Afficher le menu
Information and comments (0)

Info:
Unfortunately no additional information has been added for this RP.

[RP] Invasión.

Galbart


Ni tan siquiera le importaba quién era el hombre que acababa de matar, lo que realmente importaba ahora era sobrevivir y tomar el castillo.

Todo empezó semanas atrás, pero no fue una sola cosa el detonante de tomar aquella decisión, no, fue un cúmulo de muchas de ellas. La expulsión del alto mando, la forma en la que le ningunearon en la reunión, las negativas a escuchar sus propuestas, el derrumbe de su casa… y esas eran por su parte, porque Carrie tenía sus motivos y ahora que estaban unidos, los dos compartían esa carga y era hora de hacer pagar por sus actos. Pero sin duda alguna el motivo principal fue la injusticia cometida entre los nobles y la gente de a pie. Ellos bebiendo vino y comiendo a costa de sus siervos y el resto trabajando para comer un pan cada dos días. Le enfurecía aquella conducta y no sólo porque allí viera aquellas injusticias, llevaba toda la vida viéndolo en su propia casa en Caithness y ahora lo veía en Valencia, era como si una especia de ser malvado controlara a todos los señores del mundo. Pero ellos pretendías hacer justicia. Oh, vaya si lo iban a hacer.

Los Dioses habían querido que dieran con aquel castillo y Carrie, simplemente, había sugerido asaltarlo. Los días pasaron y frecuentaron aquel castillo, los días de mercado paseaban por allí. Desde fuera, el castillo no parecía ser muy grande, las murallas eran bajas, de unos cuatro metros, el portón principal estaba compuesto de dos rejas de hierro forjado que se abrían mediante un sistema de poleas muy ingeniosamente colocadas. Una vez pasado el portón, a su derecha había una gran herrería dominada por una gran fragua, quizá de las más grandes que hubiera visto nunca el escocés. A su izquierda estaba el gran patio y las dos escaleras de piedra que daban acceso a los muros. En el lado opuesto del patio había una puerta, que supuestamente eran los barracones de los soldados. Una vez atravesabas el patio, en dirección a la puerta, un bonito arco de bóveda los conducía por una ligera cuesta en la que se encontraban unas casas, pequeñas, a uno y otro lado y justo al final unas escaleras que daban acceso a la casa del señor. Por otra parte, y siguiendo por el lado contrario al de la puerta y dejando atrás la fragua, había un pozo del que se nutría la gente que habitaba en el castillo. Sin duda alguna era un punto muy importante. Un horno daba olor a aquella calle en la que se apreciaba mucha actividad pues había también una carnicería y dos carpinterías y unas cuantas casas más. En verdad el castillo por dentro tenía bastantes cosas. Quizá el efecto visual de la muralla baja y la gran casa del señor adornada con torres, coronadas por estandartes, grandes ventanales y balcones, engañaban al ojo humano.

Los primeros días habían sido los más aburridos pues había que mirárselo todo muchísimas veces, entradas, salidas, turnos de los guardias de la muralla (que por suerte sólo había un puñado de ellos)… y después había que saber cuándo abrían las puertas y cuando las cerraban, cuando había más gente y cuándo menos. Por suerte, Carrie, ideó un magnífico plan para deshacerse de todo aquel que se pusiera por delante. Ahora debían conseguir un puñado de gente lo suficientemente buena con la espada como para luchar contra soldados. Quizás no sería complicado encontrar gente, pero sí gente de confianza. Entonces el escocés decidió irse al puerto, alguien dispuesto encontraría, la paga habría de ser generosa, las riquezas del castillo seguro que eran suficiente paga, no obstante, el escocés decidió llevar una buena bolsa de monedas consigo. No tardó en conseguir una docena de hombres dispuestos a luchar por “los extranjeros del norte”, como los llamaba la gente en Valencia. Tenía que ir a decírselo a Carrie, había quedado con ellos en una tasca ruinosa del extremo sur del puerto dentro de dos días. Ella debía organizar los grupos y encargarse de movilizar a los once hombres y a una mujer, Romualde, oriunda del sur de Francia y que se dedicaba expresamente a eso, a matar por dinero, como el resto de ellos y como el escocés en sus tiempos. Algunos de aquellos hombres aseguraban haber luchado en el frente sur contra los sarracenos, pero la paga y la comida eran peores que dedicándose a la pesca y al contrabando. No les culpaba, el sistema estaba corrupto y siempre seguiría así.

Una vez estuvo con Carrie y con la bolsa vacía, pues había tenido que adelantar parte de la paga, le comentó todo lo que había averiguado así como el grupo que había conseguido. El plan se empezaba a poner en marcha, no tardarían mucho en ejecutarlo.

_________________
Carrie.


Había llegado el día acordado y ahí estaban todos. Galbart pendiente de todo iba asintiendo a medida que llegaban los mercenarios para indicar a Carrie que eran con los que él había tratado directamente. Creyó haber contado sobre una decena. Ella también había contactado con alguna gente que le era fiel y que la apoyaría en ese proyecto y seguramente en cualquier plan que les propusiera, pero aún no habían llegado, aunque no creía que tardasen mucho.
Miró a Galbart porque puso una expresión extraña. ¿Alguien que no estaba invitado? ¿Problemas?

Vió como hablaba un largo rato con un joven. No parecía muy habituado a las armas, más que nada por su edad, su complexión aparentemente poco fuerte y la ausencia de cicatrices. Carrie se quedó atenta por si aquello representaba un imprevisto indeseado, pero se tranquilizó cuando el escocés le guiñó un ojo y situó al muchacho junto al resto de los llegados.

Y allí estaba, su mano derecha, Lía, junto a su prometido. De la mano llegaron, aunque se separaron rápidamente al entrar en el lugar, no estaba bien visto por ninguno muestras de afecto entre soldados u oficiales y, aunque ya no lo eran, seguían guardando las formas cuando se trataba de asuntos militares. Carrie se acercó y les saludó con un fuerte abrazo.

