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[RP] Capilla de San Samoth

Ignius


Por fin, el obispo se volvió hacia la muchedumbre reunida en la iglesia de ciudad.

Pidió:

¿ Y hay alguien aquí que se oponga a que estas dos personas se casen? ¡Qué hable ahora o se calle para siempre!

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Ignius


Nadie habló, así que el obispo, tras otear nuevamente la concurrencia, tomó nuevamente la palabra.

¡Hijos míos!

Este día es bendecido por Dios. Puedan sus vidas ser virtuosas, conformas al mensaje divino transmitido por el profeta Aristóteles y por Cristos, nuestro mesías.

Ahora, por los poderes que me son conferidos por la Santa Iglesia Aristotélica, os hago marido y mujer. Pueda vuestro amor quedar puro de toda tentación exterior. ¡Qué Dios os bendiga!

Amén

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Itzel


Daba saltitos de una pierna a otra, lo cierto era que cuando se ponía nerviosa le entraban unas ganas tremendas de hacer pipí, pero cuando se asustaba le llegaba sin avisar, era algo que aún estaban intentando solucionar sus padres y tíos, así que sólo esperaba no llevarse ningún susto o no se aguantaría las ganas, porque además no sabía ni a quién tenía al lado y ella no pensaba ir al excusado de manos de un desconocido.

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He nacido libre, salvaje, con un cielo sobre mí y un mundo a mis pies.
Irisbel


Había estado acompañando a su madre hasta el último momento pues sabía que le faltaría un buen sitio desde donde presenciar el enlace. La hija mayor de la condesa de Bétera iba a ver casarse a su madre bien cerquita.

No le aguardaba ningún papel de enjundia como a su hermano o a la pequeña Itziel a la que había conocido poco antes, así que había acompañado a su madre hasta la entrada de la iglesia.

En esta ocasión, había sido acompañada más que no escoltada por maese Maverik, ya que los familiares presentes en el enlace serían todos participantes activos en la ceremonia.

Antes de entrar al recinto, dio un emotivo abrazo a la condesa y se habían apresurado a ocupar sus lugares antes de que entrara la radiante novia.

Deseaba de todo corazón que su madre fuera feliz y, por lo poco que había tratado al marqués, creía que estaba a punto de conseguirlo.

Seguía la ceremonia con atención, emocionada y tratando de ocultar alguna que otra lágrima que no conseguía contener. Miraba de vez en cuando a Maverik para constatar que no se había percatado de ninguna de las dichosas lágrimas.

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Luccio


- Amen. - Dijo en voz alta, contestando las palabras de Monseñor Ignius, más por el dejarse llevar del gentío que por la atención a la ceremonia misma.

Andaba en otros menesteres, atento de quien había sido precavido. Las instrucciones habían sido claras, y no estaba el de Carranza dispuesto a andarse con tonterías en un evento con tanto personaje distinguido.

Controlaba al susodicho con mirada atenta, presto para acudir si fuera necesario. No es que le agradase, andarse en tales asuntos, rodeados de guardias, nobles y galantes damas.

Pero tener el favor de más de un buen bolsillo, si iba acompañado de gran título... mejor que mejor. Apretó los nudillos, comprobando que todo estaba en orden para actuar. Aunque por el bien de la ceremonia, y de los invitados, más le valdría que todo quedara en estar más precavidos de lo necesario.

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Taresa


Buscando un hueco entre las cabezas para ver más allá de la puerta de la capilla, Taresa se movía de un lado a otro a la vez que estiraba el cuello y se ponía de puntillas para compensar su baja estatura. Apenas divisaba la parte superior de la mitra del obispo, como la vela de un barco en medio de las olas que formaban las cabezas de los invitados.

Tras preparar todos los ornamentos litúrgicos, había salido de las estancias en dirección a la capilla, pero ya a lo lejos se había dado cuenta del gentío que se arremolinaba en el portón, y que le iba a ser difícil entrar con tantos invitados dándose codazos. Así que se había resignado a quedarse fuera, puesto que además no quería hacerse más daño en la mano quemada a fuerza de golpes y apretones. Al menos había visto entrar a la novia. ¡Qué hermosa! Taresa había deseado tener un vestido con una tela como aquella, bermeja y brillante como el fuego.

