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[RP]Susurros en la noche

Carrie.


Sabía perfectamente como acabaría el baño en cuanto aceptó... lo que no sabía ni se había imaginado era que él le hiciera esa propuesta.
Aunque, que la cogiera por sorpresa no quería decir que no lo hubiera pensado; de hecho, no hacía mucho ella también había estado a punto de proponérselo, pero si no lo hizo fue porque pensó que eso hubiese desagradado profundamente a su madre... pero sabía que no podría aguantar mucho más sin preguntárselo, ella sentía que su amor por el de Caithness crecía día a día y cada vez sus vidas estaban aún más próximas y más ligadas... Era por eso que sintió un gran alivio y una alegría inmensa al oir la pregunta:
Carrie, ¿nos casamos?

Ella se acercó a él lentamente, le abrazó fuerte y le besó como si no hubiese mañana. Nada me haría más feliz amor...- le pareció que la respuesta era un poco cursi e iba a decir algo medio en broma para que no parecer muy tópico, pero finalmente decidió que no... era lo que quería, lo que deseaba y se sentía feliz de que él también lo sintiera así.
-Sí quiero casarme contigo Galbart Donan- suspiró y le besó de nuevo, le cogió de la mano y tiró de él para que la acompañase de nuevo dentro del agua, harían de aquel instante un momento inolvidable.
Galbart


Estaban secándose a la sombra de un roble.

Te voy a llevar a un lugar del que te hablé hace algún tiempo. Allí hay gente como nosotros, bueno, más o menos... Son una especie de disconformes con el aristotelismo y creen en una especie de divinidades que les ayudan en las cosechas, no supieron darme nombres, pero estaba claro que sus pinturas no eran normales. Además, creo que hacen ritos de fertilidad para las tierras. Son bastante parecidos a nosotros, pero no saben ponerle nombre a las cosas.- Le sonrió y se levantó para vestirse.

Una hora y media después, no porque estuviera lejos el sitio, sino porque el escocés le contaba cosas de sus aventuras al servicio del Borgia. Llegando al pueblo, se veían cultivos de maíz, trigo, se veían también vacas y pastores que iban con ellas. El escocés caminó hacia la casa en la que despertó tiempo atrás.

¡Caballero Glavar! ¡Qué sorpresa!- Le dijo la mujer que llevaba una cesta de huevos dentro de casa y le divisó a lo lejos.

El escocés sonrio y le dijo nada más acercarse: - Soy Galbart, señorita, Galbart. Ella es Carrie, mi prometida. - La mujer no pudo contenerse y dejando la cesta en el suelo estrujó entre sus brazos a ambos. - AYYYYY que se nos casa usted señor Galbart con esta preciosidad de mujer. - Era increíble la fuerza que tenía aquella mujer. Les hizo pasar. La casa seguía igual, sucia pero porque había tierra y barro en el suelo y la mesa central estaba llena de cachivaches. Se sentía cómodo en aquella casa y se podía permitir bajar la guardia. Le hablaron de su historia, de como se conocieron y por lo que habían pasado una vez juntos. Cómo evolucionó su relación y cómo le había pedido hace un par de horas matrimonio. La mujer sonreía con cada detalle. El escocés les había visitado un apr de veces más después de aquella mañana y siempre le habían tratado muy bien. Carrie notando aquella buena sintonía dijo:

Podríamos casarnos aquí.

¡¡Por supuesto!! Aquí no vendrán a molestaros y si vienen...

Sí, podría ser. - Una imagen se le pasó por la cabeza.- Los invitados se colocan de tal forma que quedan dibujando un semicírculo. Prendemos dos fogatas, una tú y otra yo. Ofrecemos un regalo a las llamas y nos acercamos a dónde está el oficiante de la ceremonia, es entonces cuando él nos ata las manos y agradece a los Dioses la unión; él nos da paso y decimos los votos, nos ponemos los anillos, el beso y... ¡banquete! ¿Qué os parece?

La mujer los sacó de casa y les enseñó la zona para que eligieran.

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Carrie.


Se sentía radiante y feliz. No podía dejar de mirarle y sonreir. Era lo mejor que le había pasado en la vida y aunque el comienzo de su historia había sido... bueno como había sido... ella lo asumía como parte de sus vivencias, del pasado, y de lo que los dioses habían dispuesto para ellos.. Y que le hubieran hecho el regalo de compartir la vida con Galbart le parecía algo maravilloso e increíble, era feliz al fin y eso era lo que contaba. Se sentía afortunada, como si estuviera en deuda con los dioses y pensó que debería ir al nemeton y hacer una ofrenda para la ceremonia.

Mientras se secaban ella le besó y entonces Galbart le volvió a hablar de aquellas gentes que había conocido un día. Le pareció una ocasión excelente para ir y conocerles, sentía unas ganas inmensas de decirle a todo el mundo que iban entrelazar sus vidas.

