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[RP] En el Salón De Ángeles

Enriique


Una petición muy clave había llegado hasta el despachito del Secretario Real: una nueva reunión con doce valencianos en el Salón De Ángeles; aquello no era más que un tempestivo llamado a movilizar cocineros, ujieres, pajes, guardias y cuanta alma viva en Palacio hubiese, todo en pro de que el evento a realizarse fuese degustable a los ojos de los ciudadanos que ingresarían, algunos por primera vez, a la máxima sede de la Realeza valenciana.

Indudablemente debía destacar su trabajo más que nunca. Cerró aquel pesado tomo catedrático que reposaba sobre su mano, lo dispuso en el estante y paso su mano por todo su oscuro cabello. En la mesa contigua disponía de una pequeña libreta, una pluma, un pañuelo de lana atiborrado en algunos encajes y una cruz aristotélica: era momento de salir a trabajar, como de costumbre, por Valencia.
Floristas, pintores, escultores, cocineros, ujieres, ayudas de cámara y cuanta mano inteligente pudiese disponerse en aquellos momentos, transitaban por los amplios pasillos palaciegos con una total calma como si nada pasase, mientras que el joven clérigo llevaba raudo apresuro en su caminar, tanto así que ni su mismo escriba podíale seguir muy de cerca.

El Salón De Ángeles destacábase por ser un lugar donde ciertas esculturas de ángeles daban vida al lugar, un techo con celestiales y angelicales presencias dispensabase a todos y cortinas de rojo raso daban la bienvenida a aquellos que, por causa una u otra, atraviesen a adentrar sus pasos al interior de aquel sitio. No obstante también decíase del salón que su nombre derivaba a la cercanía de la Torre de Los Ángeles, sitio donde, históricamente, el Rey valenciano tenía sus aposentos...
Pero no era momento de recordar la historia, cosa tal que hacía el joven clérigo con un tamaño de libro en sus manos, si no que debía dar las órdenes a todos los criados y mozos del Real para que la escena fuese tan admirable, tan recordable y tan bien vista por la Regente que el gusto de la alegría quedase intacto en su corazón.

Tomó su libreta, sentóse sobre una rústica banca que se encontraba en el lugar y comenzó a anotar lo que se requería para poner el sitio en punto: flores, exquisita comida y vino, tapices relacionados con la vida en el Reino, tapete rojo largo, frutas... Y así se paso algo de tiempo entre se acordaba de lo que faltaba y lo anotaba, de pronto su voz se volvió gruesa y dijo a uno de los mozos:


- ¡Vos, mozo! ¡Venid acá!- sus labios permanecían intactos con cada frase que dirigía al joven, no sin antes mantener aquella soberana compostura enseñada en el interno del Seminario.

- Diga, Excelencia. - eran palabras poco mediocres y totalmente sinceras, cargadas de respeto, lo cual agradó al clérigo.

- Encargaos de traerme unas bellas rosas, claveles, margaritas, jazmines, tulipanes y algo de follaje, lo entregaréis al florista y le diréis que elabore los más hermosos arreglos, que sean... Sublimes, delicados y exquisitos en belleza.

- Como ordene, Excelencia. ¿Y el florista donde está?

- Le hallaréis sentado en el vivero, esperando a que nos os envíe a vosotros con el recado de la elaboración de los arreglos... ¡Pero, anda hijo, anda! No hay mayor tiempo que perder, si perdemos más tiempo muchas cabezas rodarán.- rió con gratitud mientras despedía, con ademán carismático, al joven mozo que caminaba con singular y simpática forma.

Media mañana y apenas empezaban los arreglos florales a ser escudriñados en la mente maestra del florista. Las horas continuaban pasando, pues así lo sabía el clérigo, y dabase cuenta que aún faltaba por dispensar de buena y exquisita comida al salón.
Sus pasos se encaminaron hasta la cocina, sitio aquel donde los fogones, el aroma de exquisitas yerbas y frescas hortalizas eran la reinante, prontamente saludo al maestro cocinero.


- Saludos maese cocinero, sabrá usted que necesitamos de sus manos para la creación de tan exquisitos y bien apreciados platillos, ¿o no lo sabe?

- Efectivamente, Señor Secretario. Desde que el alba afloró dispuse de mis elementos para crearos tentativos y riquísimos platos que fuesen del agrado de nuestros invitados. Un poco de cordero pasado al fuego y acompañado de frescas verduras asadas, algo de pavo y pollo acompañado de patatas, merluza tabarquina con algo de mojito de ajo, cebolla y algunos pimientos, una tarta de verduras, en fin.

- ¡Excelente, maese cocinero! Seguramente nuestros invitados quedarán gustosos y satisfechos. Ahora dígame, ¿habéis elaborado pan para ellos? Digo, creo que no debe faltar el pan en la mesa.

- ¡Oh Pardiez! Mi instinto decía que algo faltaba en la mesa... No os preocupéis, en un santiamén los panes estarán.

- Bien maese cocinero, confiando en vuestras manos y vuestro trabajo, os pido que cuando todo hallese listo lo enviéis al Salón de Ángeles para disponerlo junto con lo demás que se piensa disponer.

Leve venia mientras sus pasos se iban alejando de los fogones, era una tentación rodearse del regordete cocinero que siempre sazonaba todo con una exquisita esencia que recordaba el mar, el campo, el vergel.
Uno de los mozos había llevado hasta el salón las buenas botellas de Vino Burdeos, mientras que más atrás empezaban a ingresar los pajes con las bandejas de plata en mano donde la comida, recientemente elaborada, reposaba. Alguna buena bocata de jamón, queso, aceitunas, frescas frutas, rebanadas de pan, entre otros, daban una buena vista a la mesa donde el "banquete" disponíase a todos.
Los arreglos florales no dejaron desencantado al clérigo valenciano, pues al verlas sintió una gran alegría en su corazón. ¡Todo era, en la medida de lo posible, perfecto! Los tapices con importantes escenas de la vida valenciana ya reposaban en el sitio, el tapete rojo igualmente, los arreglos florales y la comida daba un toque magistral al sitio, solo faltaban los citados al evento.

