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Deber, Sangre y Honor

Eduardo_de_laguna


Su viaje a Roma le había impedido conocer la adversa fortuna de Yuste. La infausta noticia le dio una macabra e inesperada bienvenida poco después de haber pisado puerto valenciano. El Cardenal no había podido auxiliar su alma ni darle debida confesión, una pena que le acompañaría el resto de su vida.

La alargada figura del enlutado arzobispo avanzó serena hacia el féretro. El níveo rostro de Yuste no contenía rasgo mortecino alguno. Su semblante inspiraba solemnidad y paz. Las comisuras de los labios delataban que había partido del mundo con una sonrisa. La imagen tranquilizó la pesadumbre del prelado. Éste se despojó del guante que cubría su diestra y la posó sobre el dorso gélido de la mano de Yuste.

- Que Dios os acoja libre de pecado. Fuisteis honesto, valeroso y prudente. Jamás conoció un Reino monarca más humilde y sensato. Toca ahora que os reunáis de nuevo con vuestros venerables padres, para que guiéis desde las alturas a aquellos desdichados que aún no somos dignos de la llamada del Altísimo. Descansad mi buen amigo. Espero que perdonéis que no haya podido acompañaros en vuestra última gran aventura.

Dos lágrimas surcaron las mejillas de la grave faz del Cardenal, arrojándose al vacío para morir sobre el Rey Yuste I.

El otrora Canciller se dirigió a la Reina Rose. No pronunció palabra alguna. Tomó sus manos, las besó y, sin soltarlas, ambos se arrodillaron ante el féretro y comenzaron a orar al unísono.

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Rose_de_anthares


La sola presencia del Marqués la causó tranquilidad, pero a la vez, tristeza. Y como no, con él Yuste reinó y con él ella había comenzado su reinado, con sus consejos y su amistad. Lamentaba que Roma le mantuviera lejos, pero más, que no le permitiera llegar a los últimos momentos del rey. Y con él, sin mediar palabra se arrodilló a rezar por el alma del que en vida fue su esposo. Y lloró porque el fin del día llegaba y era hora de partir con el cortejo hasta castellón, lugar de la última morada del Rey, dónde ya no volvería a ver su rostro otra vez...

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Lirdi


La dama vio una figura conocida acercarse hasta la reina y dedicarle unas palabras. Tras eso, el hombre se acercó a ella y se sentó a su lado. No lo miró, pero sabia quien era. La mano de su esposo tomó la de ella estrechándola fuertemente brindándole su apoyo. Inmediatamente ella se sintió contenida gracias a su presencia.
Lirdi respiró profundo y buscó los ojos de Apolo, lo miró fijamente unos instantes y se puso de pie. Lentamente se fue alejando y separando los dedos de los de su amado, dirigiéndose hacia donde la reina y el difunto rey se encontraban.
Vio a Yuste, lo contemplo unos instantes, con delicadeza paso su mano por la de su amigo, solo unos breves instantes para retirarla rápidamente.
–Es hora de despedirnos, mi rey.- Susurró. Lo miró una vez mas mientras una lagrima recorría su mejilla y quitó la mirada.

Buscó los ojos de su amiga y puso una mano en su hombro,

-Mi reina.- Le dijo buscando su atención. –Las palabras que digamos ahora, mas allá de que logran reconfortar levemente no sacaran de vos la tristeza que os embarca, ni siquiera los rostros amigos lo harán, puesto que no podréis ver más que sombras habiéndose apagado la luz de vuestro amado. Eso lo se. Pero a pesar de todo ello, mi amiga, contáis conmigo y estaré para lo que necesites. Y quizá no hoy, ni mañana, pero si en los días siguientes os sentís mal, o sola, estaré allí para lo que necesites, no lo dudéis. Así tan solo requieras que me siente a vuestro lado sin decir ni una palabra, podes contar conmigo.- Hizo una pausa. –Cuando vos estéis lista y dispongáis marcharemos a Castellón, yo os seguiré.- Le dijo brindándole todo su apoyo.

Una vez dicho todo, regresó a su lugar, donde su esposo la esperaba aun sentado. Estaba claro que la presencia de él le había dado la fuerza necesaria para ponerse de pie, y mostrar fortaleza ante quien la necesitaba más que ella. Pero cuando regresó, cuando estuvo nuevamente al lado de Apolo, lo abrazó fuertemente y lloró en silencio dejando que él la cuidara.


