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Banquete de Bodas,Lulu Bathory y Javikeko Murino i Valmaseda

--Tristan


Tristán, deja el salón preparado para que comience el banquete:



Arregla bien a los sirvientes, mientras espera que vayan llegando los invitados.
-Que felices se les veía, ya por fin están juntos para siempre- pensaba, despues grito:
- Espero que no haya ningún problema en el banquete, si no ya veréis vosotros-...
Rosabelle


Rosa y Nospeb fueron los primeros en llegar, la dama se había mareado en la Iglesia y luego de la ceremonia sin dilación se dirigieron al banquete.
Había sido una boda preciosa, que alegría la de los recién casados y que dicha también para sus familiares y allegados.
Entraron al recinto y fueron recibidos, Rosabelle se acomodó en un diván mientras el servicio ya servía dos copas de vino y les ofrecía bocadillos

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Brynhildr


- ¡Por Christos, deja de poner esa cara! - increpaba la rubia a Alfred - bastante es que no te mato a pellizcos por haber permitido que el Señor saliera de la cama en su estado ¡y cuidado con ese paquete!.

El hombre la miró de medio lado, con cara de estar planteándose seriamente la posibilidad de azotarle los paquetes en la cabeza a la interfecta, para a continuación suspirar y dejar los regalos en el lugar destinado para ello.
Por suerte no había habido percances, ahí estaban los cuadros que habían encargado para la pareja, el de Lulu y el de Keko y un pequeño porta pergamiones para su hogar en común.

Tras enrollarse las mangas en un intento por no pisarlas, aprovechó para escudriñar la sala, buscando el mejor modo para acercarse disimuladamente a las bodegas.

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Khanigalbat



El paje de los Bétera les había dado la bienvenida a la entrada del gran salón y les había ayudado, con excelente cortesía, a flanquearlas. Cogidos del brazo, el castellano y la veneciana entraban así en el inmenso salón donde todo estaba dispuesto para la llegada de los novios.

- ¿A quién debo anunciar? - preguntó de repente el lacayo.
- A nadie - respondió el castellano sonriendo burlón - siempre es mejor pillarlos desprevenidos.

El paje los miró extrañado mientras la pareja se dirigía por entre los invitados hacia las mesas.

El murmullo crecía poco a poco en el salón mientras aguardaban la llegada de los felices novios. Los sirvientes, vestidos con las libreas doradas adornadas con el escudo de Bétera, se afanaban en atender a los invitados que iban llegando poco a poco, en mantener las chimeneas encendidas o en que no faltara comida ni bebida a nadie. Al fondo, un poco escondidos, unos juglares tocaban una animada melodía.

- ¿Estás bien? - preguntó Colombina
- Es que tengo sed... qué calor he pasado en la ceremonia. Tomaré en cuanto pueda un poco de vino... ¡pero sólo un poco! Mira, allí hay.

Fueron presurosos hacia un sirviente que escanciaba vino y pidieron dos copas. Muy cerca, al otro lado, una hermosa dama recostada en un diván daba buena cuenta de unos bocadillos.

- Bueno, una morena, al menos hay una. Y creo que sé quién es... vamos a presentarnos.

Se acercaron discretamente a la dama esperando a que acabara el bocadillo para no pillarla con la boca llena.

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--Tristan




Los invitados empezaban a llegar, en la entrada un par de sirvientes, recogían las ropas de abrigo y los regalos que iban dejando.

En eso Tristán al ver que se iba llenando la sala de recepción y antes de abrir el Salón, dio unas palmadas ¡Plassssss, Plassssss! Los sirvientes empezaron a salir con bandejas llenas de comida y otras llenas de vino.




Quedo allí observando que no faltase nada, quería que fuese todo fenomenal.
Tadeita


Abrazada a su esposo, feliz por el gran acontecimiento y deseando felicitar a los novios, que debían estar haciéndose los correspondientes oléos en los mejores rincones del castillo, le susurraba... ¿y el regalo?

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Deseos
Feiniel


Envolvia a Tadeita con sus brazos, prestando escasa atencion alrededor ya que solo le interesaba cuando llegaran los novios y por muy abstraido que pudiera estar, que lo estaba, no podia pasarle desapercibido un hecho asi... o eso creia al menos- ¿Regaque? ¿Tenemos de eso?
Tadeita


le miraba extrañada, ¿cómo que no? ese vestido maravilloso azul que elegimos para Lulú... a juego con aquellas joyas, con todos aquellos bordados y pedrería ¿cómo que no tenemos regalos? le ponía gesto serio... haz memoria y no me asustes...