Alabarderos con sus elegantes y pulcros trajes esperaban en el pasillo y la entrada al Salón, más aún así afuera el despliegue de seguridad era cuasi amplio, nadie, en lo absoluto, traspasaría aquellas murallas sin antes identificarse.
Enrique, quien encontrabase algo abatido por el cansancio, decidió ir a ponerse su habitual traje coral, para luego salir al salón.
Con mucha solemnidad dio la orden final:


- Abrid las puertas y dejad entrar a aquellos que os muestren la citación real, de lo contrario buscad a la guardia y sacadlos. Yo iré por Su Alteza Real, seguramente querrá saber que todo está listo y posiblemente desee yo el siga los pasos de nuevo hasta aquí.

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Driade.de.budapest


Ella estaba en el jardín con su nieta Lorien dirigiéndose a la panadería....donde la pequeña adoraba jugar con la harina mientras Misbu le enseñaba a amasar....una técnica que era fundamental para hacer hogazas crujientes y sabrosas, que se había pasado de generación en generación en la familia de Budapest.
Vio acercarse desde el porton principal al mozo con un pergamino y le hizo entrega en mano del mismo.
Ella rebusco en su morral y le entrego unos denarios al muchacho por su gentileza, y luego de despedirlo, desplego el pergamino.
Citation:


    [color=green]Generoso Monseñor Enrique Legrat Villanueva i Rodrígues
    Secretario Real del Reino de Valencia
    Vicario General de la Archidiócesis Metropolitana de Valencia
    Sub Secretario Apostólico Hispánico

    A la atención de: Doña Driade de Budapest.

    Recibid un grato y cordial saludo en nombre de Su Alteza Real Doña Ederne Berasategui i Pern, a su vez que se os bendice y se os envían los mayores deseos para vosotros y vuestras familias.
    La presente sirva para haceros llegar una citación a una reunión entre la máxima autoridad real valenciana y un grupo de súbditos de esta amada tierra, que ella misma ha hecho llamar en pro de atender los requerimientos y necesidades de nuestro amadísimo suelo valenciano. Para nadie es un secreto que vuestro trabajar, vuestra honesta forma de ser y vuestra eficacia no han quedado desprovistas de la gracia real y por tal se me ha pedido el haceros llegar tales letras que os conminan a congregaros en derredor de la Regente Valenciana; a quiénes nos, súbditos suyos, estamos llamados a rendir vasallaje y respeto.

    La cita sea dada para el día Décimo Sexto del Mes de Julio, en el Salón de Ángeles en Palacio Real.
    Recordad que vuestra puntualidad es bien apreciada, pero aún más vuestra presencia requerida.
    Dispondremos de un exquisito y delicado banquete para degustar en conjunto con nuestra querida y apreciada Regente.

    Sin más que agregar, se despide bendiciéndoos:




    Firmado y Sellado en Palacio Real de Valencia, a Décimo Quinto Día del Mes de Julio de MCDLXII De Nuestro Señor.


Caramba Lorien....Bubu tiene que volver al Castel a avisar que le preparen su ropa acorde a la entrevista que se avecina

Dijo a su nietita que la miraba con sus grandes ojos azules.
Al día siguiente.....ya vestida y acicalada...

(como siempre la puntualidad era su característica)....estuvo en el Salón de los Ángeles como estaba previsto.
Presento su citación a los guardias y entro al Salón.
Fue la primera en llegar y en admirar la dedicación con la que su querido Enrique había hecho decorar todo.
Era una ocasión especial....eso estaba a la vista....y su curiosidad iba en aumento.
Se acerco a Enrique y lo saludo afectuosamente y luego se fue a ubicar en uno de los fastuosos sillones.

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Nicolino


-Vamos, prima. Estoy seguro que el destino os sonreirá en este día. Los Borgias estamos hechos para la grandeza.-dijo Nicolás con una sonrisa, dirigiéndose a Alysa Borja, que, aún cuando su sangre de mezclara con la inglesa, seguía siendo parte de su familia, y en aquellos momentos, de lo más cercana.

Nicolás avanzó por aquellos pasillos palatinos que los separaban de su objetivo. Y él, tenía un presentimiento de ya haber atravesado por aquella circunstancia, al menos, cuatro veces. Volvoreta. Rose. Rose de nuevo. Pero esta vez, algo cambiaba: quién se revestía del poder real, no era sino Ederne de Berasategui, como Regente.

Sus ojos mostraron, antes que nada, cierto destello de curiosidad por el papel que tomaría la protectora de Játiva en aquello.

-Pssst...esto huele a incienso...¡Cuánto mal le ha hecho a este palacio que nombraran a Enrique de Secretario Real!-murmuró, nuevamente dirigido a su prima, a quién guiaba. Aunque el sentía un enorme aprecio por el sacerdote, esperaba aquel palacio no acabara demasiado barroco para el gusto del Borja.

Observó los detalles. Desconocía quienes más asistirían, pero se apresuró a tomar uno de los primeros lugares, que correspondían a su dignidad de Marqués, aunque su feudo hubiera sido cedido bajo tutela real hasta terminar su mandato de Gobernador...

-Para impedir que me convierta en un César, he de suponer. Espero que hoy regrese a mis manos pues, lo que me pertenece por derecho.-pensó, esta vez sí, hacia sus adentros.

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Linnet


Linnet recibió una citación real y no dudó en tomar sus cosas y dirigirse al palacio, no sabía quienes asistirían pero pudo sospechar que su familia se encontraría ahí. Al llegar al palacio entregó el pergamino con la citación comprobando que había sido requerida para dicho evento.



Citation:


    Generoso Monseñor Enrique Legrat Villanueva i Rodrígues
    Secretario Real del Reino de Valencia
    Vicario General de la Archidiócesis Metropolitana de Valencia
    Sub Secretario Apostólico Hispánico


    A la atención de: Doña Linnet Borja Calvacant.

