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[RP]Otra historia en tierras hispanas... una más que más da

Tiberius_alejandro


Era ya de noche, trazó varios planes con su lacayo, pero ninguno le parecía el adecuado – ningún plan que implique entrar a escondidas resultará, vamos, que eso estará lleno de soldados… y la verdad es que esta visita no vale la pena como para morir estupidamente – pensó y tras un breve silencio siguió, esta vez con voz certera– entraremos hasta su campamento, le veremos en su tienda y saldremos por donde llegamos… será breve el tiempo, pero suficiente para verle la cara y terminar con él – bebió un poco de cerveza – bien, Bocanegra, simplemente seremos emisarios de Jarque, ese solo hecho le hará recibirnos – sonrió y terminó de beber su cerveza – vamos, de pie, el camino hasta él es largo y el tiempo apremia. No quiero que otra espada me arrebate el cobrarle su deuda.

A descansar Filipo, mañana saldremos con las primeras luces y cabalgaremos hasta Jarafuel, allí nos informaremos bien de la ubicación del campamento que sitia el castillo de Ayora – le tocó el hombro con unas palmadas, aunque sin darse cuenta en el mismo momento, ese era un detalle que denotaría la confianza que iba ganando en el Bocanegra. Así descansaron en la misma taberna de aquel día.

A la mañana siguiente, muy de mañana, despertó Tiberius, y su sorpresa fue que Filipo ya le esperaba con todo listo. Montó a su noble Shabdiz y enrumbaron a su destino. El tiempo apremiaba como para distraerse en los paisajes y acequias que iban caminando, sin embargo, como al medio día habían llegado hasta Buñol y descansaron cerca del río que lleva el mismo nombre, media hora sería suficiente para ellos y sus caballos, comieron algo de pan y fruta que llevaban consigo y dormir no sería necesario.

Continuaron su camino y galoparon unas cinco horas hasta Jarafuel, la tarde era calurosa y hasta cierto punto aquello les era insoportable, pero ya estaban en su primer destino. Desmontaron en una plazuela cerca del castillo, la ciudad estaba ciertamente casi vacía, por sus calles se veían más soldados que pobladores comunes, así que tomaron precaución de ello. Se acercaron a una fuente y bebieron de ella, tomó un poco en su mano y dio de beber a su caballo, Bocanegra hizo lo mismo – bien, escabúllete entre esos mercaderes – le señaló a un pequeño grupo de personas con pinta de comerciantes por las carretas que acarreaban – a ver que averiguas - tomó agua y mojó su cabeza y rostro, dejando que el Bocanegra hiciera lo encomendado.

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Bocanegra


Bien – dijo a la orden de su señor y avanzó con calma. Los mercaderes eran muy cuidadosos, era normal y generalmente contaban con gente que les cuidaba la espalda. Por ello, averiguar lo que deseaba saber por la fuerza no era lo adecuado, además, Tiberius le había ordenado sigilo.

Golpeó con su hombro a uno de los mercaderes, quien lanzó parte de su mercancía al suelo - ¡Lo lamento señor! – dijo Filipo simulando lamentar lo acontecido – le ayudaré – y comenzó a subir junto al mercader las cosas a la carreta que cargaba – Estoy algo preocupado, la gente se va y no sé qué sucede – el hombre soltó una carcajada - ¿usted en qué mundo vive o es que no es de por aquí? – el Bocanegra volvió a tomar otra mercadería en sus manos para cargarla – claro que lo soy pero vivo retirado de la ciudad, ¿me puede usted decir que sucede? – el hombre comenzó a mirar al caballo que tiraría de la carreta – es el Marqués, parece que ha disgustado a la Regente. Ahora el ejército le invadirá – subió a su carreta no sin antes revisar todo estuviera en su sitio – pero imagino están lejos de aquí ¿o no? – preguntó Filipo. El hombre estaba a punto de marcharse cuando le respondió – el ejército acampó a una hora hacia el sur, saliendo de la ciudad, en las mismas puertas de la villa que rodea al castillo en la colina. Le deseo suerte buen hombre, váyase cuanto antes.

