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[RP]Susurros en la noche

Carrie.


Estaba llegando al nemeton, quería estar sola, tranquila, recapacitar, pensar las cosas fríamente, ordenar sus pensamientos y también sus sentimientos y.. se dió cuenta de que no estaría sola. El relincho de un caballo así se lo indicó.

Descabalgó y sí había alguien, parecía el lugar de su sueño y una sombra en el suelo. Se acercó y ahí estaba... increible pero cierto, ahí estaba Galbart. Estaba segura de que sabía que estaba ahí pero él ni se inmutaba. ¿Qué debía hacer? ¿Saludarle con un movimiento de cabeza? ¿darle un abrazo? ¿Un beso? No se atrevería a darle un beso así por las buenas, y menos estando ahí en el suelo y ella de pie, que situación tan.. incómoda-pensó.

Iba a decir algo cuando él se le adelantó y empezó a explicarle una historia. Le encantaba que le explicasen historias, y más si eran de Escocia, claro, pero él hablaba y hablaba mirando a la nada, no le había dirigido ni una mirada, aunque era evidente que sabía que era ella quien estaba ahí. Carrie le observaba con una sonrisa mientras oía el relato aunque continuaba pensando en como debía actuar, si antes estaba desconcertada ahora más, aunque suponía que aquello reafirmaba su idea de que su beso fue por simple cortesia y fruto de la situación vivida el día anterior. Te recuerdo que somos extranjeros en tierras desconocidas, Carrie. Aquello la entristeció un poco, sobretodo porque era cierto Pero supongo que no has venido a escuchar mis divagaciones, adelante. Ella le sonrió, aunque él no lo viese, y haciendo caso de la invitación, sin mediar palabra, prosiguió su camino para adentrarse en el bosque. Había ido ahí a buscar soledad y contacto con la naturaleza para pensar, y encontrarse a alguien en el lugar no entraba en sus planes, aunque el encuentro con Galbart quizás la ayudaba a clarificar su situación en cierto modo.

Se adentró, hasta encontrar un claro, se sentó con las piernas cruzadas, apoyó la cabeza en sus manos, cerró los ojos y dejó volar sus pensamientos. No podía dejar de pensar en ese escocés que la desconcertaba más y más. ¿siempre tenía que ser todo tan complicado? Estaba claro que sólo la protegía porque creía estar en deuda y sus acercamientos eran para comprobar que estaba bien, nada más, pero ¿y ella?Tenía claro que debía controlar sus sentimientos, eso sería lo mejor.. sí. Eran compatriotas, él la protegía, eran algo así como amigos y... eso era todo, lo del beso había sido una tontería, nada más. No fue nada-se repetia una y otra vez. No fue nada No fue nada- se decía a medida que se entristecía su rostro
Carrie.


Llevaba un rato ahí, pero se sentía idiota, repitiéndose que no fue nada.. que si tal que si cual.. Movió la cabeza negándose a sí misma esos pensamientos negativos y reiterativos que no la llevaban a ningún sitio, no tenía tiempo para perder de esa manera, ¡ni que tuviera doce años! Suspiró con fuerza y miró al cielo para decirles a sus Dioses ¿como podeis dejar que sea tan boba? Se levantó con ímpetu... además ella quería estar en el nemeton y solo faltaba que ahora no pudiera estar donde ella quisiera por Galbart y por una tontería. Bueno o no tan tontería.. Sí, Galbart le atraía y le gustaba estar con él tenía que reconocerlo era evidente, su compañía era un soplo de aire fresco en su vida, y el pasado, bueno, el pasado debía quedar en el pasado, negar sus sentimientos era una soberana tontería. Y si él no la correspondía pues.. nada, será que los Dioses así lo quieren, pensó- Aunque Morrigan me dijo que... bah.. quizás no era eso exactamente juntos... puede querer decir muchas cosas, no juntos juntos, sinó juntos de... vernos estar juntos a ratos y ya está... eso juntos y... pffffff j*er cuantas vueltas le doy, ya... basta!
En fin-murmuró- Carrie déjate de tonterías y concéntrate en otras cosas Se sacudió el polvo y las hojas de la ropa y se dirigió decidida al nemeton a buscar a Galbart, bueno, si es que todavía estaba ahí.

