Afficher le menu
Information and comments (0)
<<   <   1, 2, 3, ..., 6, 7, 8   >>

[RP]Susurros en la noche

Galbart


La fresca brisa del oeste hacía que la noche fuera mucho más soportable. El verano agonizaba y con él, otra temporada de guerra de la que había salido victorioso, una vez más. Pero aquella vez era especial porque el escocés había liderado, por vez primera, un ejército entero y habían vencido. Sin embargo nadie hablaba de él, nadie se acordaba de él, casi despreciaban el hecho de que hubiera liderado a las tropas valencianas hacia la victoria. Pero le daba igual. Estaba vivo y su esposa, Carrie, también y eso era suficiente.

Miró fijamente a Carrie y mientras miraba a sus ojos escuchó todo lo que decía. El vínculo que había entre ambos era muy fuerte. tan fuerte como las raíces del roble sobre las que estaban y cuyas ramas les daba cobijo. Galbart trató de asimilar todo lo que le había dicho. Ella, de vez en cuando, le decía aquellas cosas, pero dosificadas. Escucharlas todas juntas y de golpe fue algo casi inesperado para él. Tratando de buscar las palabras adecuadas se vió incapaz de hacerlo.

-Yo... no sé qué decir.- Carraspeó y vio que Carrie sonreía. Seguro que esperaba que dijera algo pero a él no le salían las palabras. Jugó con sus manos y empezó a hablar:

- Quizá... Siempre que te veo es... La vida puede dar giros inesperados, lo que no cambia es nuestro destino. Los Dioses quisieron que nuestras vidas se entrelazaran incluso en esta tierra en donde su influencia hace tiempo que pasó al olvido. Es extraño como entretejen los hilos de nuestra historia. A veces me pregunto, qué hubiera sido de mi si hubiera seguido el camino del conocimiento, quizás el regalo que los Dioses me hicieron aquella vez sería algo más habitual... Pero en lo que a mi respecta, los Dioses no pueden haber elegido un mejor destino para mi. Quién sabe en qué campo de batalla de los Yorkshire ingleses podría haber caído... ¡¡En Inglaterra!!- Sonrió. - Pero sin dejarme llevar... te quiero y quiero renovar mis votos contigo. No por el destino, que he nombrado tanto antes. No. Te quiero, y estaré siempre a tu lado, para ayudarte en todo lo que necesites y para ser un punto de referencia, incluso para ayudarte a ver quién eres, hija de Brigit. Mi vida es tuya y no te la ofrezco más veces porque sólo tengo una, y tú eres dueño de ella. Eres mi esposa y eso no cambiará nunca. Te quiero y te querré para siempre.-

Acabando, le estampó un beso en los labios que se prolongó en el tiempo mientras los astros se movían, grabando el destino de todos aquellos que nacían bajo aquellas señales en el cielo.


Siento la tardanza cari

_________________
Galbart


Releyó la carta, un trozo de papel arrancado de un libro que no era mucho más grande que una mano abierta, una vez más, meditando cada una de las palabras escritas y fijándose, sobre todo, en el trazo de cada una de las letras que constituían aquellas desalentadoras palabras. Resultaba increíble el hecho de cómo aún podía recordar la caligrafía de su hermana, incluso quince años más tarde desde que abandonara su hogar. Pero no era de extrañar, el mayor de los hermanos Donan estaba muy unido a su hermana pequeña. Recordaba con una sonrisa, en aquel momento, cómo se perseguían por el torreón de sus padres y cómo se asomaban al balcón del acantilado desoyendo las advertencias de sus padres... Eran tiempos felices, sin embargo él... él había sido imprudente, debía haber esperado... un año más tal vez... En ese momento Carrie entró en la habitación. Sus miradas se cruzaron y ella vio al instante que en aquel momento él iba a revelarle lo que llevaba oprimiendo su corazón desde hacía una semana. Ella se sentó en la cama, Galbart, en un silla frente al hogar, daba la espalda a su esposa.

- Creo que deberías ver esto.- Y tendió la carta por encima del hombro. Ella sin decir ni una palabra se levantó y caminó hacia la carta. Cuando la cogió, Galbart le cedió el sitio y se fue hacia la ventana a mirar los ejercicios de los nuevos guardias de Castellfosc, necesarios tras la última guerra. El número de habitantes de Castellfosc había aumentado y con ellos la riqueza. Aunque aún no se podía afirmar, el consejero de tierras, cargo importante en la administración de Castellfosc y que ostentaba el hijo de un campesino que había podido estudiar en Castilla, lo repetía sin descanso. El de Caithness giró la cabeza y observó más allá de los muros y más allá de los campos cosechados. Miraba hacia el norte, repasando, una vez más, mentalmente la carta que había acabado por aprenderse.

Cita:
En el año de mil cuatrocientos sesenta y cuatro en su cuarto mes, de Alice D.

Tengo la certeza de que esta carta te llegará. Y sé que tú sabrás quién te la envía, independientemente del nombre que pueda poner en la carta. Tengo justo a mi lado la carta que enviaste desde la frontera con los infieles y unas cosas más. Galbart, mi querido hermano, se me hace muy difícil escribir estas líneas, pero.

