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[RP] El mercado de Zaragoza

--Pilarica


- ¡Sombreros, cintas, sandalias! - gritaba Pilarica que mostraba como las primaveras iban pasando por ella y cada vez era mas responsable del negocio que mantenía a su familia - ¡aprovechen Damas, señoritas y mozas para cubrir sus rostros del sol que comienza a alumbrarnos cada día mas! - sonreía feliz a los posibles clientes que cruzaban por delante de su puesto y que ante sus voces se paraban al menos para echar un vistazo, momento que Pilarica aprovechaba para hacer una demostración de la utilidad y belleza de los sombreros que allí vendían - ¡le aseguro que no hay sombreros mas duraderos en toda la ribera del Ebro! - argumentaba mientras torcía levemente su cara para atraer aún mas a los clientes
--Correveidile


¡Compreeeeeeeen sus boletoooooooooooos! ¡la nueva loterííííííííííííííía esta en marchaaaaaaaaaa! ¡Maños y extranjerooooooooooos aprovechen para ganar un hachaaaaaaaaa! ¡el caballero Ismot la cedio para beneficio del ganadoooooooooooorrrrrr!

Tomó aliento para concluir aún mas alto que antes

¡LOTERIIIIIIIIIIA ZARAGOZANAAAAAAAAAA! ¡LA MEJOR Y MAS MAÑAAAAAAA! ¡PIDAN SU BOLETO EN CASA LA EUSTAQUIAAAAAAA!
--Pilarica


Le encantaba esta época del año, era la mas calurosa y por eso la mejor para vender mas sombreros y utensílios varios para que los lugareños se pudiesen cubrir del sol, no necesitaba ni cantar la mercancía pues se vendía por sí sola.
Drakulka


Estaban felices, toda la familia había ido bien temprano al mercado. Desde que Claudia y Carlos recibieron a Namast como hermana mayor planearon el día siguiente con detalle. Irían a la plaza a comprar caramelos. Era algo que no solía permitirles Draki pero era un día especial...
    Mamiiiiiiiiiiiii, venga... compremos carameeeeeeeeeeeelos.... Si, joooo que nunca nos dejas comprar y se lo prometimos a Namast....¡¡¡Vaaaaaaaaaaaaalee... sólo porque Namast se merece endulzar su vida también, bribonzuelos.... que si fuera por vosotros, ¡¡os tomaríais a vasoa la miel, en vez de una simple cucharadita!! Mira que sois golosos... jajajajaja - mientras giñaba un ojo a su azabache predilecto y daba sonoros besos a sus otros dos retoños.

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Desde algún rincón en algún lugar... Pero yo, que soy pobre, sólo tengo mis sueños; He extendido mis sueños bajo tus pies; Camina con cuidado porque caminas sobre mis sueños.
Namast


La chiquilla siempre había visitado el mercado con prisas, pues ya se sabía que desde muy pequeña era algo inquieta. Le gustaba corretar de un lado a otro, deleitándose con la mezcolanza de olores que emanaban de los diferentes puestos, admirando las bellas telas de colores tan brillantes que nunca hubiera imaginado, y asombrándose de la diversidad de personas que lo rellenaban, como si fueran un pastel gigante de emociones.

Aunque ese día era otra cosa. Su madre y sus hermanos la habían llevado al mercado, y en cierto modo, era como si éste tomara una perspectiva diferente...

Mamiiiiiiiiiiiii, venga... compremos carameeeeeeeeeeeelos.... Si, joooo que nunca nos dejas comprar y se lo prometimos a Namast....¡¡¡Vaaaaaaaaaaaaalee... sólo porque Namast se merece endulzar su vida también, bribonzuelos.... que si fuera por vosotros, ¡¡os tomaríais a vasoa la miel, en vez de una simple cucharadita!! Mira que sois golosos... jajajajaja - mientras giñaba un ojo a su azabache predilecto y daba sonoros besos a sus otros dos retoños.

Cuando Namast provó el caramelo, se le encendió un brillo extraño en los ojos.

Mami, es lo más rico que he provado en la vida.

Y se le dibujó una sonrisa.



