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[RP Cerrado] Torre de los Ángeles – Homenaje

Rose_de_anthares


Había pasado al menos una semana desde que la guardia real valenciana se conformó. Habían sido citados varios hombres y mujeres del reino a la ceremonia que se llevaría acabo ese día, estaba feliz, recorría los pasillos del real mientras toda la corte, el consejo real, los homenajeados e incluso el servicio del Palacio corrían de un lado a otro. Pero lo que hizo a solas antes que todos llegaran, fue recorrer el salón real en la torre de los ángeles. Lo hizo recorriendo desde cada ventana hasta cada rincón, pasando su mano por los detalles de muebles y cortinas e incluso, se detuvo unos instantes frente al trono, también con sus dedos recorrió cada detalle, cada forma, era como si aquel trono hubiese sido forjado con fuerza y dedicación, era firme aunque moderado en tamaño, era elegante e imponente, se sumió tanto en observar cada detalle que terminó sonriendo al darse cuenta que ese trono era como el Reino que lo había forjado. Un trono, una corona, de sangre y mano de un pueblo libre.

Con ese pensamiento firme en su mente apresuró los pasos, hoy los valencianos reconocerían el trabajo de valencianos que duramente habían trabajado por sus ciudades y reino, que sin descanso, contra viento o tormenta, se habían mantenido en pie para trabajar por su gente. Siguió su avance por los pasillos hasta encontrarse con su hija Ederne quién era la encargada de preparar todo. Le besó las mejillas muy feliz, era sin duda un día para estarlo.

Tras de ella, el salón que recibiría a todos en un par de horas, con ella el corazón que latía en su pecho por su pueblo y sus gentes, en sus pasos el apuro para estar lista y preparada cuando llegara el momento. Valencia aquel día, como todos los días, brillaría más que nunca.

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Pope90


Desde que había recibido la carta de su majestad, el caballero pope había estado bastante inquieto, incluso no le había dicho a nadie cercano sobre dicha ceremonia para que la sorpresa fuera aun mayor. Vestido con las elegantes prendas de gala que le había hecho el mejor sastre de Denia se dirigió al palacio real de valencia, y una vez allí un amable sirviente le guió hasta la Torre de los Ángeles donde fue acomodado en un cómodo asiento a la espera del comienzo de la ceremonia
Valken


La guardia real con sus caballeros se alistaba para la ceremonia en unas dependencias especialmente reservadas para ellos en el Palacio. Era una habitación circular por estar en el centro de una de las torres. Recorriendo el contorno de los muros se encontraban las armaduras y armas de cada uno de ellos, y en el centro una gran mesa redonda. Los Caballeros Reales se alistaban, sus nuevas y relucientes armaduras habían sido pulidas hasta el cansancio por todos ellos hasta el punto que era imposible sacarles más brillo, aún así muchos las repasaban cada tanto a medida que iban colocándose cada sección. Tras permitirle a la reina un momento a solas en la Torre de los Ángeles era la hora de marchar hacia allá y prepararse para la ceremonia.

Asegurose Valken las correas de la vaina de la espada, con ambas manos tomó por los bordes la coraza y tironeó para constatar que estuviese bien asegurada.



Caballeros, nos toca partir hacia la Torre, ya han lustrado bastante el equipo es hora de lucirlo. Anunció sonriente, feliz y algo ansioso por su debut oficial.

En un perfecto orden desfilaron por los corredores del Real hasta ingresar al salón donde se llevaría a cabo la ceremonia. Dos caballeros se apostaron flanqueando la entrada, cuatro se posicionarían al frente entre el trono y el público y los demás se repartieron cubriendo el perímetro del salón.
Esta es una buena oportunidad para empezar a rolear esta guardia pretoriana caballeros . Todo caballero/dama-caballero que desee participar adelante!

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Nicolino


El Gobernador del Reino y Secretario Real, como siempre, se hallaba en cuanta ceremonia y formalidad involucrara a la Reina y a su Casa. Era habitual cruzárselo por el Palau, por los mercados, por los cuarteles del ejército, por las amplias cámaras reservadas a los embajadores, y casi por cualquier espacio bajo gobierno directo de la Reina o sus instituciones. Y para cualquiera de los mortales, era casi imposible averiguar qué hacía en cada instante ese hombre casi ubicuo. Así pues, como era lógico, se hallaría en aquella ceremonia, aunque con algunas dudas interiores respecto a su llamamiento, dudas que la Reina nunca le había confesado: ¿Acudía en calidad de Consejero Real?.