El castillo ha sido saqueado. Pa(tachado). Vinieron desde el norte, de las Orcadas y el consejo de las Highlands ni siquiera intervino. Quemaron el castillo y mataron a mucha gente... Lorraine, Osmond... Padre. ¡Que el Altisimo los tenga en su gloria! A Patreck lo hicieron prisionero y se lo llevaron a las islas, ¿por qué nos atacaron?. Madre hace días que no habla. Ni tan siquiera come, sólo bebe. Hemos podido huir. Formamos una caravana de doce personas, diez guardias que aun son leales a... mi. Por Dios, Galbart... Te escribo desde Kircudbright. Estuvimos en Glasgow con Agnes, ¿te acuerdas de tu tía? Pero su marido nos echó, nunca me cayó bien... Nos dirigimos a Whithorn el clan Campbell nos ayudará a llegar al sur. Si todo va bien y entendí bien las instrucciones que me dejó el cartero que enviaste, con las primeras lluvias de otoño, habremos llegado a Valencia. Te necesitamos.

Que el Altisimo te guarde hermano,
Alice Donan Hastings.


- Vaya. Es...- Dijo Carrie sin encontrar palabras para seguir. Carrie, seguramente, desconocía los conflictos que tenían con los noruegos desde muchas décadas atrás. Las costas de Caithness y de las Orcadas estaban casi tocandose, los pescadores de uno y otro lugar, con frecuencia acababan luchando y abordando los barcos del contrario. Era una vida dura la de los norteños y había que hacer lo que fuera necesario por salvar a los tuyos. Eso formaba parte del escocés, de su forma de ser.

- Las primeras lluvias llegaron hace un mes.- Tragó saliva.- La carta me llegó hace una semana y el cartero seguramente no fuera el mismo que vio a mi familia, porque hablaba francés. Yo aún no me lo creo, pienso que es una broma de alguien que conoce a mi familia y a mi. Sin embargo... es ella su letra, y su angustia parece tan real... Y lo que dice de mis hermanos... sin embargo no da detalles. ¿Qué debo creer Carrie? Mi corazón dice una cosa y mi cabeza otra... Es tan... surreal. Tantos años deseando que Caithness cayera ahora que parece que ha caído no me alegra. Es más, me da rabia y me entristece. Y...- Paró un momento y pensó en Alice. Era ella la que provocaba todos aquellos sentimientos. Y cayó en una cosa más, la temporada de lluvias en Escocia empezaba antes que en el sur. Si confiaba en el cálculo de Alice, deberían haber llegado en la cosecha, y sin embargo podían estar en el fondo del mar.

- Vendrán.- Dijo Carrie mientras le sonreía como si le hubiera leído el pensamiento. Sin duda la hija de Brigit y él estaban unidos por algo más que una alianza de plata. El escocés forzó una sonrisa. Carrie se preparó para hacer una guardia de frontera.

- Eso espero. Quiero poner orden en mí de una vez. Abrígate y dile a Romualde que vaya contigo. Te quiero.- Se dieron un beso y ella se fue y él se dejó caer en la cama.

_________________








Carrie.munro_donan


Estaba con Romualde y Lia, dando una vuelta de reconocimiento. Cada día que lo hacía pensaba en Galbart, en la carta que recibió de su hermana y deseaba encontrarles para poderle decir que Alice estaba en Valencia sana y salva.
El no decía nada, pero intuía su preocupación... notaba como le costaba dormir por las noches, como soñaba agitado. Algunas noches cuando se revolvía inquieto en la cama le abrazaba o simplemente le ponía la mano en su espalda... con eso se calmaba y volvía a descansar tranquilo, aunque ella nunca se lo había comentado y estaba segura que él ni se había dado cuenta de ello. También había advertido que últimamente se levantaba más temprano para salir de casa, ella estaba convencida de que era para ir cuanto antes al campamento para saber si había novedades de algunos recién llegados por tierra o mar.
Sabía lo importante que era Alice para Galbart, cuando hablaba de su hermana los ojos le brillaban, su voz se tornaba más pausada, más dulce... su rostro tomaba un cierto aire de nostalgia que le hacía aflorar casi siempre una leve sonrisa.

Ella también sonrió al pensar en el de Caithness y suspiró largamente... era tan...Estaba totalmente absorta en sus pensamientos cuando de repente se dió cuenta de que Romualde le hacía unas señas para que se acercase, mientras hablaba con unos marineros...
Al acercase a ellos oyó como Romualde preguntaba: ¿y entonces cuantos eran? Dile a ella como era el pendón que viste.
El hombre la obserbó mientras contestaba: parecían siete u ocho personas y portaban un pendón que era un árbol blanco diría que igual al de ese que lleva el chico- señaló el de Castellfosc- pero este era sobre un fondo blanco y azul me parece.

Carrie quedó boquiabierta. ¡El escudo de los Donan!. Tenía que ser ese. Dime ¿donde viste a esa gente? El hombre se lo indicó con la mayor exactitud que pudo y Carrie rápidamente se dispuso a organizar la búsqueda.
Romualde, dale a este hombre unas monedas y si tiene pescado se lo compras todo y que lo lleve a Castellfosc. Vamos a por los caballos y hacia donde nos ha dicho, es posible que haya venido Alice, la hermana de Galbart. Pero antes de decirle nada esperaremos a encontrarlos y llevarlos a casa. No quiero sorpresas. Gritó a pleno pulmón- ¡¡Todos conmigo, a los caballos!!. ¡¡Deprisa no tenemos tiempo que perder...!! El primero que divise un pendón parecido a éste que me lo haga saber ¡¡de inmediato!!. ¡¡Vamos, ya!!- Espoleó al caballo oyendo como el sonido de los cascos de los demás jinetes la seguían.
Alice.donan


Ya no le quedaban lágrimas en el cuerpo. Ni a ella ni a su madre. De los once que salieron al sur, quedaban seis: ella dos y los hombres más cercanos a su madre. El resto desertó en Irlanda y otro murió en una partida a las cartas en Francia. Que cruel había sido Dios con ellos.

