.

Dio la vuelta, y salió de la estancia. En el pasillo se cruzó con Guiomar - Voy a ver a mi tía, quiero ver como se encuentra. Pedid que le suban algo de comer, por favor - y dicho esto la pelirroja enfiló las escaleras en dirección a los aposentos que había adecuado para que su tía se alojara con ellos.

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La familia creix
--Guiomar


Habían pasado los días y parecía que las aguas se habían calmado, aunque conociendo a la de Rocabruna, sabía que en cualquier momento el torbellino de emociones que había quedado, en apariencia, enterrado, podía volver a salir.

Guiomar recogió y repartió el correo. Guardó en su bolsillo una carta cuyo remitente le había llamado la atención. Entró en la cocina y se dispuso a organizar el menú con la cocinera.

- Menos carne y más verdura - ordenaba Guiomar - Come demasiada carne y eso no es bueno…
-Sólo quiere carne, en salsa o sin ella, con guarnición o sin, pero carne - la cocinera se encogió de hombros - ¿Qué queréis que haga? - replicó
-Pues algo tendremos que hacer... - la mujer se quedó en silencio al escuchar unos pasos que se acercaban hacia la puerta.

- Buenos días - saludó Goswintha mientras se acercaba a la lumbre
- Buenos días - saludaron ambas mujeres a la vez - ¿Queréis tomar ya el desayuno?
- Ah, pues no sé … y ¿mi esposo? - preguntó la pelirroja
- Marchó temprano - respondió Guiomar
Vio a la pelirroja encogerse de hombros - Bueno, pues desayunaré aquí en la cocina.
- ¿No preferís desayunar en el salón? - preguntó extrañada la cocinera
- No, ahí hace frío, aquí se está mejor - respondió la condesa - Luego iré al salón, a tejer, o a estudiar, pero más tarde, cuando esté la estancia más caldeada.

Ambas mujeres asintieron con la cabeza y siguieron discutiendo el menú del día y del resto de la semana. La voz de la de Rocabruna las sacó de su conversación dejándolas estupefactas - Me apetece comer algo de pescado, mmm… sí! bacalao. Ayer vi a unos mercaderes que lo vendían, tenían muchos tipos de pescados, y tenían muy buen aspecto.

Sin decir nada, Guiomar y la cocinera asintieron con la cabeza - Pues bacalao,¡ no se hable más! Mandaré a alguien al mercado a que compre pescado y lo que necesite la cocinera para acompañarlo.

- Perfecto - asintió la condesa - Por cierto … ¿no ha llegado correo para mi?


Goswintha


Entró en el salón dejando la puerta bien cerrada para que no se escapase el calor.
Cogió la silla donde salía sentarse siempre y la acercó hasta la chimenea. Se sentó con la vista perdida en las llamas, dejando su mente divagar entre los acontecimientos que habían sucedido recientemente.

Acercó los pies al fuego, siempre había sido muy friolera, pero desde que estaba embarazada, siempre tenía la sensación de que el frío le calaba hasta los huesos y nunca había mantas ni chimeneas suficientes que aplacasen esa desagradable sensación que le recorría el cuerpo.

El sonido de la puerta la sacó de sus pensamientos, levantó la cabeza y vio a Guiomar, la de Rocabruna la recibió con una tímida sonrisa.
- ¿Tenéis frío? - quiso saber la mujer
- Sí, Guiomar, pero no os preocupéis, soy yo, que últimamente siempre tengo frío y sueño - dijo en voz baja.
Observó a Guiomar, parecía algo preocupada - Bueno eso es el embarazó, debéis descansar, os lo digo siempre.

La dama se acercó con una manta que le colocó sobre las rodillas, luego se sentó junto a ella, en silencio.

- ¿Sucede algo, Gui?. De verdad, sólo es frío, no debéis preocuparos, estoy bien - dijo la pelirroja intentando tranquilizar a la mujer que durante tanto tiempo había cuidado de ello.
- Lo sé - respondió secamente Guiomar - Es sólo que ha llegado una carta, llegó esta mañana, no sabía si dárosla o no … - observó como rebuscaba entre sus mangas - Tomad …

La de Rocabruna se quedó pensativa, le invadió un extraño temor pensando en cual podría ser contenido y temía leerla: no sólo era extraño que Guiomar no la hubiera abierto, era aúun más extraño que se la hubiera ocultado. Con cuidado, como si de un sapo venenoso se tratara, la pelirroja cogió el sobre.