A la fuerza, se había visto bastante alejado del asunto, ante las evasivas de la Monarca y el silencio en el Consejo Real. La decisión parecía envuelta en un halo de misterio e incluso misticismo para él, preguntándose que pasaría por la cabeza de la Reina en esos instantes, o que mapas habría trazado. Así pues, se había resignado a esperar, ansioso, con notoria y crítica curiosidad.

Se posicionó, pues, cercano a los otros Consejeros, buscando un espacio junto a su esposa, que como Camarlenga velaba por todo aquel asunto del ceremonia y la administración palaciega. Tenía la mirada perdida, y parecía en cierta forma pensativa, quizás reflexionando sobre algo de la misma ceremonia, o en algo que ella supiera y él no. Para hacerle notar su presencia no carraspeó, sino que con disimulo le dio un corto pellizco algo debajo de la cintura.

-Compañera mía...¿En qué piensas?-le susurró, divertido.

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Chukyn


ChukyN se alistaba con la coraza, no les gustaban las armaduras, les gustaba tener libertad para poder entrar en batalla si era necesario, sin embargo y como era parte de la ceremonia no se quejo y se la coloco, aseguro la espada de caballero a la derecha y a la izquierda también aseguro su vieja y fiel espada.

Se acerco a la ventana donde se encontraba su fiel águila, le dio una semillas y le susurro -Mantén los ojos abiertos- con lo cual emprendió vuelo alrededor de la torre y el palacio.

Escucho las palabras del capitán y se enfilo con los demás para partir hacia el salón.

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Izar_bp


“Puedes asistir mientras te comportes como la dama que eres, nada de arcos, ni flechas, ni preguntas incómodas a los asistentes. “ Le había dicho su madre y ella estaba empeñada en cumplir con su petición.

Hizo entrada a la estancia con un vestido muy sencillo, del estilo de los que suele usar su hermana Juliane. Perfectamente peinada, sin nada sobre sus hombros que pudiera hacer referencia al tipo de armas que le gustaba llevar. Hasta su porte parecía más erguido y es que desde que usaba corsé, se sentía caminar sobre una nube sobretodo por lo que apretaba su torso.

Con aquel nuevo elemento en su vestuario, no sólo era difícil respirar profundo, también inclinarse para mirar por dónde pisaba y esa fue la razón de que casi llegando a la altura de su hermana y cuñado, tropezara con la pata de una de las sillas cercanas a ellos y terminara cayendo de bruces en los brazos de la Camarlengo.

- ¡Jopet... digo... repámpanos! - Superado el susto con intento de improperio inicial, se incorporó levantando mucho la cabeza, y alisó su vestido. - Saludos hermana, cuñado, madre... - Como si nada hubiera pasado.

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Belmarian


Llegue a Valencia lo mas deprisa que pude viajar, mi corazón latia deprisa entre la emoción y la sorpresa, de está manera me presente en el Palacio Real.

Vi a la Guardía Real y me dirigi a uno de ellos.

Soy BelMarian de la ciudad de Denia y he sido llamada ante la reina, ruego por favor me acompañen al lugar donde debo esperar.

Me llevaron a la Torre de Los Ángeles tal y como decia la carta, al entrar vi que ya habian llegado mas personas, estaba nerviosa y sin mirar mucho me senté en la silla que me indicaron.

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Maria.


El nuevo traje obligatorio, impuesto por la Reina, no le agradaba para nada a María.

No, no y mil veces no. Esta armadura no estiliza mis curvas. Parezco un hombre!!

Pero dama María, debéis llevarla sí o sí, que para eso, la misma Reina, os ha nombrado Dama-Caballero.

Que no. Traedme mi vestido de terciopelo verde, soy, ante todo, una dama, y como tal debo ir vestida.

La joven María, que había heredado el fuerte carácter de su madre, Doña Sinfonía, se salió con la suya y llevó el vestido que ella quería...

Fuera de la casa, le esperaba un carro tirado por dos caballos, que la conducirían directamente al Palacio Real, donde se celebraría la entrega de los nuevos títulos nobiliarios a los valencianos.

Era un acontecimiento importante. Todos querían estar allí presentes y enterarse de los cotilleos y demás chismes sabrosos de la Corte.