Se acercó al lugar rápidamente y sí, ahí estaba Galbart, parecía que no se le había movido ni un pelo, mirando al cielo, parecía sonreir. Seguro piensa que soy tonta y por eso está sonriendo, si es que te lo mereces Carrie-pensó poniendo los ojos en blanco.

-Estoooo -dijo aclarándose la voz y mirándo hacia el frente como con la mirada distraída al igual que él- que he pensado que, como ya sabes, hoy es el solsticio y que quizás no estaría mal que... bueno que si quieres venir a cenar, no tengo ganas de cenar sola justamente hoy. Mi madre siempre hacía una comida especial y no me apetece pasar esta noche sola... estooo quiero decir cenar... cenar sola.. y.. bueno nada..-le miró y él seguía sin mirarla ni abrir la boca- que eso.. que ¿me dejas invitarte? o bueno no es si me dejas.. es si aceptas... la invitación... venir.... a cenar...

Resopló moviendo la cabeza... Dioses, ¿pero qué me pasa? ¿Ya no sé ni hablar?? grrrrrrrr
Galbart


Cuando hubo acabado de hablar, el escocés sonrió aun más. Y sin abandonar su postura buscó, esta vez sí, con la mirada a Carrie.

Antes de darte una respuesta, me gustaría que te tumbaras aquí conmigo, quiero que veas una cosa. Ella, titubeante al principio pero obediente después, se tumbó a su lado. Me estaba fijando el en la lucha, incansable, que mantiene la hoja del árbol con la rama. Cuando la hoja se separe encontrará un nuevo aliado, el viento. Sí, aquel contra el que había luchado durante su tiempo de vida y aunque después la hoja quede en el suelo, el viento intentará levantarla. Sin embargo, la hoja nunca vuelve al árbol, es como si quisiera olvidar. Yo quiero que seamos como la hoja y el viento, ¿sabes? Apartar estos años de persecución, tragó saliva, y sobrevivir juntos en tierras extranjeras, ¿te parece?

De repente dio media vuelta quedando encima de Carrie a una distancia mínima, la suficiente como para que el escocés pudiera fijarse en Eres la mujer más guapa que he visto en toda mi vida. Sus ojos volaban de Tu pelo rojo, tus ojos azules, tu nariz y tus labios, perfectos. Pero lo que quería hacer era darle un beso, y así fue. Sus labios se rozaron para volverse a separar y en último lugar volverse a unir. Y así estuvo durante un buen rato. Estaban envueltos en la capa de Galbart y ninguno de los dos parecía querer levantarse. Sí, cenaremos juntos. Le volvió a dar otro beso. Me paso después... hmmm, te llevaré madera. Le dedicó una sonrisa. Ahora, habla con ellos, medita, reflexiona. Ellos escuchan. Le dio otro beso y se levantó aun sonriente. Y como era habitual, se retiraba en silencio como si no quisiera perturbar la paz que allí reinaba. Se dió la vuelta, recogió la espada y se fue, esta vez sí hacia el caballo. Mientras caminaba y guardaba la espada, silbó.

Seguro que ella conocía esa canción. Montó y se marchó.
Carrie.


Estaba en una nube. Le veía marcharse silbando y... maldecía no saber silbar para poder hacerlo también. Se apoyó en los codos para poder verle mejor y se quedó así hasta que hubo desaparecido totalmente de su vista. Y aún cuando ya no le veía se quedó así quieta un rato, sonriente, feliz, nerviosa.

Finalmente se tumbó y se quedó mirando las hojas en la rama . Sí, Galbart tenía razón, se sentía como una de esas hojas, arrancadas del árbol y luego volando arrastradas por el viento, Galbart era el viento que la había levantado del suelo. Se quedó un rato ahí sonriendo mirando las hojas y pensando en todo lo que le había dicho Galbart y en como la había besado. Sentía el estómago hecho un nudo y estaba ansiosa porque llegase la noche y cenar a solas con él, y mirarle a los ojos, y besarle de nuevo y... uffffffffffffffffff suspiró de nuevo.

Al cabo de un buen rato se levantó sonriendo rememorando sus palabras.. y suspiró feliz, se dirigió hacia su caballo y fue hacia casa, quería que la noche fuera perfecta y tenía que preparalo todo. Aquella sería una noche especial, el día ya lo era también Se fue sin dejar de sonreir y tarareando la canción.
Carrie.


Ya sólo faltaba él.

