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Preparativos Boda. Mañana del 25 de Enero.

Brynhildr


Se encogió de hombros; la situación era bucólica y hermosa, pero ya no había mucho tiempo para pararse a cañicar a las visitas. Ya se ocuparía alguien de guiarle y al fin y al cabo, el carruaje estaba abajo, podía esperarlas allí y llegar todos juntos a Bétera como una extraña familia. Abstrayéndose de todo, agarró el frasco de aceite de almendras y empuñó el cepillo con determinación. La verdad es que tampoco hacía falta demasiado remango, el cepillo se deslizaba por el oscuro cabello de la Bathory como una cabritilla coja por el hielo. Dicen que la envidia es un monstruo de ojos verdes... no, la envidia es una Rubiá que de pronto es consciente de que hay personas que no tienen musarañas, minas y pequeños ecosistemas viviendo en su entorno capilar.

Daba gusto, en poco tiempo, las ondas de cabello negro azabache caían sobre los hombros de Lu en una hermosa cascada.

Se puso frente a ella, contemplándola como debió de contemplar Pithókritos de Rodas a la Victoria de Samotracia - cuando tenía cabeza y eso, claro - Pellizcó sus pómulos para darle un poco de color. A continuación, deslizó en sus delicados lóbulos los pendientes, a juego con el ramo. - La belleza, sin necesidad de valedores, persuade por sí misma los ojos de los hombres* - murmuró mirando a la hermosa novia con una sonrisa.

A continuación, ambas hermanas le pusieron ceremoniosamente el vestido con todo el mimo y cuidado del que eran capaces. Y ahí estaba, radiante y preparada para encaminarse hacia el altar.


*Obviamente, es una de esas frases que Shakespeare se empeñó en copiotearle a la rubia años más tarde, como la de la mancha maldita.

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Javikeko


-Ya sabes que para mí eres esa ovejilla descarriada con quien compartía recetas de cocina de ultramar. Eres como mi hermanito, una persona a la que siempre he querido proteger de todo lo que me era posible. Soy inmensamente feliz por que me hayas elegido para estar hoy aquí, ayudándote antes de la más sagrada de las uniones.- Ginebra le decía a Keko, en ese momento le puso el fajin en el cuello: -Porque te quiero, te advierto, como me llames "hermana mayor" delante de alguien más ¡te ahorcaré con este fajín! ¡Me haces sentir como una vuejuna! El sonreía.

Mientras terminaba de vestirle, noto que le apretó el fajin más de la cuenta El Joven agacho la cabeza, como si en teoría le hubiese reñido esa hermana mayor que no tenia, le coloco la capa, le peino como dios manda y así quedo arreglado y listo para marchar.

Poniéndola el brazo la dijo: - Vamonos que ya es la hora, no sea que lleguemos tarde- la dama le tomo del brazo y salieron de la habitación, bajaron las escaleras y allí asombrada estaba Leonor, emocionada, hasta parecía que se le iba a caer una lagrima por la mejilla.

Ya fuera en la calle, cerca del carruaje, abrió la puerta – Suba usted, Ginebra de la Olla i Rubía – subió después el y con una voz firme dijo: - Adelante Tristán, de camino al mejor futuro que me espera- ….




En un grito salio de la boca de Tristán – Arreeeeeee, adelante mis bellos caballos – y Duende en cabeza guiaba a su dueño al futuro esperado por el.
Afonso_castro
Segorbe? dijo el anciano con la cara completamente desencajada. Carcajadas de incredulidad salieron repentinamente de su rostro. Y luego se atreven a llamarme loco a mi!!!! pero donde se ha visto!!!! acompáñeme señora!!! mire, dijo ya en el umbral de la puerta. Ahí están los soldados de Bétera!!!! dijo convencido señalando a dos vacas que estaban cerca de Manola. Ellos me dijeron que la sala de audiencia era aquí!!!! por el amor de Dios!!!!! ya irritado e irremediablemente molesto y enfadado, como iba a dudar yo de los garantes de la seguridad de su palacio!!! y se quedó esperando la respuesta de la dama visiblemente irascible.
Lulu_bathory


Desde el umbral de la puerta de la habitación, escuchaba lo que el confundido rector iba contándole y veía lo que le señalaba desde un ventanal cercano. Lulu comenzaba a sentir que el malhumor la dominaba, tenía que terminar de vestirse, seguía en sus largas enaguas y el corsé, pero no la dejaba. Luego, le escuchó referirse a las vacas como los soldados de Bétera y entonces se dió cuenta.

