Afficher le menu
Information and comments (0)
<<   1, 2, 3, ..., 6, 7, 8   >   >>

Info:
Unfortunately no additional information has been added for this RP.

A casa da Torre (II)

Mikumiku


El Sol brillaba fuera entre nube y nube, haciendo evidente el hecho de que la pareja llevaba descansando en posición horizontal más tiempo del habitual. Miku ya estaba despierto, pero como tantas veces había hecho seguía allí, observando y admirando a su esposa. Las sábanas dejaban adivinar aquella silueta que conocía de memoria y el cabello rojo, deshecho tras los añorados deportes nocturnos, caía como una cascada de rubíes sobre las almohadas.

No la despertó, ni siquiera con las caricias que convertían el amanecer en algo placentero. Sabía que Cyliam había encontrado una afición artística increíble con la escultura, y aunque le encantara tanto trabajo debía cansarla. Además, el pequeño milagro llamado Camillee también tenía sus aficiones a parte de chuparse los puños, como hacerse sus necesidades encima o llamar la atención de la única forma que sabía. Gracias a los cielos no era excesivamente problemática y Wallada tenía buena mano con los niños, así que tenían algun respiro.

Un ruido sacó al caballero de su ensimismamiento. Abajo, en la calle, se oyó detenerse el traqueteo de un carro y los relinchos y bufidos de más de un caballo. Despacio y con cuidado, se levantó para observar el exterior por la ventana, igual que había hecho tras la primera noche de vuelta en aquella casa. Afuera parecía haber una carreta del estilo que hacían servir los mercaderes de bienes más delicados como las especias, dejando entrever entre los bultos alguna tela de brillantes colores. El rubio adivinó quien era y por un momento no supo cómo reaccionar.

Tras una mirada rápida a su esposa y a su hija, se vistió rápidamente y bajó las escaleras en dirección a la entrada, adelantándose a los acontecimientos. Se abrochó un jubón encima, y esperó a que el guardia de la Orde entrara en la casa para informar de la visita.

- Dice que es urgente. Que os conoce, señor. - El soldado parecía sorprendido por encontrarle esperando.
- Por favor, que pase. Imagino que a mi esposa no le importará la visita de un viejo amigo.

No tardó en abrirse del todo la pesada puerta. Atravesando el marco, dos curiosos personajes hicieron su entrada en escena. Eran claramente africanos, como su oscuro color de piel reflejaba, y aunque se podía intuir que habían intentado vestir a la moda castellana, las anchas túnicas y el multicolorido de las prendas les hacía destacar de mala manera. El primero, un hombre de prominente barba y enorme turbante sobre su cabeza, se acercó lentamente a Miku para abrazarlo como si los dos hubieran sido amigos desde la infancia.

- Salam alekum, al-Jamil. Tras todo este tiempo me alegra verte sano, por las barbas del profeta. - Su castellano era tan bueno como siempre, pero el acento era evidente.

- Pensé que no volvería a verle nunca. Pasad, por favor, y poneos cómodos que Granada está muy lejos. - Entonces se fijó por primera vez en quién le acompañaba. Era una mujer negra, delgada. No la conocía, pero vestía de forma similar al del turbante. Le hizo un gesto para que les acompañara en la conversación. - Bienvenidos. Permitidme un cumplido a vuestra esposa, Rashid.

El viejo rió secamente, haciendo temblar su espesa barba. - No, no. Ella es Faitai, mi hija. Es otro motivo por el que me acompaña.
Cyliam


Todo parecia haber sido un largo sueño. Al menos eso penso la pelirroja cuando se quedo boca arriba mirando el techo con un largo bostezo.

Ahora eran uno mas en la familia, la pequeña Camillee rezongaba en su cuna frente a la cama de matrimonio, la pelirroja se levanto de la cama y se inclino sobre la cuna para hacerle cucamonas a la niña.
Escucho voces en el piso de abajo y sigilosamente tras dejar un par de ardillas en la cuna para que entretuvieran a la niña se escabullo por la puerta quedandose sentada en los escalones con la oreja pegada, atenta a la conversacion.