Andaba nerviosa revisando todas las cosas, quería que todo estuviera perfecto. Ese solsticio ya era especial, más que ningún otro de los que había vivido. Salió fuera de la casa para ver como el sol se ponía. Había llegado el momento de encender el fuego. Esperaría a que llegase para poner la carne al fuego. Recordaba la celebración del solsticio con cariño, sentados, charlando mientras se aprovechaba la hoguera para cocinar, para darles luz, calor...

El fuego iba prendiendo bien. Dejaría el cordero en casa esperando a que llegase Galbart, se lo imaginaba sentado a su lado frente a la hoguera, charlando, sonriendo, abrazándole a la vez que observaba el fuego... Suspiró y volvió en sí. entró en la casa para coger un pequeño mantel, lo puso un tanto alejado del fuego. Entró y salió de la casa repetidas veces trayendo lo necesario, platos, vasos, cerveza.

Le dió un trago a la cerveza mientras oteaba el horizonte deseando ya ver a Galbart. Pensaba en la hoja en la rama, el viento... hmmmm y como el viento la había arrancado del árbol y ahora volaban juntos.. Suspiró otra vez..

Volvió la cabeza para revisarlo todo por enésima vez.. Se sentó en una manta que había dispuesto junto al fuego y sólo faltaba esperar.... sólo faltaba él....
Galbart


Con un paso lento, Galbart sobre Beleno, se dirigían a la casa de Carrie. El escocés se había pasado la mañana de acá para allá para hacerle más fácil la vida a la joven Estefanía y a su madre Amalia. Se recuperaba bien, era una mujer fuerte e incansable y su hija se parecía mucho a ella, esa noche que iba a pasar fuera no iban a tener grandes dificultades. Pues con la vista calvada en el frente cabalgaba Galbart. En la grupa del caballo, justo detrás del de Caithness llevaba dos sacos con un par de maderos cortados. no era gran cosa, pero serviría para mantener la casa caliente.

Cuando llegó, desmontó y se echó los sacos a la espalda, iban atados con una cuerda asi que no fue muy aparatoso su transporte hasta la puerta de casa donde Carrie le esperaba con una sonrisa de oreja a oreja. Galbart correspondió con la sonrisa y le dio un besito. Hola. Pero ella no respondía, seguía mirándole con una sonrisa en la cara. Carrie, eo, empezó a reir, ¿entramos? Ella despertó y se dio la vuelta veloz como un rayo. Pasaron y Carrie le indicó donde podía dejar los sacos y qué podía beber y qué... Galbart se perdió, y recordó que el día del solsticio de invierno fue su primera gran fiesta. Fiesta que se perdió pues se había roto el brazo izquierdo intentando escalar a lo más alto de un árbol para coger sus frutos. No es que aquella fiesta se la hubiera perdido, pero no pudo disfrutarla tanto como lo hacían sus amigos. Ahora Carrie señalaba algún punto junto al fuego. Y allí fue, y se sentó a mirar las llamas, el Sol en la tierra, el calor en el invierno...

¿Sabes? Yo de pequeño celebraba, por estas fechas, no el solsticio, sino el nacimiento del hijo de Dios. Bueno, ¿qué día no se celebraba? Era un autentico aburrimiento comparado con mi vida posterior. Antes y después de cada comida, rezar. Por las noches, antes de dormir, rezar... bah, era una vida aburrida comparada con la que tuve años después. No sé por qué los hombres se empeñan en hacerlo todo tan difícil. Nunca lo tuve tan claro como un día en el que, comiendo con Maël y una de las familias adineradas del castro, Yaeri y Alisa, no sé si te acuerdas de ellos... bueno, pues Yaeri comentó que quizá el pueblo necesitaba algo de mano dura. Tu padre estaba horrorizado con aquello, y así se lo hizo saber. Jé, era un hombre muy directo, no se guardaba nada y quizá por eso la gente confiaba en él... Bueno a lo que iba, Maël le contestó que la mano dura solamente servía para reprimir al ser. Era el castigo que imponía un hombre a otro hombre. Y argumentaba además que el peor de los castigos que había sufrido el hombre era someterse a la voluntad de aquellos que se hacen llamar "ministros de la fe". Porque... un ministro de la fe no deja de ser tan hombre como yo, ¿por qué él, que es como yo, va a tener poder sobre mi? Aquel discurso de Maël me marcó mucho.