    Recibid un grato y cordial saludo en nombre de Su Alteza Real Doña Ederne Berasategui i Pern, a su vez que se os bendice y se os envían los mayores deseos para vosotros y vuestras familias.
    La presente sirva para haceros llegar una citación a una reunión entre la máxima autoridad real valenciana y un grupo de súbditos de esta amada tierra, que ella misma ha hecho llamar en pro de atender los requerimientos y necesidades de nuestro amadísimo suelo valenciano. Para nadie es un secreto que vuestro trabajar, vuestra honesta forma de ser y vuestra eficacia no han quedado desprovistas de la gracia real y por tal se me ha pedido el haceros llegar tales letras que os conminan a congregaros en derredor de la Regente Valenciana; a quiénes nos, súbditos suyos, estamos llamados a rendir vasallaje y respeto.

    La cita sea dada para el día Décimo Sexto del Mes de Julio, en el Salón de Ángeles en Palacio Real.
    Recordad que vuestra puntualidad es bien apreciada, pero aún más vuestra presencia requerida.
    Dispondremos de un exquisito y delicado banquete para degustar en conjunto con nuestra querida y apreciada Regente.

    Sin más que agregar, se despide bendiciéndoos:




    Firmado y Sellado en Palacio Real de Valencia, a Décimo Quinto Día del Mes de Julio de MCDLXII De Nuestro Señor.



La pelirroja un poco nerviosa entró al salón observando los detalles y la decoración, su mirada se dirigió a los presentes y entonces reconoció a Nicolás primero que permanecía pensativo como acostumbraba, después se percató de la presencia de otra dama que supuso debía ser Alysa, saludó a Enrique con una reverencia y la dama Driade y tratando de mantener la compostura a pesar de su felicidad se acercó discretamente a Nicolás y Alysa dándoles un cálido abrazo -¡Nicolás! ¡Cuánto tiempo! ¡Alysa! ¡Qué gusto me da verlos! Y la Borja se sentó cerca de ellos en espera de la aparición de Ederne.

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Alysa_hawke


Alysa que se encontraba de un lado al otro organizando mil cosas, cuando le llegó a su despacho una Citación Real, la miró detenidamente y la leyó un par de veces, un poco extrañada y preocupada sin entender a que se debía.

Citation:


    Generoso Monseñor Enrique Legrat Villanueva i Rodrígues
    Secretario Real del Reino de Valencia
    Vicario General de la Archidiócesis Metropolitana de Valencia
    Sub Secretario Apostólico Hispánico


    A la atención de: Doña Alysa Hawke Borgia.

    Recibid un grato y cordial saludo en nombre de Su Alteza Real Doña Ederne Berasategui i Pern, a su vez que se os bendice y se os envían los mayores deseos para vosotros y vuestras familias.
    La presente sirva para haceros llegar una citación a una reunión entre la máxima autoridad real valenciana y un grupo de súbditos de esta amada tierra, que ella misma ha hecho llamar en pro de atender los requerimientos y necesidades de nuestro amadísimo suelo valenciano. Para nadie es un secreto que vuestro trabajar, vuestra honesta forma de ser y vuestra eficacia no han quedado desprovistas de la gracia real y por tal se me ha pedido el haceros llegar tales letras que os conminan a congregaros en derredor de la Regente Valenciana; a quiénes nos, súbditos suyos, estamos llamados a rendir vasallaje y respeto.

    La cita sea dada para el día Décimo Sexto del Mes de Julio, en el Salón de Ángeles en Palacio Real.
    Recordad que vuestra puntualidad es bien apreciada, pero aún más vuestra presencia requerida.
    Dispondremos de un exquisito y delicado banquete para degustar en conjunto con nuestra querida y apreciada Regente.

    Sin más que agregar, se despide bendiciéndoos:




    Firmado y Sellado en Palacio Real de Valencia, a Décimo Quinto Día del Mes de Julio de MCDLXII De Nuestro Señor.


Tuvo que dejar todo aquel día para hablar con su Primo y pedirle que la acompañara para esa Citación. Para acabar él día se quedo pensando que usaría, quizás uno de sus elegantes vestidos que rara vez los usaba.

-Vamos, prima. Estoy seguro que el destino os sonreirá en este día. Los Borgias estamos hechos para la grandeza.- decía su primo

Luego de un largo camino por fin estaban en el lugar, las invitaciones fueron presentadas y al entrar admiraba aquel lugar que no conocía aunque en el rostro de su primo estaba segura que no era la primera vez que pasaba por esos pasillos.

Los susurros de su primo le daban risa aunque procuraba no demostrarlo, pero si tenía razón en algo había un olor que no reconocía pero al parecer el sí. Mientras Nico se sentaba Alysa seguía admirando aquel salón donde a lo lejos reconoció a Enrique, más cerca pero no tanto estaba Driade su amiga la que le dedicó una sonrisa, para más alegría Linnet ocupo su vista hacía tiempo que no la veía y eso alegró a Alysa.


- !!Linnet!! Qué alegría verte prima. - le decía con una sonrisa mientras se sentaba una a cada lado de Nico.

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Zaikz


Zai estaba en su casa, trabajando como siempre, había llegado hace poco de Dénia y estaba planificando algún que otro viaje más cuando por debajo de su puerta se deslizó una carta. Lentamente, algo cansado se levantó y recogió la carta, al abrirla esta decía:

Citation:


    Generoso Monseñor Enrique Legrat Villanueva i Rodrígues
    Secretario Real del Reino de Valencia
    Vicario General de la Archidiócesis Metropolitana de Valencia
    Sub Secretario Apostólico Hispánico


    A la atención de: Don Zai Bracaleone Doria E Balaguer.