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Deseos
Feiniel


Hizo memoria- Mmmm, Mmmm Ahhh, ya recuerdo, ese vestido azul que comprastes hace tiempo... -¿que habia sido de ese vestido?- Si, ese vestido claro.. No tengo ni la mas remota idea de donde esta ese vestido
Tadeita


¿y las joyas? ay santa madre, bueno, luego buscaremos, porque además no recuerdo que teníamos para él, ummm.... mejor no pensar en aquel contratiempo, en brazos de Feiniel, acomodada y sin querer moverse... tengo hambre... esposo mío, me comería unas fresas con jamón.... mmm, qué hambre

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Deseos
Feiniel


¿Joyas tambien? Acababa de recordar porque odiaba las bodas ¡con lo que se habia gastado en regalos de bodas podia haber comprado una flota de al menos 4 barcos!. Suspiro impercitiblemente- Un segundo amor mio

Paro a un criado que portaba una bandeja con copas de vino- Busca unas fresas con jamon para la condesa -el criado asintio y se dispuso a marcharse cuando Feiniel lo volvio a parar- Pero a donde vas con el vino hombre, trae trae -se quedo con dos copas de vino antes de que el criado se fuera y le entrego una de ellas a Tadeita

Por ti amor mio, por los novios cuando estemos dentro -le guiño un ojo
Ibelia.jordan



Ibelia entraba, con Ysuran del brazo, a la recepción, después de la bonita ceremonia de boda.

Javikeko y Lulu, los novios y ya esposos, radiantes de felicidad, habían cconseguido transmitir su amor y dicha a todos los invitados.

Entraron en el salón. Ibelia deseaba poder felicitarles y desearles lo mejor para su vida juntos, mientras la bebida y comida hacía aparición llegando de la mano de un refinado servicio.

Al entrar, ya les ofrecían unas copas de buen vino para entretener la espera. Ibelia comentaba con Ysuran los detalles del enlace.

-¡Que precioso está todo! y que guapos iban los novios. ¿No te parece Ysu?

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Ysuran


Ysuran entró con Ibel y miraba absorto toda la decoración, cuando Ibel le hizo reaccionar...

- Si todo muy bien preparado y los novios radiantes; lo mejor será ir a buscar nuestro sitio para empezar a comer.

Ysuran empujo un poco a Ibel delante porque él no sabía donde sentarse, así ella decidiría.

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Ginebra


Una vez finalizada la ceremonia, Ginebra se encontraba algo perdida como pavo sin cabeza. Miraba a un lado y a otro sin saber qué tenía que hacer, a dónde ir. Se giró una y otra vez en busca de sus hermanas pero ni rastro de ellas. Listas como eran seguro que habrían encontrado un atajo hasta las bodegas.

Por fin, entre la multitud, le llamó la atención una persona que no se había movido de su asiento y que la miraba fijamente mientras todos a su alrededor desalojaban el recinto. Era él, apuesto, tranquilo, galante, confiado. La observaba con media sonrisa, sabiendo lo perdida que se encontraba la rubia en ese momento. Una sonrisa de alivio floreció en el rostro de Ginebra, quien se abalanzó a los brazos de su prometido.

-¡Qué duro es ser madrina, Argo! Una vez que los novios son declarados marido y mujer ya nadie se preocupa por ella. ¿Sabes hacia dónde tenemos que ir ahora?- Le decía la Rubiá alterada.

-Claro, está todo perfectamente señalizado y un sirviente está justo detrás de ti para acompañarte hasta la sala del banquete.- Argo le besó en la frente y con una sonrisa paternal prosiguió -Ahora vete a divertirte con tus hermanas. Y come mucho, eh?.

Sientiéndose algo estúpida por la torpeza que a todos lados la acompañaba, Geneve se dejó guiar hacia el salón donde se celebraría el banquete, pero no sin antes aferrarse del brazo de Argo, su salvador.

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Todo por la Famigglia
Crimea


... "eeel vino que tiene Asunción, ni es tiiiiinto ni blancooooo"... La mayor de las Rubiá escudriñaba la sala en busca del mejor lugar para aposentar su mismedad. Se estaba convirtiendo en una experta en bodas. Más que en bodas, en recepciones y banquetes, y todo lo que ello conllevaba, a saber, el condumio y el bebercio.

Se rechupeteó el dedo índice y lo alzó con cara de interesante, a alguien se lo había visto hacer alguna vez para no recordaba qué cosa, pero lo que sí recordaba es que le pareció tan ilustrado y versado en la materia (en la materia que fuera), que la rubia lo imitaba cada vez que podía. Tras varios "jums" y "ums", movió su cuerpecillo hasta el lugar por donde salían las bandejas.

Miró derredor. Ya había perdido a la Rubiá pequeña, aunque seguramente debía haber ido al pipiroom, que se había pasado toda la ceremonia con cara de querer-y-no-poder. Justo cuando atacaba una bandeja de entrantes, vio un moño rubio, enhiesto e inconfundible hacer ingreso en la sala, acompañada de un maravilloso cuñado.

- Psst, pssst... - Trataba de hacerse oír al tiempo que intentaba masticar, negándose a abandonar el lugar estratégico. - ¡¡¡Madrina, guapa!!!

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