Alice Donan, caminaba al frente del grupo, con la mirada perdida, hacía dos jornadas que habían llegado al Reino de Valencia y hacía meses que buscaba a su hermano. Les habían indicado la dirección pero, ¿se habrían perdido? Tenían la esperanza de poder encontrar a alguien en aquellas tierras que les acompañara a donde estaba Galbart, pero cada vez que querían hablar con alguien este les amenazaba o se iba corriendo. Aquella gente desconfiaba de los extranjeros y más aun si no hablaban el idioma de la zona. Sentía cómo todos la seguían y esa presión podía con ella, aún así sacaba fuerzas de Dios, el mismo que su madre decía que los había abandonado. Pero Alice sabía que no lo decía de verdad y que hablaba el dolor y no ella, Cassandra Hastings-Donan. También se fijó en cómo Rolf de Kirkwall, exiliado de las Orcadas en Caithness y capitán de lo que quedaba de guardia había ayudado a su madre, de hecho, siempre estaba con ella, incluso antes del ataque. Su padre que en gloria descansaba, nunca supo la relación que había entre ellos. Ambos morían por dentro por verse en tan deplorable estado, pero callaban. Desde Francia sólo se escuchaba la voz de Alice.

Aquella mañana, después de rezar. Alice decidió ir hacia el este, el resto, calló y obedeció. Envidiaba la constancia y la fidelidad de cada uno de ellos, ¿qué ganaban ellos con acompañarlas? ¿Las seguían por obligación? No, eso no podía ser, tiempo atrás, en Whithorn se habían quedado los leales, al menos casi todos. No entendía qué les motivaba a seguir a una joven de dieciséis inviernos.

Oh Dios mio... .- Sus acompañantes alzaron el rostro y vieron a lo lejos un grupo de jinetes que se acercaban. Los guardias desenvainaron sus armas y esperaron.

No, guardadlas.- La guardia, desconcertada, dio un paso atrás y guardó sus armas. Alice dio un paso al frente y vio que portaban estandarte. Un estandarte de color verde y... ¿azul? No, negro, pero había algo más... y entonces lo supo. Se dio la vuelta, sonrió y su corazón se aceleró, sus hombres al verla sonreír también lo supieron y cayeron de rodillas al suelo dando gracias y llorando de alegría. Su madre miraba al frente, a la mujer de cabellos rojos mientras las lagrimas le resbalaban por la cara.

Alice se dio la vuelta y contempló el séquito. Rolf se puso junto a ella y alzó el brazo derecho como símbolo de amistad. Entonces lo vieron, el estandarte era exactamente el mismo al de la familia Donan en Caithness salvo por los colores. Alice contuvo las lágrimas y respiró de manera entrecortada. Sonreía. -Gracias...-

Son ellos. Fíjate en su pelo, es rubio hacer pupa, venga, ayudadlos, vamos.
- Dijo la pelirroja en un idioma incomprensible- ¿Alice? ¿Alice Donan? - Dijo en su lengua materna. - Recibimos la carta, vamos a llevaros a Castellfosc nuestro hogar, vuestro nuevo hogar...- Fue lo último que escuchó, junto con los gritos de alegría y el nombre de su hermano, dicho por su madre, antes de desvanecerse.
Carrie.munro_donan


Cabalgaron como si la vida les fuera en ello. Alice, tenía que ser Alice, la hermana de Galbart. Tenía que encontrarla y llevarla a casa.
No sabía el que pero algo la inquietaba, no encontraban al grupo y ella calculaba que deberían haberlo divisado ya. ¿Estaban dirigiéndose en dirección equivocada?

Ordenó al caballo parar y todos hicieron lo mismo. Esperaron quietos sin decir nada, mirando a Carrie un tanto expectantes...Ella acarició la crin del caballo, cerró los ojos y se concentró en el entorno, las sensaciones... intentaba escuchar a los dioses, respiraba lenta y profundamente hasta que oyó un leve crujido de una rama y un graznido. Abrió los ojos y ahí estaba, era un cuervo que emprendió el vuelo en dirección norte.

-Seguidme, él nos indicará el camino

Nadie dudó y todos la siguieron. No tardaron mucho en ver a lo lejos un pendón y un grupo de gente. Son ellos- se dijo a sí misma- Tienen que ser ellos El cuervo desapareció como consumido por un fuego intenso en tan sólo un instante. Sí, eran ellos.

Se acercaron al grupo y ella se dirigió a la muchacha rubia que se acercaba caminando hacia ellos, encabezando la comitiva. ¿Alice? ¿Alice Donan? Ella asintió, conteniendo apenas la emoción, se la veía exhausta, al igual que el resto de la gente que la acompañaba. Soy Carrie Munro-D... Carrie. Recibimos la carta, vamos a llevaros a Castellfosc nuestro hogar, vuestro nuevo hogar... Reparó en una mujer que se desvaneció murmurando algo, sostenida rápidamente por uno de los caballeros presentes.
Dió órdenes para auxiliar a todos. Lo primero estaba claro que era darles algo comida y agua, montarles a caballo y emprender el camino a casa.