Bocanegra regresó con su señor quién le miraba con aire divertido – a una hora, están muy cerca – bebió agua – y no me agradan los mercaderes. Demasiado arrogantes.

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¡Un pájaro me robó la firma!
Tiberius_alejandro


Te he pedido que preguntes cosas, no que los enamores… - le dijo a Filipo cuando terminó de decirle que no le agradaban los comerciantes y rió – bien, entonces encaminémonos, llegaremos hasta el campamento y recuerda que venimos de Jarque… - montó nuevamente su caballo y se encaminaron juntos hasta el campamento.

Después de un rato de cabalgata, a la distancia podía verse el sitio de Ayora, tiendas de campaña levantadas y los soldados caminando de un lado a otro organizándose aún, por fortuna no habían comenzado a batallar. Eso era lo que necesitaba, un poco de alboroto y mentes distraídas en otros asuntos que no fueran las de guardar las espaldas de nadie.

Así llegaron al lugar, antes de internarse en el campamento un par de guardias en el camino les pararon – ¿a dónde vais? Este lugar está sitiado por los ejércitos de su alteza, la Princesa de Valencia, y vosotros no tenéis pinta de ejército – Tiberius respondió – insensato, ¿te burlas de mi? – le miró con desprecio – traigo noticias para el Canciller de vuestra princesa, así que guarda respeto o le diré a tus señores de tu pésimo comportamiento – el soldado confundido y al mismo tiempo enojado se inmutó por un instante – y… pero… ¿Qué noticias son las que traéis? – Tiberius siguió su papel – claro, te las dejo de encargo para que se las digas tu mismo – el soldado levantó los ojos – bueno, pues dadme la noticia – Tiberius se tomó el rostro – en verdad no conoces el sarcasmo… en fin, se un poco útil y deja de hacerme perder el tiempo – y el soldado se enojó – pero.. me decís una cosa y otra – Tiberius perdía la calma – mira chaval, deja ya lo tonto y vamos, que cada minuto contigo es perdido… escóltanos a la tienda del duque de Gandia y anúnciale que vengo mi paje y yo como emisarios de Jarque, tengo noticias importantes para él – el guardia refunfuñó, pero ya había mordido el anzuelo – está bien, os llevaré con Su Gracia – Tiberius se sintió mas tranquilo – ya era hora…

Desmontaron y caminaron entre las tiendas de campaña hasta una de las que estaba ubicada en el medio de todo, esperaba que el Duque estuviera solo, o todo sería una complicación inesperada.

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Bocanegra


Demasiados nervios veía para ser eso un campamento militar. Demasiado de todo para que aquellos fueran los hombres de armas de aquel reino. Debía ser crítico en sus apreciaciones, más cuando se ha sido forjado para dedicarse a las armas. Cabalgaron hasta llegar al campamento, donde su señor dio con el incauto al que engañaría. Por un momento se preocupó y ya tenía todo planeado si se complicaban las cosas, pero como siempre, la astucia de su señor se impuso.

Lo miró y asintió cuando eran escoltados por aquel hombre y caminaron hasta llegar a la tienda donde se encontraba a quién buscaban. – Los anunciaré – dijo el soldado y él se dispuso tras su señor para protegerlo y estar atento a sus órdenes.

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¡Un pájaro me robó la firma!
Nicolino


La noche había caído sobre el campamento de los soldados que habían levantado sus tiendas y estandartes en las cercanías de Ayora. Nada se movía, salvo el viento entre la tela de los pendones que representaban a cada casa, o alguno de los soldados volteándose en su camastro, para responder con sordos ronquidos cuando encontrara la posición adecuada. Quizás algún soldado sí se desvelara, persiguiendo a alguna moza de vida licenciosa, que diera calor a su cuerpo por una paga sólo honoraria...pero no era el caso de todos.

