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Lo que Dios Ha Unido... [RP]

Julieta_borja


Ante tanto grito la pequeña no sabía como reaccionar, bajo de su asiento y corrió hacia los brazos de su padre, quien enojado gritaba sin poder medir sus palabras.

Papi ya, no sigas

Dijo con lagrimas en sus ojos mientras veía tan espantosa escena.
Abrazó fuerte a su padre intentando calmarlo, como si el amor que ella sentía pudiera cambiar esa situación.

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Aleida


Los acontecimientos se dieron demasiado rápido. Antso y Erz por fin se hacían presentes en aquella cena, que era bastante confusa para todos. Las disculpas fueron aceptadas. La autoridad en la casa siempre había estado regida por su madre. La casa estaba completamente organizada por ella, mientras su padre se ocupaba de otros asuntos externos a ella. Gandía siempre había sido un lugar donde ambos, su madre y su padre, habían trabajado en equipo, para que la casa estuviese organizada en todos sus aspectos.

Cuando las palabras comenzaron a salir de la boca de ambos, ella cayó en la cuenta de que ese equipo estaba destruido y quizás para siempre. No habría marcha atrás. La vida de los Borjas cambiaría por completo. Ella, por su parte, descubrió en su interior al escuchar las últimas palabras que su padre más que decir, vociferaba, que a partir de ese momento le sería imposible creer en el amor verdadero. No existía, pensando que sus padres tenían el amor más puro y verdadero que ella alguna vez conoció. El amor era una mentira y lo había descubierto de la peor forma, viendo como sus padres se dejaban de querer y se comenzaban a odiar, olvidándose por completo de todo lo que habían pasado. Cegados por el odio se decían palabras, las cuales tiempo después ella estaba segura se arrepentirían de decir. Los ojos se le llenaron de lágrimas cuando su padre terminó de hablar, tratando a su madre como una cualquiera.

Apretó con fuerza la servilleta que tenía sujetada a la mano, intentando que las lágrimas no salieran para no demostrar debilidad. Respiro una gran bocanada de aire porque sentía que se ahogaba, además de las ganas de vomitar que tenía por escuchar esas viles palabras que ambos se decían.

Se fue su madre. Erz por su parte, salió corriendo de aquel salón horrorizada. Ella no decía palabra alguna, al igual que sus demás hermanos. ¿Ejercitos? Le impresionó que esa palabra saliera de la boca de su amiga, además de decir que la reina se enteraría. Ella comprendía lo que sentía en esos momentos, pero no dejaba de ser su padre el cual estaba también amenazando. Miró a Erze antes de que saliera por esa puerta, con una mirada de incomprensión. En esos momentos, no había ayudado para nada. Pero, entendía que se trababa de su hermana y de su familia. Pero era su padre. Nicolás, su padre...

... y su madre. Su madre estaba completamente devastada. Era una mujer fuerte ella eso lo sabía bien, sentía unas ganas irreprimibles de abrazarla. De decirle cuanto lo sentía.

Debía tomar una decisión. ¿Qué hacer? Al ser ella mayor, podría tranquilamente decidir con quien vivir al igual que Antso. Las más pequeñas no tendrían opción alguna. Sabía solamente una cosa, no podía dejar a su padre solo. Sería capaz de hacer una locura, no podía abandonarlo en esos momentos. Pero, sería una traición para con su madre. No lo entendería, no entendería que ella eligiera quedarse en Gandía. ¿Qué haría?

Vio como Juli, con lágrimas en los ojos, abrazó a su padre pidiéndole piedad con sus palabras. Ella suspiró y se paró de aquella cena. Fue suficiente. Iré a mi cuarto, tengo una decisión que tomar. ¿Verdad?- al final la voz se le quebró.

Agarró la servilleta que antes mantenía con fuerza bajo su puño, y al dar la espalada para subir a su habitación se la coloco en los ojos y las lágrimas comenzaron a mojar el pañuelo mientras ella sentía la sal en su boca.