Galbart echó en falta a un par, pero decidieron empezar ya la reunión. Con Galbart a su derecha desplegó un mapa y empezó a situarles.

- Este es el mapa del castillo que vamos a asaltar. Galbart junto con cuatro hombres más estarán dentro, en la plaza, cerca de los barracones de los soldados, él lleva días yendo y si le ven no despertará sospechas. Si tenéis posibilidad invitad a los soldados a cerveza o vino lo que sea, distraedles y sacadles toda la información que podáis..-iba señalando cada uno de los lugares que iba mencionando- Uno estará en la plaza vendiendo y los demás sin llamar la atención estarán atentos a mi señal, en cuanto entremos deberán bloquear las puertas de los barracones, si hay alguno dentro que no salga. Sabemos que hay un grupo de unas diez personas vigilando la entrada y la parte contigua de la muralla. Sólo hay esa entrada, así que cuando entremos un grupo se quedará conmigo para encargarnos de ellos e inutilizar la puerta de acceso.y el otro grupo con Galbart a la cabeza irá directo hacia aquí- señaló la parte de las casas que daba a la entrada de la casa del señor a través de una escalera- Tenemos que sembrar el terror y el caos para que la gente esté lo suficientement ocupada por salvar sus casas y sus seres queridos como para querer enfrentarse a cualquier atacante. Lía se encargará de dirigir esta parte y en cuanto no haya peligro y esté todo quemándose y bien alborotado, sin resistencia seguirán a Galbart hacia dentro.

Los de mi grupo estaremos en la parte de la entrada y en la medida de que nos sea posible iremos también hacia el interior. Si controlamos al noble y su guardia personal controlaremos el castillo y sus gentes. En total ellos no son más de 30 y la resistencia que puedan presentar las gentes del lugar, pero tenemos el factor sorpresa de nuestro lado y eso nos dará ventaja.

Miró a todos y cada uno de los asistentes detenidamente, buscando el contacto y la complicidad en el proyecto- En cuanto consigamos el castillo nuestra bandera ondeará en lo alto del mástil. Galbart la llevará consigo. Y todos recibireis lo que queda pendiente de vuestra parte de la paga, será dinero fácil y rápido como nunca hayáis ganado

Recordó fugazmente como Galbart se había encargado de diseñar la bandera. Ella no sabía mucho de costura pero pidió ayuda a la tejedora que le había hecho el vestido de su boda y pensando que se trataba de una labor cualquiera ella le dió las directrices. Más o menos el resultado era suficientemente decente y además en lo alto no se verían las imperfecciones.

Dejaron al grupo bebiendo unos instantes para que pensasen y dijesen si veían algún problema en la ejecución y entre Galbart y ella adjudicaron los hombres a cada grupo según sus características. El grupo de Galbart era menor en número pero el más experimentado, dominaban sobre todo la espada. Lía dirigiría un pequeño grupo que llevarían antorchas y que manejaban bien el cuchillo. Carrie se quedaba con el grupo más grande, con los arqueros y la mujer. Quedaba el muchacho. Galbart dijo que se hacía responsable de él y que aunque no era experto estaría más seguro a su lado. Carrie puso los ojos en blanco, sólo les faltaba hacer de niñera...

Pasaron tres días en los que los primeros hombres se dejaron ver por la ciudad y el mercado, uno de ellos vendía en la plaza. Todo iba según lo planeado. Pasados esos días allí estaba ella, con el resto de la gente. Cada uno sabía hacia donde debía dirigirse y cual era su cometido, ahora ya todo dependía de los dioses. ¡¡Vamos a por ellos!!! Gritó con todas sus fuerzas mientras espoleaba el caballo para ponerlo al galope. Los demás también hicieron lo mismo entrando como una exhalación levantando una gran nuve de polvo. Ya antes de entrar empezaron a disparar flechas y al cruzar la puerta vió como Galbart aparecía dirigiendo a los hombres de dentro, cerraron los barracones de los soldados y rápidamente desapareció seguido de su grupo. Cortaron las poleas y la puerta se cerró en seco. A un hombre que intentó escapar al ver que se avecinaba pelea, le pilló la puerta por la mitad y le aplastó partiéndolo en dos. La gente empezó a gritar, los soldados corrían hacia ellos pero algunos cayeron des de arriba de la muralla con flechas por el cuerpo. Espada en mano empezaron la lucha mientras el olor a quemado y ell humo empezaba a inundar todo el espacio.
Galbart


Había asistido una gran parte de la gente con la que había hablado, un par de ellos no asistieron. El escocés se sentía estafado y les haría pagar por ello. Sin embargo se había curado en salud y había querido avisar a un hombre que le ayudó semanas atrás: Olegario, más conocido para Galbart como Oleg. No le había prestado una simple ayuda, sino que le había salvado la vida al atacar a uno de sus agresores con el asunto de los crímenes de Valencia. Esperaba que llegara al sitio puntual y así lo hizo. También vio a algún allegado de Carrie, toda ayuda sería bienvenida. El plan de Carrie era brillante, un ataque por sorpresa sobre aquel engañoso castillo y además era muy sencillo de realizar porque era bloquear las puertas de los barracones, sembrar el caos y ascender hasta la casa señorial. Pan comido.

-Estoy listo, señor.- Le dijo Olegario después de que Carrie terminara de hablar. Galbart le sonrió y asintió con la cabeza. Debía prepararse para la batalla.

En primer lugar le dio instrucciones al hombre que estaría dentro vendiendo su mercancía. Su gama de artículos se basaría en la leña y alguna caja que pudieran conseguir rápido. Además, se encargaría de guardar las armas largas de los hombres que estarían allí dentro. Atrancar la puerta sería fácil porque simplemente debían simular una compra de uno de los troncos de madera y llevarlo a las puertas. Todo lo demás era cuestión de manejarse con las armas.