Por ejemplo, el Borja se alzaba insomne en su propia tienda de campaña. Era de las pocas dónde aún crepitaba la llama de una vela al borde de apagarse, y cuya cera se derretía encima de un mapa. Porque aquella noche, Nicolás, tenía un mal presentimiento que no le había comunicado aún a la Regente. Es más: ella siquiera sabía de su regreso y de su trayecto, y de qué se suponía había hecho durante todo aquel rato en que la Regente le había enviado a la caza de Enrique, objetivo que dejó de perseguir.

...y lo hizo con razón. El prefería emplear su tiempo intentando dar con alguien que pudiera abrirles las puertas del Castillo de Vall de Ayora y ahorrarles el asedio, o de algún pastor que conociera los pasos ocultos entre los montes, y le dibujara un mapa. Mapa rústico que tenía, y a que el mismo le había dado algo de color con los escasos tintes a su mano. Trazaba en él, los mejores y peores escenarios.

Pero nunca había sido buen estratega, no.

Suspiró. Se sentía intranquilo. Alzó su cruz, aquella que pendía de su cuello, aquella marca que le definía, a fin de todo, eclesiástico, pero tan distinto de los demás...su mente divagaba lejos de allí.

Mas algo se movió. ¿Un soldado? Trayendo allí, a dos desconocidos...y uno, con unos ojos muy familiares...

-¿Quienes sois y qué hacéis aquí?-dijo, su mirada marcada por la desconfianza...

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Tiberius_alejandro


Llegaron hasta la tienda del Duque, con una mirada indicó a Filipo que era el tiempo y que nada podía salir mal.

Una mirada a sus ojos, unos segundos y vio en el Duque todo lo que esperaba ver y los sentimientos que esperaba sentir, pero se acercaba el tiempo para encararle y no podía perder el control,despues de todo había esperado ya bastante, y unos minutos más era nada. Continuó con su papel - Su gracia, salud para usted - hizó una reverencia y Bocanegra le imitó - mi nombre no es importante, más si el mensaje que traigo desde Jarque, y esto debe ser en estricto privado. Debo pedirle que estemos a solas - observó la cara de desconfianza del Borja, entonces abrió sus brazos y se mostró sin espada - sin armas, su gracia, no debe temer ni desconfiar - esperó su respuesta y que este no soltara el anzuelo que ya había picado.

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Nicolino


"sin armas, su gracia, no debe temer ni desconfiar"

¿Había, acaso, una sola frase pronunciada por algún mortal sobre la faz de la tierra, que efectivamente, no diera todavía más desconfianza que exactamente esa? Posiblemente no, o al menos al Borgia, que era quién normalmente habría dicho frases de ese tipo antes de clavar el puñal escondido.

...como aquella daga siciliana que llevaba en aquel mismo instante, oculta entre sus ropajes. Pero el Borja escondía, además, otra debilidad: Aunque era desconfiado de aquellos a quienes no conocía y se presentaban a aquellas horas en su tienda de campaña, también era orgulloso. Terriblemente orgulloso. Y se sentía capaz de lidiar con las situaciones incluso en desventaja.

¿Porque no era acaso él Duque, y ostentaba la mística Borgia de la omnipotencia? Se acercó a sus invitados. Los miró de arriba a abajo, y decidió:

-Guardias, iros de la tienda. Dejadnos en privado.

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Bocanegra


Bastó solo una mirada de su señor, un gesto. Los guardias salieron, cinco segundos despues y la vista de aquel clérigo fija en Tiberius le dieron el espacio, unos pasos y su cuchillo estaba en el cuello del Duque mientras le sujetaba con fuerza. Otro gesto de Tiberius, uno especial señalandole una parte de su cuerpo.

Lo siguiente fue el cuerpo de aquel hombre cayendo de rodillas al piso, su mano apretando su boca y la otra sujetando el puñal clavado en su hombro. Quitó el puñal y le levantó, la sangre brotaba, le empujó haciendole sentar en una silla, revisó sus ropas sin dejar de amenazar con su cuchillo sobre el cuello de su victima, le despojó de la daga que el supuesto hombre de Dios llevaba con él.