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--Fadia


El gran día había llegado. La joven y dulce Namast, después de grandes esfuerzos recibió su recompensa. Su abuela estaba tan contenta por ella, que decidió correr con sus gastos y, ayudarla a montar su tenderete. Mis pasos me llevaron a la ciudad del Reino de Aragón. Tras escaparme de un marido impuesto, desde el reino nazarí...hasta alcanzar tierras aragonesas.

"No, no...mi futuro es mi actual presente,nací cuando pise el bosque y una ninfa me rento un campo y una casita"- pensó mientras con su mano derecha, masajeándose las sienes, alcanzó el lugar donde se hallaba el cobrador de alquilar tenderetes en la plaza del mercado.

El despacho se encontraba cerca del ayuntamiento. Le presentó las acreditaciones de ciudadana de nacimiento, el producto a vender y el precio al que iban a estar. El hombre le dió un papel con el número del tenderete y el permiso de venta.

La mujer, fue al sitio señalado. Comenzó a limpiar el Tenderete e ilusionada, esperaba ver a la pequeña con sus alforjas de sacos de trigo.
Namast


Namast, muy contenta, arrastraba trabajosamente 9 sacos de trigo a sus espaldas, que juntos hacian más bulto que tres niñas juntas. Pero ella, a diferencia de otros chiquillos, no se amedrentaba ni se quejaba. Estaba dispuesta a llegar a la dirección del mercado que le había facilitado su abuela, que se mostró muy orgullosa al verla llegar a su casa con tanta mercancía.

"Puedes venderlos a 11,40, pequeña, es un buen precio" le dijo mientras le arregabla las trenzas, que como siempre del ajetreo estaban medio deshechas.


El camino, al contrario de lo que pudiera parecer, no se le hizo excesivamente largo. Le animaba la emoción de la recogida de su primera cosecha.Al entrar en el mercado, reconoció a Fadia a primera vista. Su abuela ya se lo dijo:"La reconocerás por sus grandes caderas y su amplia sonrisa"

Preparaba el puesto más lindo del mercado, limpiando y decorando con mino cada rincón. Al verla llegar a lo lejos salió corriendo a su encuentro:

-Trae aquí esos sacos, pequeña, que nos vamos a sacar unos escudos.

Sonrió y colocó, como si no hubiera hecho otra cosa en esta vida, cada cosa en su sitio.

Eran las primeras horas de la mañana, y el puesto ya estaba en funcionamiento.


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--Fadia


Al principio del zoco, vio a una niña, morena y con unas trenzas, que con su carita, sus ojos rebosantes de alegría y orgullo...no mostraba mucho el gran esfuerzo de transportar ella solita 9 sacos de trigo. Cuando se dio cuenta e iba a acercarse a ayudarla, Namast ya había llegado al puesto.

-Trae aquí esos sacos, pequeña, que nos vamos a sacar unos escudos.- dijo mientras terminaba de adecuar el tenderete y ponía los sacos bien a la vista los sacos de trigo limpios, para que los molineros pudiesen trabajar directamente.

Los transeuntes, miraban el trigo y lo comparaban constantemente. El trigo de Nami era de excelente calidad, por lo que pese a la competencia, poco a poco fue vendiéndose.

Ambas, tras la pequeña y cómoda tiendecita, pasaron la mañana disfrutando de la mañana mientras poco a poco fueron desapareciendo los sacos y, llenándose la hucha. El precio del trigo vario mucho a lo largo del tiempo, pero Faida espera que el próximo día vuelva a ser 11,40 el mejor precio al que compren los molineros.
Kalahn


La ninfa, como cada mañana asistía a su huerto. Gracias a su primer campo, consiguió ampliar sus lindes y, ahora gozaba de una gran propiedad, convirtiéndose en toda una terrateniente. Dos huertos, dos casitas de campos y una propiedad aun no registrada, pero que de mientras era ocupa hasta tener las escrituras que certifiquen su acreditación como dueña de dicha vivienda.