No era por desconfianza, o quizas si, aun se sentia insegura y algo miedosa de que Miku decidiera desaparecer una vez mas. Aunque tener a la pequeña Camillee entre ellos le daba esperanzas para pensar que ya no volveria a irse mas.

Diablo intento trepar por la melena de la pelirroja dando tirones a su paso, esta por su parte atrapo al peludo bicho por la cola y lo dejo sobre su regazo con un cariñoso azote.
- Si pretendes ahora dejarme calva vas por buen camino, primero me muerdes los dedos y ahora te cebas con mi pelo. Amenazo con un dedo al huron que miraba divertido y goloso el dedo de la pelirroja.

- Anda, vete a molestar a Miku un rato, seguro que asi le animaras la conversacion y puede que tengas suerte y encuentres unas deliciosas plumas que comerte. Sonrio con malicia empujando el pequeño trasero del animalito para que bajara las escaleras e hiciera de las suyas.

_________________
Mikumiku


La conversación siguió durante unos minutos por caminos aburridos, donde uno y otro compartían bromas y experiencias pasadas. Eran hombres que habían sufrido mucho, que habían compartido los horrores de la guerra, del hambre y de la miseria. Y ser compañeros en malos tiempos es una de las cosas que más refuerza los vínculos entre personas, como es sabido por mucha gente.

La vieja gloria barbuda que le había visitado era Rashid ibn-Farzan, mercader árabe que había viajado por África durante muchos años para hacer fortuna. Él fue quien encontró a Miku en los desiertos, deambulando junto a una compañía mercenaria para ofrecer sus servicios al mejor postor. Cómo tras asaltarle, robarle sus posesiones y asesinar a sus guardias se convirtió en un miembro más de aquellos descastados es una larga historia. Pero gracias a su dominio de las lenguas y carácter regateador acabó convirtiéndose en un clavo ardiente para el desgraciado joven. De hecho, fue él mismo quien le animó a huir de allí, a buscar la salvación en Granada y más tarde a cubrir su entrada en la ancha Castilla.

Entonces el caballero sintió algo subirle por la pierna, agarrándose con unas garras pequeñas pero matonas. - ¡Bicho del demonio! - Exclamó. Era el hurón salvaje que había encontrado en Zaragoza junto a Cyl, tiempo antes de que se casaran. Si no le recordara a aquellos tiempos, probablemente hubiera buscado ya una forma de deshacerse de él. Además últimamente tenía la rara sensación de que les espiaba, aunque fuese solo un animal.

Lo agarró del lomo y lo levantó en el aire para divertimento de los dos extranjeros visitantes, que se rieron al verle agitar las patas y caracolear en el aire. Cuando escapó de su presa realizó una caída libre hasta el sofá, donde para alarma del árabe y su hija africana se revolcó entre las amplias telas de sus túnicas, haciéndoles reaccionar de tal forma que esta vez el rubio fue quien no pudo aguantar las carcajadas. Después de aquello Diablo desapareció bajo los muebles.

- Bueno, ya veis que en toda casa hay algo de peligro siempre. - Rió. - ¿Y bien, cómo es que acabasteis aquí en Castilla, en Valladolid?

- En realidad, y ya me conoces, lo primero es el negocio. Éste es un reino rico, donde las especias, tintes y telas caras son bien valoradas. Así como la gente con este don de conseguir cosas. ¿Salvaste aquellos sables de Damasco que te dí, verdad? - Miku asintió, era de las pocas cosas que había podido llevar consigo durante todo el viaje. Los guardias de la Orde los habían requisado al capturarle, pero con el renovado juramento le habían devuelto sus pertenencias. - Ya que estaba decidí visitarte. En el carro traigo las cosas que dejaste en Granada.

- Gracias, amigo. Pero no era necesario... Y temo que esos bienes despierten recuerdos enterrados.

- No sufras, no. Tienes una familia ahora, y deberes, y no hay riqueza mal gastada en esta vida con ellos. Úsalo bien, y el oro manchado con sangre podrá limpiarse.

Por un instante se hizo el silencio, y ambos se quedaron pensativos. El Espinosa rompió el hielo de alguna forma que se le ocurrió:

- Parece que tu hija no es muy habladora. - Cuando la miró, la mujer desvió la mirada hacia el suelo, vergonzosa.