Ella le explicó a Alice que vivían no muy lejos de ahí, y que Galbart la había mandado buscarlas desde hacía tiempo, que estaba preocupado por ellas y ansioso por volverlas a ver, que vivía en Castellfosc y que los iban a acompañar a todos de inmediato para que se reencontrasen.
No le dijo nada de su boda ni quien era ella, porque pensó que ya habría más tiempo para explicaciones, y que sería mejor que antes vieran a Galbart y que fuera él quien les contase.

Durante el camino Alice fue un torrente de preguntas, quería saberlo todo y parecía haber recuperado fuerzas milagrosamente. Se notaba que ella también quería muchísimo a su hermano y que tenían un estrecho lazo que les seguía uniendo a pesar de la distancia y del tiempo que habían estado separados.

Cuando llegaron Romualde ya estaba en la puerta y corrió a ayudarles a descabalgar. Ayudadles y dadles todo lo que precisen, supongo que ahora lo que más necesitan es una comida caliente y una buena cama. Llamad a la galena para que les eche un vistazo, sobre todo a ella- dijo refiriéndose a la madre del escocés- se la ve un tanto débil y a la joven también. ¿Donde está el señor? Id a buscarle de inmediato y decidle que su familia ha llegado y que le esperan impacientes en Castellfosc..... y que no se preocupe que están bien y que ya nos estamos ocupando de que no les falte de nada. ¡Ah! y ropa, necesitaremos ropa limpia para todos, que las doncellas se encarguen.
Galbart


-¿Y te crees que eso te da derecho a robar en mis tierras?- Preguntó el de Caithness con voz autoritaria.

Había salido de Castellfosc escoltado por dos guardias para dirigirse a un poblado de reciente creación no muy lejos del castillo. Por lo visto los robos en esa zona se habían incrementado de manera sustancial desde que la población de esa zona aumentó en los últimos meses. Galbart conocía bien a esa clase de ladrones y sabía, además, cómo había que tratarlos para que abandonaran aquella vida... metafóricamente hablando. O no. Una cosa curiosa que le había pasado era que cuando fueron a llamarle estaba con la armadura puesta, entrenando con Olegario, y resultó que al llegar al lugar en cuestión el ladrón al verle engalanado con la pulida armadura se echó a llorar en mitad del barro. Su aspecto con la armadura era imponente y lo sabía y lo utilizaba contra sus enemigos. Galbart no quería ir, estaba esperando a que llegaran, si es que llegaban hoy, por eso se había puesto la armadura. Sin embargo el deber era el deber y tenía que encargarse del asunto del ladrón, ¿qué clase de gobernante sería si no se ocupaba de la gente que estaba a su cargo?

-Responde.- Volvió a preguntar con un tono mucho más severo. El hombre, por su parte, siguió llorando.

-¿Debería dejar que esta buena gente te ajusticiara e hiciera justicia como quieren? ¿O debería mandarte azotar en el patio del castillo?- Divagó el señor de Castellfosc ante sus súbditos, que exigían la cabeza de aquel desgraciado. El de Caithness sonrió y levantó un brazo para acallar a la muchedumbre allí congregada. - Pero no conseguiría nada con eso. La educación es fundamental en nuestros tiempos y a ti te ha tocado el premio.- Miró sonriente al reo, que estaba de rodillas mirándole desconcertado. Entonces el de Caithness torció el gesto y se puso serió en cuestión de décimas de segundo.- Encerradle un mes en el bloque negro.- Sentenció ante el murmullo de todo el mundo y el llanto del prisionero. El escocés recordó la leyenda dell bloque negro, la celda más oscura y sucia de Castellfosc. Se dice que cuando llueve, el agua arrastra todas las miserias humanas hacia ese pozo a través de la única rendija que hay en ese calabozo. Además, los prisioneros de esa celda sólo comen dos veces cada tres días y la comida se la lleva el Señor en persona. Es una celda a la que sólo acceden los señores del castillo. Un mes de esa condena era casi una sentencia a muerte. El escocés se rió al pensar en su predecesor, menudo tirano. No obstante él había continuado con aquel legado. Había continuado alimentando la leyenda. La leyenda del bloque negro.

Marchaban en fila de a dos. Galbart iba al frente con un hombre que se hacía llamar Galán, portaba una lanza con el estandarte de la familia Donan-Munro atado al extremo. A lo lejos vieron un jinete que se acercaba a ellos. Supieron que era de los suyos y no se detuvieron sino que aceleraron el trote de los caballos. Galbart intuyó lo que le iba a decir, porque no era normal que un guardabosques fuera a avisarle de algo cuando él estaba fuera del castillo. El joven Robert al acercarse a ellos les contó lo que había pasado. Galbart ordenó que aceleraran el paso, cosa de la que se arrepentiría más tarde pues la armadura le dejaría molido después del trote.

Al llegar a Castellfosc, entró el primero y se bajó primero del caballo y fue al edificio principal del castillo. Justo a la entrada, tras atravesar el portón principal se encontró con Romualde.

-¿Dónde está? - Preguntó con ansiedad.

- ¿Galb?- El escocés cerró los ojos y se dio la vuelta. Vio a Carrie y a su izquierda Alice. Su rostro se desencajó. Dio un paso hacia ellas y luego otro y otro hasta que las atrajo contra él y las abrazó.

