Afficher le menu
Information and comments (0)
<<   1, 2, 3   >   >>

Info:
Unfortunately no additional information has been added for this RP.

Preparativos Boda. Mañana del 25 de Enero.

Javikeko


Javikeko dormía placidamente, aunque la noche fue movidita. Los nervios casi no le dejaron dormir, sólo cuando ya no pudo aguantar el cansancio. Entonces un rayo de luz paso por la ventana, alguien había abierto las cortinas, era Leonor. El caballero con un ojo abierto la miró y ella gritaba:
- ¡Venga señor que hay muchas cosas por hacer, despiértese; desayune lo que le he traído y vaya quitándose todo para ir vistiéndose, que el día se echa encima!-.

El caballero se levantó como un resorte, sus piernas temblaban y el sabia por que. En ese momento no podía contestar a Leonor y decidió coger un bollo e ir comiéndoselo, necesitaba tranquilizarse. Después de terminar el desayuno le dijo:

- Que nervios tengo Leo, pero a la vez que feliz me siento hoy. Además, el día parece que acompaña- .

Mientras, se terminaba de desvestir y quedarse en calzones, y Leonor seguía metiéndole prisas…

"Mañana del 25 de Enero de 1459, preparativos de la Boda de Lulu Bathory y Javikeko Murino i Valmaseda".

Lulu_bathory


La suave brisa acaricia su rostro y ella se limitaba a cerrar los ojos y respirar profundamente, con parsimonia. Era tanta la paz que sentía que sólo interrumpió aquel estado de serenidad el graznar de una bandada de patos, inmersos en una migración invernal sumamente tardía.

- 25 patos... - Pensó mirándolos alejarse. - 25 ovejas... - Contó al ganado que de repente pastaba cerca de ella. - 25 jinetes que se acercan... y dice "Enero" en ese desproporcionado estandarte que portan. Enero y 25 de muchas cosas. ¡Qué curioso! - Sonrió ante las casualidades. - 25... Enero... ¡La boda! ¡Mi boda!

Se sentó de un salto en la cama y despertó gritando aquella última frase, aterrada. María estaba ya abriendo las cortinas para que fuera desperezándose aunque fue ella misma la que terminó por despertar del todo, por el susto que llevó con el grito de la Bathory.

- ¡El vestido María! ¡El ramo, los zapatos, mis pelos...! - Caminaba de un lado a otro, invadida por los nervios.
--Maria_de_lourdes




El susto que se llevó con los gritos de Lulu fue inhumano.

- ¡Por el Angel Gabriel! - Se llevó la mano al pecho que parecía saldría volando por la ventana. - ¡Calma Lulu, mi alma! Está todo listo, tranquila. ¿Soy María recordáis? Y estáis en vuestra nueva casa en Segorbe y el vestido y todo está preparado. Incluso, el baño caliente para que vayáis aseándoos y de paso calmándoos un poco.

La tomó del brazo con cariño y sonriendo como a una niña pequeña, la guió por todo lo que había detallado, para que viera que no había nada dejado al azar. Luego la ayudó a desvestirse y salió del aseo. Tenía que estar atenta a la puerta de la casa, por si llegaban las damas de honor, el padrino y a saber cuantos más.
Brynhildr


Esa mañana saltó de la cama como si tuviera un resorte. Si que debía de ser temprano si el rubio aún no había despertado; se deslizó de nuevo bajo las mantas disfrutando de la tibieza de su piel y entre besos y caricias le susurró - las brujas nos vamos a ayudar a vestir a Lulu, recuerda la boda.

Tras besarle nuevamente y a regañadientes, salió de la cama, mirándole con envidia, deseo y tres o cuatro cosas más.

Mientras Fridah la ayudaba a prepararse, no pudo evitar echar la vista atrás recordando cuando conoció a Lulu en Tarragona. Cuantas cosas habían cambiado desde entonces. Sacudía la cabeza a ritmo de los tirones de la alemana cuando los nervios la agarraron de golpe ¡que se casaba la Bathory!
A medio vestir y con Fridah agarrada a sus greñas echó a correr por el pasillo hasta llegar a la habitación de su hermana.

- ¡Nas, nas! - le tironeaba de la manga, articulando varias sílabas ininteligibles e inconexas como de costumbre. Sorprendentemente en ellas, iban bien de tiempo, pero con su tendencia a la catástrofe, más valía ir asegurando.

Tras intercambiarse los vestidos tres veces y decidir que no merecía la pena seguir molestándose en intentar parecer peinadas, finalmente estaban preparadas.

- Al 38 de la Plaza de los Duques, por favor...