Sus ritos antes de una batalla era siempre iguales. Aquella vez fue con Carrie. Se adentraron en el bosque. Galbart iba por libre, quería buscar el sitio perfecto y así lo hizo. Desenvainó la espada y se echó al suelo clavando la rodilla izquierda en el suelo y apoyando su frente con la espada que estaba en posición vertical con la punta apoyada en el suelo. Pidió ayuda a su Diosa, a la que consideraba su madre, a Morrigan. Se había consagrado a ella desde el día que murió Maël y hasta los restos seguiría sirviendo a aquella Diosa. Rogaba lo mismo de siempre, protección y ayuda en el combate así como para Carrie, mujer que había entrado en sus plegarias. Finalmente clavó su puñal en la tierra con la promesa de volver a por él. Y no fallaría a Morrigan, no le fallaría a su madre.

Entró en el castillo y se dedicó a pasear por los puestos y mientras tanto a observar los muros. El momento estaba cada vez más cerca y él sería el encargado de dar la señal. Miró a dos de los hombres y les hizo un gesto con la cabeza, inmediatamente se pusieron en marcha, cogieron dos de las armas guardadas y se fueron directamente hacia la puerta, entonces, el de Caithness, dio la señal al resto de hombres con un ruidoso "Krak", un graznido salido de lo más profundo de su alma. Todos corrieron al puesto y cogieron las armas que se ocultaban en la parte de abajo del carro. El escocés cogió su espada y un hacha de una mano, debía ser lo más contundente posible y neutralizar a sus adversarios. La gente se quedó, en primer lugar paralizada, pero luego el olor a quemado y el fuego los sacó de su quietud y se pusieron a carretar agua para apagar los incendios de sus viviendas, tanto dentro como fuera del muro. El primer combate llegó a oídos del escocés gracias al sonido del choque de los aceros al otro lado del patio, se apresuró a lanzarse hacia aquella parte pero decidió subir a la muralla a derribar a los arqueros, que no sabían hacia dónde apuntar y sobre quién disparar. La situación de desconcierto la aprovechó el escocés para subir por la escaleras y atravesar al primer arquero con la espada. Por su parte, el grupo que aguardaba en el exterior acababa de entrar y habían cerrado las puertas dirigiéndose hacia un reducto de la guardia que se había hecho fuerte en un sector del patio. La segunda presa de Galbart cayó al patio como consecuencia de un forcejeo que sólo le valió romperse el cuello. El de Caithness alzó la cabeza y vio a Carrie en el patio, Oleg, no sabía cómo, había llegado a la espalda del escocés, fue entonces cuando quedaron rodeados por dos guardias.

-Tú tranquilo, espera que se acerquen y cuando sientas que me separo de ti carga con todas tus fuerzas, ¿de acuerdo?- le dijo en un tono más o menos bajo. Dio un paso al frente haciendo que Oleg saliera disparado, esto hizo que el que estaba de frente a Galbart le atacara, poniéndole las cosas muy fáciles pues le esquivó con la espada y le clavó el hacha en el cuello. una vez acabó, vio como Oleg seguía luchando y decidió ofrecerle ayuda.

-AAAAA- gritó el escocés amedrentando al adversario de Oleg, la pena fue que Oleg se asustó y retrocedió. Se lamentó y se abalanzó sobre el hombre con la espada por delante. No tardó en enviarlo al más allá. Miró al grupo de Carrie que se las veía con el reducto de guardias, apostados cerca del giro en dónde se encontraba el arco que daba acceso a la construcción principal.

-Dita sea, Oleg... mira, coge ese arco y el carcaj este de aqui. Acércate a aquella parte y dispara contra esos bastardos, ¿sabes disparar? ¿¡No!? Bien, cógelo... ahora tensa, tensa... más fuerte, ¡suelta!- miró a la puerta del barracón.- Bien muchacho, ahora vete allí y coge una flecha, lo has tenido que ver alguna vez, indice y anular, tensas igual que ahora y sueltas, ¿vale? Intenta no dar a los nuestros.- Fue hacia las escaleras de bajada.- Si ves algo raro pega un grito.- Fue corriendo escaleras abajo y vio como se estaba empezando a romper la puerta del barracón. Corrió hacia el grupo de Carrie y vio como una flecha le pasaba a escasos centímetros de la cara. Pero no podía parar a echarle la bronca a Oleg. El muro de escudos parecía infranqueable, sólo las flechas de Oleg parecían hacer algo de mella en sus filas. El escocés lanzaba el brazo por encima de todos ellos, pero siempre sonaba el acero de los cascos de aquellos guardias reticentes a morir. Se le ocurrió una idea.

-¡Atrás! Atrás, vamos.- Miró la puerta del barracón, dos de los hombres de su grupo habían tapiado la entrada con cajas y más madera, eso les entretendría. Se sorprendió al ver que aquellos hombres habían pensado algo tan ingenioso como aquello. El grupo estaba desconcertado, pero si su plan funcionaba, sacar a la guardia de allí, tendrían el patio ganado, si no, cargarían con todo y a ver qué pasaba. Le cambió a uno un escudo por el hacha. Los guardias no salieron. - Bien. Escudos al frente.- Esperó a que Olegario disparara otra vez, pero los que disparaban ahora eran ellos. La oportunidad era perfecta.