- Perdónala, al-Jamil. Aún le cuesta comprender estas hablas del norte. - El viejo hombre susurró algo que Miku no comprendió, y ella levantó de nuevo los dos ojos negros con atención. - Ella es otro motivo por el que acudo a ti. Ya es mayor para seguirme a todas partes, y no quiero para ella la sucia profesión de su padre. Está de acuerdo conmigo, y sé que no volverá jamás a la tierra que la vio nacer. Dadle una oportunidad, os lo ruego. Es valiente y fuerte aunque no lo parezca, y es diestra en muchos artes.

El caballero no supo cómo responder. No era alguien que tomara decisiones a la ligera, pero tampoco quería rechazar al hombre que en última instancia le había convencido de recuperar de nuevo las ganas de vivir.

- Permitidme un momento. No es esta una decisión que deba tomar yo solo. - Se levantó. Puede que su amada pelirroja ya se hubiera levantado, y era ella quien confiaba sabría elegir la opción correcta.
Cyliam


Y alli seguia ella sentada como una niña en las escaleras tapandose la boca para ocultar la risia de su malicia, diablo fue el primero en llegar con sus ojitos negros brillantes y sus bigotes acelerados.

- Vaya, vaya, veo que te lo has pasado muy bien hay abajo. Y dime mi querido diablo. ¿Alguno de los invitados del rubio ha sido digno para tus dientes? El animalito obviamente no respondio, solo se dedico a trepar por las piernas, torso y brazos de la pelirroja hasta esconderse por el cuello bajo la espesa melena roja de su dueña.

La pelirroja comenzo a reirse debido a las cosquillas que las zarpitas del animalito le producian en el cuello, poco a poco entre risas fue descendiendo peldaño a peldaño cada vez con mas risa y convulsiones, hasta que por fin llego al limite, sentada en el suelo, a lagrima viva ahora intentaba deshacerse del huron que se habia colado por la espalda bajo el camison y se lo estaba pasando de lujo moviendose de un lado para otro arañanzo y acariciando con su cuerpo el cuerpo de la pelirroja.

- Miku, Miku, ayudame, este huron me tiene atrapada, sacamelo de la espalda o me morire de la risa aqui mismo. Era incapaz de aguantar el llanto y la risa y todo el cuerpo le temblaba de una forma que seguro Miku vio muy comica.

_________________
Mikumiku


- ¡Si estabas aquí! – Saludó Miku al verla justamente en las escaleras. La pelirroja no podía parar de reírse y de moverse descontroladamente por el suelo, tan cómicamente que no pudo evitar reírse. No había duda del objetivo que había elegido el hurón tras huir de los invitados.

Controlando con el rabillo del ojo que éstos, a los que había dejado esperando abajo, no pudieran verles desde donde estaban, se acuclilló allí sobre Cyl y estudió lo que le dijo para empezar a buscar al animal. Divertido, empezó a subir las manos por sus piernas, tanteando suavemente para saber enseguida si se escurría por allí el bicho. Se lo estaba pasando seguramente tan bien como Diablo, aprovechando para dar cariñosamente los buenos días a la señora de Compostela.

Poco después sacó la cabeza de debajo del camisón, negando con un gesto. – Por aquí no baja, y no quepo para subir más, a ver, date la vuelta… Así… - Pensando que se habría refugiado en la espalda por los movimientos de ella, aflojó como pudo la prenda hasta que se deslizó dejando al descubierto los blancos y finos hombros de la pelirroja.

Entonces lo notó pasar correteando cerca de una mano, y el instinto cazador de supervivencia hizo el resto. Usando dedos, manos y dientes acorraló al hurón a través del cuerpo de Cyliam, hasta dejarlo sin escapatoria posible. Y entonces usó la misma tela del camisón para atraparlo en un saco improvisado, preparado para a continuación remover el problema de un solo movimiento rápido. El cual resultó en el hurón fuera de allí, en los brazos de Miku, completamente envuelto en la prenda de dormir de su mujer.

