Afficher le menu
Information and comments (0)
<<   <   1, 2, 3, 4   >   >>

[RP] Fuera de los muros (versión Castilla)

Lurien.


Ya llegaban a tierras castellanas despues de un largo viaje. Lurien cansada del viaje, miraba el horizonte, ya podia divisar la frontera con Castilla. Su corazón comenzó a latir con rapidez y los nervios recorrieron su delgado cuerpo. Sacó pluma y papel y comenzó a escribir:

    Querida Tare:
    Pronto cruzaré los muros que me separan del reino de castilla y la primera parada que haremos será Osma.
    ¡Ya te echaba de menos amiga! Tengo muchas ganas de verte para contarte mi viaje en barco, hasta barcelona mientras comemos pastelitos y hacemos guerras de almohadones. Y quiero celebrar contigo, que pronto seré una más del Reino de Castilla.
    Mañana, cuando el sol salga temprano, apareceremos por los altos muros de Osma, y lo primero que haré será ir a despertarte jejejeje.
    Un brazo muy fuerte.

    Atentamente tu amiga.
    ~Lurien Drake~

La joven rubia, enrolló el pequeño papel y lo ató a una de las patas ,de uno de los alcones que viajan con ellos.
Le dió un trocito de carne , lo acarició y le susurró ¨ para Taresa de Osma¨ . Alzó el brazo y el animal salió volando.
La joven, sonriente, se quedó mirando como el ave volaba hasta su destino, hasta que lo perdió de vista...
Taresa


Abrió los ojos: por las rendijas de la contraventana se empezaban a colar hilos de luz diáfana, primaveral, que surcaban el aire del cuarto como si fueran estelas de flechas. Debía de ser muy temprano: no se oían voces ni ruidos de escudillas en el piso de abajo de la posada.

Tras ese momento en el que la mente se acostumbra poco a poco a la vigilia, no tuvo más remedio que ponerse a pensar en los sucesos de la noche pasada. Varias veces se dibujó una sonrisa en su rostro: visto horas después, si no fuera porque estaba donde estaba, hubiera podido pensar que todo había sido fruto de un sueño. Aún así, a la luz de la mañana, libre de las emociones del momento, una parte de ella no pudo evitar sentirse insegura. Respiró hondo para tranquilizarse: ella lo sabía, había aprendido por propia experiencia que las decisiones traen dudas, y las importantes aún más. Si hubiera tomado la otra alternativa, también se hubiera preguntado al día siguiente por lo que hubiera pasado en su situación actual. "Lo que no voy a hacer es negarlo, arrepentirme. Somos lo que decidimos. Sólo dejamos de decidir cuando estamos muertos."

Y no se arrepentía; nunca había sido muy dada a pensar en ello, pero suponía que sus expectativas no se alejaban demasiado de las del resto de las muchachas: quizá la diferencia entre ella y las otras era que, sabiendo que no dependía más que de sí misma, no le quedaba más remedio que abrir más los ojos y medir más los pensamientos. Al final, sólo podía servirse de su propia conciencia, y apelar a la misericordia del Altísimo. "Y Señor, vos lo sabéis, sabéis lo que siento por él." Podía haber albergado dudas del momento, pero no tenía ninguna de aquello, al igual que no tenía dudas de que era correspondida: lo sabía tan bien como lo podía llegar a saber. De haber esperado hubiera tenido la misma seguridad que en aquel momento de sus sentimientos, deseos y esperanzas, pero no más. Algún día, quizá...

"Ya no soy inocente", pensó, y al momento sintió como los colores le venían a la cara. La verdad era que, por mucho que se examinara el alma, no dejaba de verse prácticamente idéntica a como era el día anterior; seguía sabiendo exactamente lo mismo del mundo en general. "Sigues siendo igual de tonta", se dijo, torciendo el gesto con una mueca.