    Recibid un grato y cordial saludo en nombre de Su Alteza Real Doña Ederne Berasategui i Pern, a su vez que se os bendice y se os envían los mayores deseos para vosotros y vuestras familias.
    La presente sirva para haceros llegar una citación a una reunión entre la máxima autoridad real valenciana y un grupo de súbditos de esta amada tierra, que ella misma ha hecho llamar en pro de atender los requerimientos y necesidades de nuestro amadísimo suelo valenciano. Para nadie es un secreto que vuestro trabajar, vuestra honesta forma de ser y vuestra eficacia no han quedado desprovistas de la gracia real y por tal se me ha pedido el haceros llegar tales letras que os conminan a congregaros en derredor de la Regente Valenciana; a quiénes nos, súbditos suyos, estamos llamados a rendir vasallaje y respeto.

    La cita sea dada para el día Décimo Sexto del Mes de Julio, en el Salón de Ángeles en Palacio Real.
    Recordad que vuestra puntualidad es bien apreciada, pero aún más vuestra presencia requerida.
    Dispondremos de un exquisito y delicado banquete para degustar en conjunto con nuestra querida y apreciada Regente.

    Sin más que agregar, se despide bendiciéndoos:




    Firmado y Sellado en Palacio Real de Valencia, a Décimo Quinto Día del Mes de Julio de MCDLXII De Nuestro Señor.


Era extraño, nunca había sido invitado a un evento así, imaginó que su buen labor para con el Reino había llevado a la adquisición de esta invitación. Esto le puso contento, ya estaba viendo el resultado de sus buenas acciones.
Se vistió de gala y fue a sus establos para buscar a su corcel, así fue hacía el palacio donde la Regente lo esperaba.

Al llegar observó la respetuosidad que emiía el castillo, el hermoso olor a flores y todo el trabajo que había hecho Enrique. Los guardias le pidieron su invitación que, con soberbia, le entregó el de Xátiva. Al entrar al Salón de Ángeles vió que ya había otros comensales.

- Buenas tardes a todos -
dijo. - Oh, Nicolás, Alysa. No esperaba veros aquí. Un placer compartir esta cena con Ustedes. ¿Dónde esta la Regente? Y lo más importante... ¿Dónde está la comida?- Vociferó riendose.

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Cristianovignolo


El Asburgo se encontraba haciendo cuentas y rellenando su magno libro de contabilidad, entradas y salidas se repetían en aquellos papeles. Por un rato dejó sus labores, tomó un poco de aire y bebió un sorbo de vino. Valencia era un revuelo constante, y a veces era agotador estar todo el día encerrado en la Lonja, soportando un estruendo calor y haciendo cuentas sin parar. Tras la paradas, retornó a sus contables labores cuando de repente se escuchó ¡Toc! ¡Toc! en la puerta.

- ¡Adelante! Dijo mientras adecentaba su mesa de trabajo. Un mozo de buen ver, cabizbajo y tímido entró por la puerta, con voz temblorosa dijo - Disculpe, señor, es una citación real de la Regente...

Frunció el ceño y miró al chico, este se atragantó pero el Asburgo reaccionó sonriendo y dijo - No os preocupéis, muchas gracias por el aviso y tomad... Abrió un cajón y sacó un pequeño saquito lleno de escudos - Compradle algo bonito a vuestra madre, y algunos dulces a vuestros hermanos. El chico tomó el dinero, agachó la cabeza y se marchó tras cerrar la puerta del despacho.

Mientras el Asburgo se dirigió hacía un enorme espejo, se miró ante el mismo y se dijo - Bah, voy bien vestido para la ocasión. Iba vestido con una elegante túnica cyan de seda sujetada por un cinturón negro de piel cuya hebilla era de oro.

Salió velozmente del despacho, y se dirigió a la entrada de la Lonja. Habló con su mozo quien preparó el carruaje para dirigirse al Palau Reial. En apenas media hora el Asburgo se encontraba cruzando la ciudad de Valencia para ir a la reunión con la Regente que sería en el Salón de los Ángeles. Mientras llegaba el carruaje, el Vicecanciller sacó su collar de Consejero Real de un pequeño cofre, y se lo colocó en torno al cuello.

El carruaje llegó a tiempo al Palau, el mozo frenó a las bestias mientras decía - Señor, ya hemos llegado. Un guardia real se apresuró a acercarse al carruaje, abrió la puerta del mismo y ayudó al Vicecanciller bajarse. El Asburgo miró al guardia y le sonrió - Gracias buen hombre. Dijo mientras empezó a avanzar para adentrarse por el regio edificio.

Se detuvo frente a la puerta del Salón de los Ángeles, respiró profundamente y se cercioró de que llevaba encima documentos e informes sobre la economía valenciana. Tras despejarse de todo tipo de presión, se adentró por el Salón compuesto por exóticas decoraciones y refinados muebles dignos del poder real del Reino de Valencia. Dentro del Salón se encontraban caras conocidas para él como eran el Padre Enrique o el Gobernador Nicolás Borgia junto con su prima Alysa, también a otro lado se encontraba la preciosa Misbu quien vestía un elegante vestido y a pesar de tener ya unos cuantos hijos y años, aún no perdía la belleza. Se dirigió al grupo que ya estaban congregados en corro, expectantes al comienzo de aquella reunión. - Saludos damas y caballeros, veo un buen grupo de buena y trabajadora gente. Dijo mientras sonreía y miraba a una prima de Borgia, Linnet se llamaba y poco sabía de aquella hermosa chica que aguardada por su primo se encontraba en aquel regio Salón.

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Lujuria


Directamente desde el Palacio Arzobispal, y sin pasar por la casilla de salida, la prelado Lujuria Hellsing hizo acto de presencia en el Palacio Real, lugar al que fue invitada mediante una misiva de su Vicario General Enrique en nombre de Su Alteza Real Ederne.

Citation:


    Generoso Monseñor Enrique Legrat Villanueva i Rodrígues
    Secretario Real del Reino de Valencia
    Vicario General de la Archidiócesis Metropolitana de Valencia
    Sub Secretario Apostólico Hispánico


    A la atención de: Doña Lujuria Hellsing.