-¡Adelante!- Cargaron contra ellos, que por suerte, los hombres de atrás habían dejado las lanzas por los arcos. La embestida fue brutal y consiguieron abrir una brecha entre la guardia. Fue una lucha muy intensa pues casi no había espacio y patadas, empujones, gritos, sangre y muerte rodeaba a cada uno de ellos. Una flecha de Oleg impactó en el ojo del que tenía el escocés delante. Pensó que el muchacho se la estaba jugando al disparar tan cerca de él. Entonces el escocés llegó al otro lado y visualizó la subida. No había nadie. Aprovechó entonces para guerrear desde detrás. Todo iba siendo mucho más fácil pues sus adversarios se habían centrado en el grueso del grupo en vez de en él. Una vez que el numero de guardia se redujo un gritos de ayuda resonaron y tras ellos un puñado de seis guardias. Una flecha atravesó la pierna de un guardia. El escocés cambió su mirada hacia sus presas más próximas. La sangre salpicaba hacia todas partes y su ansia por matar crecía en cada una de las estocadas que daba. Pero entonces sintió que su pierna se calentaba demasiado. Miró y había sangre. Parecía algo muy feo, aun así lo ignoró y aniquiló a dos guardias más antes de que le doliera de verdad y sus compañeros acabaran con la guarnición que quedaba en el patio. Cuando cayó el último de los suyos, dio un par de renqueantes pasos hacia el centro del patio y alzó la espada y gritó de alegría, aunque conteniéndose. Algunos de los que allí había le acompañaron en el grito. Miró a Carrie que estaba empapada en sangre así como Romualde y Lia y sus compañeros que aun seguían con vida. Oleg bajó con el arco pero sin flechas, él estaba limpio, desentonaba entre ellos, aun así había hecho un par de disparos certeros y que más tarde, si no morían, se lo recordaría.

-El patio es nuestro y aunque hayamos sufrido muchas bajas, el resto será fácil. Somos ocho contra un puñado de guardias, no serán más de seis, porque hemos arrasado al resto aquí.- Dijo Carrie mientras miraba a Galbart rasgar parte de las perneras de uno de los guardias.

-Yo contaba con más resistencia local. Intimidamos bien, ¿verdad? Eh, toma.- Dijo mientras le tendía otra tira del pantalón a otro de los hombres que también estaba herido, pero este de un brazo.

Repusieron fuerzas y se lamieron las heridas. Los fuegos de dentro de la ciudad habían sido controlados y menos mal, porque no quería vivir en una ciudad en ruinas.

_________________
Olegar


No le costó seguir las órdenes al pie de la letra pues llevaba todo el viaje repitiendoselas para interiorizarlas, no quería fastidiarla en aquel asalto. Los motivos que habían llevado al joven Olegario a ayudar al escocés fueron la fascinación y el deseo de imitarle. Desde muy pequeño Olegario soñaba con llegar a ser caballero, sus padres siempre le frenaban y le decían que no aspirara a tocar el cielo cuando ni tan siquiera podían permitirse comer. Fue en aquellos momento en los que la personalidad del actual Olegario se estaba construyendo y pudo pasar a formar parte de la gente que se queda estancada en lugar del selecto grupo de soñadores que conseguían gran parte de sus objetivos, eso era lo que le gustaba pensar. Él estaba cumpliendo su sueño y por fin empuñaría un arma, por segunda vez.

Al principio se quedó bloqueado, no podía mover las piernas debido al espectáculo al que estaba asistiendo y no era un mero espectador sino un actor. Gritos, llamas, dolor y muerte. No se esperaba para nada aquella visión. Él se lo imaginaba como en las historias de los antiguos caballeros en donde todo era sencillo y el caballero se acababa casando con la princesa que vivía en un castillo. Todo era distinto. El grito de un hombre quemándose vivo le devolvió al mundo de los vivos y se puso en marcha, titubeante al principio y decidido después. Empuñaba una espada, o eso creía, pues le faltaban algunas partes a la hoja. Buscó a Galbart para buscar su protección y cuando lo hizo, quedaron atrapados entre dos guardias que tras unas indicaciones del escocés atacaron. Olegario atacó, pero fue un ataque penosísimo, aún no sabía como se las había apañado para aguantar con vida hasta que Galbart le quitó a aquel hombre de encima. Fue entonces cuando Galbart le ordenó coger el arco. Le enseñó a tensarlo en menos de treinta segundos y al rato desapareció escaleras abajo. Era un arco corto, pesaba poco aunque había que hacer mucha fuerza para tensarlo y disparar. Ahora se vería el resultado. Se colocó en el lugar que le había indicado el escocés y pudo ver desde una posición claramente ventajosa como el grueso de la guarnición, unos veinticinco hombres, se había hecho fuerte en el giro hacia el castillo. Cogió una flecha y tensó el arco tal y como le había enseñado Galbart instantes atrás.

- ¡Flecha!- Y esta impactó en el pecho de un piquero que cayó al instante. No se sintió tan mal como cuando apuñaló a Laureano hacía un par de semanas. No supo qué sentir y siguió cargando y disparando, unas fallaban, otras rebotaban en los escudos y otras mataban. Pero lo que si supo y además lo notó era como una fuerza interna se apoderaba de él y hacía que estuviera atento a cualquier cosa, también gritaba e insultaba a sus adversarios, era una fuerza que manaba de él y que no era capaz de controlar, aunque de muy buena gana la aceptó pues se sentía muy agusto. No iba muy deprisa pues era la primera vez que disparaba con arco y además, le empezaban a doler las manos y los brazos. Justo cuando sus compañeros se echaron hacia atrás, Olegario fue el blanco de sus adversarios y lo primero que hizo fue echarse al suelo y rodar hasta quedar seguro. Se quedó un rato así hasta que escuchó como cargaban sus compañero y diligentemente cogía el arco y cargaba las ultimas flechas que tenía. No estaba seguro pero creía haber derribado a seis hombres. Se fijó en que los guardias del frente ya no tenían picas y fue cuando sus compañeros pudieron hacer mella en la muralla de hombres. Para cuando la situación parecía ganada, dos de los mercenarios que iban con ellos huían de la puerta del barracón hacia sus compañeros porque detrás de ellos salían unos guardias, sin armaduras y muy vulnerables. Oleg, entonces, disparó contra aquellos hombres y alcanzó uno en un muslo, haciéndole caer y a dos de sus compañeros, facilitando así la aniquilación del resto. Quedaban ocho y habían derrotado como a tres docenas de soldados experimentados, sin duda alguna el plan de Carrie había funcionado, Galbart no mentía cuando dijo que era experta en estrategia militar. Bajó con sus compañeros a reagruparse y a organizar la última carga. Según Galbart no quedaba nadie más que el señor, su familia y su servicio y si acaso un par de guardias. Oleg se dedicó a recuperar flechas de entre los cuerpos y por dentro de los barracones, donde hizo un par de descubrimientos. Se trataba de un acceso a un subterráneo y un barril lleno de vino. Sus años como aprendiz de tabernero habían servido de algo, se dijo.