De camino, el escocés empezó a hablarle de sus trabajos con el Borja, era raro que le explicase con lujo de detalles lo que había estado haciendo todo ese tiempo y ella callaba para no romper el momento, atenta a cuanto decía y contenta de que él confiase en ella. A cada día que pasaba su relación se consolidaba y era más estrecha, y aquel era un gran paso, sin duda.

Sonrió ampliamente al conocer a la mujer que la abrazó con afecto como si la conociera de toda la vida. Se sintió muy a gusto y estuvo todo el rato relajada, se sentía como en casa. Pasaron, se sentaron y Galbart habló y habló contándoles toda su historia.

Miraba aquella mujer, a Galbart y una idea le cruzó por la mente, y sin consultarlo lo soltó sin más:

Podríamos casarnos aquí.

A todos les pareció bien y empezaron a hacer planes. Le encantaba la naturalidad con que se desarrollaba todo aquello, la propuesta de Galbart, el ir a visitar a aquella gente, empezar a planear la ceremonia.. era todo tan... espontáneo, tan fácil.

Galbart ya lo veía, parecía que lo tenía todo en mente, y cuando se dió cuenta la mujer les había cogido del brazo y les había llevado fuera de la casa. En su cabeza aún resonaban las palabras del escocés... fogatas, los anillos el beso.. Suspiró contenta... y pensó en su madre...cómo le gustaría poder compartir un momento así con ella, aunque estaba convencida de que de alguna manera su madre estaría ahí, siempre la sentía cerca.

La mujer la empujó hacia un claro del bosque ¿y por aquí qué os parece?
Galbart


Teniendo en cuenta que no nos conviene alejarnos mucho del poblado, por el tema de que el banquete lo haremos por aqui cerca y demás... por genial.

Carrie y Galbart fueron puntualizando cosas y planeando lo que sería la ceremonia de entrelazamiento. Sería, obviamente, por el rito pagano, el Handfasting, pero por desconocimiento de todo el "intringulis" de la ceremonia, meterían sus propios ritos. Quién sabe si algún día, aquel mismo rito, lo utilizarán en el futuro. Las partes esenciales de la ceremonia las habían tratado, ahora, simplemente quedaban los detalles los cuales debían estar muy cuidados.

Ya en la posada de Amalia, se sentaron en una mesa a debatir sobre diferentes temas, como los invitados o la comida entre otros temas. Días atrás habían recibido la noticia de que su buen amigo Macman, se había ofrecido para oficiar la ceremonia. La pareja lo conocía desde hacía algún tiempo, y habían tenido tiempo para conocerse mejor.

Pues podríamos salir a cazar.

¿Pero qué dices? Podríamos tener tanta suerte y cazar diez ejemplares en un día, como mala suerte y matar un par de ardillas en tres días... No, sólo los Dioses lo saben.- Bajó el tono en esta última parte.- Además, ¿no tienes cerdos y ovejas? Ahí tenemos para una buena fiesta, los divinos nos sonreirán, ya lo verás.

Se entendieron rápidamente ya que Galbart le había dicho que la gente del pueblo estaría dispuesto a ayudarles a la hora de organizar el banquete. El escocés tenía sus recursos, siempre los tenía.

Y ahora los invitados... yo me sé de dos que van a venir fijo, el resto a la elección de mi bella señora.- Le dedicó una sonrisa a su querida y amada escocesa pelirroja, que le miraba con ojos de adoración.

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Carrie.


Los días previos a la boda habían sido intensos. Sin casa, viviendo en la posada, pensando en las cosas de a ceremonia, enviando mensajes a los invitados, pendientes de la llegada de macman y de algunos amigos...

Tenía la suerte de que todo el mundo les ayudaba en todo. Amalia y su hija les mimaban muchisimo en la posada y parte de la comida fueron ellas quienes se encargaron, ayudando a Genoveva, la mujer de la aldea que se había hecho cargo de buena parte de la organización. En cuanto Galbart o Carrie preguntaban o sugerían algo ella ya lo tenía pensado o previsto, parecía que los hubiese adoptado y se encargase de la boda como si se tratase de sus propios hijos. Arturo, su esposo, quiso encargarse de buscar la piedra central, fue por el bosque días atrás para luego llevar a Carrie y Galbart hasta unas cuantas que él había seleccionado previamente para que ellos la eligiesen. Entre él y Galbart la transportaron a su sitio.
- Que bonito quedará todo-dijo Genoveva- Y con unos novios tan guapos, además.-suspiró-será una boda preciosa ya vereis.
- Ponemos encima una tela de lino blanca y...
-Carrie!! ¿como que lino?- dijeron Genoveva y Galbart al unísono
Arturo decidió escurrirse para no entrar en esas cosas y dijo que iría a buscar las piedras para el círculo ceremonial.
-Pues.. no sé... yo.
- Seda. Tiene que ser seda- dijo Galbart.
Genoveva asintió sentenciando que tenía que ser de seda la tela sí o sí, de modo que Carrie, en clara minoría, sonrió y aceptó la decisión sin problemas.