Sonrió satisfecho. - ¡Ya está! – Pero algo no cuadraba. Miró entonces a Cyl con una sonrisa de oreja a oreja, que se convirtió en expresión de sorpresa al darse cuenta de que en su cacería la había desnudado sin pensar siquiera en lo que hacía. - ¡Uy! Bueno, quería presentarte a los invitados, que quieren preguntarnos algo, pero así va a ser complicado. - Rió, ofreciéndole la mano para levantarse mientras con la otra estrujaba el bulto con el hurón dentro.
Cyliam


La pelirroja enrojecio por momentos al pensar que si a los misteriosos invitados de Miku se les ocurriera asomarse para ver que sucedia la encontrarian tal y como su madre la trajo al mundo.

- Creo que sera mejor que suba... ya sabes, a ponerme un minimo de ropa y de paso a encerrar a ese huron en un cajon del que no pueda escapar.

Dio un suave beso en los labios a su rubio esposo y subio las escaleras elegantemente y como no, en pelotas mientras portaba sobre el hombro como si de un atillo se tratara el camison donde el huron revoloteaba ansioso por poder escapar. Mas tarde la pelirroja descubriria que el bendito huron se habia vengado de la pelirroja haciendo un bonito agujero en el camison que lo dejo para tirar y comprar uno nuevo.

Pero mientras tanto, la pelirroja encerro al huron en el primer cajon de la mesilla antes de buscar una camisa y una falda que ponerse. La pequeña Camille seguia durmiendo como un angelito y los demas pequeños de la casa revoloteaban a sus anchas, tratando de dar caza a la esquiva gata blanca de la pelirroja o torturando con caprichos a Wallada.

- Pues ya estoy lista. Dijo en el dintel de la puerta que daba al salon mientras se recogia la melena en una coleta.

_________________
Mikumiku


El cabello recogido le dejaba al descubierto sensualmente el cuello y las orejas. Miku no tuvo que esperar mucho tiempo a su regreso, y cuando apareció con una falda ondeante no pudo resistirse a llevar los labios a su oído para acariciarla brevemente. – Siento lo de antes. Soy casi peor que Diablo. – Rió alegremente, confiando en que la travesura no la había hecho enfadar. En todo caso no descartaba la posibilidad de una pequeña venganza más adelante. – Pues vamos.

Al llegar al salón presentó rápidamente a los que no se conocían. – Ella es Cyliam di Véneto, con quien tengo el placer de compartir mi vida. Mi esposa, maestre y señora. Nuestros invitados son Rashid ibn-Farzan, a quien conocí hace tiempo en África… Su rostro se ensombreció por un momento al recordar, pero borró esa oscuridad del ambiente rápidamente. – Y su silenciosa hija, que se llama…

- Faitai. – Por primera vez la mujer de piel oscura movió sus labios carnosos para introducirse en la conversación. Miku empezó a pensar que más que desconocer el idioma era la timidez lo que la bloqueaba en un principio. Su barbudo padre se levantó, para hacer una reverencia al estilo de oriente de las que la edad empezaba a poner difícil llevar a cabo.

- Ahora que la veo no me extraña el infierno que su esposo quiso atravesar para volver a estas tierras, señora. Es un placer conocerla.

- Nos han traído amablemente los bienes que abandoné en Granada. Seguro que les podremos dar un mejor uso del que les esperaría allí, les estoy agradecido. – Miku le cortó discretamente. Porque no quería un duelo de piropos y halagos que es en lo que acabaría aquello si le dejaba hablar mucho. – Además, su hija está buscando una casa noble en la que servir y se ha ofrecido a trabajar para nosotros. ¿Qué piensas?

No había querido tomar la decisión él solo, y además la organización del hogar era un tema que escapaba en gran medida a su comprensión. Incluso teniendo a su cargo un castillo y una villa en Galicia, que para él no tenía punto de comparación lo uno con lo otro.
Cyliam


En verdad el infierno no habia terminado para Miku, pues la pelirroja aun debia saldar muchas cuentas con su esposo, torturalo y maltratarlo para luego consolarlo con mimos.

Saludo cortesmente a los invitados del rubio y sin duda se fijo en la hija del hombre barbudo del cual habia sido imposible recordar el nombre, estos arabes siempre con nombres largos y raros e impronunciables.