Salió de allí y fue a recibir instrucciones.
Romualde


El desconocido le causó buena impresión y pensó que quizá era porque empatizaba con él debido a su procedencia. Lo que les pedía parecía muy interesante y por fin podría sacar un botín algo más decente por primera vez desde que estaba allí en Valencia. La guerrera francesa había aceptado de buena gana la suculenta paga que les había dado el norteño sólo como anticipo, supuso entonces que la paga final sería mucho mayor. N0 dudó en asistir a la reunión que celebraría por la tarde en una de las tascas del puerto. No le gustaba llamar mucho la atención, porque no quería aparentar que sabía luchar, no como el escocés, que por sus pintas que supuso que era un soldado curtido en batalla. Pero lo que le llamó la atención, ya en la tasca, fue que quien daba las órdenes no era él sino una mujer, Carrie se hacía llamar. Se notaba que tenía una preparación táctica y estrátegica sensacional pues había previsto cualquier posible problema, Romualde se quedó maravillada y trataría de no fallar a aquellos dos extranjeros que, al igual que ella, buscaban su sitio en un lugar desconocido.

Llegado el día, se preparó como siempre había hecho. Se recogía el pelo con dos trenzas y se ponía la ropa de batalla, que junto con otro conjunto era lo único que tenía. Con el dinero que obtendría podría comprarse algo más, o saquear algo... La ropa consistía en unas botas altas que se ataba con un doble nudo para que no se le movieran, unos calzones marrones y una camisa verde oscura con un chaleco de cuero que seguramente podría parar algún corte y por último un yelmo que había robado en los Pirineos en la ciudad de Lourdes, alguna vez la había salvado y desde entonces no se lo dejaba para ningún combate. Pero lo importante, como le habían enseñado era que se pudiera mover rápido.

Cuando quitó los anclajes de las puertas, el caos se había desatado en el patio y el sonido de batalla resonaba por todo el castillo. El fuego se apoderó de una parte del interior de la villa y los que quedaron encerrados dentro de los muros intentaban apagar el fuego, cogiendo el agua del pozo que era uno de los puntos importantes pues no debían de envenenarlo, pero de eso se encargaba otra persona. Empuñando su escudo y un hacha avanzó hacia su primer enemigo pero un cuerpo cayó gritando desde la muralla. Pudo oir como sus huesos se partían y como su voz se quebaraba con ellos. Miró hacia arriba y vio al joven con el extranjero y pasó de ellos para ir a por su siguiente presa, que no reparó en ella hasta que se fijó en sus manos, pero fue tarde para él. Romualde se dedicó a atosigar a los guardia y darles caza hasta que se reagruparon todos detrás de un muro de escudos en los que tuvieron que hacer frente a largas picas y fuertes hombres. Pero entonces una pica le atravesó el chaleco y quedó atascada sin poder salir, la disputa que tuvo entonces fue la de tratar de desabrocharse el chaleco, justo cuando lo tenía la fuerza que tiraba de ella cesó y vió como el hombre de la pica tenía un felcha clavada en el pecho ¿desde cuándo tenían arqueros en el grupo? La mujer pelirroja que tenía al lado, la jefa, soltaba unos mamporrazos impresionantes al igual que el resto de sus compañeros, pero el muro no cedía.

¡Atrás! Atrás, vamos. Todos como si les fuera la vida en ello se echaron hacia atrás y en menos de diez segundos estaban corriendo hacia el muro de hombres que habían soltado las picas en un intento de... no lo entendía muy bien, pero aquello podría con ellos.

Los cadáveres se amontonaban en el suelo y sus compañeros estaban empapados en sangre. Vio como los dos hombres que se habían encargado de frenar a los hombres del edificio, cambiaban sus armas por las de los caídos, que segurmante, estarían en mejores condiciones. Se quedó escuhando las conversaciones. Ahora quedaba la mejor parte que era tomar el castillo, lo que le hizo sonreir.
Ishak_pasha


Contemplando la batalla desde lo lejos sonrío

- Mira que nunca me invita esta chica a las fiestas, se quieren divertir ellos solos

Espoleó a mi caballo y cabalgando velóz me acerco lo bastante al castillo donde su atención estaba en otros menesteres... Desmonto de mi caballo y me deslizo entre los árboles hasta el muro, hecho un vistazo y veo muchos recovecos y salientes por donde trepar rápidamente...

Aseguro mis armas y empiezo a escalar sintiendo el frio de las viejas rocas del castillo, sigo escalando y llego a una ventana y sin mas dilación entro por ella...

Dentro un par de centinelas estaban pendientes de la puertas y no se percataron de mi presencia, saco dos cuchillos y los lanzo clavandoselos en la nuca a cada uno, cojo sus cuerpos y los tiro por la ventana mientras me siento a esperar a mi vieja amiga para agradecer su invitación a la fiesta

- Espero que no tarde...
Espinosa


Sus peores temores se habían cumplido: los asaltantes se habían hecho con la villa y para más inri habían aniquilado al resto de su guardia. Su capitán de guardia le advertía constantemente de que hacían falta más hombres aunque eso supusiera que tuviera que renunciar a un par de fiestas, pero no le hizo caso y en aquel momento se arrepentía. Desde que supo lo del asalto, mandó a su familia y a sus consejeros al sótano, prometiéndoles que les volvería a ver en cuanto se encargara del problema que tenía entre manos. Lo que no esperaba parra nada, era que derrotaran a una treintena de hombres en su propia casa.