De lo que había pasado dentro, lo había intuído más que escuchado, y ahora la repentina animación sugería que todo había acabado.

-¿Ya está? -decía a los de delante- ¿Terminó la ceremonia?

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LVX
ANTIQVIOR
AMORE
Ledzeppelin
Citation:
Ahora, por los poderes que me son conferidos por la Santa Iglesia Aristotélica, os hago marido y mujer. Pueda vuestro amor quedar puro de toda tentación exterior. ¡Qué Dios os bendiga!

Amén


La Condesa, emocionada, sonreía de este instante que sacralizaba la unión que tenía un valor inmenso para ella: la unión entre Cataluña y Valencia, ellos ambos estados que le gustaban mucho y con los que había tenido relaciones muy buenas. Con canciller Nicolino Borja y el embajador Ysuran por otra parte entre los invitados, para Valencia y Cataluña de Rocaberti. Este matrimonio era una bella unión y el Marqués podía estar orgulloso en este instante.

Led juntó las manos y repitió:

Amen !
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Capitaine des Dompteurs de Lyon
Lirdi


Los Jones contemplaron toda la ceremonia en silencio. Observando con atención como su queridísima amiga se unía en matrimonio al hombre que amaba.
La capilla se cubrió de un silencio sepulcral en el momento de la gran pregunta de oposición… Que por suerte nadie interrumpió… Y pocos segundos después estaban finalmente casados. Tras las palabras del obispo, Lirdi respondió,

-Amen.-

Miró a su primo y en una sonrisa cómplice le dijo al oído.
-La tercera es la vencida, ¿No crees?-

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Kossler


El Marqués escuchó, en silencio, las palabras del Obispo. Con ellas, sólo faltaba una cosa para pasar de prometido, a esposo. Con las manos algo temblorosas se dirgió hacia la Itzel, que traía entre las manos, un pequeño cojín forrado en terciopelo. Sobre él, se hallaban dos anillos parejos. Cogió el de su esposa, y tendió, con la mirada el otro a la de Bétera. Ésta lo cogió de inmediato.

Entonces, con una serenidad impropia de la situación le puso en anillo en su mano. Era el símbolo de unión entre ambos contrayentes. Aquello que, pese a la distancia, siempre les mantendía unidos.

Pestañeó, esperando lo propio por parte de su esposa. Luego, hizo la señal.

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Tadeita


Y miró el anillo en su dedo y no pudo evitar esbozar una sonrisa por lo que aquello significaba... y a continuación, de la mano de Kossler, había tomado la alianza, que con suavidad la llevó a su mano izquierda, a su dedo anular.

Con aquel gesto y aquel símbolo de las alianzas, las cuales ya portarían por siempre, se cerraba para ella un círculo, el que daba paso a una nueva vida a su lado. No sabía el marqués la locura que estaba cometiendo.

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Deseos
Arnauet


Se soltó de la mano de la marona tenia una mision que cumplir, era una mision secreta que le habia mandado el tito grosello.

Se quito los zapatos para no hacer ruido, miro a derecha, y a izquierda y se bajo del banco y en ese momento la vio, a la tita Gomis cerrandole el flanco derecho. Por suerte su marona y su tita estaban absortas en la ceremonia. Arnauet se deslizo por el suelo y paso entre los pies de su tia Gomis.

Se puso en pie y correteo, veia el final del banco. Se paro en seco, la mision secreta tenia un fallo. Estiro uno de los ramos de flores que habia en la cabecera del banco dejando detrás de él un pequeño regero de caos, al estirar el ramo se habían soltado algunos lazos - Ups - dijo - ha sido ese señor - dijo señalando a cualquier lado.