    Recibid un grato y cordial saludo en nombre de Su Alteza Real Doña Ederne Berasategui i Pern, a su vez que se os bendice y se os envían los mayores deseos para vosotros y vuestras familias.
    La presente sirva para haceros llegar una citación a una reunión entre la máxima autoridad real valenciana y un grupo de súbditos de esta amada tierra, que ella misma ha hecho llamar en pro de atender los requerimientos y necesidades de nuestro amadísimo suelo valenciano. Para nadie es un secreto que vuestro trabajar, vuestra honesta forma de ser y vuestra eficacia no han quedado desprovistas de la gracia real y por tal se me ha pedido el haceros llegar tales letras que os conminan a congregaros en derredor de la Regente Valenciana; a quiénes nos, súbditos suyos, estamos llamados a rendir vasallaje y respeto.

    La cita sea dada para el día Décimo Sexto del Mes de Julio, en el Salón de Ángeles en Palacio Real.
    Recordad que vuestra puntualidad es bien apreciada, pero aún más vuestra presencia requerida.
    Dispondremos de un exquisito y delicado banquete para degustar en conjunto con nuestra querida y apreciada Regente.

    Sin más que agregar, se despide bendiciéndoos:




    Firmado y Sellado en Palacio Real de Valencia, a Décimo Quinto Día del Mes de Julio de MCDLXII De Nuestro Señor.


Dejó su precioso carruaje en las puertas, y tras pasar los diferentes controles de los guardias, llegó al Salón de los Ángeles, donde ya estaban algunos de los citados a aquella reunión. Se limitó a saludar a los presentes con una leve reverencia de cuello y fue hasta donde estaba su hermano en el ministerio de la fe, Nicolás, quien parecía estar murmurando entre dientes alguna maldad.

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Evin


La carroza traqueteaba odiosamente por el adoquinado de la calle. Evin se había acordado ya de los constructores y sus ancestros un centenar de veces. Y Luca se reía chinchándola todo el camino. Ella mientras refunfuñaba cosas sobre lo cómodo y práctico que era dejarte llevar por tus propios pies sin que te zarandearan de ese modo. Sobre la cantidad de trabajo que tenía en la Alcaldía y la que se iría acumulando en su ausencia. Sobre que si alguien se quejaba de su ropa se iba a enterar de lo que era una Albanesa cabreada...
Y es que Evin no tenía grandes ropajes ni hermosos vestidos. Su guardarropa era más bien funcional. El propio de una joven de clase media trabajadora. Así que por mucho que vistiera su gala de los domingos, esta no tenía nada que ver con las sedas o terciopelos o el tafetán. Pero era ropa decente, limpia y sin remiendos, así que tendría que valer.

En realidad lo que le pasaba no eran los baches, o el trabajo pendiente. Se sentía incómoda. Nunca le habían gustado los Nobles y allí habría un montón. Atrás quedaron los prejuicios en los que los consideraba a todos una panda de egoístas arrogantes. Con el tiempo y la experiencia, sobretodo tras conocer la identidad y procedencia de su padre, había descubierto que había familias nobles en las que se les daba verdadera importancia a las implicaciones que la propia palabra tenía y su significado.
También había aprendido que en realidad, no importaba si uno era noble o no, si pertenecía a esta familia o a aquella, gente mezquina hay en todas partes y de todos los estratos sociales. Del mismo modo que había buenas y maravillosas personas trabajadoras en cualquier rincón de la sociedad.
Pero igualmente se sentía incómoda. Ella era una joven sencilla que disfrutaba de la vida tranquila en Denia. Con su vivero, el trabajo diario, las tardes de taberna con los vecinos... No estaba acostumbrada a moverse en estos ámbitos y no quería hacer el ridículo. Pero tampoco quería perder su identidad, así que caminaba por el estrecho filo que separaba sus principios y la etiqueta.

Luca la observaba divertido y chinchoso, pero sobretodo alegre. Al llegar abrió la portezuela y la ayudó a bajar con grandes florituras. Evin le gruñó algo entre dientes que él ignoró de forma patente. Era el momento de entrar y el de Verona se detuvo y le hizo un ademán:

-Tú primera.
-No, tú
-gruñó ella.- Ve delante
-No, tú primera, tú primera, tú primera...


Después de una estúpida competición por dejar al otro encabezar la comitiva se lo jugaron a piedra, papel, tijeras y tras tres empates consecutivos escogiendo piedra ambos, los dos igual de cabezotas, resolvieron entrar a la vez.

Así que, cogiéndose de la manita, caminaron ridículamente solemnes y mostraron sendas invitaciones.

Citation:


    Generoso Monseñor Enrique Legrat Villanueva i Rodrígues
    Secretario Real del Reino de Valencia
    Vicario General de la Archidiócesis Metropolitana de Valencia
    Sub Secretario Apostólico Hispánico


    A la atención de: Doña Evin Kusari.

    Recibid un grato y cordial saludo en nombre de Su Alteza Real Doña Ederne Berasategui i Pern, a su vez que se os bendice y se os envían los mayores deseos para vosotros y vuestras familias.
    La presente sirva para haceros llegar una citación a una reunión entre la máxima autoridad real valenciana y un grupo de súbditos de esta amada tierra, que ella misma ha hecho llamar en pro de atender los requerimientos y necesidades de nuestro amadísimo suelo valenciano. Para nadie es un secreto que vuestro trabajar, vuestra honesta forma de ser y vuestra eficacia no han quedado desprovistas de la gracia real y por tal se me ha pedido el haceros llegar tales letras que os conminan a congregaros en derredor de la Regente Valenciana; a quiénes nos, súbditos suyos, estamos llamados a rendir vasallaje y respeto.

    La cita sea dada para el día Décimo Sexto del Mes de Julio, en el Salón de Ángeles en Palacio Real.
    Recordad que vuestra puntualidad es bien apreciada, pero aún más vuestra presencia requerida.
    Dispondremos de un exquisito y delicado banquete para degustar en conjunto con nuestra querida y apreciada Regente.

    Sin más que agregar, se despide bendiciéndoos:




    Firmado y Sellado en Palacio Real de Valencia, a Décimo Quinto Día del Mes de Julio de MCDLXII De Nuestro Señor.