No podía dejar de pensar en la responsabilidad de llevar los anillos, mientras tarareaba mentalmente una cancioncilla.

_________________
Crimea


La rubia había madrugado, en contra de sus más elementales principios, pero es que la ocasión bien lo merecía. La boda de la dama Bathory y Javikeko, dos personas a las que conocía no hacía mucho pero a las que apreciaba como a pocas personas.

Se había dado un baño sin prisas, e iba a salir a buscar a su nas cuando entró en la habitación como un torbellino. Hasta ese momento la mayor de las Rubiá había logrado mantener la calma, pero con la entrada de su hermana menor comenzaron las carreras, los nervios, los gritos y los intercambios de vestido. Al final la rubia no sabía cual llevaba puesto, pero para el caso eso no era tan importante.

- ¿Lo llevamos todo, nas? - Repetía una y otra vez en el carruaje mientras bajaban a Segorbe, a la casa de la Bathory, y se miraba, y miraba a su hermana, y miraba los paisajes que iban dejando atrás, mientras sonreía y pensaba, precisamente, en qué estarían pensando Lú y Keko para dejarles tal responsabilidad a las Rubiá.

_________________
--Leonor




-Pero que haces aun con los calzones puesto, vamos quítatelos y métete en la tina, que vendrá tu madrina y te vera aun sin nada –.

-Javikeko la miraba avergonzado y prosiguió – No me mires así que no me voy a asustar, no eres al único hombre que vi sus vergüenzas. Va quítatelos y métete antes de que el agua se enfríe –

El Murino sin reprochar se quitó los calzones y se metió corriendo en la tina, mientras Leonor hacia la cama y dejaba la ropa del señor colocada sobre ella. Mientras miraba la cama y pensaba entre ella – A ver, medias, pantalones, camisa, fajín, chaqueta y botas- mientras se arrascaba la barbilla: - La capaaaaaa, se me olvidaba, que cabeza, es que los nervios de este chico, me los pega a mi –

Sacó la capa y la colocó a lo ancho de la cama, para que no se arrugase.
Ginebra


Tras la sorpresa que su amado prometido le había dado presentándose sin avisar, la rubia del moño apenas salía de casa. Se pasaba los días en su mundo particular ajena a todo lo que la rodeaba. Disfrutando de la compañía y del tranquilo transcurrir de los días. Hasta que...

-Mi vida, no sabes lo feliz que soy contigo. Doy gracias al altísimo por haberte traído de nuevo a mi vera.- Le decía Ginebra a Argo, quien apoyado sobre un codo en el lecho que ambos compartían, la observaba con una media sonrisa somnolienta en los labios. La luz del amanecer comenzaba a penetrar en la estancia. La rubia se sentía pletórica. Volvió a acomodarse entre los brazos de su eterno prometido y cerró los ojos, dejándose arrullar por la cálida voz del moreno.

-No podía ser de otra manera. Parece que apenas haya transcurrido unas horas, y sin embargo hace ya una semana que nos reencotramos.- Argo notó como Ginebra se tensaba repentinamente.

-¿Una semana? Es decir...- Disimuladamente la rubia apretaba los dedos uno a uno contra su muslo, haciendo un esfuerzo considerable en visualizar los números y traducirlos en días -Hoy...es... 25??- Tras el asentimiento dubitativo y extrañado de Argo, la rubia saltó de la cama, tropezando aparatosamente con un candelabro de pie, afortundamente apagado. Sin pararse a recomponerlo, la siempre enmoñada Rubiá se lanzó de cabeza al aseo más cercano donde trató de poner orden en su melena de recién levantada. Con una mano se tironeaba del pelo, mientras con la otra aferraba un hermoso vestido que le había regalado la novia tiempo atrás y buscaba como loca la apertura por la que adentrarse en él.

-¿Gine? ¿Qué ocurre? ¿Hay algo que deba saber? ¿Es que... me ocultas algo? ¡¡GINEBRA DE LA OLLA I RUBIÁ!!- Argo estaba muy serio, con los brazos en jarras bajo el dintel de la puerta, obstruyendo el paso con su cuerpo.

-Mi amor, esto... ¿no has leído la carta que hay sobre la cómoda? Es una invitación a la boda de Javikeko y Lulu.- La expresión de Argo no cambió un ápice -Por lo que más quieras, ¡¡vístete, deprisa!! Luego me riñes por mi rubiedad irremediable.- Le puso ojitos tristes a los que sabía que su hombretón del norte no podía resistirse y terminó de vestirse a toda prisa.