Se giró entonces, apoyándose sobre el costado para mirarle. Durante todo aquel monólogo interior, su respiración reposada había permanecido de fondo. A medias iluminado en la habitación, no podía dejar de contemplar el rostro dormido Ramiro, completamente ajeno al hecho de que le estaba mirando. Con cuidado, le apartó de la frente un mechón rebelde, y no pudo evitar una sonrisa; se aguantó las ganas de recorrer el caballete de su nariz con la yema de los dedos, por no despertarlo.

Otra idea, otra esperanza había empezado a germinar en su interior, tan utópico en aquel mundo cambiante y extraño que parecía una temeridad incluso mencionarlo; lo único que podía hacer con él era atesorarlo, mantenerlo vivo y a resguardo como si fuera la llama de una vela: "para siempre". Un "para siempre" era difícil, pero gota a gota había hecho cosas que le habían parecido más difíciles aún. ¿Para qué servía si no la esperanza, si no era para iluminar el camino de lo imposible?

_________________
Taresa


No pasó del punto en el que la vegetación comenzaba a espesarse. Más allá, las ramas de los árboles se entremezclaban formando bóvedas que no dejaban pasar apenas la luz del sol: sólo algunos rayos hendían el aire. Afortunadamente, desde fuera se oía el sonido de las hachas; no estaba sola.

"No me gustan los bosques". Y ya sabía por qué, al menos lo suponía. No tenía que ver con las historias que le contaban de pequeña, de aquello que se llevaba a los leñadores que talaban en día de fiesta, y sobre todo a las niñas que se alejaban mucho de casa. Supongo que tenía algo de verdad: le había pasado muy lejos de su casa. Mientras las ramas pasaban por encima de la carreta había sentido el golpe en el lateral de la cabeza. Y luego la sangre...

Se llevó la mano a la cicatriz, escondida entre el pelo. Las sienes le palpitaban, los ojos se nublaban y tuvo que clavar las uñas en el árbol más cercano para no caer.

-¡NO!-venga, a pensar en otras cosas: mira qué bonito el cielo despejado, desde aquí lo puedes ver. Y los pájaros. Siéntate, descansa y respira.

_________________
Taresa


-¡Quiero subiiiiiiiiiiiir! -decía, dando saltitos al pie del árbol. Apoyaba el pie descalzo en un nudo, usando los dedos de los pies para agarrarse, e intentaba alcanzar la rama más cercana, pero no podía y acababa resbalando al suelo.

-¡Venga, enana, sube! -oía desde la copa, entre risas. Las hojas se movían, y de repente una manzana verde caía cerca de ella, dándole tal susto que pegaba un bote. Las risas arreciaban entonces. Fruncía el ceño, tomaba la manzana y la lanzaba de vuelta... pero el fruto volvía a caer a medio camino. Aún enfurruñada, apretaba los puños y volvía a trepar, a ver si lo conseguía. ¿Pero por qué ella no podía y los otros sí?

Y entonces, cuando estaba a punto de darse por vencida, alguien la tomaba de la cintura y la ayudaba a colgarse de la primera rama. Y desde ahí podía llegar a donde quisiera, hasta el cielo...

Y años después, aún quedaba aquella sensación. No había ni nombres, ni fechas, pero podía recordar el árbol, las risas y las manos.

_________________
Taresa


La tarde se deslizaba lentamente a su fin, al igual que aquel verano que se resistía en dejar la meseta, dejando una luz tamizada que dibujaba sombras sobre los pórticos de la plaza mayor de Osma. Era una luz no aplastante y dura como la del verano, sino leve y juguetona.

Taresa se encontraba en la terraza de la municipal. Se había llevado varios legajos de cuentas del ayuntamiento para trabajar fuera, pero después de un rato las columnas de números se habían aliado contra ella y organizado un tenaz ataque en cuña contra su paciencia, y ahora estaba con la mano en la barbilla, después de garabatear en una hoja perdida un cartel para ponerlo en la pared del despacho, desde donde lo pudiera ver bien:



Se imaginaba volando lejos, muy lejos... quizá al mundo verde de sus sueños. O a la dorada Florencia con sus palazzos, cúpulas y artistas. O a cualquier parte, en general. Un sitio donde pudiera usar pinceles en vez de ábacos, o simplemente viajar por oír el traqueteo de la carreta sobre los caminos. Posó su mirada entonces en los pórticos de la plaza, en las columnas torneadas que los sostenían, las ventanas y contraventanas... ¿por qué tenía que ir lejos para practicar? Un día viajaría, pero mientras tanto, la belleza se encontraba en todas partes si se sabía mirar. A ver, dónde tenía el grafito, seguro que estaba debajo de esa pila de papeles...


