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[RP] El mercado de Zaragoza

--Galiardos


Al terminar el recital, un caballero galán se aproximó al músico de más edad y gallardía, pues bien difícil resultaba imaginar que de entre aquellos harapientos algún hombre de bien hubiese aunque formación en el arte tuviesen.

- A vos las gracias le damos todos los que esta cuadrilla conformamos, pero dejadnos caballero que sin mas dilación a vuesa merced nos presentemos y luego iremos gustosos a depositar algo al palacio que nos mencionáis, especialmente si nos decís que allí encontraremos viandas para entretener nuestros maltrechos estómagos y sin dudarlo esperemos que cual palacio se trata, alguna cortesana en el encontremos -
decía mientras con una mano señaló al resto de miembros y la otra acariciaba fugazmente su barriga.

- Heme aquí, de cara agraciada y modales caballerescos cuando me viene en gana. Porto el instrumento de cuerda llamado laúd con el cual consigo que estos tres que me acompañan no hagan tanto el ridículo como pudieren sin con ellos no estuviere, además de aportar una voz apropiada para muchos de los cantos. Suelo responder al nombre de Íñigo, aunque ni bien saben si es o no mi auténtico nombre, pero mi excusa hallo en eso cuando responder no deseo - terminaba de hablar mientras se inclinaba con una reverencia de rasgos cortesanos

- A semejante individuo ni cuenta debéis prestar pues que se puede esperar de alguien que siempre esperar debemos porque ni bien consigue seguir los ritmos debidos. El que a vos ahora se dirige siempre ha sido llamado Lope y como pastor que fui los ritmos con esta flauta aprendí, mas como el oficio que mis padres me dejaron no me permitía nada de lo deseado, a esta panda de fracasados me tuve que unir en busca de una fortuna que aún no ha llegado - concluyó el discurso estirando el cuerpo y tomando una postura altanera que contrastaba con lo raído de sus vestimentas

- Mucho hablan quienes menos deben, pues aún ninguno ha sido capaz de mantener el compás y la alegría si no fuera por mis aportaciones. Que esto que muchos llamáis taburete es el instrumento mas apropiado para llevar a cualquier celebración donde el ánimo levantar se quiera. Pero no os confundáis que no por denominarlo de forma diferente dejará de sonar melodioso y menos aún el aquí presente, llamado Ruy, de tocar dejará.-

- Pues ya veis caballero, que burlones y altaneros sonamos, pero ninguna maldad poseemos. Y ya que todos acabaron me toca por edad y experiencia ser el último en presentarme, como a la cola me quedo cuando las mozas eligen. Maltrato el rabel como pocos en la península capaces son de hacer, pero sus cuerdas son las únicas féminas que aún se negaron a abandonarme- dijo acariciando las cuerdas de su instrumento - y todos juntos nos hacemos llamar los Galiardos, que ni por caballeros ni galanes nos deben confundir pero si fieles servidores de las musas somos, esas bellas damas que aún se esconden de nosotros pues horribles parecerles debemos -

- Estimado Gonzalo, deja de lamentarte y acerquémonos al palacio que nos mencionó tan sublime caballero esperando que al menos algo de pan y vino consigamos-

Recogieron los pocos bártulos y se dirigieron allá donde les indicaron
Piluso


Piluso queda anodadado por el arte del mas veterano del grupo, y se alegra mucho que luego de la presentación lleven su talento y picardía al palacete... Que suerte contar con artistas en el pueblo, piensa el molinero...
Mayvic


De repente, Mayvic se había visto rodeada por los cuatro músicos andantes, que la colmaron de atenciones y halagos, con sus versos y rimas... Menos mal que al final apareció Pilu a liberarla, pues tanto entusiasmo la estaba desorientando...

Le habían parecido un cuarteto muy singular y divertido, que sin lugar a dudas estaba entreteniendo a todo el que pasaba por allí. Mayvic se fijó en cómo se presentaban ante el alcalde y éste los invitaba al Palacete a dejar su obra... Luego los vio marchar uno tras otro con su alegría y extravagancia, y Mayvic decidió continuar aún riendo tras el singular espectáculo su camino, tras haberse despedido de Pilu y haberle agradecido su intervención.
--Galiardos


Tras la salida del Palacete donde tuvieron una experiencia magnifica con grandes personas de las que habitan esta magnifica ciudad, regresó el cuarteto a la plaza del mercado donde la actividad ebullia en sueños.

En vista que no tenían mucho público a quien deleitar y que tampoco eran capaces de entonar sus voces ni sus instrumentos, reposaron sus posaderas en el pavimento y cubrieronsé con sus capas para dejar pasar los espíritus del líquido rosado del que habían abusado. Sin embargo no dejaron de deleitar a los pocos viandantes con algunas de sus propias composiciones, así Gonzalo, Íñigo, Lope y Ruy mantuvieron la diversión a su alrededor.