Miro a su esposo con una sonrisa. - Me parece bien, una ayuda nunca esta de mas, ahora con Camille necesitare alguien que viaje conmigo mientras Wallada se queda al cargo de la casa, ademas, Lucan y Ginebra ya esta en edad para poder aprender ciertos modales y porque no a leer y dibujar y para ello Wallada debe quedarse aqui. Y si a... La pelirroja intento recordar el nombre de la niña. -Fatai, no le importa viajar, sera un placer que nos acompañe y cuide de Cami si nosotros debemos ausentarnos. Ademas, a Wallada le agradara saber que alguien mas puede ayudarle en la cocina sin tener que preocuparse porque falte comida. Dijo con una risilla nerviosa.

Cuando Wallada cocinaba, la pelirroja ayudaba, pero mas bien ayudaba a menguar las raciones porque mas que cocinar se ponia a picotear haciendo gala de sus dotes como catadora profesional, lo cual solo era una escusa para poder picotear entre horas.

- Creo que Wallada estaba calentando agua, traere unos tes de menta para celebrar y asi podreis retomar fuerzas.

_________________
Mikumiku


La decisión se tomó con alegría, y en menos de lo que canta un gallo lo celebraban con una buena merendola como mandan los cánones. Rodaron las tazas de té y los platos de dulces y galletas. Con el tiempo se fue rompiendo el hielo que quedaba y empezaron a conocerse todos un poco más. Al principio nadie tenía mucha idea de cómo iba a funcionar este nuevo reparto del hogar pero con los planes de Cyliam y los conocimientos de Faitai todo empezó a encajar y seguramente Wallada estaría encantada con la nueva ayuda. La verdad era que habían estado pensando en ampliar el servicio desde hacía un tiempo, aunque hasta aquel día no se habían puesto en marcha.

Se acercó el momento de partir, y el viejo árabe se deshizo en una lluvia de halagos y agradecimientos. Prometió escribir cartas de vez en cuando para enterarse de cómo evolucionaban las cosas, aunque sabía que viajando tanto sería complicado saber dónde responderle. La despedida de padre-hija no fue larga, pero sí muy tierna, como si estuvieran acostumbrados a ello.

Los primeros días que siguieron a aquella decisión fueron de aprendizaje. Las fuertes y enérgicas mujeres de la casa enseñaron a la de piel oscura muchos detalles de la casa, haciendo que el caballero se sintiera un completo inútil y que prestara atención él también a las clases. Fue presentada a los pequeños Espinosa di Véneto que seguro disfrutarían de tener una compañera más de juegos que perseguir por toda la casa. También se sorprendió al conocer a la comunidad mascotil de la pelirroja, y Miku se pudo sentir de provecho enseñándole como coger al hurón del lomo sin que le mordiera los dedos.


Finales de Marzo


Pasaron las primeras jornadas y con el tiempo la casa empezó a funcionar como un reloj. Cada miembro de la familia era un engranaje que sabía cómo poner en marcha el sistema, pero no eran un hogar rígido e inflexible. Se conocían y querían como una familia feliz, en lugar de mandar órdenes como un ejército.

Aquella tarde Miku llegó a Casa da Torre cansado, después de una larga práctica de combate a lomos del caballo. Las habitaciones estaban tranquilas y silenciosas cuando entró, lo que le hizo pensar si el resto habría salido a pasear con los niños o estarían ya durmiendo. Se sintió mal por no llegar a tiempo de acompañarles, si era el primer caso, o a tiempo de darles las buenas noches, si era el segundo.

Hecho polvo abrió la puerta del baño. Le sorprendió encontrarse un ambiente cálido en su interior, y al acercarse al agua notó que el hammam estaba preparado. Estaba aún tibia y acogedora. ¿Se habría bañado su esposa anteriormente y aún retenía la temperatura? Fuese lo que fuese no pudo resistir la urgencia de deshacerse de sus ropas para hundirse en el paraíso líquido.

Primero una pierna, luego la otra. Lentamente deslizó sus agotadas extremidades hasta sumergirse en el baño. Sintió cómo el cansancio y la tensión se disolvían entre las aguas, y un suspiro de placer escapó de entre sus dientes. Cerró los ojos y dejó que su cuello cayera hacia atrás, al tiempo que estiraba los largos brazos para apoyar su peso en el borde del recipiente. Relajó cada parte de su cuerpo y respiró hondo.