Clavó la vista en el fue mientras sonreía y luego desvió la mirada hacia Carrie.

Hay una historia que me contaron en los Yorkshire ingleses, pero, pero, necesito algo que me humedezca los labios. Y le sonrió.
Carrie.


Le escuchaba embelesada. Si algo le gustaba era que le contasen historias, y si tenían que ver con su padre y con Galbart aún más.

Sonreía al imaginarse a Maël y Galbart celebrando el solsticio, recordaba a su padre cuando iban por el bosque buscando hierbas, que diferente hubiese sido su vida de haber sabido que él era su padre.

...Aquel discurso de Maël me marcó mucho. Ella sonrió feliz, era cierto que era un hombre bien considerado y respetado por todo el mundo, con un gran poder de convicción, bueno por casi todo el mundo porque Thomas Dingwall cargaba contra él siempre que podía, lo más suave que le había oído decir de él era blasfemo y maldito hereje. Y si a ella se le ocurría decir algo en su favor o darle la razón en algo sabía que se llevaba un buen castigo.

Hay una historia que me contaron en los Yorkshire ingleses, pero, pero, necesito algo que me humedezca los labios
Ella le sonrió respondiendo a su sonrisa, se acercó para besarle suavemente en los labios y le susurró- voy a buscarte una cerveza bien fría- le dió otro beso- no te escapes que tienes que contarme esa historia.

Se levantó y entró en casa para ir a por más. Volvió al cabo de nada, se sentó a su lado, le llenó el vaso, también el de ella y se sentó a su lado mirándole esperando el resto de la historia
Galbart


Pues esta historia me la contaron hará unos tres años, más o menos, en la Abadía Kirkstall en Leeds, bueno, un poco alejado de la ciudad. El caso es que mi compañía tuvo que hacer una parada obligada en Leeds, teníamos que aprovisionarnos y si era posible, conseguir que alguien se viniera con nosotros, y en verdad nos hacía falta porque perdimos varios compañeros en una revuelta. Ya sabes que desde hace años hay conflicto* entre dos grandes casas de Inglaterra y bueno… necesitábamos gente. Puestos en antecedentes y después de escuchar la instrucciones correspondientes, el capitán nos dió libertad para hacer lo que quisiéramos, y como siempre, sin llamar mucho la atención. En cuanto a mi, bueno, decidí irme a la Abadía. No sé por qué lo hice, pero aquella visita me gustó. La verdad es que hay edificios que merece la pena ver. Le dedicó una sonrisa y tras beber una cantidad considerable de lo que tenía en el vaso, continuó con la historia. Cuando entré, me presenté como un peregrino que recorría la geografía británica en busca de los rincones más bellos del país. Sus labios se curvaron dibujando una sonrisa en su rostro. Y funcionó, me ofrecieron comida y hospicio e incluso me contaron una historia que me resultó… fascinante. Hizo una pausa y miró el fuego, qué bien se estaba allí. Uno de los monjes me habló de un tesoro que los antiguos vikingos, de los que por cierto tengo, más que seguro, ascendencia, muy lejana, sí, puede ser, pero estoy casi seguro. Mi nombre, sin ir más lejos, es una prueba de ello, debe ser un híbrido entre algo escocés y escandinavo. Pero en fin, ese es otro tema. A lo que iba… pues eso, los que vikingos, en su expansión por estas tierras, pues lo normal, iban conquistando territorios y saqueando. Además, me dijo que era costumbre entre los vikingos enterrar a los grandes señores con sus pertenencias, y yo pensé que para encontrar ese tesoro, lo lógico sería pensar en buscar algo característico de sus ritos funerarios. Pero entonces el señor monje, no me acuerdo de su nombre, me dijo que ese tesoro había sido robado, que por eso lo habían escondido. Pero qué sabría aquel hombre, me pregunté, no tiene ningún documento que lo pruebe, sólo lo que se acuerda de haber escuchado en algún sitio. Sin embargo, aquella noche le di vueltas a aquella historia, además recuerdo que me había dado un montón de detalles, pero no caigo en ellos ahora. Bueno, no sé por qué me desvelé aquella noche la verdad... Pero en fin, supongo que como cualquier otra cosa, te pones a darle vueltas y no eres capaz de echarte a dormir otra vez. Aquella historia, el tesoro, si es verdad, y así me pareció, pues aquel hombre sonaba convencido y bueno, la búsqueda de un tesoro es algo apetecible. ¿Quién no ha soñado nunca con encontrar un tesoro? ¿Has soñado alguna vez con eso? Encontrar uno debe ser algo… increíble. Además, ¿qué habrán escondido? Supongo, que objetos de plata, y monedas de oro. Sé, porque en Caith había todavía objetos, un tanto… err… arcaicos, antiguos y bueno, eran de plata como los actuales, pero antes no se trabajaba tan bien el acero como ahora. Apuró el contenido del vaso y lo posó. Suspiró y miró al fuego de nuevo.