Citation:


    Generoso Monseñor Enrique Legrat Villanueva i Rodrígues
    Secretario Real del Reino de Valencia
    Vicario General de la Archidiócesis Metropolitana de Valencia
    Sub Secretario Apostólico Hispánico


    A la atención de: Don Luca Verona.

    Recibid un grato y cordial saludo en nombre de Su Alteza Real Doña Ederne Berasategui i Pern, a su vez que se os bendice y se os envían los mayores deseos para vosotros y vuestras familias.
    La presente sirva para haceros llegar una citación a una reunión entre la máxima autoridad real valenciana y un grupo de súbditos de esta amada tierra, que ella misma ha hecho llamar en pro de atender los requerimientos y necesidades de nuestro amadísimo suelo valenciano. Para nadie es un secreto que vuestro trabajar, vuestra honesta forma de ser y vuestra eficacia no han quedado desprovistas de la gracia real y por tal se me ha pedido el haceros llegar tales letras que os conminan a congregaros en derredor de la Regente Valenciana; a quiénes nos, súbditos suyos, estamos llamados a rendir vasallaje y respeto.

    La cita sea dada para el día Décimo Sexto del Mes de Julio, en el Salón de Ángeles en Palacio Real.
    Recordad que vuestra puntualidad es bien apreciada, pero aún más vuestra presencia requerida.
    Dispondremos de un exquisito y delicado banquete para degustar en conjunto con nuestra querida y apreciada Regente.

    Sin más que agregar, se despide bendiciéndoos:




    Firmado y Sellado en Palacio Real de Valencia, a Décimo Quinto Día del Mes de Julio de MCDLXII De Nuestro Señor.


Y así avanzaron ambos obviando toda etiqueta: de la mano y sonriendo mientras se chinchaban entre dientes. Hasta el Salón de los Ángeles. Enseguida localizaron entre los presentes a Lujuria, la Arzobispo, a la que se acercaron a saludar aún cogidos de la mano.


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Carrie.


Llegaba tarde... llegaba tarde... llegaba tardeeeeeeee. Corría sin apenas aliento ya.

-Maldita sea!!!-susurró justo cuando paró delante de la puerta. Rebuscó y rebuscó nerviosa hasta que dió con la citación. Un poco más calmada, respiró hondo para recuperar la respiración. Se dió unos segundos más para acomodar su ropa y su pelo, no quería aparecer ante la Regente y los demás ilustres invitados hecha una facha. Con la citación en mano entró y la presentó.

Buenas noches. Soy Carrie Dingwall y vengo por indicación de la Regente como podéis ver en esta citación Real.

Citation:


    Generoso Monseñor Enrique Legrat Villanueva i Rodrígues
    Secretario Real del Reino de Valencia
    Vicario General de la Archidiócesis Metropolitana de Valencia
    Sub Secretario Apostólico Hispánico


    A la atención de: Doña Carrie Dingwall.

    Recibid un grato y cordial saludo en nombre de Su Alteza Real Doña Ederne Berasategui i Pern, a su vez que se os bendice y se os envían los mayores deseos para vosotros y vuestras familias.
    La presente sirva para haceros llegar una citación a una reunión entre la máxima autoridad real valenciana y un grupo de súbditos de esta amada tierra, que ella misma ha hecho llamar en pro de atender los requerimientos y necesidades de nuestro amadísimo suelo valenciano. Para nadie es un secreto que vuestro trabajar, vuestra honesta forma de ser y vuestra eficacia no han quedado desprovistas de la gracia real y por tal se me ha pedido el haceros llegar tales letras que os conminan a congregaros en derredor de la Regente Valenciana; a quiénes nos, súbditos suyos, estamos llamados a rendir vasallaje y respeto.

    La cita sea dada para el día Décimo Sexto del Mes de Julio, en el Salón de Ángeles en Palacio Real.
    Recordad que vuestra puntualidad es bien apreciada, pero aún más vuestra presencia requerida.
    Dispondremos de un exquisito y delicado banquete para degustar en conjunto con nuestra querida y apreciada Regente.

    Sin más que agregar, se despide bendiciéndoos:




    Firmado y Sellado en Palacio Real de Valencia, a Décimo Quinto Día del Mes de Julio de MCDLXII De Nuestro Señor.


Jose14


El DrakoLuky se estaba emborrachando tranquilamente en las tabernas de Dénia, con copa en mano y hablando con sus compañeros de partido sobre cual sería la estrategia a seguir en las próximas elecciones, todo parecía que iba a ser un día cualquiera como otro más, pero no fue así.
Vio entrar a un viejo mensajero con carta en mano, parecía que era una carta de la realeza, entonces este dijo:

- Traigo una carta para el hijo de la Vizcondesa de Guadalest ¿Esta por aquí? - dijo el pobre hombre que parecía faltarle el aire

De inmediato José respondió extrañado:

- Emmm, sí, sí, soy yo, aquí estoy.- dijo mientras extendía la mano y el mensajero se acercaba para entregarme la carta. La abrió sin dudar con un poco de tensión "¿Que habré hecho? Espero que Nicolás no haya estado moviendo hilos para vengarse de quemar su taberna ¿O quizás por estar constantemente acosando a las criadas del servicio de mi madre?" La verdad él no lo sabía, solo se le pasaban cosas malas por la mente...esperaba que la carta dijera algo, el del porque de esa citación pero no fue así y seguía con tensión en el cuerpo y aumento drasticamente cuando vio la fecha de la citación.

-¡Pero si es hoy!¡No puede ser!- dijo sorprendido mientras se levantaba de la mesa en la que me encontraba

-¡Estúpido mensajero! ¡Por tu culpa moriré!¡Jubílate ya!- dijo al mensajero mientras se alejaba corriendo hasta llegar a el Castell de Guadalest, se vistió rápidamente con un elegante traje que su padre aún no se había puesto ya que estaba recién acabado...la verdad le quedaba un poco largo, pero daba igual, en ese momento solo pensaba en llegar a tiempo y le aliviaba que...¡Menos mal que mis padres no se encontraban allí en ese instante! Así no les tendría que contar que posiblemente la Reina le iba a echar una bronca monumental.