_________________
Galbart


Pasaron un par de días desde el reencuentro. Alice, su madre Cassandra y la guardia, pasaron los dos días en cama, reponiéndose del viaje desde la otra punta del mundo. Y aunque la vida en Castellfosc seguía, los rumores y las habladurías rápidamente llegaron a oídos del Senescal del Reino. Lo que se comentaba iba desde lo sensato, un familiar del Señor, hasta lo incoherente, una concubina salvaje del norte, pasando por leyendas de tipo religioso. En este último caso, la historia que se contaba tenía un punto de misticismo y uno no podía evitar fijarse en la situación del Reino y compararlo con la historia. Galbart sentado en el trono de madera de roble, esperando a ver si llegaba alguien para recibir en audiencia recordó lo que había escuchado en las cocinas. Según cuenta la leyenda, una misteriosa orden de monjes que invocaba los poderes de los seres del inframundo para expulsar a los infieles de su tierra. Curiosamente, se acordó Galbart, él había hecho un buen negocio con el cráneo de uno de ellos. Según cuentan los más viejos esta gente profetizaba el fin de los tiempos, hacían almanaques, usaban setas y hierbas para usos desconocidos... para aquellas gentes eran todo herejías y métodos sucios que no agradaban al Altísimo. No obstante una de esas profecías, decían algunas personas de Castellfosc, está relacionada con la llegada de la hermana de la mujer rubia del norte, y en la que se afirman que es la hija del mismísimo demonio que ha venido a destruir sus hogares. Afortunadamente esa historia es la menos extendida.

Salió de sus pensamientos cuando en la sala aparecieron dos guardias y presentaron a "los extranjeros del norte". El escocés siguió sentado y observó como se acercaban los seis hasta quedar su madre y su hermana un paso por delante. Justo en ese instante su hermana iba a hablar pero un graznido la asustó y se quedó quieta. Galbart cogió un grano de maíz, de una bolsita de cuero que tenía al lado de una pata del trono y lo alzó. Instantes después, el cuervo clavo sus garras en la mano del escocés y comió el grano de maíz. El de Caithness se retorcía de dolor, pero iba por dentro, incluso sonrió antes de ponerse en pie y dejar que el cuervo volara por la estancia libremente. Dio unos pasos hacia su madre. Que empezó a llorar pero que no se derrumbó sino que mantuvo la mirada fija en él hasta que el de Caithness la abrazó con todas sus fuerzas.

- Traed comida caliente y algo para beber.- Ordenó a la sala. Se separó de su madre y la miró a los ojos, desde arriba, como hacía con Carrie. Le sonrió y les invitó a sentarse en la mesa que había en el gran salón. Poco después apareció Carrie, que parecía apurada, y Galbart le guiñó un ojo, ella sonrió, también le guió un ojo y prosiguió su camino. Se sentó a desayunar con sus familiares y amigos del norte. Hablaron de cosas que nada tenían que ver con la tragedia. Hablaba sobre todo Alice y uno de los guardias que se llamaba Rolf, era muy charlatán y tenía historias interesantes sobre partidas de caza y sobre exploración en las Orcadas. Era un hombre interesante a ojos del escocés y del que podía aprender algo. Cuando le tocó hablar al escocés, lo que contó anda tuvo que ver con la realidad, a excepción de su pertenencia a la Compañía militar Sol del Norte. Cuando mencionó esto, su madre, Cassandra le miró con un brillo en los ojos y le preguntó:

- ¿Luchaste en la batalla de Skipton? - El escocés se acordó de la batalla y su sonrisa se convirtió en un rostro serio. Su mirada llena de vida se tornó en vacía y pasó a observar el infinito, lugar donde se amontonan los recuerdos. Entonces empezó a hablar.

- Sé por qué lo dices. Sé que allí lucharon grandes familias, entre ellas la tuya, madre. No vi a mi tío. Ni antes ni después aquello fue...- Tragó una jarra de vino aguado bastante fresca y prosiguió- En realidad estábamos de paso, pero justo en aquel mismo día, el ejército del condado de Lancaster y de York llegaron a Skipton. Nunca en mi vida vi tantas personas juntas como aquel día. Nos reclutaron, todo ocurrió muy deprisa, nos dieron bastante oro la verdad. Justo aquella noche nos enteramos por nuestros rastreadores que a ambos ejércitos los perseguían las huestes reales. Entonces caímos en la cuenta de que estábamos encerrados y que atacarían a la mañana siguiente. Pero a la mañana siguiente había una niebla tan espesa que sólo veías cuatro pasos por delante de ti. Recuerdo perfectamente como cayeron las primeras saetas incendiadas en nuestro campamento. Hubo tiendas que empezaron a arder, sólo pude coger mi equipo, vestirme rápidamente y llamar a las armas. Las flechas caían a discreción sobre nosotros, las tiendas se quemaban, atravesaban la carne de mis compañeros, nos quemaban la ropa... y entonces llegó la carga. Fue un caos. No estábamos todos, conmigo sólo venían diez hombres y lo único que pude hacer fue llevármelos de allí pero, fue demasiado tarde, hacia el lado que los llevé había una batalla entre los de Yorkshire y las fuerzas del rey y nos vieron, de hecho, como dije antes, fue imposible dar la vuelta. Nos lanzamos contra ellos y matamos a aquella división. Nos fuimos con ese grupo de York y seguimos encontrado grupos y neutralizandolos. Nos pareció extraño aquello, ¿por qué no estaban todos juntos? ¿Por qué no cargaron todos? Sin embargo la Diosa Fortuna nos sonrió y una corneta de retirada sonó. Recuerdo aquel día... recuerdo cómo después del toque de corneta nos juntamos todos en una piña con las armas al frente esperando cualquier cosa. Estuvimos así hasta que la niebla se fue dispersando poco a poco y cuando se retiró por completo la visión que dejó no fue agradable... cuerpos calcinados, personas agonizando, cuerpos desmembrados, sangre... no lo podré olvidar jamás.- Dejó de hablar. Dio un golpe suave en la mesa y la sonrisa volvió a su cara, no obstante el brillo de sus ojos no lo hizo.