-Te veo en la capilla. No podemos ir juntos por el momento. Ponte guapo. Lleva arroz. O lentejas. O garbanzos. ¿Qué demonios se lleva a una boda? ¡¡Te quiero!! - Y salió rauda de su casa dispuesta a lanzarse sobre cualquier posible medio de transporte que se cruzase en su camino.

Un rebuzno la hizo pararse en seco. Deseó poder parar el tiempo para evitar lo que sabía que estaba apunto de suceder pero, acuciada por la prisa, se resignó a aceptar su destino.

-Buen hombre, tome estas monedas a cambio de llevarme lo más rápido posible a la calle... Chorlito. No, La calle Borrico. Calle Borrico número 19.- El hombre la miraba extrañado, pero la bolsa que le ofrecía la dama le prometía una noche movidita en el burd... en una taberna respetable. Sin pensarlo más, enlazó las manos a la altura de las rodillas de la rubia y la ayudó a subirse a su burro más veloz.

-Calle Alcornoque, ¡¡voy a por ti!! ¡¡Yiiiiiihaaaaaa!!- Parecía ser que las situaciones extremas aclaraban la mente de una Rubiá.

-Kekooooooo. ¡Ya he llegado! Justo a tiempo para...- La visión de su amigo en paños menores la dejó estupefacta. Justo lo que necesitaba para despertarse del todo. Ambos se miraron incrédulos unos segundos, sin saber qué decir en semejante situación. Una mujer le tiraba insistentemente de la manga, instándola a esperar al novio en el salón, como las visitas educadas.

Abochornada, la mediana de las Rubia se sentó en un cómodo sofá y se quitó con disimulo un rulo de cuero que se había olvidado enmarañado en su pelo. Discretamente, lo escondió bajo un almohadón y se dispuso a esperar pacientemente a que el novio estuviese listo.

_________________

Todo por la Famigglia
Javikeko


El Murino estaba a gusto en la tina, frotándose la espalda, tarareando una canción, escuchaba a Leonor hablar sola, preparando la ropa. Después de un buen rato y casi arrugado de tanto baño, se levantó, gritó: - Leonor, algo para secarme por favor-

En ese preciso instante, se oyó al abrirse la puerta a la Madrina, Ginebra de la Olla i Rubia se encontraba allí: -Kekooooooo. ¡Ya he llegado! Justo a tiempo para...- en eso Keko la miraba estupefacto, si ya estaba aquello arrugado se le quedó más por la situación. Sonrojado echó sus manos a sus vergüenzas, en eso Leonor sacó a la dama un momento de la habitación.

Luego, regresó Leonor con una tela gruesa y se la puso delante, él seguía quieto hasta que su criada le dijo: - Vamos, no me dirás que te avergonzaste por que una dama te vió en semejante situación - .

Después de taparse él contestó: - Si te digo la verdad, contigo me contuve, pero ya esto es el no va más, hoy dos damas me ven en cueros y ninguna de ellas es mi futura esposa – suspiraba y descansaba de la impresión mientras pensaba – Vaya día que llevo, con que colores me voy a presentar en la Capilla-

Mientras tanto Leonor le iba metiendo prisa, mientras le iba dando las piezas que debía de ir colocándose primeramente, el seguía sofocado por el momento.
Lulu_bathory


Relajante en demasía estaba siendo el baño, justo lo que necesitaba aquella mañana. Había pasado del frotarse con esmero a recostarse en la tina y cerrar los ojos apoyando la trasera de la cabeza en el borde. Sus pensamientos entonces, aminoraron la marcha y fueron a coincidir todos en el mismo destino: Javikeko. Su semblante mudó de expresión, dejando atrás el rostro relajado y dando paso a una amplia sonrisa.

- Mi dama, el tiempo no se detiene.

Era María y tenía razón. Lulu abandonó la confortable tina y se envolvió en la gruesa tela que su sirvienta y amiga le alcanzaba. Era el momento de ponerse serios y comenzar el gran ritual de vestir a la novia.

- ¿Las hermanas Rubiá no han llegado? - Y negó con la cabeza María ayudándola a secarse.
Brynhildr


Se le había metido en la cabeza que era tarde. Era difícil que algo penetrara la maraña dorada y más aún que lograra germinar en lo que sea que había debajo, pero cuando una idea lograba instalarse allí, era difícil hacerla salir. Contra toda lógica, el viaje a Segorbe se le estaba haciendo largo.

Asomó medio cuerpo afuera y gritó hacia el pescante, en uno de sus alardes de finura y elegancia

- ¡Oiga! ¿Hace falta que suba yo o cómo va?