El carruaje estaba dispuesta y fue lo más veloz que pudo. Una vez allí el DrakoLuky se bajo y dijo:

- Vale, tranquilo, ahora aparenta normalidad- dijo- ¡Auch!- exclamo, ¡pero no lo digas en alto si quieres sobrevivir! Pensó hasta que entró enseñando la citación a los guardias.

Una vez dentro vio que había más gente, y que había un ambiente festivo, unas preciosas flores y olor a comida, y comida de la buena *-* Sonrió ante todos los presentes en modo de saludo y se quedo observando cada detalle de aquel precioso Salón de los Ángeles.
Aleida


Su excusa fue que había encontrado muchas frutas a las cuales disparar con su arco. No llegaba tarde, llegaba extremadamente tarde a la cita en el Palau. Es que se había entretenido, y eso del reloj y el sol... como que no le sentaba bien y siempre le costaba horrores saber que hora era. Nunca se preocupaba por eso, la Fiscalía la tenía bastante aburrida y quería desligarse de las preocupaciones que tenía. En las próximas elecciones seguramente no participaría, pues estaba harta de la política. Si bien era lo que estudiaría a futuro, pensaba que sería mejor para más adelante.

Tenía que cambiarse. ¿Le daría tiempo? Estaba con su ropa de arquería, y de verdad... no tenía ganas de estar presentable para dicha ocasión. Su mente y su cuerpo siempre habían sido bastantes rebeldes, y el verano se hacía notar. Pues estaba transpirando cuando llegó al Palacio. Tenía allí, dispuesto una habitación y seguramente encontraría algún vestido liviano para la ocasión.

Se lavó un poco la cara, se ató el pelo bien tirante y salió de allí.

El salón de los Ángeles... no recordaba exactamente donde se encontraba. Sintió que todo estaba demasiado movido estos últimos días, en los que ella había estado concentrada en otras cosas.

Llegó al lugar y entró, sin pedir demasiado permiso. Todos se pararon a mirarla, pues claramente la estaban esperando. Se sonrojó un poco, hizo alguna que otra sonrisa y se sentó en uno de los pocos lugares que quedaban vacíos.

Que interesante las caras que se ven por aquí... esto seguramente será grande. - pensó.

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Ederne_bp


Se detuvo a observar uno de los pergaminos que entregaría a cada uno de los citados aquel día. Lo observo con detenimiento, quería que cada letra impresa en ellos se entendiere, aquel seria el trabajo más importante que daría a cada uno. Confiaba en que desempeñarían bien su función, sobre todo porque era consciente que el Reino se dormía en laureles, los nobles se habían vuelto seres ponzoñosos, cansados de trabajar, pues si lo habían hecho en su momento de la historia valenciana, muchos habían defendido la tierra y su independencia, y ella, la regente, sabía bien que volverían a defender Valencia con su vida si hubiese una amenaza real.

Pero no era el caso, por primera vez, Valencia se sentía segura, la paz se había instaurado en varias zonas aledañas y la única preocupación se basaba en dos puntos que a la misma Infanta preocupaban: las arcas reales y las cortes valencianas.

Fue así que, en este pensamiento, el sonido de golpes en la puerta la saco de su ensimismamiento.

Dejo el pergamino sobre su mesita, junto a los otros y hablo - pasad - atavió su vestido y tomo su capa en sus manos. Sabía que el único autorizado a interrumpirla era Enrique y si él estaba ahí, llamando a su presencia, era porque aquellos valencianos que ella misma había decidido llamar a su presencia, ya se encontraban en aquel salón.

Ciertamente, aquellos nombres no habían sido elegidos al azar, eran personas que llevaban tiempo trabajando incansablemente por valencia. Mientras la mitad de valencia dormía en sus camas sin preocuparse por el porvenir, estos valencianos se desvelaban participando, comunicando y dando todo de si para que valencia despertara con nuevas ideas y nuevos sueños de un mejor reino. También sabia que habían muchos mas nombres, pero citarlos a todos a la vez habría terminado siendo una reunión demasiado larga, iría paso a paso, poco a poco. Enrique necesitaba trabajar mas, y para ello debería tener otra reunión como esta y las anteriores, sino, ya no necesitaría un Secretario y no podía darse el lujo de no contar con su presencia en palacio.

Debo suponer que ya están todos – dijo con voz melodiosa. Se sentía contenta aquel día. Pasó la capa de color blanco con ribetes de oro, a Enrique y se giró para que este pusiera sobre sus hombros dicha indumentaria.

Tomad mi espada, Enrique, y llamad un ujier que me ayude con estos pergaminos cargados de trabajo para todos mis invitados. - sonrió y una vez ajustada la capa, salió de su habitación, con Enrique siguiéndole a su lado, sabía que la curiosidad del Secretario no descansaría hasta saber que se traía la Regente entre manos aquel día.

Ciertamente, Ederne había tomado decisiones por si misma esta vez, pues ni su Secretario Real, ni nadie, sabía a ciencia cierta cuál era aquel trabajo que encomendaría la Regente a aquellos invitados. Diversidad de personalidades habría allí, pero nadie podría negar que cada uno de ellos era un ejemplo a seguir, un modelo a imitar, un trabajador insaciable.

Llegaron (Ujier, Secretario y Regenta) hasta las puertas del salón dispuesto y la Infanta dio las ultimas indicaciones a los alabarderos que estaban apostados en las puertas - dejad salir al ujier que me acompaña y cerrad estas puertas, que nadie interrumpa esta reunión hasta que yo misma os pida abrir las puertas - sonrió sin desviar la vista de la espada que Enrique llevaba en su mano y que depositaba sobre una de las mesas laterales cercana a los pergaminos que le ujier depositaba en el mismo lugar. - si alguno de los presentes intenta salir, impedídselo.