Desde que tiene los campos, intenta aprender nuevas técnicas para mejorar la calidad de sus verduras. Pese a contratar a maños para la recolecta, no puede dejar de mimar a sus hortalizas y observar su evolución. Ambos campos tenían manantiales gracias al escaso nivel freático, el agua subterránea hacía posible que estas surgencias de agua suministrará agua a los huertos, de esta forma no necesitaba realizar grandes inversiones para trasladar agua del ebro a los campos. Las semillas, ya le vino con ellos. Tan sólo tenía que guardar para las siguientes cosechas, unas cuantas semillas de la anterior recolección. Con el cambio de estación, ya no podía seguir cosechando acelgas, albahaca, berenjenas, cebollas, espárragos, pepinos y tomates. El suelo comenzaba a ser pobre en minerales y con la nueva estación decidió comprar semillas para plantar, alcachofa, coliflor, calabazas y mantener las berenjenas, dado que podía aguantar el otoño y era un producto bastante reclamado entre los zaragozanos que entre sus platos típicos era el calabacín rellenos de bacalao ajoarriero.

Las acequias, que tras un arduo verano, al final consiguió terminarlas, con lo cual dejó de ir con cubos constantemente varias veces a la semana para regarlas. El único inconveniente que aun presentaba era el de airear la tierra. Tenía que hacerlo con una herramienta rudimentaria para poder plantar las semillas, pero no le importaba ir con un bastón con un cuchillo en uno de los extremos y el otro a modo de mango. De esta forma agujero a agujero, ir echándolas de una a una. La vida de jardinera era gratificante cuando veía las flores de sus verduras. Sin duda alguna, no eran esos campos dorados como los trigales ni el oro de las mazorcas, pero ese verdor, el olor a tierra húmeda ver las flores crecer y madurar y en la senectud de sus últimos días, recoger mediante un trabajador los frutos dejados por la madre tierra y depositar en un jarrón algunas flores...era un placer para los sentidos.

Una gran cesta de mimbre, coloco sus verduras y fue al mercado a vender el fruto de su campo. Allí se encontró con su nieta y Fadia, la mujer a la que le rentaba uno de los campos y ocupaba la casa de éste. Nami, había vendido su cosecha y pronto volvería a poner más trigo en ese tenderete.

-¡Buenos días!-se acerca sonriente a su nieta y le da un gran abrazo y besososos- ¿Qué tal estáis? Vaya madrugadoras, espero que me dejarais algún cliente con escudos y no desplumaseis a todos los maños.

Riéndose mucho, al ver las caras que ponen, comienza a separar y juntar todas las acelgas en un canasto, en otros los calabacines y en el otro la albahaca.

-Esta semana plantaré espárragos y cebollas, creo que comenzaré con las calabazas.- le comenta a Fadia y se acerca a Namast y le susurra- y así podré darte calabaza dulce, si te gusta...tendré que dártelas a escondidas a ti y a tus hermanitos no vaya a ser que tus padres me riñan por daros dulces.

El tiempo fue pasando tranquilamente, mientras disfrutaba de la compañía de su nieta y Fadia. Las sillas se improvisaron con unas cajas cercanas de algún mercader que no quiso llevárselas. Pese a la incomodidad, eso no influyo en su ánimo.

-El próximo día, traigo sillas con las que sentarnos y un pequeño cajón en el que poder almorzar y comer si llegase la situación- Suspiró Fadia mientras siente calambres en su espalda, disimulando su malestar.

La tienda, rebosante de verduras y trigo, se fue llenando de clientes, con lo cual hizo que se levantará Kalahn para ir atendiendo su sección mientras Namast regateaba como un diablillo por el precio de su trigo. Fadia, cerca de ella, sonreía al ver a la pequeña hacer rabiar a los parroquianos que intentaban comprar a precios irrisorios. Su abuela, la miraba de tanto en tanto por el rabillo, siguió atendiendo a los compradores disimulando la risa lo más bajo posible, para que los maños y viajeros no pensarán que se reía de ellos.