Le pareció oir algo sobre una tal Energúmena mientras volvía a introducirse en el interior el carruaje; No si encima el impío este estará encomendándose a alguna santa de esas inventadas, pensaba indignada.

- Verás, verás como al final llegamos tarde - le decía a Crimea en tono agorero. Intentó apaciguar los nervios pensando en los maravillosos vinos que habría en el fiestorro, en la tentación de las bodegas de Mallister, en si en el convite habría gambas...

No pudo evitar una cierta nostalgia cuando finalmente llegaron a Duques de Segorbe, de refilón echó un vistazo a su antigua casita, a la hiedra que tenaz trepaba los muros... y parecía que fue ayer... Bueno, ya lo pensaré mañana, que ahora no da tiempo.

A toda prisa se bajaron del carruaje ante la nueva casa de Lú como dos desaforadas. Tras aporrear la puerta y esperar pacientemente tres o incluso cuatro segundos sin obtener respuesta, la pequeña de las Rubiá agarró firmemente el brazo de su hermana - vamos por detrás, capaz que está la pobrecita perdida en uno de sus armarios, que deben de ser como puertas dimensionales a tenor de lo que son capaces de albergar dentro.

Sonrió al girar el picaporte: eureka.

- Luluuuu - gritaba mientras subía las escaleras de dos en dos - que ya estamos aqu... - la desaprobadora mirada de María la hizo parar en seco, ante una Lulu que tal vez estuviera sorprendida de no ser porque estaba más que habituada a sufrir a las Rubiá.

_________________
--Maria_de_lourdes





La Bathory estaba tan ensimismada que no reparaba en que el tiempo corría. Por suerte, allí estaba María para hacerla volver a la realidad. Logró que saliera del agua con meridiana rapidez y que comenzara a secarse. Mientras la ayudaba, le preguntó por las damas de honor, unas tal Rubiá a las que no había visto en su vida o por lo menos no conocía a nadie con ese apellido.

Negó con la cabeza como respuesta y se acercó a la cama para alcanzarle los impolutos y largos ropajes interiores. Entonces quedó observandola un instante. Era la misma Lulu que años antes contraía nupcias con Pau Claramunt de Sarolea, pero juraría que aunque sabía que se casó enamorada del menestral; no tenía el brillo tan intenso que descubría en su mirada, ni se había puesto tan nerviosa como horas antes.

Un ruido infernal la sacó de sus pensamientos. Una estampida se acercaba a ellas, eso seguro, sólo necesitaba saber qué tipo de animales eran los que se habían colado en casa.

- ¡Ya está! ¡Las vacas del carnicero huyendo de la matanza! - Exclamó yendo hacia la puerta para hacer frente a lo que fuera que se acercaba. - Pero... ¿Hablan? Juraría que han dicho Lulu...

Entonces abrió la puerta del dormitorio y plantó con determinación su cuerpo en medio, impidiendo el paso a unas greñas rubias que terminaban de subir las escaleras de dos en dos.

- No me lo digan. Las Rubiá. - Espetó a la menor de las hermanas con cara de desaprobación, aunque las dejó pasar, después de lograr que moderaran la velocidad de acercamiento a la novia.
Brynhildr


Toda la mismidad de la sirvienta de Lulu les cortaba el paso - No me lo digan. Las Rubiá - asintiendo, hizo una confusa reverencia disimulando una risa infantil. No podía evitarlo, adoraba irritar al servicio, aunque debería dejar esas pueriles costumbres ahora que... Una sonrisa iluminó su rostro - si, aquí estamos - repuso con sencillez.

Finalmente, les cedió el paso. Tras superar el muro de contención que suponía el cuerpo de María, se acercó a Lu tomándola de las manos - hoy es el gran día, Bathory - Jamás la había visto ni más nerviosa ni más hermosa que ese día, había una luz en su mirada... - mi dama, vuestras humildes vasallas están aquí para serviros - le dijo inclinándose ante ella con una sonrisa.

_________________
Crimea


- Ya llegamos, ya... – Le decía la mayor de las Rubiá a su hermana pequeña cada minuto escaso, mirando cómo ésta se empeñaba en revolverse dentro del carruaje como si fuera ella quien lo tirara. – Que vamos bien de tiempo, mujer… - Repetía mirando que aún el sol no levantaba demasiado del horizonte, sin mucho convencimiento. Lo que hacía falta era que la Dama Bathory tuviera por damas de honor a dos manojos de nervios, bastante tendría ella con lo suyo. Intentaba tranquilizar a su hermana, pero el efecto fue el contrario, y cuando llegaron a la puerta del hogar de la morena, Cri hubiera estado dispuesta a saltar cualquier verja o ventana susceptible de ser saltada a no ser porque la mente preclara de su nas la empujó hacia la parte de atrás de la casa de Lulú. Es lo que tenía ser la lista de la famigglia, que incluso en los momentos de mayor estrés, el tercio aún funcionaba.