-Mi señor, Simón desea hablar con usted para la organización de las celebraciones del Solsticio.- Dijo un guarda que acababa de entrar en el salón. Galbart con un gesto le ordenó que lo trajera. Se excusó y fue al trono pero antes de sentarse cogió la espada y la piedra de afilar. Conocía a ese spinozista codicioso y sabía que si le apretaba las tuercas sacaría de él todo lo que quisiera. Espera no tener que recurrir a ello y menos delante de su familia, pero tenía un señorío que gobernar. La audiencia seguramente duraría bastante si no utilizaba la amenaza de la espada, así que quería acabar rápido y seguir hablando con sus familiares.

Al término de la reunión fue reclamado por más gente y antes de seguir con las audiencias Galbart les gritó desde el otro lado que eran libres de pasear por la villa, el castillo o por donde quisieran, irían escoltados.

Antes de volver a verles, debía terminar con el asunto del prisionero capturado días atrás y encerrado en el bloque negro. Envainó la espada y salió hacia las mazmorras del castillo.

_________________
Alice.donan


Amaneció y la lluvia seguía allí, como el largo viaje que habían realizado, como las experiencias vividas a lo largo de todos aquellos meses, pero el instante anterior, al abrir los ojos, supo que estaba en el castillo que sus antepasados habían levantado sobre el acantilado en el que se habían forjado grandes historias y que se había convertido en una referencia en toda la región; centro de su mundo, capital de la región de Caithness. Pero el instante posterior era... ¿una copia de Caithness? La disposición de los muebles, los sillones del castillo hechos de roble, el estandarte, Galbart... Aún no le había preguntado por el viaje y ella aún no sabía gran cosa sobre su vida después del destierro. No habían tenido tiempo y le daba la sensación de que si no pedía audiencia, él no le iba a hacer caso, ¡a ella, su propia hermana! No obstante, y era la razón principal de querer habar con Galbart, había algo que le incomodaba, aún no sabía el qué, y quería saberlo, con estas reflexiones se arrodilló frente al icono aristotélico, que estaba colgado en la pared, y empezó sus rezos, habituales desde el día en que aprendió a hablar. Era una rutina que le ayudaba a combatir muchos de los males que le rondaban. Al acabar hizo un símbolo con las manos y se levantó, se calzó las sandalias de cuero endurecido y salió de su habitación. Rezar siempre la reconfortaba pero la incomodidad que la pereguía desde que llegó al dominio de su hermano seguía allí. Notaba a su hermano cambiado no sólo el cambio, evidente, debido a la edad y a madurar física y mentalmente, sino a su interior a su ser. Ella estaba dispuesta a ver dentro de su hermano a ver qué había cambiado en él y por qué. La mujer pelirroja podría ayudarla, compatriota y además de su misma edad y con Galbart,- Si queríais esconder algo, conmigo no funciona- pensó mientras sonreía. Según avanzó el día y por lo que fue viendo, supo que iba a haber una fiesta aquella misma noche. El día de la noche más larga. Se había preparado una pira y un gran banquete, había visto y escuchado a algunos músicos ensayar incluso iba a haber un número de acróbatas, - Galbart, hermano mío, no escatimas en gastos...- pensó en voz alta. Aquella noche sería una muy buena ocasión para hablar con la pelirroja.

Había muchísima gente alrededor de la pira. Galbart estaba hablando en el idioma local. Ella se limitó a esbozar una pequeña sonrisa y a sujetar a su madre del brazo, que se recuperaba muy bien del viaje. Pasado un rato, todo el mundo gritó y aplaudió y Galbart, sonriente, soltó una antorcha en la madera bañada en aceite. Los lugareños se lanzaron hacia las mesas y la cerveza, el vino y los gritos inundaron Castellfosc. Desde su perspectiva, la visión era hermosa: gente feliz, comiendo, bebiendo, con los familiares y con un fuego donde calentarse. Lo que le llamó la atención fue que había gente que se paraba el fuego y lanzaba algún objeto y después daba un par de vueltas al círculo. Hizo conjeturas y trató de descifrar qué significaba aquel ritual y cuando giró la cabeza, y allí, a su lado e iluminada por la gran fogata, estaban los penetrantes ojos azules de la pelirroja estaban clavados en ella, no sólo la estudiaban a ella sino a su alma. Si tuviera que decidirlo en aquel momento, la pelirroja representaba el ideal de belleza, asunto que se debatía en las cortes de los grandes palacios. Ojos, nariz, labios, mejillas... se combinaban para dar lugar a una de las creaciones más bellas del mundo. Tuvo que admitir, en ese mismo instante, que envidiaba la belleza de aquella mujer.

- Es bonito, ¿verdad? - Preguntó la pelirroja en su lengua materna. - Sí... - Respondió. Entre la algarabía, se hizo el silencio entre ellas dos. Pero instantes después, Carrie volvió a hablar.

- Ven conmigo, te voy a explicar qué hacen. - Ambas se levantaron y caminaron hacia el fuego. Hubo algún grito de "viva Carrie" durante el trayecto. Carrie, mientras tanto le iba contando en qué consistía el ritual.