Ponme la armadura, vamos a darles una lección a esa pandilla de vándalos. -Dos de los guardia empezaron a colocarle una armadura que parecía quedarle pequeña puesto que tardaron más de un minuto en colocarle la coraza. Espinosa se dio cuenta de que sus hombres se echaban miradas y él sabía por qué. - He engordado y qué más dará, atadme bien esta basura y vayamos allá, reunid al resto de hombres y vayámonos.- Le ataron la pechera como pudieron y le dieron su espada, con las que dio un par de estocadas al aire. Entonces, uno de los guardias le comunicó que dos de sus compañeros habían desaparecido.

¡¡Buscadlos!! ¡¡ENCONTRADLOS Y TRAEDLOS!!- Bramó. Estaba furioso, por sus cabeza pasaron mil y una cosas y decidió ayudar en la búsqueda. Miró en un lado y en otro y lo único que le sacó de sus casillas fue... Dio unos pasos hacia atrás y miró que en una silla había un hombre sentado. EL hombre jugaba con un cuchillo y le sonreía. El rostro de Espinosa ensombreció y se alejó de allí tan rápido como pudo para reunirse con sus hombres. Estaba destrozado y no había nada que hacer, él lo sabía. Pero en vez de rendir el castillo, siguió adelante con su plan. Pegó una voz y se reunieron los cinco que quedaban con él.

-Han desertado. Recemos.- Se unieron todos bajo una oración, la última plegaria antes de ser juzgado. Echó en falta al cura en aquellos momentos. - Vamos hermanos, eliminemos a los invasores.

Bajaban por la cuesta que daba al giro con el patio cuando un cuerpo de uno de sus guardias salio despedido hacia el camino. Espinosa se fijó en que tenía un corte muy feo en la cara. -Coraje mis valientes hermanos.- Formaban con tres al frente, él mismo en el medio y otros dos por detrás de él. Observó que en el muro había un arquero pero que no había disparado, pero que seguro no tardaría en hacerlo.
Carrie.


Estaba en el centro de la acción. Atrás estaba Galbart con el muchacho, de reojo miró y no podía creerlo. ¿Le estaba dando indicaciones de como disparar una flecha? Lo que me temía, ahora somos niñeras- dijo en tono de disgusto. Casi la pilló desprevenida una espada que esquivó girando rápidamente sobre sí misma a la vez que con un golpe ràpido le asestó un espadazo a su atacante, le dejó el brazo casi colgando y la sangre salió disparada salpicándola por completo. El hombre chillaba como un cerdo cogiéndose el brazo totalmente histérico. Cuando cayó de rodillas le dió en el cuello cortándole la yugular. Dejó de chillar y cayó redondo.
Levantó la cabeza y observó los barracones totalmente bloqueados, habían hecho un bien trabajo. Vió como un par de flechas daban con algunos enemigos, al final el chaval había sido de alguna ayuda, menos mal-pensó. Al final hacer de niñeras tendría su recompensa. Lía comandaba con eficacia su grupo y corría entre la gente dando órdenes y provocando más y más fuegos, se notaba su veteranía y sus dotes de mando. Le hizo una seña para que quemasen también los barracones. No sabía cuanta gente había dentro pero luchaban con fiereza por salir, deshacerse de ellos sin esfuerzo sería una buena ayuda. Lía le hizo una seña afirmativa y se encargó ella misma.

Sintió un empujón y oyó un fuerte choque de espadas, se giró en seco y se dió cuenta de que era Romualde, seguramente se había interpuesto entre ella y un atacante. La vió luchar y pensó que esa mujer valía un imperio, estaba claro que había nacido para guerrear, aunque no pudo prestar mucha atención ya se venían encima más soldados. Romualde le hizo una seña y fueron a prestar ayuda a un par de compañeros, cogiendo desprevenidos a un par de enemigos les clavaron la espada por la espalda casi a la vez. Otros se encargaron de rematarlos y ella hizo una señal para que se replegasen los que quedaban ahí.

Olegario corrió yse reunió con ellos en el patio, Romualde no se separaba de su lado y Galb se acercó a ella, también Lia con los que quedaban de su grupo.

-El patio es nuestro y aunque hayamos sufrido muchas bajas- miró el estado de los presentes y echó un rápido vistazo alrededor- el resto será fácil. Somos ocho contra un puñado de guardias, no serán más de seis, porque hemos arrasado al resto aquí-hablaba resoplando, el esfuerzo había sido grande y sentía el cansancio y los golpes en su cuerpo.

Galbart hacía jirones de tela con los que los heridos protegían sus heridas como mejor podían. Observó que Galbart también tenía una herida pero no dijo nada, parecía estar bien, físicamente era una roca el escocés. -Yo contaba con más resistencia local. Intimidamos bien ¿verdad? Eh toma.

Carrie le sonrió- Sí, por ahora todo ha ido bastante bien, aunque hemos perdido alguno de los nuestros. Ahora tenemos que ir a por el señor, si se esconde como una rata le encontraremos y le daremos caza en su ratonera, y si se atreve a darnos batalla se arrepentirá de su decisión. ¡¡No podrán con nosotros!! ¡¡¡El castillo va a ser nuestro!!!- dijo empuñando la espada y levantándola en alto.

Todos levantaron sus armas a la voz de un ¡¡¡A por ellos!! general.