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--Galiardos


Se despertaron aún ensombrencidos por los vapores del vino.

- Pues habrá que espabilarse y hacer algo antes que nos barran de las calles -

- ¡uhm! sería bueno hacer algo, en eso tienes razón, pero ¿el que? -

- Algo divertido y que no requiera de mucho esfuerzo que aún ando con la cabeza aletargada -

- ¿qué os parece si representamos lo que nos ocurrió en la corte la primera, y única, vez que hemos actuado delante de nobles? -


- ¡Buena idea! - dijeron todos al unísono y comenzaron con su pequeña  representación

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Huzar


Huzar había decidido pasar hoy por el mercado, y aunque era el camino mas largo hasta casa y le dolía la pierna, no se arrepintió en absoluto.

Encontrose con cuatro músicos entonando la canción regia. Al principio se paró más para verlos que para escucharlos, pero pronto quedó enganchado con la letra. Rió a carcajadas. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba así. Y al termino de la representación se acercó a los músicos. Les felicitó por su bien hacer y su sentido del humor y les dió unas monedas.
--Galiardos


Los cuatro músicos andantes disfrutaron como siempre con sus propias representaciones burlescas, pero esta vez alguien más también pasó un buen rato con ella.

- Estimado Maese, su nombre desconozco aunque sé de buena mano que persona noble debéis ser - dijo mirando la mano donde el caballero había dejado unas cuantas monedas -

- Por eso mismo, dejadnos que todos nos inclinemos antes vuesa excelencia -


- Y quedemos agradecidos con vos por este aliciente a nuestro oficio -


- Que si bien no carecemos de vino y mujeres, nuestras bolsas escasean del ritmo que nosotros prodigamos -

El cuarteto hizo una reverencia ante el caballero y se dispusieron a tocar otra de sus piezas

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Mayvic


Mayvic paseó aquella mañana por el mercado con tranquilidad, y no con las prisas que solían acuciarla siempre que iba. Por desgracia, comprobó que todos los demás estaban en una situación un tanto desilusionante: la gente corría de un lado para otro, con las cabezas gachas y gesto preocupado; únicamente se detenían en los puestos que verdaderamente les interesaban, y apenas saludaban a los vecinos con los que se encontraban.

Mayvic miró con tristeza por primera vez, recordando que hasta el mismo día de antes ella había formado parte de esa muchedumbre apagada. El mercado no era el lugar de antaño: lleno de algarabía, con vendedores que gritaban alegres las bondades de sus mercancías y a los que numerosos vecinos se acercaban, aun sólo para curiosear. Hasta los trovadores que semanas atrás habían animado las plazas y calles había tomado otros derroteros en los que tuvieran más futuro; ya apenas un puñado de vecinos compraba lo indispensable, en unos tenderetes en los que, en contra de lo habitual, abundaban bastantes productos.

"Será el tiempo", quiso pensar la joven sastre, mirando al encapotado cielo que anunciaba una hermosa tarde de tormenta. Pasó por delante del tenderete de ropa, con variados productos: "No hace mucho, ni siquiera había nada: ¿se están volviendo los tiempos del revés?". Avanzó hacia donde vendían los comestibles: baldas saturadas de pan y maíz. Al menos, había leche, un producto que llevaba esperando bastante tiempo.

Mayvic compró unas cuantas botellas, pues llevaba bastante tiempo deseando tomarla. Y le pagó al tendero con una sonrisa y un saludo, a lo que este respondió con una mirada de extrañeza. Luego continuó su camino con una sonrisa en el semblante: después de la reacción del tendero, comprobaba que la gente estaba necesitada de sonrisas...
Bysensh


Se encontraba el rubio en el paseo matutino que hacía cada día para llegar a su querida barra en la Popular y una cosa le llamó la atención.

Se acercó a la tienda y preguntó a la vendedora.


- Puedo probármelo? - preguntó señalando el cinturón.
- Claro, pruebeselo usted mismo. -

El rubio se lo probó observando lo bien hecho que estaba, encima con cuero! que calidad!

- Me lo quedo! cuanto es? - mirando los escudos de sus bolsillos.
- 37 escudos cuesta el cinturón. -
El rubio sacó la cantidad exacta y pagó a la vendedora de ropa y marchó con una sonrisa y su cinturón nuevo.

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--Galiardos


Después de muchos días de viaje regresaron a una de las capitales que antaño habían visitado. Con las manos y los pies helados, el estómago vacío y alguno que otro llevando a cuestas los efectos del duro invierno, se dispusieron a entrar en calor con alguna de las coplas tradicionales que se conocían.