- Si Sr. Rector, tenéis toda la razón. ¡Pero qué soldados tan desvergonzados, gastaros semejante broma! - Miró a las otras damas y las guiñó un ojo para que no les interrumpieran. - Es que los invitados no han llegado aún, están el la Capilla San Jorge de Lydda. - Exclamaba condescendiente a las locuras del de Castro. - Y váis a llegar tarde. Coged vuestra montura y cabalgad veloz buen hombre. Ya nos veremos en la ceremonia.

Guiándole por el hombro fuera de la estancia, hizo señas a María para que terminara de acompañarle fuera de la casa.
Afonso_castro
Por el tono de voz de la Bathory, el de Castro se dio cuenta de que le estaba tomando por tonto. De pronto, una carcaja escuchó desde su posición que provenía del jardín, giró hacia el sonido y lo que vio le enfureció tanto como avergonzado por la dama. Maldita vaca con aires de yegua rascañeó entre dientes, así que ha sido cosa tuya eh...

Girándose avergonzado , se arrodilló ante la dama y se dispuso a disculparse. Mi dama, lamento mucho lo ocurrido, mi maldita montura me la ha jugado sabiendo que su hogar es mas cercano que el castillo a donde debía acudir. No se preocupe, ya no la molesto mas. Buenos pechos... digo.... buenos días tenga. Y bajó hacia la vaca con un palo en la mano, verás tu lo rápida que irás ahora a Bétera estupida vaca. Farfullaba con la mirada del mismisimo demonio en sus ojos
Lulu_bathory


Y por fín, volvían a ser únicamente las rubias y la novia en la habitación. Después de las carcajadas provocadas por el erudito y sus locuras; pudo respirar profundamente y volver a centrarse en ella y las dotes de perfectas damas de honor de las que estaban haciendo gala las hermanas.

- La belleza, sin necesidad de valedores, persuade por sí misma los ojos de los hombres

-Y el que no os crea, que le pregunte al Rector. - Contestó riendo al comentario de su amiga. - Ahora en serio. Gracias por estar aquí - Miró a ambas. - y por tan bellas palabras. - Tomó una mano de cada joven y las apretó con cariño, no se atrevía a dar abrazos efusivos aunque los necesitaba, temía por el vestido.
Luego, se giró hacia el espejo y casi no se reconoce. Era ella sí, y el mismo vestido que se había puesto infinidad de veces durante todo el proceso de confección; pero parecía otra. La tela encajaba mejor en su anatomía, los colores parecían más vivos y limpios, su cabellera caía sobre sus hombros en una preciosa cascada azabache tras el esmerado cepillar de Bryn. Incluso los pendientes parecían brillar más y le conferían un toque resplandeciente a su rostro. ¿O era el brillo de sus ojos? Tomó el ramo entre sus manos y suspiró.


- Es imposible mejorar el resultado... - Las miraba agradecida y emocionada. - En cuanto estéis listas podremos irnos, aunque... - Su rostro cambió de expresión. - ¿Alguien sabe algo del padrino?
--Maria_de_lourdes




Con cara de felicidad, irrumpió nuevamente en la estancia María.

- Acaba de llegar el mensajero de las urgencias.- Con sonrisa de oreja a oreja. - El padrino ya está esperando en la Capilla mi dama.

Los nervios parecían habérsele contagiado a ella ahora. Se había peinado con esmero, más del que ponía en el día a día; y tras pinchar su dedo con una de las agujas de la tejedora, tintó labios y mejillas con sus gotas de sangre para realzar sus facciones. Luego se cambió de atuendos, llevaba un vestido precioso, obsequio de la novia, por sus tantos años de espléndido servicio y amistad. Aún no se creía que alguien como ella llevara uno de los famosos atuendos confeccionados por la Bathory.

- Para que lo estrenéis en mi enlace, mi querida María. - Le había dicho al entregárselo y la pobre mujer, se había emocionado tanto, que no pudo articular palabra de agradecimiento; sólo lloraba a la vez que reía y la abrazaba.
Brynhildr


- ¡Vamos, que nos casamos! - exclamó la rubia empujando suavemente a su hermana y a Lulu.

Atisbó por la ventana, no fuera que el babieca del cochero se hubiera ido, iba a ser lo que les faltaba. No, ahí estaba, con el gorro calado hasta las cejas, seguramente durmiendo en el pescante el muy... Necesitamos un cochero nuevo como el comer, pensaba mientras bajaban las escaleras, hasta Alfred tiene más sangre que este tipo.

- ¡Eh, bella durmiente! - exclamó tras quitarle la fusta de las manos a un dormidísimo cochero y darle con ella en el muslo - a San Jorge de Lydda y dáos brío, por Aristóteles!

Se tomaron su tiempo para instalarse en el carruaje con cuidado de no estropear el vestido, el ramo o la propia mismidad física de la novia.
Finalmente estaban camino de Bétera ¡y sin percances!

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