Fijó su vista en el remitente, alzó la vista y miró a Guio. Rasgó el sobre con cuidado y empezó a leer el contenido de la carta.

A medida que iba leyendo, sus ojos parecían abrirse más, leyó hasta el último punto y volvió a empezar a leer, no quería creerse lo que esas letras le estaban contando. Finalizada nuevamente la lectura, extendió la carta a Guiomar. Esperó a que ésta acabase de leerla.

El silencio se instaló en el salón, ambas querían hablar, pero no sabían muy bien por donde empezar. La condesa rompió el hielo - Bien … ahí lo tenéis - frotó sus manos para quitarse el frío – Ahí lo tenéis el caballero andante, la moralidad con patas, el ejemplo de dignidad ... No tiene respeto por nada, absolutamente por nada ni por nadie – Swini notaba como se iba acalorando – Si hay alguien con poca vergüenza en este mundo, sin lugar a dudas es él .. pe.. pero ¿Cómo se atreve?

- No os alteréis, eso no os hará ningún bien, ni os ayudará a nada.
- ¿Qué no me altere? Pe..pero – balbuceaba la pelirroja – Quiera Dios que no me cruce con él, porque como lo haga. Entre esto y lo que le escribió a ella ... – la pelirroja se revolvía en su silla – Esto no quedará así, os lo aseguro.
Vio a Guiomar acercarse a ella, puso su mano sobre su hombro – Shhh ... ya está, no lo penséis más – le susurró – Shh ... vamos, vamos, secaros esas lágrimas – le dijo con un pañuelo en las manos.

- No lo puedo evitar, Guio, me da mucha rabia está situación– replicaba Swini entre sollozos.
- El tiempo lo pone todo en su lugar, así que shh ... calmaros, por favor, no lloréis más y no penséis más en ello.
Swini se quedó sentada en su silla, mirando el fuego, y junto a Guio, estaba realmente cansada, así que sin mediar palabra dejó que sus ojos se cerrasen hasta quedarse dormida.

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La familia creix
--Guiomar


Los días pasaban lentamente, Guiomar miraba con preocupación a la de Rocabruna, pues la pelirroja, se había instalado de manera definitiva en el cuarto de su tía. A Javiera le quedaba poco tiempo, muy poco, todos en esa casa lo sabían.

Sabía que quería pasar todo el tiempo junto a su tía, aquella que la había querido, cuidado y tratado como a una hija.

Se acercó hasta la habitación donde Javiera había sido instalada, abrió la puerta con cuidado, todo estaba oscuro. Escuchó un sonido, eran sollozos. Se acercó hasta las ventanas y descorrió con cuidado las cortinas. La imagen que vio la dejó perpleja, con el corazón roto. Goswintha estaba junto al cuerpo de su tía, sollozando. La muchacha, hecha un ovillo ni se inmutó ante la presencia de la anciana mujer.

Intentando mantener la calma, Guiomar se acercó hasta la cama. No sabía que decir, no sabía que hacer, sabía que su señora tenía el corazón roto. - Mi niña … - le dijo mientras le acariciaba la cara - Vamos, vamos … tenéis que incorporaros - Guiomar intentó estirar de ella, pero notó como Goswintha se zafaba de ella.

Observó el cuerpo de Javiera, quieto e inmóvil, miró su cara, serena, tranquila, había abandonado este mundo en paz. Volvió la vista hasta Goswintha, sabía que no la arrancaría del lecho con facilidad, así que con resignación, cogió una manta y tapó a la joven. La dejaría un rato más junto al cuerpo de su tía, luego volvería a buscarla.

Salió de la estancia, cerrando la puerta, dio orden de que nadie entrase, ya no era necesario arreglar la habitación, por lo menos no por ahora.