Intento de hacer un smiley "medieval" a mano alzada con el ratón. Podéis tirarme piedras

_________________
Taresa


Sonaban las esquilas mientras los pastores cruzaban el pueblo rumbo Segovia. Venían desde la sierra en el norte, y llevaban las ovejas de buena lana de los señores, que no se parecían mucho a las que criaba la gente en el pueblo, lejos del crudo clima de la zona hacia lugares más cálidos. Cuando se fueran, empezaría el invierno; no estaba escrito en ningún sitio, pero así era.

Entre los balidos de las reses y los ladridos de los mastines parecía escucharse la canción:

"Ya se van los pastores
a la Extremadura ;
ya se queda la sierra
triste y oscura.

Ya se van los pastores
hacia la majada ;
ya se queda la sierra
triste y callada."

_________________
Taresa


-¿Y eso qué es?

-¿No lo ves, Gonzalo? Es un ángel.

-Ya, y yo soy Bernardo del Carpio-se burló el zagal.

Taresa se levantó del suelo, donde estaba arrodillada, sacudiéndose la nieve, y se alejó un poco de la figura para verla mejor. Era un ángel... más o menos, el cuerpo parecía un embudo y la cabeza era demasiado grande.

-Es de nieve, tampoco es que se puedan hacer maravillas con eso. Y para ser un primer intento...-un gemido sordo salió de la figura, y una de las alas se desgajó del tronco para caer al suelo, deshaciéndose por el camino. La otra la siguió.

-No era buen método-pensó en voz alta, meneando la cabeza-. ¿Y si usara ramas como estructura sobre la que modelar la nieve? Hmmm...

_________________
Taresa


Nadie estaba allí para verlo cuando el hielo se empezó a resquebrajar. Tampoco cuando la nieve, poco a poco, se fue derritiendo, y algo más abajo la fuente del arroyo que más abajo llamaban río Ucero aumentó un poco, sólo un poco, su caudal. Dentro de un par de meses las crecidas se harían notar en la parte de abajo, pero el deshielo empezaba ahí, cuando el mundo aún vivía bajo el manto del invierno y costaba creer que un día volverían el calor y la primavera. Sólo había que esperar.

_________________
Taresa


Desde lejos, como siempre que viajaba con el obispo, se dedicaba a observar a Foc, el caballo, sin atreverse a buscar mayor proximidad. Taresa sólo tenía trato habitual con Estrellita y otros asnos como ella, y si acaso, con los caballos de tiro pequeños y corpulentos. Pero los grandes y finos animales como aquel le provocaban una mezcla de miedo y fascinación.

_________________
Ignius


El prelado llegó un día más al Palacio, de una semana arriba y abajo por las tierras castellanas. Que bonito era tener un palacio episcopal para no estar en él, pensaba amargamente. Entró al patio interior y descabalgó de Foc, al que entregó a uno de los palafreneros.

Ante la puerta, Alfredo y Taresa le esperaban para ponerle al día de lo acontecido en su ausencia. Taresa miraba el caballo, con una media sonrisa. Y prelado conocía esa mirada y, con esperanza de no equivocarse, llamó al mozo.

-Hijo, no desensilles a Foc todavía. Tráeme una cuerda y una tralla- y cambió de interlocutor-. Taresa, ven- dijo, seco-. Alfredo, luego te veo. Puedes retirarte

_________________
Taresa


-Eeehm... ¿yo? -Taresa se quedó quieta y miró a los lados. Intentó recordar todo lo que había hecho aquellos días, por si había pasado algo malo y había llegado a los oídos del obispo antes de que ella se lo contara.