Sólo le faltaba algo y sería perfecto… O alguien, mejor dicho.
Cyliam


Era una gran familia, en ocasiones la pelirroja sentia que la casa se iba quedando pequeña y no era para menos, tras la llegada de la pequeña Camille y la nueva doncella Faitai las habitaciones poco a poco se iban ocupando, el torreon con sus dos habitaciones se habia quedado unicamente para Wallada y Faitai. Mientras que el segundo piso donde habia mas habitaciones poco a poco estaba a rebosar de gente, un dormitorio para la pareja, otro para Mariana, otro para los mellizos Lucan y Ginebra y un ultimo dormitorio que hacia las veces para los invitados pero que en el futuro seria el cuarto de la pequeña Camille y como no el baño con el famosisimo hammam.

Definitivamente aquella casa se hacia pequeña, quizas era hora de pensar en comprar alguna de las casas aledañas y tirar algun muro para poder ampliar la casa.

Mientras el rubio salia a cabalgar la pelirroja habia decidido salir de paseo con los pequeños y las doncellas ademas de ir a comprar nuevas telas para que Wallada confeccionara alguna prenda para Faitai, tambien era hora de llenar la despensa de harina, cereales y demas alimentos. Ademas se habian citado con el mercader italiano que traia azucar y canela en grandes dosis, tras cargar a cuatro zagales con las grandes compras todos volvieron a Casa da Torre, primero entraron los demas mientras la pelirroja se quedaba como boba mirando las casas aledañas a la suya con ojos golosos.

Mas tarde y ya en la casa, la pelirroja se puso a buscar a su rubio al cual lo encontro casi adormilado en el hammam y como no, lo desperto, pero no de un modo amoroso, dulce y cariñoso.
Se desvistio rapida y veloz pero en silencio y de pronto... - ¡AL AGUA PATOS!! Grito mientras se lanzaba en bomba sobre el agua. - Hola. Dijo alegremente con una inocente sonrisa mientras se acurrucaba entre los brazos del rubio.


Sobre el ázucar: Siglo XII — Los cruzados la dan a conocer en Europa y se cree que ya se cultivaba en Sicilia.

_________________
Mikumiku


Cerrar los ojos en aquella casa era una invitación a que le pasaran todo tipo de cosas. Un hurón podía morderle, una ardilla encaramársele al hombro, uno de los pequeños pasar correteando entre sus piernas o una queridísima esposa saltarle encima en cualquier momento. El susto que le dio al caballero, que se encontraba a milésimas de encontrar la paz interior y las respuestas del universo, fue tal que se puso de pie de un salto dispuesto a cargar contra el enemigo invasor.

Recuperando el juicio sonrió al ver emerger del agua a la perla pelirroja y se dejó caer de nuevo mientras ella se acurrucaba sobre su pecho. Sobrecargó en un momento todos los sentidos del rubio: su voz alegre y juguetona acompañó un tacto hechizante mientras Miku admiraba la belleza arrebatadora de la señora de Compostela.

- ¡Hola! – Contestó, contagiado de la alegría. Apartó en caricias las rojas fuentes de pelo mojado de su rostro para besarla varias veces y no dejarle decir ni pío. - ¿Qué tal el día? En ti estaba pensando yo.

Tenerla encima le estaba volviendo loco, y del cansancio ya no quedaba ni la sombra de la duda. Antes de darse cuenta su cuerpo ya se movía, bien enseñado. Las manos hábiles recorrieron las curvas de su cuerpo desnudo como un mapa de la lujuria, abriendo paso a unos labios que empezaron buscando su yugular para acabar devorando su pecho con ternura. No se refrenaba mucho, no podía. Miku aún sentía su vuelta como algo reciente en el interior y cada día que podía compartir con su amada era algo increíble de valor incalculable. Se notaba arder por dentro cuando estaban juntos, estuvieran en la cama, en el jardín o en cualquier parte.