Bajó las escaleras, con la intención de empezar los preparativos para el velatorio - Guiomar, preguntan por la Señora o por vos en le puerta - la voz de uno de los muchachos la sacó de sus pensamientos.

Asintiendo con la cabeza, se dejó guiar hasta la puerta. Al ver quien estaba en el umbral, sintió una leve punzada de alivio - Manuela … Manuela! - exclamó la dama - Bienvenida seáis, pasad por favor - hizo entrar a la vieja ama de llaves del Palacio de Villahermosa, la acompañó hasta el salón y le puso al corriente de todo lo sucedido.

--Manuela_


Los días habían pasado con cierta lentitud, desde que se había instalado en la casa, no había tenido muchas ocasiones de hablar con Goswintha.

Tras el fallecimiento de su tía, la de Rocabruna, se había dedicado en cuerpo y alma a preparar el funeral por su tía, había enviado de su puño y letra las invitaciones, aunque algunas las había hecho perder por el camino.

Manuela habló con Guiomar y decidió aceptar la invitación de su niña pelirroja para quedarse en la casa, tenía una hija, Brukita y un bebé en camino, de bien seguro iba a necesitar ayudar y alguien que pusiera orden en aquel lugar, Guiomar era buena en sus tareas, pero algo blanda.

Se hizo rápido con el lugar, pronto empezó, con la ayuda de Guiomar a dominar la casa, así la De Rocabruna podría descansar, quizás fuera el embarazo o quizás fuera otra cosa, pero algo la había estado sumiendo en un estado de apatía.

Los días seguían pasando, y el ambiente, parecía irse animando, miró por la puerta del salón y la vio preparando las cosas para Navidad, parecía que iba recuperando la alegría de a poco a poco …
Goswintha


31 de Diciembre de 1459 ...

Swini se dispuso a preparar las cosas para el recibimiento del año nuevo en casa, Manuela y Guiomar la ayudaban en las tareas.

La casa era un ir y venir de gente, con el trajín de los preparativos. De repente notó un dolor agudo, instintitamente apretó su mano contra la mesa. Guiomar se apresuró a ver que sucedía.

- Estáis pálida … ¿Os encontráis bien?

Aún sintiendo la punzada de dolor, la de Rocabruna se aferró a ella y le dijo – Creo que ya viene …

Sin poder articular nada más, notó como entre Manuela y Guiomar la ayudaban a llegar hasta su habitación. En un momento, el cuarto estaba lleno de gente, de paños, de gente que le decía que tenía que hacer, respirar, empujar, no respirar, no empujar, como si estuviera ella para que le dieran órdenes.

Sin poder aguantar más empezó a llamar a su hija a gritos – Bruuuuuuuuu!!!! - decía cada vez que empujaba.

Guiomar salió rápidamente de la habitación, y entró al poco rato con su Brukita, la joven se acercó a ella, Manuela le dio un paño – Mojadle la frente.

Swini se alegró enormemente de que Brukita estuviera allí con ella, le agarró la mano y le sonrió, de repente notó otra punzada de dolor y apretó con todas sus fuerzas la mano de su hija. La cara de Brukita era un poema, la joven aguantaba estoicamente cada apretón que su madre le daba.

Bru … Bruu – le dijo – Acércate – le pidió la de Rocabruna – Bru, sino salgo de esta, prométeme que cuidarás de tu padre y de tu hermano – la miró y en ese justo instante volvió otra punzada de dolor – Prometemelo!!!

- Pues claro que váis a salir de ésta –
escuchó sin ver a Manuela.

Y es que la de Rocabruna no las tenía todas consigo, ese dolor, la iba a matar, cada vez que alguien le pedía que empujara, ésta lo hacía con fuerza, destrozando la mano de Brukita y revolviéndose. No quería más comadronas, ni más gente en ese cuarto, una nueva oleada de dolor apareció y sin poder decir mucho, Swini gritó – Floreeta!!!!!! - y es que también quería a su prima ahí, ella era médico, y sabría lo que se hacia, y si Swini iba a morir, prefería hacerlo rodeada de los suyos.