-Puees... -dijo mientras se acercaba, enrojeciendo. ¿Una cuerda? Eh, ella era una mujer libre, un contrato no le daba derecho al obispo a castigarla como una sierva. Si había algo que castigar, claro-. Las cosas han estado tranquilas, Monseñor, no lo dudéis. Todo el mundo ha cumplido con sus obligaciones, del primero al último -resaltó ese "todo el mundo"-. Y está todo preparado... -sintió tras ella el morro del caballo y casi pegó un salto. Se había olvidado de él.

-¡Hola! -le dijo al animal, sin saber muy bien que hacer. Alzó la mano para tocarlo pero se quedó a un palmo, insegura.

_________________
Ignius


-Acaríciale, anda- dijo, el prelado-. Es más fácil que se asuste si dejas la mano así que no si le acaricias.

Mientras tanto, llegó el joven con la cuerda y la tralla. Pasó la cuerda por el hierro, la pasó por detras de las orejas y la ató al otro lado, de modo que quedaba fijo a ella por toda la boca.

Se acercó a la silla y, cogiendo el estribo opuesto, lo pasó por encima de la montura, quedando ambos estribos en el mismo lado, uno mucho más alto que otro, hubiera sido indecoroso de cualquier otro modo...

-Ale, súbete.

_________________
Taresa


Le había hecho caso a Monseñor Ignius en la manera de tratar al caballo, y para su sorpresa, el animal se dejaba y hasta agachaba la testuz para que pudiera llegar a la zona de las orejas.

-Qué bueno eres, no muerdes ni nada -le decía mientras el animal le frotaba el morro húmedo contra la manga. A Estrella le encantaba que la acariciaran, pero sólo la gente de confianza. Además, si la tela o cualquier otra cosa le parecía apetecible se dedicaba a masticarla.

Taresa acabó igual de confiada que él, olvidándose del mundo y diciéndole zalamerías como "¡a ver quién es el caballo más guapo del reino!". El animal no lo entendería, pero ella se lo estaba pasando muy bien, hasta el punto de que ni se acordaba de que el obispo andaba por alli. Sólo cuando se acercó para realizar todos aquellos preparativos se volvió a dar cuenta de su presencia, y sobre todo cuando pronunció aquella orden tan seca. Bueno, era una invitación, pero sonaba a orden.

-¡Pero está muy alto! -Taresa palideció. Estaba ella tan a gusto con Foc, por fin estaban haciendo migas, y volvía a sentir el gusanillo del miedo en el estómago-. ¿Y no puedo montar normal, con las piernas abiertas? -le contestó tal gruñido de indignación del obispo que no se atrevió a proponerlo otra vez-. Está bien... -refunfuñó, e intentó subirse con el pie en el estribo. Efectivamente, estaba muy alto, y la fuerza del salto con la que se subía a la burra no le servía. Sabía que el prelado tenía pavor a cualquier contacto humano innecesario, y no la iba a sujetar así se rompiera la crisma, así que ni se molestó en pedir ayuda. Después de sentirse un poco tonta durante un minuto dando saltitos, consiguió superar su pequeña estatura gracias a un poyo de piedra.

-Creo que ya estoy bien, Monseñor... eso creo -era una posición extraña, y ella estaba tan nerviosa y se sentía tan alta... Se agarró a las crines del pobre caballo como si le fuera la vida en ello.

_________________
Ignius


-¡Pero está muy alto! -Taresa palideció. Estaba ella tan a gusto con Foc, por fin estaban haciendo migas, y volvía a sentir el gusanillo del miedo en el estómago-. ¿Y no puedo montar normal, con las piernas abiertas? -

-Por supuesto. ¿Por qué no te pones unos calzones, ya de paso? Así ya serías un hombre del todo- espetó, con acidez.

- Está bien... -refunfuñó, e intentó subirse con el pie en el estribo. Después de estar durante un minuto dando saltitos, consiguió superar su pequeña estatura gracias a un poyo de piedra.