Perdón por la verborrea

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Garden


Otra mañana hermosa despertaba en Zaragoza y como otro día normal Garden amanecia de buenos animos pero un poco cansada despues de haber sembrado su pequeño maizal el dia anterior, recogió sus pocos escudos para comprar su alimento diario. - Bueno, con esto me alcanza para algo mas que pan - pensó y se dirigió al mercado del pueblo a colocar lo sacos de maiz que le quedaban y a comprar 2 botellas de leche que le apetecian mucho. Un amistoso joven se las ofreció al mejor precio y con toda su hambre se bebio una botella de una vez, - ahhhh rico - un eructo - jiji - y le dio sus respectivos escudos al joven junto con sus agradecimientos.

- Que pena.. Que pena... de paso que casi desnuda, y eructando por ahi que pensara la gente? Que soy una forastera o que vivo por los caminos durmiendo en la tierra y comiendo plantas aún mas pena es estar caminando por aqui con todas estas personas y yo andando de esta manera, doy asco, mis trapos estan sucios y rotos, no me gusta que la gente me vea asi


- Aunque pensandolo bien.. tengo algunos estereos ahorrados y si logro venderlos pues... .... Podre comprar UNOS LINDOS CALZONES SIIIIIIIIIII
Se quedo alucinando en el medio de el mercado sobre sus soñados calzones, se soño modelando por el pueblo con ellos mientras saludaba a gente que ni conocian mientras la miraban como una extraña en su mente modelaba en Zaragoza estaba parada en un lugar donde transitaba mucha gente y ella con un poco de baba en la boca.
- Bien, no es imposible!! ahora mismo ire a escoger los adecuados para mi

Pero cuando recorrio todo el mercado, no encontró un pedazo de tela a la venta, buscaba, buscaba y nada. Afligida se tomo un descanso.

-Ni modo, no hay nada supongo que tendré que viajar un poco para conseguir mis anhelados sexy shorts aa.. que más... En marcha!!! A PASO DE VENCEDOR!!.... vencedora

Y se dispuso a ejercer su tarea del día.. para luego planear que haria
Medinaceli


Alfonso, recién llegado a la ciudad, decidió ir a visitar el mercado local en busca de algo que comer. Al acercarse pudo observar la enorme cantidad de tenderetes callejeros y pensó que se le dificultaría elegir en cual comprar. Más allá de eso, observó a una simpática mujer a quien decidió pedirle guía.
Drakulka


Drakulka, la Tribuno de la ciudad y panadera para más señas, tenía montado su tenderete con su afamados panes. Cuando entre la muchedumbre vislumbró a Medinaceli, con cara de no saber muy bien que comprar.

    No estoy muy segura de recordar vuestro nombre, pues en el registro de mi oficina suelo anotar los apellidos, ¿Medinaceli?, si... ese era vuestro apellido. ¿Qué os trae por esta zona de la ciudad? Por el rugir de vuestras tripas debéis de andar buscando relleno para ellas, eso seguro. Venid conmigo y os llevaré hacía los puestos de verduras y hortalizas, justo enfrete de la de los panes y cereales.
Mientras el bullicio del mercado ensordecía las conversaciones, se dirigieron a la parte alta del mercado.
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Desde algún rincón en algún lugar... Pero yo, que soy pobre, sólo tengo mis sueños; He extendido mis sueños bajo tus pies; Camina con cuidado porque caminas sobre mis sueños.
Medinaceli


Alfonso, agradeció la ayuda que le prestaba Drakulka y le siguió el paso.
En el recorrido por la parte alta del Mercado, Pudieron oír a una vendedora cuyo grito llamó poderosamente su atención:

Vengan, Acerquence! Los precios mas bajos de Zaragoza garantizados!

Entonces decidieron acercarse a observar mejor de que se trataba. Al llegar, se sorprendieron al notar que esta vendedora ofrecía justo lo que estaban buscando.
--Fadia


A lo lejos una mujer de piel de color aceituna, pelo azabache y ojos color miel, se fue acercando a la plaza del mercado. El tenderete, que se le adjudico desde el primer día, en la calle de los hortelanos. Sus anchas caderas anunciaban a sus conocidos y compradores de su llegada. Era feliz, las verduras eran frescas, de una fragancia dulzona y suave al paladar. Todo un disfrute de los sentidos. Su sonrisa, amplia por la venta asegurada. Se habían oído rumores de ejércitos y villanos* de los alrededores. Temía, que al ser un producto, junto a la carne y fruta, fueran comprados por ellos y no dejarán crecer a los maños que los precisaran. Pensó, que tal vez fuera lo mejor ir colocándolos en bolsitas de dos en dos, aunque...quizás se dedicarán a mantenerse con lo básico, pan y maíz. Muy egoísta por su parte, dado que dejarían a muchos jóvenes y poco pudientes comprar a precio asequible.