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Antso


Ni bien alcanzó a tomar asiento, su madre le sirvió y el caos se desató. Asombrado de que fuese ella quien le diera su plato, tomó con presto cuidado la cuchara y removió el caldo que la vasija contenía escuchando el reclamo de su padre sobre las disculpas, ni se tomó la molestia de acomodar su servilleta, sabía por algún motivo que hoy no comería, no tenía apetito y aunque lo hiciera por costumbre no le sería provechoso.

No del todo padre mío, pero ha sido mi madre quien ha enviado por nosotros, por tanto creo es anfitriona de ésta cena y merece especialmente nuestras disculpas por el retraso y no a modo generalizado como lo he hecho nada más entrar.

Explicó el Borja mirando a su padre segundos antes de que su madre comenzara a expresarse y dejara a todos con el semblante atónito y disgustado. La salida de su tía y hermanas, posterior a las intervenciones propias de cada una, le dejó aún peor sabor en la boca. No comprendía cómo y en qué momento se había desatado todo cuanto ocurría, y cómo es que sus padres se encontraban en algo como aquello.
Miró de soslayo a su padre que se mantenía bufando y seguía sin poder dar crédito a cuando salió de su boca, especialmente la parte en que insultaba a su madre. Su melliza se había retirado a meditar lo que haría, Julieta seguía llorando frente a su él y Costanza se conservaba impávida en su puesto.
Cuando sus neuronas lograron realizar sinapsis nerviosa y por ende comprendió la situación, un peso enorme se aposentó sobre sus hombros, un peso invisible, quizás hasta imaginario, pero presente en el joven Borja. Apartó el plato que tenía en frente, ya frío por la espera y por el tiempo que había transcurrido, para entonces voltear el cuerpo en dirección a su progenitor y levantarse. Cogió dos copas en las cuales sirvió vino de la pequeña mesa apostada a un costado del conde y retomó su lugar, ofreciéndole una de las mismas y quedándose con la otra. Comprendía el orgullo herido, también le dolía todo cuanto su madre le había dicho a él, la forma en que le trató, y le odió por unos instantes al escuchar cómo le despojaba absolutamente de todo cuanto tenía por algo que parecía un capricho.
Intervendría, lo haría a favor de su padre para que las decisiones de su abuela y las mismas sugerencias de su madre no fuesen tan crueles, suspiró profundo, para entonces pensar en la otra parte, su madre no era ninguna prostituta, nada, absolutamente nada justificaba que su padre le gritara eso a su madre, aún pese a todo lo dicho, o eso creía, estaba confundido, ambos se habían lanzado serpientes en vez de palabras, y era ignorante a los motivos.
Bebió de su copa con congoja, y una dificultad exasperante que le sorprendió por lo que le costó al líquido viajar por su garganta,entonces estiró sus brazos frente a la mesa y jugó con su copa ya vacía para fijar la atención sobre su padre, y tomarse una confianza que sabía no poseía, pero que parecía su progenitor necesitar y más aún él, requería respuestas.
Una vez más su ávida curiosidad se hizo latente y no tuvo el mayor reparo ni decoro por reprimirlo, estaba él involucrado en todo lo que se reproducía, no podía hacer oídos sordos y mantenerse con cuanta duda le surgía.

¿Qué os ha pasado?

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Ederne_bp


¿Furcia? Le había llamado ¿Furcia?

Los ojos de la princesa se volvieron negros de ira. Se detuvo en la puerta, pues iba de salida luego de soltarle a aquel que ahora le llamaba furcia, que se iría de palacio y que su matrimonio llegaba a su final.
Giro su cuerpo, si algo mas debía decirle aquel, seria a los ojos y no solo la llamo una cualquiera, sino que siguió insultándole allí, delante de sus hijos y su hermana.

Arrebatado, le grito su nobleza, nobleza que ella misma se había encargado de darle, rango que le correspondía por casarse con ella, hija de reyes.
Levanto su cabeza y espero… espero mientras el vomitaba su repudio y odio, todo junto, por aquella boca que algún día, no hacía mucho, le había besado convirtiéndola en mujer.