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Sepillo


- Amor, Vamos, veremos que nos depara este dia tan importante para Valencia. Esto le decia Sepillo a su amada Mafis, en la puerta de la Torre de Paterna a la vez que le daba un beso y la ayudaba a subir al carruaje

Rapida se hizo su travesia junto a su amor , por las orillas del Rio Turia, hasta la llegada a las inmediciones del Real, lugar donde se encontro con la Guardia Real, a la cual se unieron de camino al Palacio.

- Chukyn, Valken, vamos de estreno como veo, jeje, y que mejor evento para ello.

Llegaron junto a la Guardia hasta el palacio y tras descender del carruaje se dirigieron al salon Real de la Torre de los Angeles, ya habia gente y varios consejeros a los cuales saludo y se unio sentandose en su respectivo asiento junto a su amada.

Asi quedo a la espera de que comenzaran los actos, mientras veia a Nicolino, que parecia un tanto inquieto, parecia que en algo coincidian.

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Lirdi


Todo el consejo real había sido convocado a la ceremonia, la Jones incluida como era de esperarse. Era un día importante para el reino y Su Majestad quería que su consejo fuera testigo de cuanto pasara en aquella sala…
Lirdi estaba nerviosa, no sabía por que, pero lo estaba. No seria ni la primera ni la última vez que iría al palacio real, que caminaría por sus pasillos, que asistiría a una ceremonia repleta de nobleza, y no solo nobleza de titulo… Por ello le había pedido a su fiel esposo que la honre con su compañía. Probablemente la corte no fuera el lugar que mas agradase a Apolo, quien aun se reusaba a llevar el titulo de señor. Pero por su esposa, soportaba cualquier cosa.
Bajo la indicación de ella de “vestirse acuerdo a la ocasión”, él se preparó y estuvo listo desde temprano. La dama por el contrario, como era su costumbre, tardó una eternidad en arreglarse… Quería que hasta el mas mínimo detalle estuviera en orden, lo que hacia que siempre llegase con retraso.
Por fortuna, aquel día había empezado a prepararse con suficiente anticipación y la pareja pudo salir a tiempo de la Estrella rumbo al Real.
Al llegar se dirigieron directo a la Torre de los Ángeles, donde seria la ceremonia. La consejera de Su Majestad ya conocía bien el camino entre las salas del palacio.
Lirdi del brazo de su esposo ingresó al salón, allí ya se encontraban algunos de los convocados… Nicolino, con su esposa Ederne, también la pequeña Izar, y la guardia real que ya ocupaba sus puestos para garantizar la seguridad en el evento.
Con una sonrisa, la pareja se dirigió a saludar a las damas.


-Altezas.- dijo a las infantas a la vez que se inclinaba en modo de saludo.
-Gobernador… Secretario…- decía mirando a Nicolino sin decidirse por que cargo debía saludarlo…

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Ederne_bp


Aquello comenzaba a ser una pesadilla, ¿cómo se reparte una mujer entre las mil tareas que día a día había ido adquiriendo? No era nada fácil, ser la encargada de administrar en el consejo, preocuparme de dos preciosas niñas, mantener vivo el amor con mi esposo y por último, agradar a mi madre con cada actividad que se desarrollaba en palacio.

Suspire cuando vi preparado el salón, sin duda había buenos empleados en palacio, eficientes.
Se os ve cansada - dijo el escribano cuando pase a visitarlo casi a media mañana, tenia media sonrisa que intentaba disimular en el rostro, según el, las mujeres no podían estar ocupando cargos tan trascendentales y aunque tenía razón en mi cansancio, no quise darle en gusto.
¿Habéis visto al canciller? – pregunte obviando su burla – hace mucho que debería estar ya aquí, y sin embargo aun no aparece – deje encima los guantes que ya a esas horas me molestaban – ¿el pelirrojo? – pregunto el escribano sin levantar la vista – ¿acaso hay otro? – pregunte curiosa- ¿pelirrojo o canciller? – pregunto el hombre que parecía tener ánimos de jugar con las palabras aquella mañana - ¿acaso hay otro pelirrojo que sea canciller? - escuetamente respondio luego - no, no lo he visto – dijo el hombre que ciertamente había notado mi exasperación ante el juego de palabras.
Bien, si aparece decidle que… - pensé un momento que podría asustar mucho a Gulf y luego añadí – decidle que la ceremonia está por comenzar, que haga el honor de aparecer si aprecia su vida. - El hombre solo asintió, cogí los pergaminos que serian entregados a todos los homenajeados y luego salí de la habitación.