Un solo grito pidiedo ayuda y te aseguro que lanzo muy bien los cuchillos, y este terminará en tu frente - Una vez el mensaje dado sonrió a su señor y se alejó hacia la puerta para vigilar que nadie entre y todo siguiera a favor de Tiberius.

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¡Un pájaro me robó la firma!
Tiberius_alejandro


Nicolás Borgia – le dijo mientras se acercaba a él y le veía sentado sosteniendo su hombro herido – Debes disculpar lo rudo de mi presentación… pero comprenderas que era necesario - retiró de su manga derecha una cuerda no muy larga – en realidad seré breve, no quiero extenderme, pero te anticipo que tal vez vivas – sus intenciones eran ciertamente las de asesinarlo, pero no quería que el Borgia sucumbiera al pánico y echara todo a perder, después de todo, un poco de esperanza le haría escuchar callado. Colocó la soga alrededor del cuello del Duque – ¿Alguna vez viste un hombre morir ahorcado? La desesperación en sus ojos es terrible – después de apretar un poco su cuello se retiró y acercó una silla hasta quedar frente al Borgia, tomó asiento y continuó calmado - imagino que tienes curiosidad del porque hago esto, pues de tantos enemigos quieres saber cuál soy yo – sonrió maquiavélicamente – en realidad no me has hecho nada a mi… o mas bien, si – le miró fijamente – mandaste a asesinar a un hombre – el Borgia se mostró curioso – pero cometiste el error de no eliminar a su hijo – notó como el Borgia tragó un poco de saliva, aunque se notaba que siempre quería mostrarse valiente – ese hijo soy yo.

Hace poco más de un año que Elric le había contado a Tiberius como murió su padre, y en esa historia un nombre era clave, Nicolás Borgia. En aquellos tiempos el Borgia no era más que un presuntuoso y ambicioso joven con ansias de obtener poder a toda costa, y el padre de Tiberius se había cruzado en su camino. Elric le contó a Tiberius como Nicolás Borgia en aquellos años ansiaba apoderarse de la orden de Montesa, que si bien era una orden sin mayores establecimientos que los que tenía en la villa de su mismo nombre, era una orden que generaba ingresos e influencia cada vez mayores. Elric contó lo que él mismo había oído, de cómo a Nicolás Borgia la presencia del padre de Tiberius le estorbaba, no solo por la orden de Montesa, sino porque políticamente no eran coincidentes, además, que el padre de Tiberius pronto conocía las verdaderas intenciones del Borgia y empezaba a querer detenerle en sus intenciones, para ello, el Borgia no tuvo mejor idea que enviar a unos asesinos a terminar con las vida de aquel hombre.

Tiberius se levantó de su asiento y se acercó hasta el Duque – No hago esto porque me hayas arrancado algo realmente, pues yo apenas había nacido cuando hiciste aquello… hago esto por enseñarte algo, para que aprendas que si vas a matar a alguien debes asegurarte de no dejar vivo a quien pueda vengarlo – se posicionó tras de su silla y volvió a colocar la soga en el cuello del Borgia, antes de querer ahorcarle le dijo – ¿quieres saber quién fue ese hombre?... – le preguntó y notó como el Borgia quiso voltear a mirar, pero Tiberius no le dejó y ajustó la cuerda en su cuello. Acercándose a su oído le dijo – hasta pronto, Borgia, tal vez le veas en el mas allá, ¿te suena el apellido D’Anghier?.

Apretó la cuerda y comenzó a asfixiar al Duque.

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Nicolino


La Traición. A lo largo de los años, el Borgia había aprendido mucho sobre ello. Pero seguía siendo osado. Sintió el puñal cortar la tela, hundirse en su carne, perforarle, causando dolor. Sintió su sangre fluir, manchar la fría hoja de acero...ahogó un grito de dolor con sobrehumano esfuerzo, e intentó mantener su temple arrogante, impertérrito.

Y pronto, sintió la soga al cuello, las manos de Tiberius actuando cual verdugo.