- Mi buenos amigos, una de amor podamos cantar, de esos que dejan huella - mencionó Ruy con rostro afligido

- Esta vez vos, maese Iñigo, debierais cantar, que el resto tenemos voz dañada de los fríos de las tierras -

Y tras tratar de entonar la fría voz y los gélidos instrumentos comenzaron el romance para todo aquel que escuchar y disfrutar gustara

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Mayvic


La joven sastre se topó con los músicos, que continuaban en su lugar, como siempre, intentando animar al público. Ese día, sin embargo, ella no se encontraba lo suficientemente bien como para seguirles en sus alegres cantos, así que se limitó a sonreírles y a continuar en dirección al tenderete de la panadería: compró unas cuantas hogazas doraditas y a buen precio y las metió en el zurrón de piel con todo lo demás. Eso era lo último que le quedaba por hacer.

Como se sentía bastante cansada y debía reponerse para lo que le esperaba, decidió volver prontito a casa de sus amigos.
Kroke


Oliendo un poco a vaca pues del establo venía, se acercó la moñuda a dejar su leche en el mercado y de paso a comprar algo de fruta y verdura pues bien sabía que ayudaban a pasar el invierno aunque no aportasen calor para combatir las frías temperaturas.

Disfrutaba del bullicio del mercado, los sábados eran los días grandes en la capital, le recordaba a su época pasada cuando también aprovechaban para ir a las grandes urbes a demostrar su arte y entretener al público. Comerciantes y artesanos llegaban de todos lados para dejar sus productos, artistas y artesanos de los mas exquisitos aprovechaban ese día para llenar la bolsa en Zaragoza, había unas telas preciosas, algunos incluso se atrevían a llevar abalorios de los mas diversos colores y formas. Allí paró Kroke unos segundos quedándose embelesada con los brillos y formas que conseguían darles.

Complacida siguió paseando por el mercado tratando de comprar todo aquello que fuese necesario y poco a poco llenando su pequeña cesta. Esperando entre cola y cola, consiguió escuchar unas palabras que la llenaron de alegría y sin más dilación se fue a comprobar lo que había oído decir al señor Secretario encargado de revisar las entradas y salidas de la ciudad.

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Mayvic


Mayvic había paseado casi a diario por el mercado desde que llegó. Cada día se obligaba a pensar en algo que deseaba comprar para tener una excusa de peso... En cierto modo, era como un reto, ya que el mercado le producía numerosos recuerdos y ella deseaba sentirlos todos como muy felices... Y lo estaba consiguiendo.

La joven aspiraba los aromas de especias y alimentos; dejaba que su mirada disfrutara con los colores de las flores cortadas y las telas, así como el oído se hiciera al sonido de metales en las herrerías, o del trabajo de la madera en las carpinterías. Tenía los sentidos abiertos para que disfrutaran de cuanto la rodeaba...

Aquella mañana era la última que paseaba por allí antes de marcharse de nuevo, buscando provisiones para el camino. Había cumplido sus objetivos en Zaragoza y ahora debía partir de nuevo, pero esperaba que no fuera por mucho tiempo... A fin de cuentas, aquel era su hogar y quería a Zaragoza y a sus gentes con todo su corazón. Por eso disfrutaba tanto paseando por el mercado y saludando a vecinos y tenderos, y se le hacía siempre tan difícil partir, aunque la situación lo requiriera...
Kroke


Recorrió el mercado buscando algunos leños y trozos de carne.

Vio los precios a los que estaban los cubos y los cuchillos y avergonzada miró al vendedor pensando como acaso pretendía estafar así a los vaqueros y ganaderos. Indignada se dio la vuelta sin mediar palabra cuando descubrió de nuevo con amarga sorpresa que de nuevo escaseaban los cubos no enarcados, tan necesarios para el normal suministro de leche.

Se dirigió al ayuntamiento para pedir hierro y algunas vacas para reiniciar su campo mientras iba pensando si conocía algún carpintero lo suficientemente activo para que pudiera suministrarle cubos que ella encantada enarcaría para poder ponerlos a la venta para otro vaqueros como ella que los requerían para ordeñar periodicamente a las vacas.

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--Correveidile


¡¡Dos iguales para hoyyyyyyyyyyyy!! - gritaba con su vozarrón Alfredo para tratar de animar a los indecisos e informar a los despistados - ¿quién me compra este numeritooooooooooooo? - alargando las palabras como la vieja Eustaquia le había estado enseñando - aún quedan muchos números - seguía gritando mientras no dejaba de prestar atención a las bolsas de extranjeros y locales - pruebe suerte ahora que llegó el buen tiempo podrá presumir ante las mozas - algún día el conseguiría una moza - pueden participar vecinos de otras ciudades -


Así se pasó un buen rato hasta que la garganta se le quedó seca y dirigió sus pasos a la taberna. También sería eso un buen sitio para informar y con suerte encontraría al tabernero para avisarle por si aún no se había enterado
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