Se colocó en el pasillo y empezó a corretear hasta el altar. Llegó junto a los titos. - Bitziiiiiiiiiii - saludó a Arnauet a su prima - Ohhh vas vestida de reina pirataaaaa .

- Tita grosella - le dijo arnauet tirandole del vestido - esto es para ti de parte del tito grosello - le dijo alzando la voz. Cuando vio lo que le había dado se lo quitó de las manos - Oeee esto no tita grosella - le dijo - Que me he enconfundido que estoy algo nervosio - miro a la tita grosella - Pareces una princesa titaaaaaaaaa - tiró la alcachofa de la reportera - Esto si que es para tiiii - le dio el ramo a su tita grosella y le susurró - Tita que me he escapado de junto a la marona luego le dices que no me castigue pero he venido en misión secreta - miró hacia los bancos y sonrio.

Se colocó junto a Bitzi - Bitziiiiiii ¿aluego nos vamos a jugar a los piratas?Podemos ir a buscar el tesoro a la cocina que seguro estara llena de pasteles. No te muevas Bitzi ya vengo

Corrio junto a la alcachofa y la cogio, era su alcachofa y volvio junto a los titos, al señor de las ropas brillantes, a los señores que habían al lado de los titos grosellos y a Bitzi e intento quedarse en silencio

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Tadeita


Ensimismada observaba la alianza en su mano, cuando sintió que alguien le tiraba del vestido, se giró hacia el pequeño, era Arnauet, que descalzo y después de haber dejado tras de si un reguero de caos... llegará lejos este niño... pensó para sí, imaginándoselo como príncep de Cataluña... le hacía entrega de una hermosa alcachofa... la cual miró extrañada, con un gesto de ¿ein?, pero antes de que pudiera abrir la boca, la verdura había salido volando... cada vez tenía más claro, que al pequeño le esperaba un gran destino en el principado...

- Esto si que es para tiiii - le dio el ramo y le susurró - Tita que me he escapado de junto a la marona luego le dices que no me castigue pero he venido en misión secreta le dijo el de Rocabruna...

y ella, con el hermoso ramo entre las manos, asintió a Arnauet y se llevó un dedo a los labios en señal de secreto... shhh, tu misión ha sido cumplida con éxito, no te preocupes, ya sabes que yo luego lío a la marona, y aquí no ha pasado nada... le dijo cómplice tocando su hombro.

Levantó la mirada a su ya esposo, y miró el ramo para susurrarle moviendo los labios pre cio so gra cias

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Deseos
Kossler


El Marqués tuvo que hacer grandes esfuerzos para contener las carcajadas que quería evocar al ver la cómica imagen de Arnauet, sorteando a los invitados como un explorador en medio de los campos, escondiéndose tras pies y bancos, saltando y arrastrándose como un soldado en medio de un combate. Por fin llegó y por supuesto, tuvo que equivocarse al principio. Aún así, Kossler sabía que había acertado.

Puso la mano sobre la cabecita de Arnauet, que le miró, y le revolvió un poco el pelo, que seguro su madre había estado peinando toda la mañana. Seguro que el Trastet se lo agradecería.

-Bien hecho Arnauet. -Dijo Kossler, exagerando la imitación (que en absoluto le costaba) de la voz de un militar. -Te has ganado una medalla, como la de los soldados. -Le susurró, en voz más baja. -Luego te la daré.

Luego dirigió una sonrisa a su esposa, que lo miraba algo sorprendida. Una mirada de Kossler pareció indicarle: Dále las gracias a Arnauet.

Tras eso, de forma tímida y de un modo pueril, más usual en niños que en adultos, besó a la novia. Parecíó sorprendida por ello, pero Kossler también lo estaba. Rememoró algo de lo que creía haberse olvidado.

Luego tendió la mano, para que la Condesa se asiera ella. Una vez lo hizo, ambos emprendieron el camino por el corto pasillo de la Capilla, para salir de ella. Habían entrado como novios. Ahora salían como esposos, unidos por un lazo que se auguraba irrompible.

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