Las respuestas de los invitados iban llegando... la mayoría iban a ir a la ceremonia, algunos de lejos, otros se disculpaban por encontrarse ademasiada distancia pero les enviaban sus mejores deseos y felicitaciones.

Genoveva y Amalia seguían atentas la lista de invitados porque no querían quedarse cortas, una boda era para celebrarlo bien y comer y beber a lo grande, tenía que ser una gran fiesta, aunque íntima porque así lo querían los escoceses.

Una mañana Amalia entró en la habitación como una exhalación. Galbart y Carrie corrieron a taparse y ella sin inmutarse miró a Carrie.
-¡¡El vestido!! ¡¡Y el velo, los zapatos, las medias...!!- Hablaba casi sin respiración porque había subido las escaleras corriendo.- Ya ha llegado todo en un cofre que han traído de la sastrería.-miró a Galbart- Hay que probarle toda la ropa a Carrie, tiene que salir de la habitación no puede ver la....-dejó de hablar ante la mirada de Galbart que le indicaba que no podía salir sin vestirse... y con ella ahí..
-jajajajaja sí sí me voy. El desayuno está abajo, la novia desayunará luego, cuando le hayamos probado todo.

Pocos días, muchos detalles, muchas anécdotas, muchos instantes inolvidables y sobretodo mucha ilusión. La boda de los escoceses tenía a todo su entorno alborotado, cosa que agradecían tanto Galbart como Carrie, aunque a veces había momentos en que se sentían un poco abrumados con tantas atenciones.

Y así sin darse cuenta había llegado el día. Amalia les había acondicionado dos habitaciones para que se arreglasen por separado, y llegarían al lugar de la ceremonia también por separado.
-Hay que hacer esperar un poco al novio, lo justo para que esté ansioso por verte, pero que no tenga tiempo para decidir irse-le decía Amalia mientras le ayudaba a arreglase junto a su hija. No es que necesitase mucha ayuda, pero fue imposible negarse.

-¿Y?... ¿y los anillos? ¿Donde los puse? ¿O los tiene Galbart? Me pare...
-Tranquila, ya nos hemos ocupado de eso y también de vuestras ofrendas, ya está todo ahí esperando.

Carrie suspiró tranquila... pensaban en todo, lo único que tenía que hacer era ir junto a Galbart. Se sentía emocionada, desde pequeña que no había estado en un handfasting, lo recordaba vagamente.. y ahora era ella... se sentía feliz, también un poco triste porque en aquellos momentos echaba de menos tener a su madre a su lado, pero feliz... si había algo que quería era pasar su vida junto al del Caithness, era su destino, lo sabía. Ya tenía ganas de estar en el lugar y de verle, cogerle la mano.... suspiró.
Galbart


Ya estaban juntos.

Sus almas permanecerían unidas por el resto de la eternidad. Había sido una noche inolvidable, la ceremonia, los rituales, la compañía, el banquete, la noche que sigue al rito... Sin embargo, el escocés no dejaba de darle vueltas a una imagen que se le vino a la cabeza justo después de hacer la ofrenda a los Dioses en su fuego. Justo después de verter el vino en el fuego, miró a Carrie y le pareció estar ante la mismísima Brigit, Diosa del fuego. A la imagen de aquel instante le acompañó la descripción de Maël sobre la Diosa, "Una muje de cabello rojo como el fuego, con los ojos azules como el cielo y con unos rasgos faciales redondos". Días después del rito, la imagen le volvió a la cabeza y empezó a entrelazarlo con el don que los Dioses le otorgaron meses atrás, un don que le permitía ver las cosas como realmente son, ¿por qué si no vio aquella noche a Carrie con el aspecto de una Diosa y no antes? Todo empezaba a cobrar sentido.

Sin embargo, los días pasaron y no le dijo nada a Carrie. Los campos se iban cosechando y el Lugnasad se acercaba, ¿deberían hacer algo para celebrarlo? Se levantó de la silla y fue a buscarla.

Carrie, ¿has visto que los días decrecen? Se acerca el Lugnasad... ¿quieres hacer algo?

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Galbart


- Oye Carrie, nunca te he comentado una cosa y es algo que llevo mucho tiempo queriendo decirte.- Le dijo a su amada mientras contemplaban el mar. El escocés acostumbraba a ir al mar justo en esa época del año pues se ponía más bravo y parecía cobrar mucha más vida, las mareas subían y las olas eran más feroces. Se acercaba el invierno y Galbart empezaba a planear como sobrevivir a él, costumbre que había heredado de Maël, que siempre hacía acopio de las provisiones imprescindibles básicas. Pero todo sería más fácil ahora sobre todo tal y como habían ido las cosas.