Su mirada, fría, les observaba. Aguardaba, sin maldecir, sin suplicar. Sus ojos glaucos, de un gélido azul, parecían querer demostrar su superioridad, y la repugnancia que expresaba hacia sus actos. Sentía el calor de la sangre, tiñendo de rojo sus ropajes...y simplemente permaneció indiferente.

Escuchó al joven...y finalmente, habló:

-No os temo. No temo a la muerte, pues sé bien que hay cosas mucho peores que ella. Sé que si hacéis alguna idiotez, no podréis dar dos pasos fuera de este campamento sin ser abatido, o capturado, y suplicar os concedan el derecho de morir tras los miles de tormentos que os darán.

Alzó la mirada. Barbilla en alto. Se veía altivo, e intentaba mostrar que ya había sido herido en combate más de una vez. Continuó:

-Por ende, muchacho estúpido, sé que podrías ver su propia expresión de vergüenza en el Infierno Lunar, y su más profunda decepción, por haberos matado a vos mismo de una forma tan tonta, sin perpetuar su apellido, y manchándolo con sangre de un amigo...

Aún así, acepto conversar y contaros la historia, si me soltáis.


Y se irguió, la espalda recta como una lanza. Fingía no sentir el nudo de la cuerda cerrándose en torno a su cuello, ni que la falta de aire comenzaba a teñir de cierto tinte morado su rostro...pero había guardado su aliento, para rugir, que resonara en toda la tienda de camaña, con todas sus fuerzas...

-¡Mas escuchadme bien, bastardo, yo no maté a vuestro padre!-vociferó, a la par que su ceño se fruncía severamente, y con un gesto de desprecio, escupía al joven en el rostro.

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Bocanegra


Se había quedado fuera de la tienda vigilando y comenzaba a hacer frío. Lo que su señor tuviese que arreglar con aquel hombre estaba tardando demasiado y debían aprovechar la oscuridad de la noche para huir.

Entonces, voces se alzaron en el interior. Malo, muy malo era aquello pues llamaría la atención de alguno. Entró a la tienda para observar que pasaba - mi señor, matelo o hable, sino, moriremos aquí nosotros en vez de él. - le miró y regresó fuera, pero está vez listo por si debía pelear.

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¡Un pájaro me robó la firma!
Tiberius_alejandro


Filipo entró justamente cuando Tiberius reaccionaría a las acciones del Borgia, le hizo una seña de que no se preocupara y volviera a su lugar. Luego continuó con Nicolás.

Se acercó nuevamente hasta el duque, esta vez más calmado, pero no era que se hubiera intimidado o hecho menos, sino que pensó en que sus acciones debían ser guiadas por la inteligencia y no la ira, además, las palabras del duque le parecieron intrigantes. Tomó uno de los guantes que el duque tenía sobre su mesa y se limpió el escupo del Borgia para luego tirarlo en una esquina, luego se acercó más a él y poniéndose frente a frente le tomó con un puño de sus ropas a la altura del pecho – nunca… nunca mas vuelvas a hacer esto, o realmente vas a conocer lo que es el tormento, y pedirás la muerte para descansar – le soltó y caminó un poco hacia a tras sin temor de darle la espalda, tomó una manzana del frutero del duque y se apoyó sobre una mesa – sea tal vez que tengas razón respecto a que aquí me maten, y puede que no, eso lo sabremos tarde o temprano – comió un poco de la manzana y luego continuó – solo para satisfacer la curiosidad, y para que no se diga que no te di la oportunidad… di lo que tengas que decir – se quedó observando al duque mientras esperaba que lo que le tenga que contar valga la pena, sino, tendría que asesinarlo y tratar de salir de la forma más discreta y rápida posible.

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Nicolino


-Vuestro padre. Lyzander. Fue un gran hombre, que aún así, murió sin alcanzar la nobleza. Pero llegó a los cargos más altos de una Corona, que estaba a punto de derrumbarse, en un tiempo dónde realmente se ambicionaban aquellos puestos. Fue el Senescal del Chanciller Anzo, Duque de Segorbe.-comenzó a decir, sin dudarlo, con mirada honesta, rememorando tiempos lejanos. Intentaba dar detalles que llevaran a Tiberius a esos momentos pasados, de los cuales un joven como él, que había sido apartado de su linaje, vería como historias de grandeza difíciles de creer...