Se acercó por el pasillo central del salón, observando a cada uno de los invitados, las mesas, llenas con banquetes sabrosos esperaban a ambos costados del salón, dispuestos para lo que sería la cena.
La Infanta llego hasta el sillón dispuesto para ella en el trono y vio como las puertas se cerraban tras el ujier.

Bien - dijo entonces, sin tomar asiento aun - me alegra veros a todos, mis queridos y respetados amigos - estaba nerviosa, había ensayado aquello durante dos noches, para ella era una reunión importante.
Se que os ha llamado la atención que os cite a vosotros aquí, ninguno de vosotros sabéis bien para que habéis sido llamados y vuestros trabajos son totalmente distintos uno de otro. - los miro y luego se sentó en su silla - os he citado a todos vosotros pues el reino necesita de vosotros y aunque conozco vuestro trabajo, aunque no haya compartido con vosotros y a muchos sea primera vez que os veo aquí, se todo lo que hacéis y habéis hecho por valencia. - suspiro y sonrió. Miro su mano derecha, ida por un momento en el ejercicio de recordar la prestancia y las palabras que su madre, su padre o su abuelo utilizarían en una ocasión similar - no pretendo homenajearos, mucho menos alabaros, pues no necesitáis que sea yo quien lo haga, vosotros por vuestros actos sois reconocidos en todo el reino y muchos de vosotros también lo sois fuera de las fronteras valencianas. Así pues - se puso de pie, se acercó hasta la mesita y tomo su espada en las manos. – comencemos

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Nicolino


-Dejad salir al ujier que me acompaña y cerrad estas puertas, que nadie interrumpa esta reunión hasta que yo misma os pida abrir las puertas. Si alguno de los presentes intenta salir, impedídselo. -dijo la Regente. Y los alabarderos cerraron el paso.

El Borgia frunció el ceño. Oh, no. No, si que no. ¿Hacerle eso a él?¿Su propia trampa, a él?. Interpretó lo que él hubiera hecho. Algunos viejos sabios decían "El ladrón cree a todos de su condición..." . Inmediatamente quedó claro que no bebería ni comería nada de lo que fuera que sirvieran en ese lugar.

Ederne se veía nerviosa, quizás sus manos sudaban, y sus palabras eran pronunciadas en parte con una satisfacción difícil de expresar, pero con la duda de alguien que hace algo por primera vez...y Nicolás pensó en Graciela. Aquel secreto que ella se habría llevado a la tumba....quizás...

Miró a su alrededor: quizás el hecho de que no estuvieran todos los principales nobles del Reino, le tranquilizaba. No, aunque fueran verdaderos sus temores, faltaban algunos nobles para que aquello pudiera dar una estocada mortal al estamento y convertirse Valencia en una monarquía absoluta.

Aún así, lamentaba el no haber traído espada. Se sintió indefenso. Pero vio a sus dos primas, y a aquellos a quienes antes había saludado. Sin más, con una extraño énfasis y una intriga incalculable, el Borja le increpó a la Regente:

-Alteza...¿Para qué nos habéis llamado?¿Y por qué habéis mandado a bloquear las puertas?¿Tan secreto es lo que aquí haya de ocurrir, de espaldas al mundo, acaso?

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Enriique


Tras haber dejado atrás a aquella sala vacía llegaban a sus oídos que algunos citados empezaban a arribar, raudamente una sonrisa cuasi malvada dibujábase en su cara. Indiferentemente sus pasos seguían avanzando en acompañamiento con aquel ujier, ¿el destino? La alcoba Real. Ciertamente el joven clérigo encontrábase absorto de tantas labores que, en el pasar de los días, había tenido a bien ejecutar; pero sabía profundamente que aquella reunión tenía las intenciones de ser prósperas para con Valencia, bueno, al menos eso suponían todos. ¿Quién más que Enrique para tocar y pasar a la alcoba real? Ingresó sumido en un solemnísimo silencio que se acoplaba a una sencilla venia que éste, el vicario, ejecutaba de una manera siempre pulcra.
Ante cada palabra que la Infanta emitía el joven secretario respondía de una manera sencilla y modesta: "si, Su Alteza", típica fórmula aprendida entre las murallas de los seminarios o de la mismísima corte en la cual, por un tiempo, habíale tocado vivir.
Prontamente, como si de una acción maquinal, la Infanta entrególe una espada, muy lustrada, limpia y bien forjada, de buen filo. Por su mente pasaban muchísimas cosas al ver aquella espada: ¿sería, acaso, aquella reunión un holocausto para quienes habían citado? ¿sería una matanza cruel y vil de la que él mismo sería testigo? Y es que antes de tomar la espada se persignó, recordando por un momento que hacía un buen tiempo atrás había jurado no tomar; y por lo visto, hoy, ese juramente rompíase.

Cada paso dado por las galerías de Palacio llevánbale a asumir el más suntuoso de los silencios, como si de una procesión sacra y santa se tratase. Quizás lo único que resonase, en concreto, fueran los pasos de aquellos tres individuos que desplazabánse siendo escoltados por alabarderos vestido de la forma más pulcra, elegante y meritoria para la ocasión.
Y al arribar al Salón de Ángeles las puertas abrieronse de par en par, dejando ver a la Infanta, al ujier (cargando los pergaminos) y al clérigo secretario real en cuyas manos, revestidas en guantes, reposaba una hermosa espada. Todos los allí presente, al momento, se inclinaron en señal de respeto de aquella que encabezaba el cortejo "real"; pero Enrique no podía hacer más que saludar con honestas y crismáticas sonrisas, pues si alzaba las manos para saludar como era debido podría dejar caer aquella espada; ¡y valga Dios que podríanle cortar al clérigo la pensadora!

Tras haber despedido al ujier, y haberse tomado la plena disposición de quedarse al lado de la credencia donde quedaban los pergaminos y ahora la Regente, toda la ceremonia estaba dispuesta para comenzar. Y persignándose de nuevo dijose para sus adentros:


- ¡Que a nadie le corten la cabeza, Amen!

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