Carrie estaba sentada a su lado mirando, también, el mar, aunque ahora le miraba a él y le respondió con un ¿Hmm? A lo que Galbart contestó con un giro corporal y quedó sentado frente a ella. Observó su rostro, lo estudió y volvió a ver a Brigit, la Diosa del fuego. Las historias que le contaron sobre ella, la describían como una mujer de pelo rojo y ondulado con un rostro bello y suave en cuanto formas y por supuesto en cuanto a textura. Pero el peso se lo llevaban sus ojos, los de Carrie eran azules, los de la Diosa verdes, como los de su padre. Aún así, el escocés veía algo dentro de ella, lo vio el mismo día que él intentó hacerla prisionera y lo vio semanas atrás, en el handfasting. Su mirada revelaba lo que en verdad era Carrie Munro pero ella aún no lo sabía y por eso, precisamente, estaban allí, porque Galbart quería enseñarle lo que había visto en ella.

- ¿Y bien? - Carrie le sonreía.

- El primer día en el que te tuve cerca vi algo en tu mirada que me llamó mucho la atención. Esa misma sensación se repitió en el handfasting y entonces comprendí el por qué.- Hizo una pausa, ahora Carrie le miraba seria. - Cuando ofrecimos nuestras ofrendas a los Dioses y nos volvimos el uno para el otro y nos miramos, lo vi... más bien, me lo mostraron. Por un instante de tiempo, me dejaron ver como ellos ven y vi algo asombroso en ti. Creo... creo, que tu madre no es quién crees que es.- Hizo otra pausa, apartó la mirada y volvió a mirarla. Trató de mostrar confianza y determinación en su mirada.

- Carrie, eres hija de Brigit, Diosa del fuego.

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Carrie.


Le cogió de las manos y jugaba con sus dedos mientras le escuchaba atenta. Estaba muy serio el de Caithness. Cuando hubo terminado de hablar dejó sus manos y se sentó erguida con las piernas cruzadas sin decir nada. Se quedó mirándole mientras pensaba y daba vueltas a todo lo que él le había dicho... Hmmmmm me estás diciendo que.... hizo una mueca de sorpresa incrédula que tu... bueno que tu viste... que yo.. Cambió de posición y se sentó sobre sus rodillas acercándose más a Galbart, le miraba de frente muy fijamente. Osea tu crees que yo soy hija de... Pero Galb... amor.. yo... ¿cómo puedes pensar eso? yo.. Se sentía confundida y sobrepasada por lo que Galbart le estaba diciendo. Si se lo hubiese dicho cualquier otra persona no habría tardado ni un efímero instante en pensarlo ni darle credibilidad, pero quien se lo decía era Galbart, y ella confiaba totalmente en él. Él era el elegido por Morgana, escogido por los Dioses de eso no tenía duda.. Así que si él se lo decía era por algo... aunque no era algo fácil de creer y asimilar como si nada.

Se levantó y dió una vuelta alrededor de Galb, dibujando surcos en la arena mientras arrastraba los pies y se perdía en el detalle del suelo aunque su mente estaba lejos de ahí. Algunos episodios de su vida pasaron por su mente a una velocidad de vértigo... el rostro de aquel hombre desfigurado por unas quemaduras que ella no se explicaba aunque pensaba que era por la confusión del momento y el hecho de estar al borde de la muerte, y también la boda... todas las señales de la presencia de los dioses que ella atribuía a Galbart... la voz que oyó.. y que ella reconoció como la voz de su madre.

Se dejó caer de rodillas delante del escocés... pero yo,,, ¿cómo puedo ser hija de Brigit? mi madre era Brianna, mi padre Mäel... Ahora que creía saber quien eran realmente sus padres iba a resultar que no, que aún no lo sabía.
Suspiró con fuerza exhalando todo el aire como si quisiera quitarse un gran peso de dentro... ¿Porqué lo crees? ¿Y porqué si hace tiempo que lo piensas no me lo habías dicho antes? ¿Estás seguro? Bueno ya sé que si me lo dices es porque lo crees de veras y estás seguro pero.. entiende que para mi esto es.. bueno me parece increible...
Galbart


Las preguntas le salían solas, pero las respuestas de Galbart no. Él lo había podido ver, más bien interpretar. Las señales que los Dioses le habían enviado le condujeron a aquella conclusión. y aunque no había sido fácil llegar a ella, se sentía convencido de que así era, ella, Carrie Munro, en realidad era hija de la Diosa Brigit.

- No debe ser algo difícil de creer sino todo lo contrario, Carrie. La Diosa Brigit eligió a tu madre para ser receptora de su don. Es un honor que muchos desearían en esta vida. Pero debes comprender, en primer lugar, cómo llegué a esa conclusión.- Dejó de hablar y se puso en pie, y con él Carrie. Se cogieron del brazo y empezaron a caminar.