Una vez dentro, corrieron como dos gatos en el Castillo del Águila escaleras arriba, donde Cri imaginó estaría la alcoba de la novia… “no, si al final me piso el vestido y me descuajaringo entera antes de poner un pie en la Capilla”… Pensaba mientras se recogía los bajos y trataba de no perder el paso de su hermana, mucho más ágil en el tema de subir escalones de tres en tres.

Una señora que hacía las veces de barrera, y que las miraba con reproche, les indicó que habían llegado a su destino.

- No me lo digan. Las Rubiá. – Cri la miró intentando descifrar de dónde conocía a la buena mujer, y acabó imitando a su nas en una especie de reverencia, no en vano su hermana tenía más carisma y don de gentes, y donde fueres… Esa parecía ser la contraseña que les dio paso a la alcoba de la Bathory, la morena, reliada en un lienzo tras el baño, las miraba con un brillo en los ojos que hizo sonreír a la rubia, que no contuvo las ganas de darle un fuerte abrazo a Lú. Mejor espachurrarla ahora que cuando estuviera vestida, que aquella osadía podía incluso llevarla a perder los extremidades superiores.

- Y llegó el gran día… - Suspiró - ¿Nerviosa? ¿Por dónde empezamos? ¿Qué hacemos?

_________________
Lulu_bathory


Los ruidos de lo que María había identificado como vacas huyendo de la matanza, habían logrado confundirla en principio; dejándola ojiplática y con el corazón acelerado. Pero el dato posterior de que dichos animales hablaban la sacó de su estupor. Desde entonces, no quitaba ojo a la sucesión de expresiones de su sirvienta y de paso, disimulaba una sonrisa a punto de convertirse en carcajada en cualquier momento. Sabia que no eran precisamente vacunas las extremidades que azotaban los peldaños de las escaleras.

- ¡Bryn, Cri! ¡Buenos días! - Correspondió a los achuchones y apretones de mano sonriente, con temor de que la tela que la envolvía terminara dejándola con sus encantos al aire, aunque no tenía mayor importancia para ella, estaba entra amigas. - ¿Nerviosa yo? - Con cara de "¿Me tomas por una descontrolada mental?" - María, no te preocupes, puedes irte. - Cambió de tema, en un intento de que su fiel servicio dejara de mirar a las damas de honor como si fueran demonios y las dejara a solas. - ¡Estoy histérica por el amor del Señor! - Reconoció por fín cuando estuvieron únicamente las tres en la estancia. - Se me quiere salir el corazón del pecho, he despertado gritando en mitad de una pesadilla inocua, estoy... Sonrisa bobalicona va y sonrisa tontorrona viene... ¿Por qué será?

Riendo a carcajadas nerviosas se despojó de la tela.

- Bueno, que comience la odisea. Queda la novia a merced de las Rubiá con todo lo que ello conlleva. - Sentenció resplandeciente aunque mentalmente tuvo que agregar: "Dios, espero no arrepentirme de lo que acabo de decir...Alea iacta est"
--Leonor




Leonor sonreía, le hacia gracia la cara del Señor, al menos algo de los nervios habían desaparecido. Mientras le iba dando las cosas a Javikeko: - Tenga calzones nuevos, te dejo aquí también preparadas las medias -.

Esperaba a que el se pusiera las dos primeras prendas, mientras sostenía en el brazo los pantalones. Una vez acabado de ponerse los bajos, se los entrego, como siempre metiéndole prisa – Venga va Señor, que ahora le veo perdido, tenga los pantalones – Leonor seguía con su risa interna, pero mujer de vida, sabia que el rostro del joven también delataba alegría, se le veía feliz, le conocía de poco, pero ella sabia que el esta muy enamorado de la Bathory. Esa cara ya la había visto antes, recordando a su Tristán.

Cuando termino de ponerse los pantalones le dijo: - Esto va tomando forma, se le empieza a ver más guapo, Lulu quedara prendada al verte, tenga la camisa – al Murino se le cambio la cara y empezó a sonreír, las palabras de ella le llegaron dentro.
See the RP information <<   1, 2, 3   >   >>
Copyright © JDWorks, Corbeaunoir & Elissa Ka | Update notes | Support us | 2008 - 2024
Special thanks to our amazing translators : Dunpeal (EN, PT), Eriti (IT), Azureus (FI)