Habían pasado horas, o quizás minutos, no podía ni quería saberlo, sólo quería acabar ya – Un empujón más – le decían, mientras ella pensaba que eso se lo estaban diciendo todo el rato, cada empujón que daba le decían que era el último, pero eso no parecía acabar.

Sin saber como, dejó de notar dolor, y una sensación extraña le invadió el cuerpo, escuchó un llanto – Es un varón!! - pudo oir saliendo de la boca de alguien. Swini sonrió.

- ¿Está bien? ¿Está bien mi hijo?
- quiso saber-

Miró a Brukita y sonrió, soltó la mano de su hija. Vio a manuela acercarse, - Este es vuestro hijo – le dijo sonriendo – Está sano, es un niño muy hermoso.

Con ayuda, Swini se incorporó en la cama, y dejó que depositaran a su hijo en los brazos, le tocó las manitas, y le miró detenidamente, era un ser realmente pequeño, pero realmente dulce. Miró a Brukita y sonrió, acarició nuevamente las manitas de su pequeño – Te presento a tu hermano – le dijo sin poder quitar los ojos de su hijo.

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Brukita


31 de diciembre de 1459

Bruk estaba trabajando en su carpintería bajo la atenta mirada de Astrich. Habían hecho un trato, ella aceptaría que la dama de compañía la enseñara a hacer punto de cruz, bolillos y bordar una hora o dos cada día después de comer si antes la dejaba hacerse a ella misma un buen bastidor y unos bolillos bonitos para ella y otros para Goswintha. Astrich no paraba de refunfuñar diciéndole lo poco femenino de ese trabajo cuando Guiomar entró corriendo mientras se cogía las faldas para no tropezar con ellas y chillando - YA VIENEEEEE, QUE YA VIENEEEE Y VUESTRA MADRE OS NECESITAAAA-. Bruk la miró estupefacta - Pues quien venga que espere, no le vendrá de dos minutos… y luego son mis formas las que no son correctas… y decidle a mi madrastra que acabo este bolillo y voy… a lo que Guiomar, cogiéndola del brazo y empujándola le contestó - VUESTRO HERMANO ES EL QUE VIENE!!!!. Bruk se libró de ella y salió corriendo hacía los aposentos de Goswintha, a donde esperó a la puerta a que llegara Guiomar… no sabía como actuar en esos casos y lo último que quería era disgustar en ese momento a la pelirroja… ¿y si un disgusto suyo hacía que su hermano naciera mal?

Entró en aquella sala y sintió que todo iba a cámara rápida. En un instante se vió mojando la frente de Goswintha con un paño húmedo y cogiéndole la mano. Con cada contracción de la pelirroja Bruk sentía que casi le arrancaba la mano, pero aguantaba como buenamente podía, imaginaba el dolor que debía estar pasando su madre para apretar así. – Esta mujer, con una espada en la mano o una maza, podría llegar a ser una gran almogávar utilizando sólo la mitad de fuerza que está usando ahora...- pensó la joven.

Bru … Bruu …Acércate. Bru, sino salgo de esta, prométeme que cuidarás de tu padre y de tu hermano . . Bruk le dijo en la oreja a su madre - Bonica, todo irá bien. Eres una Rocabruna, puedes con esto y con mucho más… aguanta un poquito más y ya tendremos al pequeñín aquí…. Sintió como Swini le apretaba más fuerte la mano mientras le decía -¡¡¡Prométemelo!!! a lo que la morena le dijo - Te lo prometo, aunque no será necesario- mientras le sonreía.

Después de un rato que a Bruk se le hizo interminable de apretones de manos y soplidos de Goswintha, de golpe se sintió una paz que envolvió la habitación seguida del llanto de un bebe… ¡tan pequeño y con semejantes pulmones! - Es un varón!!- exclamó Guiomar, cosa que no sorprendió a Bruk, por la forma de la barriga de Swini se sabía de hacía meses que sería un niño…

Cuando Swini le presentó a su hermano no pudo más que llorar. No era una persona que dejara ver mucho sus sentimientos, pero esa ocasión lo merecía, se sentía la tata más feliz del mundo. Cuando la dejaron cogió a su hermanito en brazos y le susurró en la orejita - Estate tranquilo cielo, que tu tata te va a proteger de todo aquel que te quiera mal y ayudaré a la mama y al papa en que no te falte de nada… y cuando Astrich, Guiomar y Manuela no vigilen te enseñaré a ser un gran soldado para que puedas ser un gran almogávar como el papa-. Le dio un beso en la frente y se lo devolvió a su madre.