- El día que me atrapaste... te miré a los ojos y vi los ojos de Maël, pero vi algo más. Nunca supe qué era, pero fue una mirada que penetró en mi alma y se quedó allí instalada. Fue algo indescriptible, verdaderamente asombroso, incluso para aquella situación. Pero aquello fue solamente un atisbo de lo que estaba por llegar. Luego... por los Dioses, ¿nunca te has fijado en lo cerca que te pones del fuego? Siempre, y nunca te he visto quejarte sobre ello, además, una vez vi cómo tu pelo se acercaba a una vela prendida mientras estudiabas y ni tan siquiera llegó a chamuscarse.- Se detuvieron y miraron el mar. Al escocés le encantaba y a la vez le aterraba el mar.- Pero fue en el handfasting cuando empecé a encajar las piezas del rompecabezas. Vestías como la mismísima Brigit, el vestido blanco, tu pelo rojo y rizado, los ojos, el bello rostro de un tono pálido y con con las mejillas coloreadas, muy sutilmente, de rojo. Eras la misma que en la historias de Maël. Lo que me lleva a la última pieza.- Se soltaron del brazo y se cogieron de las manos para quedar el uno frente al otro. El de Caithness se quedó mirando el rostro de Carrie, que le escuchaba atentamente.- Verás, poco antes del último Lugnashad que celebramos en Escocia, Maël me dijo lo siguiente: "Con su manto de fuego derrotará al cuervo, más no es ese el destino final".-

Quiso añadir algo, pero el recuerdo de Maël y de las fiestas en Escocia le vino a la cabeza. Se preguntó, en aquel momento que, qué era lo que hacía él allí. Sacudió la cabeza y se llevó a Carrie con él a su parte favorita, un acantilado, aunque de poca altura. Le gustaba el sonido de las olas rompiendo contra las rocas, le reconfortaba, le hacía sentir como en casa, pero como en su primera casa, en Wick. Ciudad levantada por los antiguos nórdicos, antepasados suyos. El camino transcurrió en silencio y cada uno sumido en sus pensamientos. Galbart fue el primero en romper el silencio.

- No va a ser fácil asimilar todo lo que te estoy diciendo, lo sé. Yo tardé en comprender lo que verdaderamente significó mi sueño. Brigit, en su infinita sabiduría, eligió a tu madre para llevar a su hija. Fuiste el resultado de una Diosa y de un hombre que podía comunicarse con los Dioses. Tu madre, Brianna, no creo que llegara a saberlo, pero puede que sí. Lo sé, sigue resultando muy inverosímil, pero cuando tengas tiempo para pensarlo y reflexionar sobre ello comprenderás de lo que hablo.- Galbart se sentía impotente, no sabía explicarle lo que él había visto. Supo entonces que aquello formaba parte del camino del conocimiento, senda que eligió al cumplir los quince años.

-Ojalá pudieras verlo y sentirlo como yo lo siento- le dijo. Instantes después, se fueron a buscar a los caballos para volver a Castellfosc.

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Carrie.


Ser hija de una diosa no era algo fácil de asumir... pero en su interior algo empezaba a despertar. No le parecía disparatado lo que le decía Galbart, al contrario, le hacía reflexionar y muchas cosas venían a su mente, aquellas palabras despertaban en ella unas sensaciones difíciles de describir... Ella siempre había tenido una vida sencilla, si algo había aprendido de su madre era la humildad... y ahora en cambio... asumir que era hija de Brigit... Era lo máximo a lo que podía aspirar un mortal.. ser parte de los dioses, estar ligada a ellos... Miedo... eso era lo que sentía... miedo por lo que todo eso podía comportar... Estaba preparada para vivir sin lujos, sin ser una persona especial, para pasar desapercibida entre la gente siendo uno más... pero aquello la elevaba a un plano superior y desconocido... Se sentía inquieta e insegura...

Estaban sentados en la mesa, en uno de los salones de Castellfosc. Comían en silencio... Carrie absorta en sus pensamientos y reflexionando sobre todo lo que le dijo el escocés, y él comía observándola, consciente de que tenía muchas cosas sobre las qué pensar.

-Señora una carta para vos.

La estaba esperando.. Abrió, leyó y se levantó para tirarla al fuego. Las llamas devoraron en un instante el papel. El fuego... Siempre la había maravillado, le fascinaba el baile de las llamas.. lentamente consumían cualquier tronco por fuerte y robusto que fuera... Sí, siempre se había sentido fascinada por él... y con lo que Galbart le había explicado aquello tomaba otro cariz.