Por los pasillos de palacio y luego de disponer las ultimas cosas, entre al salón a esperar que todo se diera como correspondía aquel día.
Tenía la mente en Játiva y en mis hijas cuando un pellizco audaz me hizo aterrizar en el salón, di un pequeño brinco ante la sorpresa y escuche -Compañera mía...¿En qué piensas?- sentí el sonido de su voz y con una sonrisa cerré los ojos solo para deleitarme – en que ya demorabas en aparecer, esposo mío – sonreí otra vez y le mire, embobada como siempre que me perdía en sus ojos, mas aquel deleite demoro solo un segundo en romperse, pues en mis piernas aterrizaba Izar deshaciendo el hechizo.
Veo que te estás vistiendo como una damita, Izar – medio le sonreí, tuve intenciones de revolverle el cabello pero llevaba unos primorosos bucles que caían a cada lado de su rostro y por primera vez sentí lastima de desordenarlos - por mil demonios, me hago sentimental con esta cría susurre, algo que apenas logre escuchar yo misma - si no quieres matar a madre de un disgusto, comportaos hoy, Izar – leí en su rostro un sinfín de preguntas que se guardo ante mi advertencia.

Iba a agregar más advertencias, pero el saludo de la Gran Señora de Segorbe lo impidió – Gran Señora, Señor – dije sonriendo a ambos – ¿qué tal os va?… ¿el viaje, fue tranquilo? – sonreí mientras veía tomar ubicación a la tímida dama Belmarian junto a Pope.

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Ducce


El vizconde se había escabullido la noche anterior de su Castillo, no se sabía su rumbo, sólo el objetivo: alguna taberna. Nadie sabe cómo pasó la noche el De Bournes, sólo se sabe que despertó en algun lugar descampado, con un gran dolor de cabeza y el olor a alcohol rodeandole. Sin embargo esto no era una preocupación para un borracho como él, más de una vez se encontró en esta situación y de alguna manera milagrosa conseguía volver a su feudo. Entonces, emprendió el camino hasta llegar a un lugar muy adornado y con una torre en el centro. Hizo un poco de memoria para ubicarse y reconoció la torre, allí hacía varios años el Rey Yuste le había otorgado su feudo actual.

Ducce notó algo extraño en ese lugar, había mucha gente y muchos adornos para lo que sería el funcionamiento normal de esa torre, que muy ocasionalmente se utilizaba. Entonces pensó en voz alta a lo lejos...

Ummmm....qué regalaran allí?, tal vez esten degustando un nuevo vino y no me invitaron!!! malditos tacaños!, ya verán....

Emprendió el camino hacia el lugar rápidamente, al llegar un guardia lo detuvo y le dijo...

Oh!, Espectable, buenos días. Venís al homenaje?

Qué decis? Estais homenajeando un nuevo vino y no me habeis invitado??

Vino??, estoo, oh si, claro Espectable, entiendo, pase,pase...

El guardia le miró con cara rara mientras el De Bournes siguió el camino hacia el interior de la torre donde se realizaría un homenaje para él inesperado...
Gulf_de_ostemberg


El de Picassent llegaba apresurado al Palacio Real, con la cachava en la diestra y su esposa en la siniestra. Vestían los dos sus más elegantes trajes pues aquel día no era sólo importante para los hombres y mujeres homenajeados en el Reino, sino para todos. Habían barajado muchos nombres en las largas noches de trabajo en el Palacio Real, y por fin había llegado aquel día de hacerlo público.

Su esposa no solía acompañarle a aquellos actos de trabajo, pero en aquella ocasión, Su Majestad había insistido en que acudiera acompañado el de Picassent. No tenía la menor idea de a qué se debía aquel interés, pero como a las mujeres siempre le resultaba difícil comprenderlas al ciento por ciento, a veces era más sencillo aceptar sin más y tirar millas, que solía decir el de Picassent.

Tendrás que sentarte con el público sola, porque me temo que tenga que ponerme junto a la Reina
– explicó el Canciller – Cuidado con quien te juntas, no te vayan a contagiar la vejez… – bromeó.

Entraron entonces en aquel gran salón que a tantas y tantas personalidades y grandes personas del Reino había conocido. La Torre de los Ángeles era sin duda un lugar sin igual en el Palacio, además de por su propio esplendor, por todos los recuerdos que le traía al de Picassent.

Tarde, siempre tarde – pudo leer el pelirrojo en los labios de la Camarlengo Real.