Su tripa rugió en el silencio, no incómodo, que allí reinaba. Cuando acabó, el escocés rio con ganas y todavía entre risas, le dijo a Carrie. Por cierto, mira a ver lo que hay en ese saco de allí, a ver dónde lo pones. Y le sonrió.
Carrie.


Carrie le miraba con una sonrisa en los labios, de vez en cuando bebía, pero no le quitaba los ojos de encima. Vikingos, tesoros, le parecía una historia de lo más interesante.

¿Has soñado alguna vez con eso?


Ella asintió sonriéndole, no quería interrumpirle. ¿Quien no había soñado nunca en encontrar un tesoro? Aunque ella no era ambiciosa ni le gustaban los lujos, quizás porque nunca vivió entre ellos, su vida siempre había sido sencilla, no le había faltado de nada y con eso le bastaba.

La noche era fría pero delante del fuego se estaba muy bien, seguramente que Galbart estuviera ahí con ella influía, sin duda alguna, se respiraba paz y tranquilidad, un silencio interrumpido por el crepitar de la leña y las brasas y... también por la tripa de Galbart que parecía impacientarse por alimentarse. Ella se levantó para ver como estaba ya la carne y Galbart la instó a rebuscar en un saco. Giró la carne y comprobó que ya estaba casi al punto. Se dirigió al saco y sacó... una capa negra.

-Aquí solo hay esta capa. ¿Qué hago con...? No terminó la frase, vió su cara y se dió cuenta de que la capa era un regalo y era para ella. Cruzaron un par de miradas cómplices como preguntándole ¿para mi?, y él . Ella se la puso por encima y dió una vuelta sobre sí misma haciéndola volar. Estaba increiblemente feliz hacía tanto pero tanto tiempo que nadie le regalaba nada que se sentía realmente emocionada. Corriendo se tiró encima suyo y quedando ambos cubiertos por la capa le besó repetidamente diciéndole una y otra vez entre beso y beso gracias, gracias, gracias, graciaaaaaaas. Él reía y parecía encantado, pero de repente se puso de pie en un salto. La carne!!! Que se va a quemar!!!
Galbart


Que arranque de cariño le ha dado a esta mujer. Pensaba mientras se incorporaba para hincarle el diente al cordero. Quitó la carne del fuego y la sostuvo con las manos hasta que ella le dijo donde poner tamaña pieza de carne. El escocés se lamió los dedos y mientras ella cortaba el cordero, él fijo la mirada en la pieza que iba a zamparse. Pero, ¿no quedaría como un auténtico grosero? ¿Y qué más te da? Ya no eres noble Donan. Se dijo. Pero esta chica qué pensará de mi. Que piense lo que quiera. No. Tenía un debate interno, tan intenso que se olvidó del hambre e incluso se despistó, pues Carrie le había preguntado y le miraba. El escocés contestó asintiendo la cabeza y se dio la vuelta. Pero rápidamente volvió a su posición original y le preguntó:

¿Qué decías?

No lo estaba devorando con demasiada ansia pero si era notable que tenía hambre. Los huesos los despeñaba y los dejaba limpios como una patena, ni que decir de la bebida. Pero comida a parte, se había propuesto, tras su "debate interno", dar conversación a pesar de tener hambre. Era algo raro, comer y hablar al mismo tiempo... No recordaba ya como se hacía.