-No han aceptado la propuesta- dijo escuetamente a Galbart que la veía caminar por la estancia.
-¿Y entonces....?
-Pues nada, haremos una lista nosotros.. con lo que me costó convencer a alguno.. ahora vamos a terminar haciendo lo que ellos querían desde el principio. Pero no hay problema si los dioses lo quieren así, que así sea.

Se acercó a Galbart y posó la cabeza sobre su hombro.

-Amor, sigo pensando en todo lo que me dijiste, aunque seguro que ya te das cuenta de ello.- le abrazó por la cintura- Jamás dudaría de lo que puedes llegar a ver o intuir puesto que tengo clarísimo que eres el elegido por los dioses, pero me da miedo aceptar lo que me dijiste.. aunque algo dentro de mi.. me dice que tienes razón y que es verdad... y me inquieta...

Se separó de él, le cogió las manos y le miró fijamente con una tímida sonrisa.
-Te necesito más que nunca junto a mi, por todo lo que creo que se me avecina. Si nos presentamos a las elecciones condales tendré mucho trabajo, también está Castellfosc, donde tenemos que invertir esfuerzos y hacer que todo vuelva a la normalidad, bueno mejorar las vidas de estas gentes.. y lo de mi... Brigit también... Son muchas cosas y muy importantes, y yo te necesito a mi lado, aunque sólo sea para sostenerme la mano como ahora.. tu me das fuerza, amor, contigo me siento capaz de cualquier cosa y de afrontar lo que sea que los dioses pongan en mi camino, bueno... nuestro camino-dijo mirándose el anillo de la boda con cara de felicidad.
Galbart


Las semanas pasaban en Valencia. Se iban adaptando, poco a poco, a su nuevo hogar. Gobernar las tierras de Castellfosc estaba resultando una tarea gratificante, aun no se habían ganado la total confianza de los vecinos, pero ¿a ellos que les importaba quién gobernara? A ellos lo que les importaba era estar sanos y a salvo de cualquier amenaza. Por otra parte, la lista de Carrie había triunfado en las elecciones al gobierno Valenciano y eso hizo que las gentes de Castellfosc se enorgullecieran de ella, de poder presumir de tener como señora a la gobernadora del Reino de Valencia, un privilegio sin duda alguna. Pero ese éxito personal no podía hacer callar el tema planteado un mes atrás.

Los escoceses le dedicaron largos ratos a hablar sobre el posible divino origen de la dama del pelo de fuego. Le había recomendado que se olvidara de todo lo demás por una semana o más y se dedicara a ordenar sus pensamientos, pero su sentido de la responsabilidad y deber para con los ciudadanos de Valencia era mucho más importante que aquello. Él sí tenía tiempo para aquellas cosas y aquella tarde la iba a dedicar a reflexionar sobre el por qué quedarse en Valencia y no marcharse a lo que había sido su último hogar en Escocia, Whithorn.

No, no quiero que me acompañes Romualde, quiero estar solo.- Le dijo a la capitana de la guardia mientras montaba en Beleno. Salió del primer recinto amurallado, bajó la cuesta y atravesó el patio, pero antes de salir del castillo se quedó parado mirando los edificios destruidos. Saludó a un par de guardias y vasallos y salió corriendo. Le encantaba el sonido del caballo con la tierra húmeda. Era un sonido seco e inconfundible. Aquel sonido le reconfortó y espoleó a Beleno en dirección a un bosque que había a poca distancia del poblado. Se cruzó con carros, tirados por caballos, llenos de madera y gente que los talaba pensando en pasar el invierno lo más caliente posible. Estaba bien, cogían lo que la madre naturaleza les ofrecía y lo utilizaban para su provecho. Todo ello manteniendo un equilibrio pactado generaciones atrás. Por lo visto los leñadores iban cambiando de localización cada año, así los árboles de la zona talada se regeneraban. Gran visión de futuro el que ideó aquel plan, sin duda alguna por aquella idea ya había demostrado más inteligencia que el gordo Espinosa.

Una vez en el bosque, Galbart se dedicó a pasear por él montado sobre Beleno. Empezaba a conocerlo, a sentirlo. Tomaba como referencia el norte y desde ahí iba de un lado a otro, fijándose en los árboles, en las piedras, escuchando los pocos pájaros que quedaban, los insectos... escuchaba la vida, la música de la vida. Estar en plena naturaleza y ser capaz de vivir aquello era una sensación que no dejaba de fascinar al escocés. Sólo perturbaba la paz un grupo de gente que se acercaba del este. El escocés siguió sobre Beleno pero escuchaba y no le gustaba nada. Para cuando trató de escapar girando al norte, lo llamaron pidiéndole que se detuviera. Eran al menos siete hombres y juraba haber visto, al menos a uno de ellos. Sus sospechas fueron confirmadas cuando estuvo rodeado. Uno de ellos era uno de los que había saludado dos horas antes. Uno de sus compañeros le apuntaba con el arco y dos de ellos tenían martillos y cuchillos.