Todos ahora vais a ir con Galbart, menos Olegario y Lía, que se quedaran conmigo, daremos una vuelta rápida para confirmar que la zona está realmente asegurada. Os seguiremos pero a distancia por si hay algún imprevisto en la retaguardia y para ser un elemento sorpresa de refuerzo en caso de que se tuerzan las cosas. De todas maneras nos reuniremos con vosotros en nada. En un rato el castillo será nuestro

Todos se prepararon para seguir las órdenes y ella se acercó más a Galbart- Ahora hago yo un rato de niñera, ve con cuidado amor, nos vemos en nada- le susurró tras lo cual le dió un fugaz beso- cúidate cariño- le guiñó un ojo. Acto seguido fue hacia donde estaba Romualde y también en un susurro le dijo: sobretodo no te separes del escocés y se quedó junto a Olegarío y Lía viendo como el resto de grupo avanzaba.
Chicos vamos rápido que tenemos que reunirnos con ellos en el mínimo tiempo posible Y se echó a correr
Galbart


¡Vienen! - Gritó Olegar mientras bajaba a reunirse con ellos. El escocés se rearmó, el dolor de la herida parecía remitir gracias al arreglo que había hecho con una tela procedente del pantalón de uno de aquellos desgraciados.

Vamos a intimidarles, ¿eh?- Sonrió a sus compañeros mientras se acercaba a uno de los cuerpos y lo cogía del cuello; lo alzó y lo tiró más allá del arco. Entonces volvió atrás y desenvainó la espada y cogió un escudo. El resto de ellos también se prepararon para enfrentarse al contingente que quedaba.

Son seis, y uno de ellos parece ser el gran señor de este lugar. - Dijo Olegar, que se preparaba para disparar en cualquier momento. Ellos los esperaban formando un semicírculo y ellos aparecieron. Llevaban las espadas en la mano, y se veía que estaban mejor preparados que sus compañeros caídos. Sin embargo, el señor dejaba mucho que desear: gordo, y con media armadura sin poner. Ellos se quedaron parados sin romper su formación. El silencio reinaba y la tensión se podía cortar con un cuchillo, el de Caithness era consciente de que cualquier movimiento desencadenaría la última batalla.

Eres ese puto pagano del que hablan. Maldito seas, así ardas en el infierno, así como el resto de vosotros. - Galbart sonrió y justo cuando iba a hablar notó como Olegar levantaba el arco y entonces... la flecha salió disparada hacia ellos e impactó en uno de los guardias que soltó la espada para llevarse la mano a la garganta, justo donde había impactado la flecha. Los otros dos que estaba al frente se abalanzaron contra sus enemigos en sentidos opuestos mientras que su señor y los otros dos guardias volvían por dónde habían venido. Los guardias estuvieron en clara desventaja. El primero de ellos fue directo hacia Galbart que con el escudo al frente le esperó a que le embistiera, escucó a Carrie dar unas instrucciones y vio como unos cuantos la seguían en dirección al castillo, él no tardaría en acabar con él. La espada impactó con muchísima fuerza en el escudo, Galbart retrocedió un par de pasos y lanzó una estocada a su adversario que saltó justó a tiempo para esquivarla, sin embargo la marabunta de cuerpos hizo que tropezara y cayera al suelo quedando indefenso. Trató de levantarse pero la espada del escocés le acababa de atravesar el estómago. Observó como su rostro iba perdiendo la vida y no la apartó hasta que se desvaneció. Ni tan siquiera le importaba quién era el hombre que acababa de matar, lo que realmente importaba ahora era tomar el castillo, y eso hizo, correr hacia sus compañeros que luchaban en la subida al castillo. Pero cuando llegó ya no había lucha, sus compañeros habían derrotado a la guardia y tenían cautivo al señor del castillo. Miró a los presentes y se fijó en Ishak, compañero en el ejército, no comprendió muy bien cómo entró en el castillo. Le miró sonriente después se acercó al señor, que estaba de rodillas custodiado por su querida Carrie.

¿Cuántos más quedan? - Le gritó Carrie.

Ninguno... no queda ninguno. - Sollozó el gordo señor.

Galbart les dijo al resto que entraran y cogieran lo que quisieran como parte del pago. Entre gritos de júbilo y alegría se marcharon y el escocés, la escocesa, Ishak y Lia, se quedaron con Espinosa.

Las cosas han cambiado mi buen amigo, tu vida de excesos ha llegado a su fin y por lo que veo tus súbditos no te tienen mucho respeto porque no ha venido ninguno a repelernos.- Galbart quería jugar con él, pero también quería sacarle un tipo de información que había averiguado en sus tiempos cuando trabajaba para el Inquisidor. - Hmm, déjame adivinarlo... tu esposa y el resto de trabajadores se esconden en las cocinas. ¿Me equivoco? - La reacción del señor fue de querer golpear a Galbart pero Ishak lo contuvo dándole un golpe en el estómago. - ¡Bien! Ahora, sé lo que guardas, de hecho, sé lo que guardan muchos de los señores de estas tierras... asi que, dima, ¿dónde lo guardas?

Carrie frunció el ceño mirando a Galbart, no entendía lo que pasaba. Así como el resto de presentes.

¿Dónde lo guardas? ¿Lo sabe tu mujer? - No respondió. - Lia, tráeme una antorcha, ¡ya!- Lia obedeció diligentemente. El escocés se estaba empezando a alterar. El fuego lo purifica todo, incluso a tu familia. - Lia apareció con una antorcha que rápidamente cogió Galbart y este empezó a caminar hacia el castillo.

¡Las vendí! ¡Tuve que hacerlo! Las vendí... - Galbart soltó la antorcha y fue hacia él y le pegó un puñetazo en la cara dejándole casi inconsciente. Todos estaban extrañados y no entendían muy bien lo que pasaba.

Cuando trabajaba para Nicolás, me contó que algunos señores tenían guardadas una figuritas antiguas de motivos aristotélicos y por lo que tengo entendido, tienen mucho valor, podíamos haber sacado mucho dinero... Hubiera estado bien.