Con mis compañeros de armas, allí en Escocia, cuando comíamos, no solíamos hablar. Era un tiempo que perdíamos muy valioso. He de reconocer, que las formas eran un poco... toscas. Pero es lo que tocaba, no siempre podíamos comer, y cuando lo hacíamos, teníamos que dar buena cuenta de lo que teníamos porque sino, se perdía. Aunque tiempo atrás, cuando vivía feliz, alejado de las armas... pues solía hablar mientras comía. ¡Miento! Siempre que comía sopa, osea, casi siempre, no solía hablar. No me gusta la sopa fría y créeme, más de una vez tuve que comer sopa fría... Pero menos mal que el pan siempre está ahí. Qué sería de nosotros sin el pan. Por cierto, ¿nunca te has preguntado quién tuvo la idea de amasar y luego calentarlo? O bueno, aunque fuera por casualidad... es increíble, si piensas en esta última hipótesis, bueno, ¿cuántas cosas, en este mundo, se han tenido que juntar para que saliera un pan? Eso me hace pensar... como en otra cosa. Nunca te conté cómo acabé con Maël. ¿O sí?

Se acababa de dar cuenta de que ella no había hablado en toda la cena. Sonrió, pero era para él mismo, se lo merecía. Que no se diga que nunca le habían tachado de pesado. Aun así, esperó una respuesta a esa última pregunta.
Carrie.


Carrie reía al ver como iba de un tema a otro sin dar tregua. Y eso que decía que no estaba acostumbrado a hablar mientras comía-Menos mal-pensó-si llega a tener por costumbre hablar...-rió para sus adentros mientras seguía escuchándole.

Cogió las chuletas con las manos y disfrutó de la cena sin reparar en finuras, se chupó los dedos mientras le seguía escuchando.

-Pueees a ver, normal que comiérais sin hablar y rápido. A mi la sopa fría tampoco me gusta, pero muy caliente tampoco porque me quemo la lengua. Y lo del pan, pues si, no sé como debió ser que a alguien se le ocurrió por primera vez hacer harina, mezclarla con sal y agua, dejarla reposar y hornearlo, pero Dioses!! menos mal que alguien tuvo esa feliz idea, me encanta el pan.Y por último... no, no me contaste. ¿Qué quieres decir con que acabaste?

Cogió su vaso y le dió un buen trago mientras esperaba a que le contestase.
Galbart


Acabar con él físicamente. Osea, como acabé viviendo con él. Mejor esta última.

Se quedó unos segundos reflexionando, mientras se enjuagaba la boca con el vino especiado que tenía Carrie, que por cierto, estaba muy bueno.

Yo vivía en las tierras norteñas de las Highlands, en la región de Caithness. Es un sitio tranquilo, fría y según cuentan los antiguos... mágico. La provincia vive, fundamentalmente de la pesca, no hay más que ver. Es una región de marineros en la que muchos aventureros se han nutrido de experimentados marinos para sus incursiones al norte, más allá de las gélidas aguas. Hay muchas historias, que te contaré cuando toque. Me encanta las historias de alta mar, por cierto. A lo que iba... crecí fuerte y sano después de pasar una brutal gripe que casi me lleva a mis dos años de vida. La vida siguió, y cuando no entrenaba con mi padre, leía libros con mi hermana Alice, a la que echo muchísimo de menos. Quizá sea la única persona que eche de menos de todo aquel castillo. Pues contando yo con doce años, si no recuerdo mal, y después de muchas discusiones con mis padres, decidí hacer que lo pasara mal en una de sus recepciones de vasallos. Le desafié, ante uno de sus vasallos más importantes a un combate por el dominio de Caithness, como lo hacían los antiguos y como lo hacen los animales. No soy nada partidario de la nobleza de cuna, creo que es un derecho que hay que ganarse. Y no es justo que yo por ser hijo de quien soy, herede un territorio cuyas gentes no me conocen. Bueno, mi padre rojo como la sangre me echó del comedor y dos minutos después me hizo llamar y allí mismo me condenó al destierro y me desheredó. Hizo una pausa para beber y reordenar ideas. Caminé sin rumbo fijo, al principio me presentaba como el heredero de Caithness y la gente me abría las puertas, pero luego la noticia se extendió y me perseguían, e incluso me querían matar. Tuve que recurrir al robo y a la amenaza. Señaló la espada que estaba posada contra la pared. Pero un buen día los Dioses quisieron que Maël me pillara robando. Me castigó. Fue duro y aun así me acogió.

Hizo una pausa y se comió lo que le quedaba en el plato.

Mi vida en el castillo de Caith no era mala al fin y al cabo. A su manera estaba bien, quizá porque me lo daban todo hecho, pero más tarde comprendí que aquello no era vida. Vida es eso, vivir, y yo no vivía, me mantenían. Le sonrió. Y cada vez que lo pienso, tal y como están las cosas, no me arrepiento nunca de aquella noche. Hice lo que creí correcto y mis actos me han llevado a una vida... mejor, Digamoslo así, por qué no.