- Los hombres, las mujeres, los niños... quién lo desee, días antes de la celebración, puede coger un objeto de cualquier tipo: una camisa vieja, un trapo, un trozo de madera, un mendrugo de pan, una copa... lo que sea, y decir, con el objeto en las manos todo lo negativo que no quieras pasar ni tú ni que quieras que pasen tus familiares o amigos: enfermedades, pobreza, miseria, engaños, cualquier cosa, mala, que puedas imaginar. El objeto adquiere un aura de maldad y es necesario purificarlo arrojándolo a las llamas. Es preciso, después de tirarlo al fuego, dar vueltas alrededor de la pira hasta que el artefacto se consume para completar el ancestro ritual. - Carrie hablaba sin quitar la mirada del fuego. Alice, por su parte, estaba fascinada con todo lo que le acababa de contar la esposa de Galbart, no se lo habían dicho, pero no hacía falta ser muy listo para darse cuenta del detalle, aún así no quiso decir nada al respecto. Las llamas hipnotizaban y hubo un suceso que llamó la atención de Alice y fue cuando Carrie al levantar las manos para calentárselas, provocó una llamarada y que varias ramas cayeran al suelo. Sin duda alguna allí pasaban cosas extrañas y el ayuno le sentaba mal. Alice empezó a caminar hacia la mesa pero se quedó clavada como una piedra cuando Carrie le dijo, sin quitar la vista del fuego:

- Deberías asimilar que debes empezar a comer por dos personas.
Alice.donan


Su barriga creció de manera considerable desde que habló con Carrie en las fiestas de invierno en Castellfosc. Una cuenta rápida le hizo ver que llevaba cinco meses gestando una nueva vida, fruto de un desafortunado incidente que poco tenía que ver con la pasión y el amor, tal y como pasaba en la historias de caballería. Aún recordaba el sucio aliento del hidalgo francés que la forzó a cambio de dejar pasar a ella y su grupo un par de noches en sus cuadras. Verdaderamente las necesitaban pues llevaban largo tiempo en los caminos y no podían más, ella pidió por caridad aristotélica y aquel desgraciado le pagó con violación. Desde aquel día los restos que pudieran quedar de aquella niña inocente que vivió con su hermano en Caithness, desaparecieron por completo. Sin embargo no guardaba rencor alguno y tampoco odio. Sólo esperanza e ilusión por ver nacer a su hijo. Las preguntas que pudieran surgir sobre su padre eran cosa del futuro y sólo el Altísimo conocía si ella sería capaz de responder.

Los días, sus días, transcurrían entre visitas de su madre y de sus amigos de Caithness, amigos pues habían dejado de servir a Alice para formar parte de la guardia de Castellfosc, sin embargo su labor consistía en vigilar el palacete en el que se encontraban las estancias de los señores y el gran salón de recepción en donde se hacía todo tipo de cosas, desde recibir audiencia hasta comer en las mesas e incluso aprender el idioma local como hacía ella con la castellana del castillo, Romualde, nombrada guardiana de Castellfosc en ausencia de los señores del feudo. Sus lecciones transcurrían con normalidad y casi podía conversar con normalidad, no obstante cada día que pasaba significaba sumar un pequeño esfuerzo más y era consciente de que no debía pensar en ella misma en aquellos instantes sino en su futuro hijo o hija, dilema con el que se entretenía mientras estaba tumbada en la cama mirando al techo.

En todo esto pensaba mientras miraba por la ventana el patio embarrado del castillo. La lluvia no caía en gran cantidad pero sí de manera constante, al final los caminos que se veían más allá de los muros y el propio patio acabaron convirtiéndose en pistas impracticables. Se veía a algunos hombres hacer zig-zag para pasar de un lado a otro, carros que transportaban suministros y que casi se quedaban estancados en el suelo o simplemente algún guardia con una mueca de felicidad si acababa el turno o con una mueca de disgusto si lo empezaba. Sin embargo había una figura que no encajaba en aquel escenario invernal: lo que parecía un niño, escuálido, con camisa raída y un calzón cortado a la altura de las rodillas y descalzo. Miraba al suelo, inmóvil. A Alice se le aceleró el corazón cuando vio que salía corriendo en dirección a la villa más allá de los muros. Parecía que el joven se había movido cuando ella reparó en él.

Cuando se calmó se dijo que eran cosas de la cabeza y que debería descansar. Y así hizo, no sin antes rezar al Altísimo por el alma de sus seres queridos.
Galbart


Cabalgaban hacia Castellfosc. A medida que se acercaban el de Caithness sólo podía pensar en su hermana. No habían recibido noticias del castillo y tampoco de los habitantes del feudo y aunque Galbart se pusiera en el peor de los casos algo le hacía estar tranquilo y confiado, por eso cabalgaban tranquilamente bajo un sol mañanero que auguraba un día de intenso calor. Se detuvieron en lo alto de una colina y observaron al fondo y a lo lejos su castillo. Su hogar. Castellfosc. Desde aquella colina divisaron una pista en la que la maleza se resistía a crecer y rápidamente Galbart comunicó el plan a sus acompañantes: bajar a la pista y continuar hasta Castellfosc. La comitiva, formada por lo que quedaba de su séquito y por el ciego Abraham que conoció en Castellón, contemplaba el bello paraje: pastos y matorral bajo, nogales, encinas, fresnos... todos ellos esparcidos por el horizonte en bajo número y concentración.

- Ah, mi amigo spinozista, ojalá pudieras ver este paisaje.- Dijo Galbart al tiempo que espoleó a su caballo para reemprender la marcha.