Pasaron un par de horas y los mercenarios que había contratado ya habían saqueado el castillo. Carrie le estaba cambiando el vendaje al escocés cuando ella le dijo que deberían reunir a los habitantes de la villa y comentarles que era lo que pasaba. Era una idea muy buena, y aunque seguramente fuera difícil, el escocés se había imaginado en aquella misma situación muchas veces, no en Valencia sino en Caithness. Galbart le dijo que era buena idea y que aquella misma tarde lo harían. Mientras tanto, Carrie y Galbart habían tomado algunas decisiones, como dejar libres a los empleados del castillo para que fueran a informar a las familias de los caídos, también decidieron dejar que la familias diesen sepultura a los mismos. Organizaron a un grupo de ellos para que les quitaran las armaduras y las armas y las llevaran al castillo, operación que fue supervisada por Romualde. Empezaban a actuar como si se fueran a quedar allí a gobernar. Y así sería, pensó el escocés.

La gente se congregó en el patio, los cuerpos habían sido retirados aunque la sangre seguía en muchas zonas y también en su ropa y en la de Carrie y el resto de compañeros. Antes de salir y ver a toda la gente, Galbart le ordenó a Oleg que izara la bandera que habían bordado para ellos.

Hemos tomado este castillo, lo que nos convierte en los nuevos señores del lugar. Yo soy Galbart Donan y ella es Carrie Munro.- Los murmullos ganaron la partida al silencio. Hemos venido para quedarnos, para gobernar y para hacer las cosas como hay que hacerlas, la vida excesos del señor Espinosa ha llegado a su fin. Muchos de vosotros recordareis haberme visto por aquí, sobre todo en las últimas semanas y es que nuestro plan era llegar hasta el castillo con el menor derramamiento de sangre posible. Los caídos tendrán su sepultura como ya se ha ordenado. - Vio como la gente giraba sus cabezas hacia el castillo, en donde ondeaba la nueva bandera. - Además, las compras y las ventas no estarán sujetas a impuestos territoriales durante esta semana, además, nosotros mismos correremos con los gastos de reparación de las infraestructuras dañadas. Y por supuesto, si hay algún problema podéis entrar y contárnoslo. - Se retiró hacia el castillo a esperar alguna reacción de algún noble enfurecido, bueno, en realidad no quería ninguna reacción, pero de haberla...

Que Morrigan nos guíe, Carrie.- Le dijo mientras subían hacia el castillo.



Si alguien no está de acuerdo en lo que acaba de suceder que lo diga. Si alguien quiere hacer RP mostrando su disconformidad, tiene una semana para hacerlo, si no, todo queda como está

_________________
Galbart


¡¡Salid de ahí!!- le gritó uno de los mercenarios al señor Espinosa, que dormía en uno de los calabozos junto con su familia. Salieron diligentemente a la luz del sol que bañaba el patio. Algunas de los que eran sus súbditos hasta hacia algo más de una semana, se congregaron allí fuera. La pareja de escoceses miraban atentamente como salían de allí. Les habían dado un buen trato, le cambiaban la ropa cada dos días y les daban dos comidas calientes al día, demasiado lujo para unos prisioneros, pero demasiado poco para aquellos niños que tenían que sufrir la mala gestión política de su padre. Cuando entraron en las cocinas, Galbart pudo ver como se hacinaban los cocineros, los mozos de cuadras, los limpiadores y las familias más ricas de aquel señorío. Vio en sus caras el miedo y el terror y aunque había jugado con ellos al principio, la presencia de unos niños ablandó rápidamente al de Caithness. Pensó algo para ellos una vez lo que estaba por acontecer sucediera y así se lo había hecho saber a Espinosa.

Gentes de Castellfosc, he aquí el hombre que priorizó su bienestar y su propia barriga antes que ayudaros. He aquí al hombre, que muchos de vosotros habéis servido para recibir nada a cambio. He aquí a un hombre cobarde que abandonó a sus propios hombres en el fragor de la batalla. He aquí a un señor desterrado.
- Puso énfasis en esas últimas palabras y se calló para dar paso a un murmullo que inundó el patio de Castellfosc. Los hombres de Carrie, se situaban detrás y en el muro. Su número había aumentado puesto que en la última semana habían enviado a varios de los que asaltaron a buscar nuevos posibles reclutas, la operación fue un éxito y ahora contaban con un contingente de unos treinta hombres, los mismos que fueron a asaltar la villa.

Aquí el señor Espinosa, ha aceptado los siguientes términos de rendición.- Dijo Galbart y sonrió antes de enumerarlos, se imaginaba que Espinosa era su padre y Castellfosc era Wick. - Renuncia a todas sus posesiones y cede su señorío a la familia Donan-Munro; no podrá pisar estas tierras en, al menos, diez años; sus posesiones serán confiscadas; por último, uno de sus hijos se quedará como protegido nuestro para salvaguardar estos términos del acuerdo. A cambio él y el resto de su familia serán perdonados y además se les ofrecerá escolta hasta el punto en el que deseen empezar sus nuevas vidas. ¿Están los términos claros, Espinosa?- El hombre asintió todavía mirando al suelo.

Quiero oírlo.- Dijo con un tono más agresivo.

Yo Espinosa de Cast... Espinosa, acepto.- Tragó con dificultad y levantó la mirada al cielo.- Acepto los términos del acuerdo.

Que así sea. Nosotros, Galbart Donan y Carrie Munro, Señores de Castellfosc, clausuramos el juicio. La sentencia se ejecutará de inmediato.

_________________
See the RP information
Copyright © JDWorks, Corbeaunoir & Elissa Ka | Update notes | Support us | 2008 - 2024
Special thanks to our amazing translators : Dunpeal (EN, PT), Eriti (IT), Azureus (FI)