Baja. - Galbart miró a todos los hombres, no parecían muy amigables, aun así podría vencerles, contaba con Beleno y el factor sorpresa. Por desgracia no llevaba la espada a mano, sino que le tenía en una funda que le había atado a las alforjas. Tras sopesarlo, obedeció al tiempo que volvía a estudiar aquel peculiar grupo. Casi sin darle tiempo a reaccionar, uno de ellos se adelantó e intentó golpearle, pero el escocés lo esquivó y le retorció el brazo hasta que se lo partió, fue entonces cuando un golpe en la espalda lo dejó sin sentido.

Para cuando despertó, Beleno estaba pateando el suelo a su lado en busca de hierba. Se levantó con un fuerte dolor en la cabeza y echó en falta su espada y las alforjas del caballo. Se sentía mareado y cansado y decidió que lo mejor sería volver a casa.

Tres horas después, llegó a Castellfosc. El mareo se había multiplicado por cinco y el dolor aumentaba de manera exponencial. Se sentía cansado y lo primero que hizo tras bajarse del caballo fue llamar a Carrie, pero las piernas le fallaron y cayó al suelo, a las puertas del castillo, lo último que escuchó fue: ¡mi señor!

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Dama_lia


Quería echar un vistazo a las cuadras. Ver quien se encargaba de cuidar a los animales y si todo estaba bien y en su sitio. La señora le había dicho que quería descansar y aunque eso la preocupó un poco no quiso hacer preguntas y salió.

-¡¡Carrie!!

Oyó una voz pero no logró reconocerla. Pocas personas llamarían así a la señora de Castellfosc. Corrió hacia la puerta y se quedó estupefacta al ver al de Caithness en el suelo.

-¡mi señor!

Estaba sin sentido, tirado en el suelo. Se aseguró de que respiraba. Sabía que no podría con él y fue rápida a buscar ayuda. Volvió en nada con un par de soldados y había dicho que fueran a avisar a la señora y a buscar un médico. Todo el mundo corría de un lado para otro.
Con la ayuda de los soldados lo llevaron a la habitación y antes de llegar la señora había salido a su encuentro, llegaba corriendo y agitada.

- Lia, dime ¿qué ha pasado?

Los soldados la miraron esperando saber qué hacer. Ella dijo que lo llevasen a la habitación mientras ella hablaba con la señora.

- Mi dama, no sé qué ha pasado, he oído alguien que decía vuestro nombre y al salir, delante de la puerta, ahí estaba él, tendido en el suelo y sin sentido. El caballo daba vueltas en la entrada y parece pueda estar herido porque he visto que tenía golpes.
Carrie.


-¿Ha llegado sólo, con el caballo?

No esperó respuesta corrió hacia la entrada. Efectivamente ahí estaba el caballo. Se acercó para observarle, para intentar ver si estaba herido, si les habían atacado algún animal o...

Se dió cuenta de que no estaban las alforjas. ¿Y la espada del señor? La tienes tu? Lía negó con la cabeza y aseguró no saber nada más de lo que le había contado.

-Coge a Beleno y llévalo a las caballerizas. Intenta saber qué ha hecho el señor cuando ha salido, si ha dicho dónde iba o con quien iba. Busca a Romualde y haced lo que debáis, yo voy con el señor.

Ya no notaba el cansancio, ni nada, en su cabeza sólo estaba Galbart. Corrió hacia la habitación. Ahí estaban un par de doncellas y los soldados que le habían traido.

-Vosotros dos id con Lia y Romualde, quiero saber qué ha pasado y quien le ha hecho esto.- dirigiéndose a las mujeres y en tono no menos imperativo añadió- no os quedéis aquí como dos pasmarotes id a buscar toallas, agua caliente, vendas, las sales.. todo lo que se os ocurra que podamos necesitar.

En cuanto estuvo a solas con su amado le quitó la ropa para ver si tenía alguna herida, aunque no lo parecía porque apenas veía sangre. Con cuidado le examinó. Tenía la cara llena de golpes y alguna herida pequeña, y en la espalda también parecía que había recibido fuertes golpes.-Cariño- le susurró mientras le besaba con delicadeza en la frente.

En cuanto llegaron las doncellas mojó un trozo de ropa en el agua caliente y le limpió la cara de tierra y restos de sangre. Lo hacía muy despacio y con delicadeza. Estaba preocupada porque no reaccionaba, seguía inconsciente. Hizo una seña para que le dieran las sales... Se las puso cerca de la nariz para que aspirara y entonces pareció que sí reaccionaba. Tosió y entreabrió un poco los ojos, balbuceó algo parecido a Carrie y ella sonrió algo más tranquila.

-Amor, estoy aquí. Contigo.- le dió un beso en la mano- ¿qué te ha pasado, que..?

Volvió a cerrar los ojos y ella le asío la mano con mas fuerza.