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Ederne_bp


Permaneció toda la noche en vela, postrada al lado de su cama acariciando su mano, tenía tantas cosas que decirle, y ninguna palabra salió de su boca durante las horas que allí permaneció, no se percato que estaba siendo acompañada, hasta cuando su madre hizo ingreso nuevamente en la habitación, siendo ya de mañana.
Quiso acompañar a su madre, imponerse, pero se sentía sin fuerzas, así que obediente espero en la puerta, mientras esta se cerraba en sus narices.
La voz de la dama que tenía a su lado la saco de sus pensamientos, todos dirigidos a su padre

-Su Alteza Real.-–Me siento, terriblemente avergonzada, pero creo que seré yo quien se atreva a pediros algo.-

La miro sin reconocerla, con el rostro perdido, pero consciente de su solicitud… miro sus propias ropas, y supo que tampoco estaba vestida como llevaba el protocolo, se giro hacia la dama, con la suficiente ira para decirle rebatirle sobre su pedido, como si aquello fuese una fiesta a la que debía irse bien vestida. La miro de arriba abajo, ciertamente aquel vestido no era para un funeral, pero tampoco podía aceptar que debía usarse el negro, no se convencía que debiera siquiera ella llevarlo para despedir a su padre.
Suspiro y volvió la vista a la puerta, su pensamiento se dirigió hacia su nana, seguramente tenía algún vestido negro, aunque le quedaría a la dama como un saco, pues le saca varias tallas mas, luego pensó en el vestido de su doncella, era casi tan menuda como la baronesa, mas… la simpleza de la muchacha no le sentaría bien a la dama. Suspiro una vez más, debería agradecerle la dama que no llevara ánimos de hacerla pasar un disgusto ante la solicitud. Antes que las puertas se abrieran una vez más, hablo a la doncella que tenía a su lado y pidió acompañaran a la dama a su habitación, allí seria ella misma la que podría elegir el vestido adecuado, tenia tantos, que….

Hizo ingreso en la habitación y espero, recibió todos los saludos de tanta gente que apenas podía reconocer entre ellos a unos de otros, sabía que no debía llorar e hizo lo humanamente posible por mantener su propia promesa.
Ya habría tiempo para el llanto, en la soledad de su habitación, frente a todos, seria fuerte, ninguna lagrima le devolvería a su padre, se mantuvo erguida, aun cuando sus piernas intentaron no responder, se quedo ahí, junto al féretro…

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Rose_de_anthares


Ahí estaba, el amigo, el confesor. El Marqués que había compartido a cada centímetro el camino de cada uno de los reyes de valencia. No necesitó decir palabra alguna y rezó en su compañía, su sola presencia causaba diferentes sentimientos en ella, tranquilos y tristes, puesto que al verle le recordaba a él. La Baronesa de Villahermosa también le había dedicado palabras, más ella, que hubiese deseado contarle lo que sentía, no puedo y solo sonrió medianamente, agradeciendo sus deseos y palabras.

Él, su amor, a quién volvió a mirar largo tiempo. Su rostro estaba claro y tranquilo, más el de ella era rígido e inexpresivo, sin embargo, las lágrimas surcaban su rostro dejando marcas que no desaparecerían hasta el día de su muerte.

Había llegado el momento y por más que deseara ella que no, había que partir hacia Castellón. Guió personalmente el cuerpo de su marido hasta el carruaje, se preocupó de que todo estuviera bien. Con una lúgubre serenidad ordenó a la guardia estuviera lista para escoltarle. Partió hacia sus habitaciones a prepararse y mientras se refrescaba, sus doncellas preparaban todo y el mundo parecía girar velozmente, la de Pern no parecía estar en contacto de verdad con lo que pasaba, ella estaba en otro sitio, en sus recuerdos... en cuando era feliz.

Se vistió de negro, usó su corona, más el velo fue blanco como imponía cierta costumbre. Llevó su alianza en el dedo y un collar con forma de rosa que Yuste le regalara el día de su compromiso. Preparada para montar salió al patio donde el cortejo fúnebre esperaba, un caballo...

Le asistió un caballero para montar. Su yegua luna, tan oscura como el sentimiento que la embargaba, estaba quieta y cabizbaja, no tuvo problemas para sujetar sus riendas no sin antes poner cada uno de sus guantes en las manos. La familia Real iría tras de ellos, ella, al lado del carruaje en el que iba el difunto Rey Valenciano. Ordenó así la partida, a medida que avanzaban llevaba su mirada al carruaje para ver si tenía la suerte de verle una vez más. Más de alguna vez lo logró.

Habiendo entrado a la ciudad, fueron recibidos por el pueblo quién le había expresado de muchas formas que compartían su dolor, en cartas, las cuales había leído y contestado antes de partir, o personalmente. A su paso muchos extendieron su mano y lloraron por ella, tomó sus manos cuanto la marcha le permitió y agradeció el velo que cubría su tristeza.

Las pocas flores que el invierno permitía se deshojaban al paso del carruaje. Era una visión tan hermosa y a la vez tan melancólica que la reina cerró por unos instantes los ojos con el pecho oprimido y se permitió la oscuridad para sí y su pena.


FRP: Este hilo continua en el rp del foro dos, en el palacio Primado, llamado "Funeral de SM Yuste de Berasategui". La ceremonia se realiza rp en castellón, en la capilla de Benicarló. El cortejo fúnebre va de camino, por lo que quienes deseéis acompañar al Rey y a su familia, podréis ir llegando a la capilla sin problemas. Gracias

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