-Creo que ya estoy bien, Monseñor... eso creo -era una posición extraña, y ella estaba tan nerviosa y se sentía tan alta... Se agarró a las crines del pobre caballo como si le fuera la vida en ello.

-Así me gusta, que tengas recursos. Aunque el próximo día podemos usar la banqueta para subir a caballo, que para eso la tenemos- dijo, soltando, acto seguido, una carcajada.

El prelado se alejó para mirar a Taresa. Tenía buen porte, pero estaba tan tensa que parecía que fuera a saltar en cualquier momento. Iba curvada, agarrotada, agarrada de la crin. Y el caballo ya había empezado a notarlo y empezaba a moverse inquieto. Se acercó y cogió una rienda.

- Ponte recta. Como si llevaras una estaca atada al tronco- ordenó-. Y suélta la crin al pobre animal, o me lo dejaras calvo. Si tienes miedo, cójete de la silla, pero no del pelo. En cuanto te tranquilices, ya nos fijaremos en las manos. Las riendas pásalas entre el dedo meñique y el anular; y fíjalas, pasando por la palma de la mano, con el pulgar y el índice. Y esta pierna...- elprelado titubeó. No sabía si ponerla bien él o decirle cómo ponerla. Pero no sabía cómo explicarlo así que...agarró la pantorrilla de la chica y retrasó un poco la pierna. Acto seguido, se ruborizó.

Se dió la vuelta para que no le viera el rostro y cuando se notó más desacalorado se volvió a girar. La postura había mejorado muchísimo.

-Siéntante un poco más en el centro de la silla. El peso debe recaer en el centro del lomo del caballo, o lo desequilibrarás, caeréis, y aún me lo matarás. Y dale unas caricias en el cuello para que se tranquilice un poco. Él y tú. Cuando quieras empezamos.

_________________
Taresa


Muy bien: Ponerse recta. Soltar la crin del caballo. Agarrarse a la silla. Pasar la rienda entre el dedo meñique y... ehm... demasiados datos. ¿Pero cómo se puede hacer todo eso a la vez? Miraba la mano del obispo que le enseñaba la rienda a ver si le quedaba igual, pero no. "A ver, si muevo esto así..." No le extrañaba que no todo el mundo pudiera montar a caballo, si aparte del coste exigía tantos requisitos: miedo le daba si luego le daba por preguntarle la lección. A ver, ella a la burra la ensillaba o le ponía la albarda -si estaba de buenas-, la montaba -si colaboraba- y luego la dirigía con las riendas agarradas como buenamente podía -lo de dirigir más bien quería decir "dar indicaciones y el Altísimo proveería".

Miró con sorpresa y extrañeza a Monseñor cuando le tomó la pierna, pero éste se había dado la vuelta y parecía estar a otras cosas. Estaba tan concentrado explicándole que no se habría dado cuenta, quién sabe. Como para decirle nada... Al menos, aquello la había hecho distraerse y olvidarse de parte de su miedo.

Movió las posaderas más atrás con la nueva orden. Seguro que con todo eso había descolocado otra parte, porque ya parecía una muñeca a la que se le movían los miembros cada uno por su lado en un "más difícil todavía". Soltó una mano de las riendas -"por el horno de Santa Magdalena, a saber cómo la coloco otra vez"- y empezó a acariciar a Foc: eso sí que era placentero, sentir el pelaje del caballo bajo los dedos. Para dejar de pensar y acabar de tranquilizarse iba murmurando:

-Creo en Dios, el Altísimo todopoderoso,
Creador del Cielo y de la Tierra,
de los Infiernos y del Paraíso...


-¿Y ahora? -dijo cuando terminó-. ¿Os parece que estoy bien?

_________________
See the RP information <<   <   1, 2, 3, 4   >   >>
Copyright © JDWorks, Corbeaunoir & Elissa Ka | Update notes | Support us | 2008 - 2024
Special thanks to our amazing translators : Dunpeal (EN, PT), Eriti (IT), Azureus (FI)