Bebió y aunque se prometió que bebería menos, pidió más. Aún quedaba una cosa por hacer.
Carrie.


Carrie le escuchaba envuelta en la capa, la acariciaba con delicadeza y no podía disimular lo contenta que se sentía, por el regalo, por pasar una noche tan tranquila, disfrutar de una charla agradable, interesante y relajada, y sobretodo disfrutando de su presencia y compañía. Que distinta aquella noche de la tantas celebraciones del solsticio, no era lo mismo estando sola.

- ¿En serio no te arrepientes de haber abandonado tu vida de lujos? Yo siempre he tenido una vida muy sencilla. Cuando estábamos en casa siempre tenía un plato caliente en la mesa, ropa para vestirme, un techo bajo el que dormir y a mi madre que era un ángel y siempre me cuidó y me protegió. Nunca he pensado en tener más que eso, claro que no he conocido otra cosa. Mäel me dijo una vez que el dinero y las riquezas corrompen a la gente y sacan lo peor de ellas, y mi madre siempre me repetía que la felicidad no se mide con lo material sinó por el amor que tiene uno a su alrededor.
Hizo una pausa al recordar a su madre, suspiró y prosiguió: No creo que yo sirviese para vivir entre nobles y lujos, no sé no me veo, las veces que he tenido que ir a actos en los que hay nobles me siento... rara, que suerte que quisieras acompañarme al último.

Ella también llenó su vaso con más vino y le sonrió. Hablando de cosas sencillas, yo.. - se metió la mano en el bolsillo y lo sacó escondiendo algo entre las manos- hice algo para ti, no es una capa, pero espero que...bueno, es para ti, no es nada del otro mundo pero..- abrió las manos y le dió el regalo le quería poner un cordón para que se pudiese colgar pero no me ha dado tiempo.
Galbart


Examinó el objeto con curiosidad, minuciosidad y permaneció en silencio observándolo durante un buen rato.

Es magnífico, se lo guardó en el bolsillo y siguieron hablando hasta bien entrada la noche.

Para entonces la bebida había ayudado a lo que pasó a continuación. Los dos, fundidos en un abrazo, se dejaron llevar, entonces, por la lujuria. Un beso, dos... caricias, palabras bonitas y la voluntad de llegar hasta el final. Pronto estuvieron los dos sin ropa y llenando de vida aquella habitación. Un gemido, ahogado por un beso. Las respiraciones fuertes, los corazones bombeando tan fuerte como les era posible. Galbart celebraba la muerte del día anterior con la vida, simbolizado con el acto sexual.

Mirando al techo, horas después, sonreía. Pero le sonreía a Ella, a Morrigan, a su Diosa. Hereje, pagano, hijo del demonio... le daba igual lo que le llamaran, era hijo de ella, de Morrigan. Suspiró y siendo consciente de que su hora de trabajo empezaba, se visitó rápidamente, se colocó el cinturón de la espada y antes de salir se cogió un trozo de cordero que sobró del día anterior y se lo zampó mientras salía y se iba a su puesto.
Carrie.


Se despertó con el ruido de la puerta al cerrarse y supo que estaba sola. Aquello le hizo sentirse.. rara, no sabía como definirlo, de nuevo muchas ideas y sentimientos pasaban por su mente. ¿No se estaría equivocando con todo esto? ¿Y quien podía saberlo?

Sentía ganas de quedarse en la cama dando vueltas, pensando pero no, sabía que aquello era lo peor que podía hacer. Estaba decidida a no pensar, así que ocuparía todas las horas del día hasta caer rendida en la cama y que ni por un instante tuviera tiempo para pensar en ella misma ni sobre sus sentimientos.

La clave era concentrarse en cada cosa que hiciera, por insignificante que pareciese, escoger la ropa, vestirse, decidir qué desayunaba, comer, cerrar la casa, andar rápido hacia el puerto, comprobar como estaba todo, ir al campamento, revisar documentos, hablar con la tropa.. el día iba a ser intenso, quizás no iría aquel día a la taberna, quizás sería mejor no verle para no pensar... demasiado. ¿Realmente todo era tan complicado o sólo se lo parecía a ella?
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