-Sí, así es, el mismo Anzo que luego sería conocido como Su Majestad, el Rey de Valencia. Se decía tenían un vínculo muy cercano. Pero eso fue hace mucho tiempo. En épocas dónde aún parte de la nobleza de la Corona hablaba mejor el francés que el castellano, y dónde los Gobernadores y los nobles, eran realmente temidos y respetados. Y ni hablar de un Senescal, por encima del Maestre de Campos de los Tercios de la Corona, dónde sirvió incluso Zeian de Berasategui...

Aún le resultaba increíble pensar que los Tercios hubieran sido disueltos. Y que gran parte de sus miembros, ahora estuvieran muertos, o desaparecidos. Pero aquello demostraba lo transitorio y fugaz de la existencia. Grandes imperios caían, y otros se apresuraban a tomar su lugar. Nada era eterno.

-Y yo conocí a vuestro padre, debido a que él era un hombre de altos ideales. Fue el último Comendador de Montesa, Orden que a muerto y resucitado más veces de las que se podría contar. Y yo fui hecho Caballero por él. Le serví bien, y ascendí a Maestre. Y desde entonces, mantuvimos amistad...

Hizo una pausa. Comenzaba a sentir cierto entumecimiento en torno a su herida, pero continuó su relato...

...y él...él era amante de una mujer...vuestra madre-una sonrisa malvada se le apareció en el rostro. Sólo el Borja, era capaz del descaro de referirse a Reyes con tanta liviandad, y de contar secretos, que otros por solo el bochorno de imaginarlo, no podrían siquiera pronunciar. Y es que él, que había vivido bastante, se sentía a la par de todos aquellos personajes de las viejas historias, pues a muchos, los había conocido.

-Creo que por esos tiempos, vos fuisteis concebido, a espaldas del mundo. Un bastardo. Algo peligroso. Algo de lo que me encargaron me "ocupara", pero creí que no seríais jamás una amenaza. ¿Podéis, pues, adivinar, quién fue vuestra madre? Os daré dos pistas más: Ella sí llegó a la nobleza, y a la más grande.

Pero bien. Vuestro padre acabaría muriendo de una forma estúpida, atacado por bandidos, realmente sin ninguna relación con nadie. Fue injusto que Dios decidiera arrebatarle la vida de una forma tan absurda.

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Tiberius_alejandro


Todo aquello que el Duque le decía casi le deja perplejo, ¿acaso era un invento de aquel hombre para salvar su vida?, Tiberius lo observó detenidamente, pero cada palabra del Borja sonaba como si esta fuera verdad...

Después de que terminara de hablar el Duque, Tiberius se levantó de la mesa donde estaba apoyado - la historia que me cuentas es nueva para mí, y he de ser sincero, no te creo... - se giró y caminó nuevamente hasta la mesa - pero, Borja, me has quitado la certeza con la que venía a matarte - se quedó mirándole a los ojos - ¿qué debo hacer entonces? - preguntó en voz alta, pero en realidad la pregunta era para sí mismo - si te mato, habrá terminado para mí una etapa, habría cobrado una deuda. Pero abriré puertas con dudas, y me sentiré intranquilo, pues seguramente algunas de ellas podrías responderlas tu - se acercó hasta estar frente a él - ¿Sabes?, en realidad no me importa mucho que vivas o mueras, lo que me importa es cobrar la deuda que le dejaron al niño que fui - se giró y se alejó a la puerta - Borja, no morirás esta noche, pero antes de que me marche, ¿hay alguien más que sepa esta historia que me cuentas?, si no me dices, hallaré la forma de saber si tus palabras son ciertas o falsas, y si resultaren siendo estas últimas, te juro que sufrirás el haberme mentido...

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