La cesta, en su brazo izquierdo y el taburete en la derecha, se acercó hasta su tenderete. Nada más llegar, colocó la verdura a la vista y se sentó en el taburete cara al público. Saludó a todos sus compañeros de campo y comenzaron a comparar precios. El tiempo, no acompaño mucho...apenas había llovido y el sol había quemado a muchas verduras, haciéndolas pequeñas. Tuvo suerte de tener una acequia y estar el jardín rodeado de árboles que proporcionaban sombra durante el cenit y horas de máximo calor.

-¿Te has enterado Señora Fadia? -le comenta una comerciante cercana a su puesto- Dicen, que habrá muchos aragoneses y posiblemente tengamos que irnos lejos de Zaragoza- mirá a todos lados para cerciorarse de que nadie la oiga- No sé que hacer, si me quedo los muros nos protegerán todo lo que puedan aguantar...pero es posible que si nos vamos a nuestras haciendas, sobrevivamos a lo que se acerca.

-Pero, Yaiza, ¿estas segura de lo que dices? - asustada ante tanta mala noticias.- Vivo en la hacienda que me rentan. Mi huerta y hogar, no están protegidos por muros, ¿Y si entran y me roban los cultivos -horrorizada, sin darse cuenta levanta su voz ocho octavas- ¡ME ARRUINARÉ!

-shhh...ten cuidado no te oigan -observa a todos los de la calle. Algunos las están mirando sin comprender tanto secretismos.- Hasta el momento, parecen civilizados, al menos a mí, no me han comprado verduras. Los zaragozanos, al menos podrán satisfacer sus necesidades para ir a ver al asesor del gobernador a mejorar sus vidas.

-Quizás, con todo lo pueda suceder si los malos augurios se cumplieran, lo mejor será que me mude. -se entristece al pensar en como decírselo a Kalahn- Igual, hasta ella también decide acompañarme, aunque sea aceptar lo que la iglesia aristotélica ofrece a todos los hombres y mujeres. Ya sabes, disfrutar de un lugar de descanso y reflexión. Se lo propondré. O Valencia, creo que es una buena tierra para comenzar de nuevo. Pensé que después del reino nazarí, podría hacer de Zaragoza mi hogar.

Las dos mujeres, hablando sin cesar, terminan por discutir sobre el precio al que tendrían que vender y contratar con el nuevo sistema económico que comunicaban desde hace tiempo los mensajeros en las plazas.

Las horas fueron pasando y entre todo el bullicio, ve pasar de cerca a la Dama Drakulka, nuera de Kalahn, junto a un joven que parecía un poco perdido sin rumbo buscando algo...

-¡Dama Drakulka! - grita desde el tenderete- ¡Señora de Arellano y Mendoza!

La averroista, se acerco a Yaiza pidiéndole encarecidamente que cuidará de sus productos y caja. De esta forma, se acerco a la Dama, para presentarle en persona sus saludos.


*villanos: Persona que es de una villa/aldea.
Medinaceli


Medinaceli advirtió a Drakulka sobre los gritos, quien inmediatamente al escuchar, comenzó a caminar con un paso acelerado hacia aquel tenderete.
Alfonso, siguiéndole el paso a su guía, pudo observar ya desde lejos, lo bello y atrayente que era ese tenderete en particular.

Al llegar, ambos pudieron sentir esos aromas que desprendían las frescas verduras que Fadia se había encargado de colocar en el sitio para la venta.
Fascinado, Alfonso preguntó rápidamente por los precios de las verduras, sin dejar de pensar en lo deliciosas que serían.
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