Sintió como el corazón, poco a poco, dejaba de latir, primero se remeció con fuerza, provocándole espasmos que controlo estoica sin inmutarse, sin siquiera pestañear, luego, sintió el nudo en la garganta, sabía que palabra no lograría sacar, si no caía en aquel salón, sería un milagro del altísimo, mientras la ira iba consumiendo a su ex esposo, la Berasategui se sumió en una nube negra como la noche sin luna y recordó en fracción de segundos, cada mirada y beso que él le dio, cuando la beso en el jardín de Benicarló, en la iglesia, en el barco, el molino, las risas, la complicidad… cada instante de felicidad paso como si fuesen imágenes que estaban escondidas en su mente.

Si, se había comportado como una Furcia… pero con él, solo con el.
Las palabras de su hija primero y luego su hermana casi la hicieron desfallecer, pero aquel no era el momento, tenía por fin el corazón roto, destrozado y sin vida.

Se irguió y acerco al Borja, dejándole caer una bofetada que giro su rostro, provocando que de su boca emanara una gota de sangre. Antes de salir de allí, dijo a este - tenéis una semana para salir de aquí con vida, si el ejército no os mata, juro por mi vida que seré yo quien os mate, Borja. – aquellas palabras no fueron más que un susurro que salió de su boca, se giro y abandono la sala, en firme procesión salió de allí mas antes de llegar a las escaleras, cayo rendida a ellas, sin poder hacer más que llorar, herida no solo en su corazón, sino también en su orgullo.

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Ederne_bp


Los días en que la Berasategui era la señora de Gandía habían terminado abruptamente, ahora instalada en los aposentos del Palacio Real, en la corte de su madre, la infanta intentaba comenzar de nuevo, intentando olvidar al que un día le había quitado el aliento de la boca a besos.

Aun así, estando allí, entre tantos cortesanos, bailes y cenas, la infanta se mantenia ajena a cada festividad, a cada hecho importante y solo había saludado a su madre a su llegada, postergando la charla para cuando se encontrase en “condiciones”, como había indicado a la Reina.

Esta, a pesar de su preocupación y curiosidad, había aceptado de mala gana la solicitud de la recién llegada a palacio.
Comía mayoritariamente en su habitación, paseaba por los jardines cuando sabía expresamente que estos estaban vacios, o por las noches, y se dejaba ver casi nada, incluso por sus hijos.

El dolor la embargaba por completo y aun, a pesar de la traición y el dolor que la última vez que le había visto le provocaba, por instantes se sentía incapacitada para continuar sin el Borja.
Era totalmente inusual ver a la Berasategui en aquellas condiciones.

Aquella mañana y con claros signos de haber dormido no más de unos minutos durante la larga noche, solicito a su doncella que le preparase su mejor vestido y solicitara una audiencia urgente y especial con su madre, que le avisara cuando aquello estuviese organizado para acudir a su encuentro.

Así, con las órdenes claras, la doncella se retiro de la habitación, y la Berasategui se sumergió en un baño caliente, reparador, a espera de la respuesta de su Reina.

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Rose_de_anthares


- ¿Audiencia? qué ¿acaso esta hija mía está algo perturbada? pedir audiencia siendo mi hija. Decidle que la espero en el salón privado, que no tarde, se enfriará mi infusión.

Se quedó pensativa tras aquello, no tenía muy claro lo que había sucedido en Gandia y tampoco había querido exigir respuestas a su hija hasta que ésta estuviera lista para darlas. Suponía que para eso quería verla y con una audiencia. Aquello le parecía muy extraño y presentía que no sería una conversación cualquiera - ¡Traed vino! esto necesita más que una infusión de seguro y más si tiene que ver con el conde de Gandia. - tomó asiento y se relajó pensativa - será divertido - pensó, mientras maquinaba posibles ideas y posibles beneficios de lo que fuera, haya pasado en Xátiva.

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