Bonica = Bonita

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Rei_arnau


Arnau paseaba por el jardin del Palacio, nervioso, sabia que pronto veria a su hijo o hija, y no podia dejar de pensar en ello.

Miraba cada dos segundos hacia la puerta, hacia la ventana, y nada... nadie salia.

Se entrenia mirando los arboles, los arbustos las flores, los pajaritos... solo habian pasado unas horas pero para él eran años. Llamó a varios criados, pero todos negaban con la cabeza, aún no habia nacido, de repente oyó un lloro lejano.


Por fín -se dijo

Salió corriendo hacia la casa gritando:

-estan los dos bien? estan bien? niño o niña?

Nadie le contestaba, tampoco daba tiempo ya que iba veloz hacia la habitación donde se encontraba su querida mujer y su esperado hijo.


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--Astrich


Astrich esperaba en el rellano del primer piso, en un banco que había cerca de la puerta de la habitación de la madre de su señorita, cuando vio como un huracán rubio subía las escaleras a pares gritando por doquier. - los modales escasos deben provenir de esta rama de la familia- pensó la Peñaranda.

Cuando tuvo al conde delante, con paciencia lo invitó a sentarse a su lado y le comunicó - Estese tranquilo, están los dos bien y, por lo que he podido oír, es usted padre de un hermoso niño. Ya tiene un hereu que dicen ustedes los catalanes. Espere un momento que deben estar aseando al niño y en seguida le dejarán pasar...-.

Al cabo de un instante que la castellana bien sabía que se le habría hecho eterno al nuevo padre, la puerta de la alcoba se abrió para dejarle paso


hereu = heredero


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Arnauet


Le habian dado un cachetazo en trasero, habia sido observado por muchos ojos, y por fin lo habian tapado con una tela. Hacia frio, dentro se estaba mejor, y mas a gusto, ahí todo era un ir y venir de mujeres, de gritos y espavientos.

Al fin alguien conocido, no es que la hubiera visto antes, pero la habia escuchado muchos dias, asi que la que lo sostenía en brazos debia ser su madre, de eso estaba seguro. La chica de su lado, tampoco sabia quien era, pero si reconocia su voz, debia ser su hermana.

Se revolvio en la tela y en los brazos de su madre, ahi solo habia voces de mujeres, ¿donde estaba aquella voz mas grave que habia oido todas las noches?

Arnauet se acurruco en los brazos de su madre, movia los ojos y observaba a su alrededor, tampoco se estaba tan mal ahi fuera, despues de todo. Bostezó, tenia sueño, mejor dormiria un rato, si es que la panda de cotorras que habia en el cuarto le dejaban.

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Goswintha


Swini observaba al pequeño Arnauet durmiendo plácidamente en su cuna cuando vio la puerta abrirse.

- Buenos días ... ¿Cómo os encontráis hoy?
– preguntó Manuela nada más cruzar el umbral.
Swini la miró y se encogió de hombros, volvió la vista hasta el pequeño Arnauet.

Manuela se sentó frente a ella, la pelirroja notaba los ojos de la mujer clavados en ella. Sin decir nada, se acercó hasta la cunita que había y tapó al pequeño.

La mujer se levantó y se encamino hasta la ventana – Acercaros ... – le pidió a Goswintha. Pero ante las dudas de la pelirroja Manuela replicó – No os preocupéis, el niño estará bien, no vamos a salir de la estancia, pero acercaros a la ventana.

Resoplando, Swini obedeció y se acercó hasta la ventana - ¿Qué sucede? No veo nada nuevo ... Así que si no os importa, me vuelvo a sentar.

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