- ¿Cerraste la puerta? – Preguntó susurrando entre bocados y esbozos de caricia. – Da igual, que nos oigan… Te quiero. Te amo. Te he echado tantísimo de menos. Cyl, Cyl…

Las únicas letras que podía articular eran las de su nombre cuando viraron sus cuerpos en el hammam al desplazarse de una pared a otra. Levantó una delicada pierna de la pelirroja, una silueta que cada diosa antigua y pagana envidiaría. Ello propulsó fuera otra tanda de agua salpicada, pero demasiado absorto estaba el joven en otros quehaceres. La besó desde las plantas de los pies hasta debajo del agua, dejando aquello de respirar para el que lo encontrara interesante.

Nada les separaba en momentos como aquel. Ni la distancia, ni las obligaciones, ni los niños ni el servicio. Tampoco les importaba el pasado o el futuro. El mundo se paraba un rato para que los dos pudieran disfrutarlo en compañía. Esa habilidad no se había perdido en el tiempo.
Cyliam


- Pues claro que cerre la puerta tontito, eso si, yo no me hago responsable de los seres que hayan atravesado la puerta conmigo. Contesto con una sonrisa señalando los faldones en los que un par de bultitos se movian para intentar huir.

Pero los animalitos pasaron a un segundo plano en cuanto el rubio comenzo con ataque de mimos y caricias, besos y mordiquitos que hizo que la pelirra se olvidara hasta de que estaba pensando.
Se dejo llevar por la ternura salvaje del rubio para volverse ella tan salvaje como el.

Aquel hammam parecia tener en sus aguas algo mas que aceites y aromas, era como si nada mas entrar en aquella gran cubeta se disparara la adiccion que la pelirroja tenia por el rubio y viceversa, los cuerpos de los dos se enredaban en un mismo baile, en un mundo aparte del resto de la casa los dos amantes disfrutaban del otro liberandose de cualquier carga emocional que hubieran tenido.

Y tras el arduo baile, ambos mas acalorados si cabe que el agua del hammam volvian a ser las mismas personitas. De nuevo la pelirroja se recosto sobre el pecho del rubio y le acaricio con una esponja, porque ademas de frenesi y pasion el hammam estaba para limpiarse. Y asi recostada y frotando con suavidad la pelirroja se encontraba mas alla del paraiso solar.

- ¿Y que tal fue tu dia? Pregunto con un suave hilo de voz. - Nosotros compramos muchas cosas, y haremos pasteles y bollitos de canela para empachar a toda pucela. Dijo entre risitas.

_________________
Mikumiku


Un rato después amainó la tempestad y la pareja retornó a la calma, feliz y realizada. El ataque de Miku había sido respondido con igual pasión y el resultado final todavía le extasiaba cuando la pelirroja empezó a frotarle con una esponja. Pensó que si seguía así provocaría rápidamente una segunda ronda y al final se sentirían más sucios al salir del hammam que al entrar. Así que entrecruzó los dedos de una mano con los de ella, para guiar la esponja con más fuerza y menos sensualidad.

- Pues muy bien, el caballo está respondiendo al entrenamiento y ya no se asusta de los ruidos fuertes del combate. – El rubio no había encontrado corcel del temperamento del viejo Torbellino fallecido, así que había optado con tristeza por adiestrar él mismo al animal aprovechando el tiempo libre del que gozaba últimamente. – Pero lo de los dulces suena mucho más interesante. Con cosas tan buenas seguro que los pequeños van a estar pronto más fuertes que nosotros. ¡Necesitarán un mini-uniforme de la orden y todo!

La besó fugazmente, con la sonrisa tonta del colegial que se escapa por primera vez. Y a continuación sostuvo su rostro con una caricia de la mano libre para repetir el gesto, esta vez con la paciencia y experiencia ya de años de atenciones. Su tacto era suave y cálido, húmedo por el agua que les envolvía y corría entre ellos. Entreabrió los labios para robar su aliento.