-¡¡Maldita sea!! ¡¡Quiero que me traigan ya, al médico aquí y ahora mismo!! Decid a los soldados que vayan a buscarlo de inmediato, ya deberían estar aquí.

En cuanto se quedó a solas de nuevo con él se pasó el tiempo junto a su cama, acariciandole, bésandole la mano.. no quería molestarle pero no podía evitar mantenerle asido.. como si quiera transmitirle su energía.
-Cariño.... Quería saber qué le había pasado, pero sobretodo lo que quería era que se recuperase pronto. Le rogó a los dioses que le cuidasen.
Galbart


Despertó y se sentía bien. Giró la cabeza para mirar por la ventana, pero estaba cerrada... no, era de noche. Giró la cabeza hacia el otro lado y vio el reflejo de los ojos de Carrie. Entonces lo recordó todo. Recordó haber salido a cabalgar con Beleno, y cómo le habían rodeado y cómo se había rendido tan fácilmente. Tenía que encontrarlos y sobre todo, recuperar su espada. Se levantó de la cama para quedar sentado y al instante ya tenía a Carrie a su lado diciéndole que no debía moverse.

Y una miércoles, esos bastardos me han robado. ¡¡A mi!! ¡¡A un Donan de Escocia!!- Rugiño

A ver, cálmate y cuéntame lo que te ha pasado.- Le dijo con voz tranquila la escocesa. El escocés se levantó y se acercó a la ventana para abrirla. El frio nocturno le reconfortó y le calmó aun estando sin camiseta.

Iba por el bosque que hay al este. Entré por donde los fresnos que hay al norte del bosque, siempre entro por ahí, bueno, los días que llevo reconociéndolo. Hmm, recuerdo haber ido hacia el sur durante media legua y después girar hacia el oeste. El sol lo tenía a mi izquierda, eso lo tengo claro. Pero noté algo raro, en un principio pensé que... bueno, ya sabes. Pero entonces di un rodeo a mi posición y fue cuando me di cuenta de que me habían rodeado. Era un grupo de... ¿diez? no sé, puede que fueran más. Por desgracia no llevaba la espada en mi cintura sino en el caballo, de haber sido así podría haber cargado contra ellos, pero en fin...- Hizo una pausa para cerrar la ventana y volvió a sentarse en la cama. El dolor de la cabeza había aumentado ahora.- Tenían un arquero que me apuntaba y el resto con martillos, mangos y hachas. Me hicieron bajar y justo me atacó uno al que pude esquivar y ahí perdí el conocimiento... Gracias a Epona no se llevaron el caballo, quizá para esos cabestros fuera lo más valioso y no una espada. Cuando desperté no tardé en subir al caballo y venir aquí con lo que me quedaba de fuerza.- Se volvió a tumbar, la cabeza le daba golpes y recibió la almohada como un soplo de aire fresco en un cálido verano.

Cercad el bosque, deben estar ahí.- Dijo antes de caer en los brazos de Morfeo.

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Destino


La habían ido a buscar a su consultorio con muchas prisas, apenas pudo coger lo imprescindible y la llevaron a Castellfosc.
Rápidamente la llevaron ante el herido, pidió que les dejasen solos y le examinó durante largo rato. En cuanto hubo terminado se dirigió a la puerta y antes de poder tocar el pomo la dama escocesa ya la abría y le preguntaba por el estado de su esposo.

- No os preocupéis, va a recuperarse sin problema. Necesita descansar y recuperarse de los golpes que ha recibido, por suerte no tiene ninguna herida grave y reacciona bien a los estímulos. Pero por lo que he visto no es la primera vez que le pasa algo parecido y su complexión es fuerte, así que es seguro que se recuperará muy pronto.
Pero no sólo tiene los golpes, durante la exploración he visto que también presenta síntomas de una fiebre, la Tarraconensis Malus. No os preocupéis
- le repitió de nuevo- no es grave, con un poco de descanso, si se toma unas infusiones de una mezcla de hierbas que os prepararé y un remedio que tengo en mi consulta en nada estará recuperado.

Vió como la joven dama respiraba más aliviada y se dejaba caer en una butaca.

Pero me gustaría visitaros a vos también, la Tarraconensis Malus es altamente contagiosa y lo más seguro es que si él la tiene los que hayan estado o estén en contacto la cojan si no la tienen ya. Aunque no es una enfermedad peligrosa se extiende con mucha facilidad y si no se trata es persistente. ¿Os sentís fatigada?

-Sí, mucho. Ultimamente estoy cansada, pero lo atribuía al hecho que tengo mucho trabajo y responsabilidades en estos días . ¿Creeis que yo también estoy enferma de esa Tarraconensis?

- Para estar seguras debo hacerle una exploración. Si me indicáis en dónde puedo visitaros podré haceros un diagnóstico.

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