No tardaron más de media hora en llegar a los primeros campos labrados, justo en ese instante dos jinetes se adelantaron a Galbart y Carrie. Uno de ellos portaba el estandarte de Castellfosc y el otro daba voces para anunciar la llegada. No aceleraron el paso y saludaban a los trabajadores levantando el brazo con la palma de la mano extendida y una gran sonrisa, de vez en cuando decían: "hola", "¿cómo va?". Las cosechas que se habían podido salvar de la rapiña estaban a punto de ser recogidas y tenían buena pinta a pesar de todo. No pasarían hambre y si había que pasar algún apuro debían afrontarlo de la mejor manera posible.

Y al fin atravesaron las murallas y pudieron bajar de los caballos. El escocés se estiró mientras los mozos se llevaban las monturas y buscó con la mirada a Carrie y le sonrió mientras se acercaba a ella para besarla sin ningún tipo de reparo delante de todo el mundo. A continuación se dirigieron hacia el edificio principal para ver a sus seres queridos. Romualde les salió al paso para darles un cariñoso abrazo a ambos y mostrar su agradecimiento al altísimo porque estuvieran bien, los siguientes fueron Olegario, herido de gravedad en la batalla y trasladado a Castellfosc por orden del Senescal, pues pensaba que no había mejor lugar para morir que cerca de sus familiares. Oleg, todavía débil, le dió un fuerte apretón de manos al Señor de Castellfosc, Rolf y su madre los esperaban en el salón y se fundieron en un gran abrazo. Nadie decía nada y Galbart pronto supo por qué, más bien por quién.

Alice Donan fue la última en saludar. Su barriga había desaparecido y de ella había salido una niña que sostenía en brazos. A Galbart se le aceleró el pulso.

- Galbart, Carrie, os presento a vuestra sobrina, Brianna Donan.- Dijo con una voz cansada y con una amplia sonrisa.

_________________
Carrie.munro_donan


Se sentía cansada pero feliz de volver a Castellfosc. Pendiente de Abraham sobretodo, alguien curioso e interesante que aún tenía que contarles muchas historias seguramente, el camino se hizo más largo que de costumbre; puede que por las ganas de llegar y su impaciencia o porque no paraba de preguntarse mientras como estarían los escoceses, su cuñada, su suegr... la madre de Galbart, no sabía porqué esa palabra le disgustaba enormemente, toda la gente de Castellfosc, los campos,... todo en definitiva.

En cuanto vislumbró Castellfosc inconscientemente se relajó, ya faltaba poco... respiró profundamente sintiéndose ya en casa... saludó junto con Galbart a la gente con la que se fueron cruzando y cuando descabalgaron se sintió pletórica al poder abrazar de nuevo a Romualde y ver tantas caras conocidas, aunque hubo un instante un tanto raro en que sospechó que algo no iba bien. Miró a Galbart y vió como su rostro se... desencajaba y al volver la cara hacia donde él miraba se quedó también boquiaberta... ¡¡¡Alice ya había tenido la criatura!!!!

- Galbart, Carrie, os presento a vuestra sobrina, Brianna Donan.

En cuanto hubo dejado la niña en brazos de Galbart ella la abrazó fuerte e intentó ordenar todo lo que se le pasaba por la mente en aquel momento de intensa sorpresa y felicidad.

- Pero... pero... Alice, ¿estás bien? ¿El parto fue bien? ¿Cuándo fue? ¿Te dolió mucho? Estás guapísima, bueno un poco cansada quizás... pero de verdad estás... genial... y la niña... - la miró como dormía en los brazos de Galbart- la niña es preciosa, Alice, de verdad... y ¿Brianna? - los ojos le brillaban- le has puesto el nombre de mi madre... que ilusión... y que guapa es.... y tu... oye.. no deberías descansar, sentarte o tumbarte... ¿y si vamos dentro?... Oh Dioses, nos hemos perdido el nacimiento... que pena... o que suerte no sé, no he estado nunca en ninguno...

La niña se despertó, abrió los ojitos y miró a su tío fijamente, parecía que ni respiraba, ni siquiera parpadeaba, le observaba detenidamente estando así un largo rato, hasta que el de Caitness quiso darle el bebé a Carrie, pero en cuanto sintió que se movía su cara se descompuso y pareció que iba a romper en un llanto estruendoso..

-No... no... creo que será mejor que lo coja su madre...yo con los niños no....

Que sí mujer... cógela, no pasa nada... no se romperá- la animó Alice.

Un tanto nerviosa, ya que se sentía observada por todos, la cogió. Brianna se calmó, miró a Carrie y pareció que esbozaba una ligera sonrisa, cerró los ojos, bostezó ante el júbilo de todos los presentes y con su manita agarró el pulgar de su tía. Carrie sintió como si un rayo la sacudiera y le recorriese todo el cuerpo en un instante mientras se quedaba sin respiración. Sorprendida miró al de Caithness y le dió la niña a su madre diciendo a todos que mejor sería entrar en casa y que les pusieran al corriente de todo.

Mientras caminaban juntos hablando casi todos a la vez y felices ella no podía pensar en otra cosa que no fuera lo que acababa de experimentar... parecía que aún tenía el cuerpo hirviendo... no estaba muy segura de lo que aquello significaba.. o quizás si...
See the RP information <<   <   1, 2, 3, ..., 6, 7, 8   >>
Copyright © JDWorks, Corbeaunoir & Elissa Ka | Update notes | Support us | 2008 - 2024
Special thanks to our amazing translators : Dunpeal (EN, PT), Eriti (IT), Azureus (FI)