- Vamos, te toca. Date la vuelta. – Miku le arrebató la esponja y estiró el brazo fuera del agua para agarrar la resbaladiza pastilla de jabón. Tuvo que morderse el labio cuando su esposa se sentó sobre él, aunque probablemente ya lo notara ella. Esas cosas no se le hacen a un hombre cuando intenta concentrarse. – Así, sujeta la melena un poco…

Con los brazos levantados y la ardiente cabellera recogida era toda suya para enjabonarla. Recorrió su cuerpo con manos posesivas y llenas de espuma. La masajeó en un abrazo mortal pero lento, dibujando eternas espirales y deleitándose en sus zonas favoritas. Buscaba que las tentaciones la asaltaran igual que a él, a modo de pequeña venganza. No tenía ninguna prisa.
Cyliam


Fue imposible evitar el ronroneo cuando el rubio comenzo a jabonar a la pelirroja. - Ummmm, si, frotame bien la espalda. Dijo la pelirroja inclinandose hacia adelante a la vez que arqueaba la espalda cual gato.
Seguramente hubiera sido capaz de quedarse dormida en esa posicion y de meter la cabeza entera dentro del agua de no ser por el suave cosquilleo que noto en la nariz cuando el agua empezo a tocarla.

Ronroneo y se retorcio un par de veces muerta de gusto, se estiro como si fuera un gato y cabeceo cerca del agua, solo cuando vio que tanto regustor iba a jugarle una mala pasada fue imposible incorporarse de nuevo.

- Que estaba pensando yo... Comento con un hilo de voz rasgada mientras apoyaba la espalda sobre el pecho del rubio. - Que la casa parece empezar a quedarse pequeña. Algun dia tendremos que dejar que Lucan tenga su propio cuarto, es el unico chico en la familia y Ginebra quizas pueda compartir cuarto con Mariana, pero Camille crecera y tambien necesitara un cuarto para ella sola, y Faitai... vamos que de nuevo comenzamos a quedarnos cortos de espacio, y habia pensado que quizas seria conveniente comprar alguna de las casas aledañas para ampliar esto.

Suspiro completamente relajada y beso el menton del rubio con ternura. - ¿Que opinas?

_________________
Mikumiku


Las reacciones de Cyliam a las caricias le estaban volviendo loco. Una sensibilidad extremadamente sensual la hacía ronronear y retorcerse lenta pero incontroladamente. Verla disfrutar de aquella manera era un regalo, y se sentía feliz y satisfecho con sus armas en aquella guerra que era el amor. La pelirroja siempre le hacía perder la cordura con trucos infalibles, y él se sentía empujado a luchar para compartir cada placer o mejorarlo si era capaz.

Tiempo después se levantó para descansar de nuevo sobre su pecho. Lo interpretó como el fin del enjabone, y al notarla y oírla tan relajada supo que lo había hecho bien. Sonrió y aclaró la espuma que quedaba en su blanca piel, sin prisa, mientras escuchaba hablar sobre los pequeños de la familia y el hogar.

- Tienes razón. – Le contestó susurrando también, quizá por lo íntimo del momento o por responder en la misma línea. Su esposa le besó el cuello y él se inclinó un poco para buscar sus labios. – Qué mayores se hacen, cómo pasa el tiempo… Me parece bien, ¿Por qué no? Aún no hemos abierto los cofres que trajeron de Granada. Hay casas a los lados que podrían unirse, o detrás si alargáramos el patio.

Recordó las palabras del amigo averroísta que le había hecho tan enorme favor. Aunque hubiera sangre en aquel oro usarlo para el bien lo lavaría, y sería lo realmente importante. No se le ocurría al caballero mejor redención que ofrecer todo y cada uno de sus bienes a Cyliam y a los pequeños. “Lo tuyo es nuestro y lo mío es mío” había dicho una vez la pelirroja, bromeando. Aunque en la realidad tampoco le molestaría.

La abrazó, envolviendo su delicada y ágil figura con los dos brazos. Pegados el uno y el otro, durante unos momentos lo único que notaron fue el latir de sus corazones y el ritmo, más tranquilo, de la respiración de ambos. Miku dejó caer otra caricia, que se deslizó por el centro de su pecho y su vientre para acabar desapareciendo bajo el agua. Ya que estaba, pondría la guinda a aquel encarnizado combate antes de salir del baño y convertirse de nuevo en personas responsables.

_________________
See the RP information <<   1, 2, 3, ..., 6, 7, 8   >   >>
Copyright © JDWorks, Corbeaunoir & Elissa Ka | Update notes | Support us | 2008 - 2024
Special thanks to our amazing translators : Dunpeal (EN, PT), Eriti (IT), Azureus (FI)