Ederne se acercó directamente hasta él y le miró con seriedad.

Un Canciller nunca llega tarde – afirmó con una seriedad fingida – ni pronto… Llega exactamente cuando se lo propone – le dijo conteniendo la risa.

Se despidió de su esposa con un casto beso y caminó con la Camarlengo hacia su sillón junto al de la Reina. Desde allí se podía divisar toda la sala y encontró muchas caras conocidas, la gran mayoría de hecho.

¡Por Santa Calandra! – gruñó - ¡Vaya caras de merluzas que tienen! Aunque veo algún que otro rape por ahí…

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Ederne_bp


Aun estaba por escuchar a la dama Lirdi cuando por las puertas de salón entro un hombre, más bien avanzado en edad con el pelo entre cano, vestía como un marinero, abrí los ojos con mesura – si me disculpáis - dije a los Jones – malditos guardias! – Espete despacio, pero con energía – como pensamos que la Reina esté protegida si entran al salón como Pedro por su casa.

A medida que me acerque hasta el hombre pude darme cuenta que se trataba del Vizconde de Olocau, suspire ante la imagen ajada que había de él.
Calme mi paso justo cuando uno de los guardias se acercaba para disculparse por dejarlo entrar – señora él solo…. - hice un movimiento con mi mano, casi ignorando las palabras del guardia y mirando directamente al Espectable – traed una silla mas – dije sin cambiar de dirección la mirada - habrá que ubicar al Espectable en algún sitio – suspire y me volví para terminar de darle las indicaciones - ubicadlo más atrás, parece que viene recién bajando de su barco – el hombre hizo una reverencia y casi voló a cumplir con la solicitud.

Llegue hasta el mencionado invitado y le medio sonreí – no sabía que estaba en Valencia, Espectable, como siempre viajáis y pasáis mas tiempo en vuestro barco que en tierra firme… - deje las palabras en el aire, mientras acomodaban una de las sillas - sed bienvenido a Palacio, siempre es un placer teneros aquí - mentí -Por favor, tomad asiento y disfrutad de la ceremonia – le sonreí justo a tiempo cuando hacia ingreso el Canciller y su esposa a quienes me dirigí a saludar.

No recordaba que había desayunado, pero ciertamente algo que contenía paciencia le habían puesto a la comida, pues, solo mire al canciller, quien escudado en su preciosa esposa hablo.
Un Canciller nunca llega tarde – afirmó– ni pronto… Llega exactamente cuando se lo propone – concluyo.
A ver si la siguiente vez os proponéis llegar más temprano – le solté, con una sutileza que no era propia en mi.
Franciska, si nos disculpáis, os robo a vuestro esposo y lo pongo a cumplir con su deber, espero disfrutéis de la ceremonia. - sonreí.

Cogí el brazo del canciller y le di uno de esos apretones fuertes que dejan cardenales y sonreí a los allí reunidos – para la siguiente vez dormiréis en palacio, Gulf. Me encargare que así sea…

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Lirdi


Al escuchar la pregunta de la infanta Lirdi asintió con la cabeza, pero cuando se disponía a responderle a su Alteza Real, la dama se disculpó con ellos. Había abierto los ojos como platos, la Jones pensó que algún pensamiento de último momento se había cruzado por su cabeza, pero no. Entonces dirigió su mirada hacia la puerta para comprobar que había sobresaltado a Ederne.

La Jones miró a su esposo y sonrió.

-Aun es muy joven para conocerle las facetas al vizconde.- Le dijo casi en un susurro a Apolo… “Las facetas”, era una forma de decir, últimamente poco se lograba ver al gran hombre que había tras el alcohol.

La Segorbina recorrió la sala con la mirada, vio un rostro familiar entre los guardias… Si conocía a ese, Valken von Rommel. Hizo un gesto a su marido para que la acompañara sin soltar el brazo de él.


-Gracias por acompañarme amor mío.- Le dijo mientras caminaban. –No se que haría sin ti.- Miró de reojo al de Játiva, frente al que acababan de llegar.

-Su Señoría.- Lo saludó. – ¿O debo decir Capitán?- Bromeó la dama. –Felicitaciones por vuestro reciente nombramiento. Es un placer sabe que la seguridad de nuestra amada reina esta en buenas manos.- Lo miró de arriba abajo. –Bonitas armaduras os han dado, se nota que la habéis lustrado bien.- Volvió a bromear.

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